3 minute read

Agradecimientos

Janet: Tuve una menopausia temprana antes de conocer el método Making Love. En los años 60 y 70, en Australia, donde me crié, mi madre solía practicar yoga, empleaba terapias naturales y remedios caseros, y me proporcionó varios libros sobre el cuerpo de la mujer que ejercieron una gran influencia sobre mí al final de la adolescencia y al comienzo de la segunda década de mi vida. A finales de los años 50 y principios de los 60, en una época en que se empezaban a hacer intervenciones quirúrgicas en el parto, mi madre buscó conscientemente a un médico que estuviese a favor del parto natural para tener a sus tres hijos. Naturalmente, yo seguí su camino, y, sin pensarlo dos veces, a los veintitrés años, estando embarazada de mi primer hijo, quise tener un parto natural. A los treinta años, cuando tuve a mi segundo hijo (y, ahora, miro hacia atrás desde la madurez), la experiencia liberadora de dar a luz en mi casa me cambió para siempre. Esto encendió mi pasión por las mujeres y por el cuerpo femenino. Después de experimentar un viaje tan profundamente instintivo y empoderador, acabé mucho más sintonizada con mi cuerpo y más sensible, y ya no pude seguir haciendo el amor como hasta entonces, aunque muchas veces accediera a ello. Al no tener ninguna alternativa, me lo empecé a cuestionar, y esto provocó mucha tensión en mi relación y en mi cuerpo, que agravó otras que ya tenía debidas a la maternidad y a que tenía que gestionar mis negocios. Hacia los treinta y cinco años me diagnosticaron fatiga crónica.

Siempre estaré eternamente agradecida a Diana por haber aparecido en mi vida a través de una escritora australiana, Ruth Ostrow, quien la entrevistó en 2002 y escribió acerca de su trabajo en una columna en el periódico The Australian. Bastaron unas palabras para que se encendiera una luz de esperanza en mí cuando me enteré de que había otra forma nueva de hacer el amor. Esto me impulsó a buscar algo más. Mi reacción inmediata fue: «¡Me gustaría conocer a esta mujer!».

Seis años más tarde, cuando tenía cuarenta y siete años, tuve la dicha de participar en el retiro Making Love en Suiza. Estaba con mi nueva pareja, un compañero muy cariñoso al que estaré siempre agradecida. Hacer el amor con relajación me cambió la vida, y, con el tiempo, transformó la persona que yo era. Creo que cambió y sanó mi

cuerpo a un nivel celular profundo, incluyendo mis heridas o traumas del pasado.

Esta forma de enfocar las relaciones sexuales y la sexualidad era lo que había estado buscando en toda mi vida adulta. El trabajo de Diana me permitió apreciar el hecho de ser mujer y todo lo que eso conlleva: ser madre, abuela… Y me permitió confiar en mi propio instinto cuando se trata del sexo. Sin embargo, en los primeros años, tuve que ajustarme a un estilo de vida occidental, al mismo tiempo que criaba a mis hijos y padecía un estrés prolongado, lo que desembocó, efectivamente, en una menopausia difícil, sin que en ese momento yo supiera por qué, ni donde ni a quién dirigirme. Me pregunto qué habría ocurrido si hubiese tenido estas herramientas y esta información cuando era más joven, y si habría cambiado el curso de mi menopausia en algún aspecto. Pero eso ya es pasado, y ahora, en el presente, siento que quiero compartir esta maravillosa perspectiva del amor y de la sexualidad, y ayudar a otras parejas de cualquier edad a cambiar su forma de hacer el amor con las enseñanzas del retiro Making Love en Australia, además de otros retiros para mujeres y sesiones individuales de psicoterapia.

Después de criarme en un ambiente estrictamente religioso, me sorprende haber llegado hasta aquí. Esta enseñanza, en cierto sentido, me ha ayudado a soltar todas las improntas culturales y a llevar la sexualidad a su inocencia naturalmente intrínseca… Un viaje profundamente sanador. Cuando una mujer se libera de su condicionamiento sexual, provoca una onda que llega al corazón de todas las personas con las que se encuentra, incluyendo las generaciones que la preceden y las que vienen detrás. Esto es lo que yo deseo para todas vosotras. Estoy sincera y humildemente agradecida por la sincronicidad de los hechos que han facilitado mi colaboración con Diana.