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KKL Federal

Mi vínculo con Israel Lic. Martín Klajnberg - Periodista | Economista

¿Qué es Israel?

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Esa pregunta que dispara estas líneas me sorprendió. Intenté pensar cómo llegó Israel a mi vida, a mi historia. Los recuerdos me llevan a los banderines azules y blancos del jardín de infantes, al falafel de Iom Haatzmaut, a las canciones en hebreo que me cantaba mi abuela para hacerme dormir.

Uno de mis rasgos favoritos del pueblo judío es, justamente, su carácter de pueblo. Cuando se lee la Hagadá en Pesaj no se habla de “nuestros antepasados que salieron de Egipto”, no. Se dice “salimos de Egipto”. Primera persona del plural. Nos une una historia compartida.

Esa hermandad arraigada en el corazón judío se cristaliza en el Estado de Israel. Es el ejército improvisado que derrotó a siete países por una pequeña porción de tierra para echar raíces. Es la búsqueda exitosa y la decisión de ser potencia militar por necesidad y tecnológica por vocación. Es empujar los límites de la biología para transformar en bosques kilómetros y kilómetros de desierto.

Israel es el símbolo de la resiliencia. La vida en respuesta a la muerte. La paz como escudo ante el odio. Las ganas de ser contra las ganas de destruir. Y un mensaje que se reafirma año tras año, guerra tras guerra: a pesar de la lluvia de misiles, de las intifadas, de los túneles, de los explosivos, de los cuchillazos y de las campañas mediáticas, Israel no se va a ningún lado.

Israel es la contracara del odio y el antisemitismo. Son las raíces sólidas, aferradas al suelo, que garantizan que el pueblo judío está a salvo de aquellos que lo quieren exterminar. Es la vegetación más fuerte y verde, que creció donde parecía imposible. Es la seguridad de que, sin importar para donde sople el viento, y a pesar de todos los que lo cuestionan, va a haber siempre un lugar al que un judío va a poder llamar “mi casa”.

Además, Israel es identidad. Es sentirte en tu casa cuando ves el cartel de bienvenida en el Ben Gurión. Es sentir música en tus oídos cuando escuchás hebreo en la calle. Es ver subiendo al tren al soldado llevando como una pluma un bolso gigantezco después del fin de semana. Es el silencio de Shabat. La sal del Mar Muerto. El polvo de Metzadá. Los gritos del Shuk. El murmullo de los rezos en el Kotel.

Para los que vivimos en la diáspora, Israel es el hogar que nos espera y al que siempre, sabemos, vamos a volver.

Mi vínculo con Israel Andrés Ini - Comediante

Qué exista Israel libre es lo que hace que cada judío desperdigado por el mundo tenga la tranquilidad de saber que cuenta con una sucursal de su hogar. Un Estado, en buen estado, que lo invita a ser parte de él, por un pasado en común para un futuro… fuera de lo común. Porque Israel es especial desde donde se lo mire, su ubicación, su relieve, su historia, su desarrollo tecnológico, su gente, su heterogeneidad, y sobre todo, por las espectaculares playas, de las que no se habla tanto, pero con contemplarlas, te das cuenta que no es solo un muro de lamentos.

La primera vez que visité Israel, quedé impactado por su vegetación en el desierto y el sistema de riego por goteo. Le sacaba fotos a las plantas y los árboles como si nunca hubiera visto uno. Era la emoción. Un árbol representa la vida, desde sus raíces hasta sus ramificaciones. Un resumen de lo que es Israel, la tierra de nuestros ancestros y al mismo tiempo un horizonte de libertad. Y en una de esas ramificaciones está Keren Kayemet Israel, educando sobre la ecología e Israel en todo el mundo, plantando árboles y haciendo obras en pos de ella y la gente.

Sentí que Israel era un lugar lleno de parientes, con otro idioma, pero con una tonada muy familiar. También me pasa cuando viajo a otros países, si me pierdo en una ciudad desconocida y le pregunto una calle a un transeúnte, por alguna extraña razón, si tiene una cadenita con un Maguen David o un Jai colgando, me da más tranquilidad. Esa cuestión de sentirnos cercanos sin conocernos. O en Buenos Aires, que al entrar al negocio de un judío religioso y teniendo yo aspecto de laico, quiero que él sepa que yo también soy judío… y es ahí cuando le digo “Shabat Shalom” aunque sea martes, o beso la mezuzá hasta que me mire, y en el mejor de los casos, me haga algún descuento. Eso en Israel no es necesario. Aunque tal vez te hagan un descuento por ser de Argentina, que no tuvo el éxito de Moisés como conductor, pero sí el de Cris Morena en televisión.

Luego de tantos siglos escapan do de persecuciones o de las locuras del gobernante de turno, tener hoy un Israel libre y soberano es un motivo de festejo y de orgullo. Por los logros que el país ha conseguido en tan poco tiempo y con tan poco tamaño. Porque he escuchado más de una vez y he visto ojos brillar cuando entre sus logros se agrega la frase: ¡y es más chico que Tucumán!

Mi vínculo con Israel

Marcela Belart - Pastora de la Iglesia “Cita por la Vida”

Tener vínculos con la organización “Keren Kayement LeIsrael” es de gran valor para nosotros. Los conocimos a través de un viaje a Israel en donde pudimos apreciar de primera mano el trabajo maravilloso que realizan en el país.

Como institución recibimos en varias oportunidades a sus representantes para realizar actividades educativas. El año pasado en nuestra escuela, el Instituto Educativo Cita con la vida, los niños aprendieron acerca de la importancia de la forestación, tomando como ejemplo su trabajo en Israel. También hicimos una plantación de dos arboles y se coloco una placa conmemorativa.

Fue muy emotivo ver a la comunidad estudiantil con las banderas del KKL y de Israel.

Este año se trabajó acerca del cuidado del agua, con un material provisto por la institución y al finalizar los alumnos realizaron actividades y juegos que disfrutaron mucho. También cada participante recibió un diploma de un árbol que fue plantado en su nombre.

También, en nuestro templo principal recibimos la visita de Gabriel Ben-Tasgal quien brindo una conferencia acerca de profecías bíblicas sobre el estado de Israel.

Estamos muy agradecidos de la relación de hermandad que pudimos construir ya que nos enriquecen en gran manera y nos acercan cada día mas a un país que tanto amamos como es la nación hermana de Israel. Esperamos en el futuro seguir realizando actividades en conjunto.

Mi vínculo con Israel

Ezequiel Zaidenberg - Voluntario KKL Río Negro

Lejaim, Vida. Con estas palabras decidí comenzar esta nota.

Soy Ezequiel Zaidenberg, tengo 36 años y allá por el 2001 decidí hacer Aliá con sólo 15 años, fue un proceso largo y muy fuerte, debido a que viajé solo a terminar la secundaria en el proyecto Nahalé viviendo en el hermoso Kibbutz Mefalsim, a sólo 4 kms de la Franja de Gaza. Luego viajó mi hermano menor con el mismo plan y posteriormente mis padres junto con mis abuelos.

En Israel viví más de 15 años, allá terminé la secundaria, hice la tzava como combatiente de marina. Luego formé mi familia, naciendo Maia allá en Beer Sheva.

Van a ser casi 6 años que volvimos a la Argentina y la relación con el Keren Kayemet y con Israel es diaria. Un sentimiento muy fuerte no solo porque mis padres y mi hermano están allá sino porque Israel es una gran familia para mí. Esto lo llevo a la práctica con el activismo que llevo en la Asociación Israelita de General Roca, en la cual soy miembro desde que era chico, participaba del Kinder (ken), como janij, luego madrij y ahora como miembro de la Comisión Directiva, apoyando los proyectos y sumando los materiales del Keren Kayemet.

En la actualidad, luego de que el coronavirus nos obligue a hacer actividades virtuales como por ejemplo el Jidon Hatzionut para familias del cual participamos y luego todos los encuentros y actividades ganamos en la final, (muy muy recomendable para todos participar). Estamos volviendo a la presencialidad y junto con eso retomando proyectos pendientes y sumando nuevos para que la zona del alto valle de Rio Negro y Neuquén sume capacitaciones y plantaciones en las diferentes ciudades.

Les deseo para este Rosh Hashana un año lleno de Salud, que sea mucho mejor que el que está terminando con nuevos proyectos a culminar!

Lejaim!