LA VOZ DE JOHN LENNON ME PONE LOS PELOS DE PUNTA
P
or lo general, a casi todo el mundo le gustan The Beatles, al menos aquellas canciones clásicas, las más populares y conocidas. Ya sean melómanos o aficionados de menor calibre. A cualquier devoto melódico poco exigente, los temas suelen sonarles bien, es música beatle al fin y al cabo, y el resultado es normalmente positivo, ya que el gran público siempre ha sintonizado de buena manera con los cuatro de Liverpool. Ahora bien, existen para quienes esa simpatía torna a altísimo nivel de elogio y encomiable adulación, incluso me atrevería decir, ¿Por qué no? A eminente grado de frikismo, ya que hoy en día, el uso de la palabra friki se traduce en unas connotaciones y denotaciones bastante más amables y positiva que las que oscuramente encerraban a finales de los 90. No todo el mundo, y me parece respetable, ha de saber tantos detalles de los grupos que le resulten atractivos, pero personalmente no soy de los que se conforma con escuchar plácidamente canciones que me resultan agradables. Cuando un grupo me gusta, me gusta, pero de verdad. Y me empeño en conocer su propia y noble historia, las vicisitudes que rodean a sus miembros, el instrumento que ejecuta cada uno, quién y cómo compone, en qué se basan, sus diferentes personalidades, en definitiva, el amplio conglomerado que marca ese sello inconfundible que tanto me atrae.
8 LaCarne Magazine