el canto de la rosca. una manifestación de música tradicional en extremadura
E
l pasado mes de abril vio la luz el trabajo discográfico Canto de la Rosca. En principio, pudiera parecer un CD más de los muchos editados en el mundo de la música extremeña de tradición oral, pero es algo más, sobre todo por el origen de la idea de grabar estos cantos, por la gente que lo ha hecho, y por la forma de conseguir el dinero para ello. Antes de hablar de estos temas, quizá sea pertinente presentar este tipo de canciones pertenecientes al folklore musical. Como se recoge en la separata que acompaña al CD, perteneciente a un artículo recientemente publicado por la Revista de Estudios Extremeños, la ROSCA “en su acepción musical, es un canto realizado en contextos de religiosidad popular a través del cual un grupo de mujeres se comunica simbólicamente con una entidad sagrada”. Analicemos esta definición. Primero, hablamos de un canto en contexto de religiosidad popular, lo que sitúa a las Roscas fuera de la religiosidad litúrgica oficial. De hecho, en algunos casos se cantan una vez concluida la misa. De esta manera, en tanto que manifestación de religiosidad popular, las Roscas son claves identitarias en la localidad que se cantan, pero más de una identidad local o identidad de pueblo que de una identidad religiosa. Tradicionalmente, las Roscas han estado vinculadas a los Ramos entregados en ritos de ofrenda. Es precisamente el vínculo de las Roscas y los Ramos con la religiosidad popular lo que hizo desaparecer muchos de estos cantos y la manifestación material de la ofrenda, es decir, los Ramos, en los años sesenta y setenta del pasado siglo, época de especial antirritualidad. Sólo unos pocos de estos cantos se mantienen en la actualidad debido, por un lado, a procesos de resistencia a la voracidad de la modernidad con todo aquello que remitiera a la tradición, y por otro, a procesos de construcción de identidad local puestos en marcha a partir de los años ochenta de ese mismo siglo, como respuesta a la globalización y reforzamiento de las tradiciones con la puesta en marcha de políticas de concienciación de la idea de comunidad, especialmente incisivas en esa época. Segundo, la definición continúa hablando de un grupo de mujeres como las intérpretes esenciales de las Roscas. Así fue en la sociedad tradicional y así es en la actual, algo que tiene mucho que ver con la vinculación de las mujeres con el culto a los mártires, y los que podríamos definir como el servicio a los santos, fenómeno fundamental del cristianismo a partir del siglo IV d. C., que tiene sus antecedentes en el cuidado y rituales para con los muertos, tanto familiares como públicos, del mundo pagano. A las mujeres correspondían una serie de prácticas marginales, de carácter periférico respecto a la vida y la actividad del ciudadano, consideradas arriesgadas y contaminantes, asociadas a preparar el nacimiento (los que van a nacer) y honrar a los muertos (los que ya no están). Con el triunfo del cristianismo estas prácticas tienen su continuidad, entre otras, en el culto a los mártires, que aún hoy se mantiene en gran medida. Tercero, sigue hablando la definición de una comunicación simbólica de las mujeres que cantan con la entidad sagrada a la que se canta. Las Roscas, pues, son cantadas por mujeres, generalmente jóvenes, ataviadas con la indumentaria tradicional del pueblo. Durante la interpretación
44 LaCarne Magazine