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Italia por Elisabetta Bagli

Está estudiado que los colores no solo alimentan nuestra percepción visual del entorno en el que nos movemos, sino también todo nuestro cuerpo y el comportamiento que tenemos en relación a determinados colores que visualizamos. No quiero entrar, con este breve ensayo, en un campo científico que no domino, aunque es bien sabido que los colores brillantes de la mañana favorecen un estado de vigilia y los de la noche, oscuros y menos intensos, favorecen el sueño, ralentizando los latidos del corazón e intensificando la relajación.

El efecto curativo de los colores, llamado cromoterapia, es una técnica milenaria que se remonta a los egipcios y que poco a poco se está utilizando para potenciar los efectos de otras técnicas con el fin de mejorar la salud física y emocional de las personas. De hecho, en ocasiones, a través de la mera proyección de un color en la pared de una habitación, o en una parte del cuerpo, se producen estímulos, reacciones que conducen a una mejora en el estado psicofísico de las personas. Otras veces actúa en simbiosis con la aromaterapia, dando vida a las llamadas “cromoesencias” que se utilizan para mantener la mente y el cuerpo en un ambiente equilibrado y de bienestar.

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Toda la vida del hombre está acompañada de colores, desde que nacemos hasta que morimos. No olvidemos el blanco materno, el que contiene todos los colores del espectro electromagnético, pródigo de brillo y resplandor, símbolo de esa energía vital que solo una madre puede transmitir. No olvidemos los moños azules o rosas que se ponen en las puertas de las casas para celebrar una nueva llegada a casa, según sea niño o niña; o incluso el blanco, símbolo de pureza utilizado, en la tradición católica cristiana, para las vestimentas bautismales y de comunión o incluso por la novia el día de su boda. No olvidemos el lenguaje de las flores, que se asocia a otro lenguaje, el relativo a su color (por ejemplo, rosas rojas que simbolizan la pasión, rosas para la amistad, o rosas amarillas los celos). Pero no hay que olvidarse que el color de la muerte es el negro, que es la ausencia de todos los colores, solo para indicar, simbólicamente, el fin de la vida, de la creatividad, el fin del tiempo que dura nuestro viaje por la tierra.

Los colores sacan a relucir un lenguaje propio en nuestro inconsciente. De hecho, ¿cuántas veces para indicar que estamos enojados usamos expresiones en las que se hace una referencia directa a los colores? “Estoy negro” - “estoy verde de ira”, o cuando no estamos en uno de los mejores momentos de nuestra vida “Estoy atravesando un período gris” ...

En el campo artístico, el color adquiere un significado global, y también en la literatura se le han atribuido diversos significados, tanto en relación con los estados de ánimo de los protagonistas de los relatos, como en relación con la clasificación de los géneros literarios: un libro rosa es un libro que tiene una connotación en el tipo de escritura que resulta ser femenino (por supuesto que también puede ser escrito por hombres y leído por hombres), así como un libro “noir” (negro) es esencialmente un libro invadido por situaciones oscuras y misteriosas.

El color: esencia y vida en las palabras

El color: esencia y vida en las palabras

Los escritores suelen utilizar el color para describir estados de ánimo, emociones, recuerdos, para crear un vínculo entre los sentidos, para desarrollar conexiones entre lo que es realidad y lo que es fantasía, para componer metáforas capaces de despertar una relación directa entre la imagen que se describe y la sensación que se siente al leerla. Por ejemplo, casi todos los cuentos de hadas para niños van acompañados de muchas metáforas cromáticas: en “Blancanieves y los siete enanitos” de los hermanos Grimm, son evidentes desde el principio del cuento, blanco, rojo y negro. Estos son los colores que caracterizan la esencia de Blancanieves : blanco como la nieve (el blanco simboliza la pureza), con las mejillas y los labios rojos (el rojo simboliza la sangre, la vida, pero también el deseo), el cabello negro como el ébano (el negro simboliza la muerte, el sueño - después de cada sueño hay un renacimiento, un triunfo de la vida sobre la muerte - y el ébano que, por otro lado, representa fuerza, resistencia). Entre los diversos poetas que han hecho uso del cromatismo literario, podemos incluir a nuestra Alda Merini con algunos de sus poemas “Colores” (S’io riposo, nel lento divenire/deglio occhi, mi soffermo/all’accesso beato dei colori; - Ed è per il colore cui mi dono/s’io mi ricordo a tratti del mio aspetto/e quindi del mio limite- S’io reposo, en el lento devenir / de los ojos, me detengo / en el acceso dichoso de los colores; - Y es por el color que me doy / si a veces recuerdo mi apariencia / y por tanto de mi límite) y “Paisaje de colores” (Io gioco coi colori inesistenti/ma quando sogno/è tutto grigio sfocato. – Il colore inganna e ci colma - juego con colores inexistentes / pero cuando sueño / es todo gris borroso - el color nos engaña y nos llena) que con versos sencillos consigue plasmar una composición dibujada en el lienzo de nuestras emociones. García Lorca, dramaturgo y poeta, es considerado el poeta de los colores, concibiendo sus poemas como auténticas pinturas, sorpresas de colores llameantes con las que desahogaba sus tormentos, sus deseos. No podemos hablar de un artista plástico en la literatura, pero muchos críticos lo comparan con un verdadero artista visual, productor de esos sentimientos cromáticos que muchas veces solo se pueden provocar con tinte y pincel. Lo hace con la palabra: no olvidemos la obra de teatro “El maleficio de la Mariposa” (Il maleficio della fasrfalla) que muere ahogándose en el tintero.

Podríamos seguir indefinidamente en este viaje a la literatura de los colores, no faltan las ideas.

Elisabetta BAGLI

Economista, profesora, traductora, poeta

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