por AlturaCero
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ías antes de un concierto solemos estar bastante concentrados. Sabemos que hay que hacerlo bien, y nos debemos al público. Generalmente, los ensayos previos al concierto no suelen salir nunca bien, sobre todo el último. No sabemos si solo nos pasa a nosotros, pero ya estamos acostumbrados a eso. Sin embargo, nos damos cuenta dónde somos más vulnerables e intentamos pulirlo. Otra cuestión es la de los instrumentos. Nos gusta llevar cuerdas nuevas a las guitarras, y la batería con sus reajustes pertinentes que tanto le gustan a su dueño, (Antonio). Tanto si el concierto es fuera, como si es dentro de Badajoz, nos gusta ir a la prueba de sonido los cuatro. Si es con nuestro equipo de sonido, nosotros mismos nos damos gas, nos sonorizamos y en la prueba ya nos tomamos unas cervecitas. Menos nuestro cantante (Ismael), que lo que toma es agua hasta la hora de la actuación, y media hora antes de que todo empiece es incógnita, nunca sabe lo que va a beber. Una vez terminada la prueba, nos vamos todos a cambiar y a preparar para el evento. Los nervios previos típicos del artista florecen, se contienen, y luego se reutilizan en el escenario para transformarlos en adrenalina que iremos descargando poco a poco con nuestro querido público. Nuestro guitarra solista (Luca), que el heavy lo lleva en las venas estaría tocando mientras bebe en esa media hora previa, y lo tenemos que sujetar. Y el bajista
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