the six E
bolivia
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l frío hace de las suyas cuando me reúno con The Six, pero no importa mucho porque inmediatamente el calor de la conversación me despierta. Siento mucha curiosidad por este grupo de 4 incipientes músicos amenos, divertidos y apasionados, que me van contando cómo se inició la banda hace 2 años y un poco más. Christian Gutiérrez (guitarra y voces) y Eduardo Gutiérrez, su hermano, (batería y coros) crearon Sixsixsex, que no pasó a mayores y buscaron continuar la banda (que ya tenía composiciones propias) como si se fuera a acabar el mundo. Y se encontraron con Carlos Quisbert (voz y guitarra) y Joaquín Cuevas Max (bajo) para su mayor complacencia, porque ambos ya tocaban juntos desde el colegio. Eso es algo que llama la atención: se respira la química entre ellos, la amistad y el amor por la música que los une, ya que es común ver integrantes más preocupados por sus propios intereses que por un fin común de la misma banda. Pudiendo escoger la cómoda opción de tocar solamente covers, escogieron el riesgo y apostaron por seguir componiendo y participar en varios concursos para darse a conocer (Megafest entre otros), y salir un poco más lejos del boliche de barrio donde “un par de borrachos”, como cuentan ellos, eran sus únicos fans. Reuniendo variadas influencias musicales como Punk, Heavy Metal, Indie y Grunge, los 4 se las arreglan para sonar a un Punk que oscila entre las guitarras y voces agudas del Heavy Metal, la directa simpleza de los Ramones y algo inefable que les da un toque original, que al menos me atrapó a mí la 1era y, sobre todo, la 2da vez que los vi un domingo a mediodía, en el escenario de Tribus urbanas. A pesar de los nervios, se los veía cómodos en el escenario, haciendo chistes, relacionándose flui-
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damente con el público. Se podía apreciar la continuidad de sus ensayos, al contrario de lo que pasaba con la banda anterior a ellos. Finalizaron con broche de oro, porque Eduardo, en un arranque de emoción, lanzó la batería al piso (con micrófonos y todo). Una anécdota que ocurrió cuando recién comenzaban fue que el vecino de Christian hizo un arreglo en su casa, y derribó una de las paredes que los unía, haciendo que el sonido de los ensayos fuera ensordecedor para él, al punto de llamar a la policía que, afortunadamente, no tenía jurisdicción en el caso. Estuvieron un mes ensayando a un volumen en el que apenas se oían, y era desesperante, hasta que el vecino repuso el muro y los ensayos volvieron a los ruidosos decibeles de cada sábado por la tarde. Así descubrieron que no todos los muros son nefastos. En sus conciertos, el hecho de tocar “Callaré