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Mi cuarto. Chico Genado

Yesterday, all my troubles seemed so far away…

Todo comenzó en la tienda de mi padre. Esa tienda no era muy normal porque, aunque rezaba como “DrogueríaPerfumería”, allí se vendía casi de todo, era como un pequeño bazar; había, además de los artículos propios de la actividad, bisutería, algo de confección, radio-cassettes… y “Discos”, sí, discos de vinilo.

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Entre los discos de vinilo se encontraba uno de un grupo desconocido para mí (yo tendría aproximadamente 13 años) cuyo título era lo Primero de Los Beatles con Tony Sheridan. Este disco, en un descuido de mi padre, lo cogí, lo grabé en una cinta de casete (esas que cuando se atascaban se rebobinaban con un bolígrafo Bic) y lo devolví. Más tarde, pasó a formar parte de mi discografía. Ahí empezó todo.

Primero me apropié de una habitación de casa de mis padres (el cuarto de costura de mi madre) que, a partir de ese momento, fue “mi cuarto“ y en ese lugar creé un mundo un poco fantástico lleno de chismes (que malhumoraba a mi madre por el problema de no poder realizar la limpieza), de libros, de dibujos y, sobre todo, de discos. En esa habitación permanecía horas y horas compaginando estudios, dibujos y música.

La persona que más influyó, en esos momentos, en mi afición a la música fue Ramón Trecet, periodista, locutor deportivo y crítico musical, que tenía un programa en Radio Nacional de España, en el que se dedicaba a la difusión y crítica musical. Él me introdujo en el conocimiento de la música anglosajona, desconocida para mí y para la mayoría de los adolescentes de mi generación de nuestro pueblo. Con él descubrí y escuché a Bob Dylan (The answer is blowin in the wind, The Times They Are A-Changin', …) Los Beatles (Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band) Simon & Garfunkel (nombre impronunciable en esa época), Donovan (Colours, Atlantis), Los Rolling Stones (Sympathy For The Devil) Cream con Eric Clapton, Bee Gees, The Doors, Don McLean (American Pie) Cat Stevens, Carole King, James Taylor, John Denver, Janis Ian, Janis Joplin, Jethro Tull, Buffalo Springfield, Crosby, Stills, Nash & Young, Leonard Cohen, ¡¡ohhh!!, Leonard Cohen (de poner los pelos de punta y no poder evitar soltar alguna lágrima en su discurso en la entrega de los Premios Príncipe de Asturias de 2011) y tantos y tantos otros, que harían la lista interminable.

Reconozco que tuve la suerte de pertenecer a una generación (Hippies) muy creativa, donde la música era fresca y natural, no había nada enlatado. La guitarra que sonaba era una guitarra, igual pasaba con el resto de instrumentos y de voces, eran auténticos artistas. Y qué decir de las ilustraciones y carátulas de los discos, eran fascinantes, unas obras de arte.

También tuve la suerte de poder adquirir los discos en almacenes de venta al por mayor, con el consiguiente ahorro en el precio de los mismos. Esto era debido a la actividad de mi padre y yo compraba en su nombre y con su beneplácito. Recuerdo la primera vez que entré en uno de estos almacenes, se llamaba “Aldis” (Almacén del Disco) y estaba situado en La Avenida Cruz del Campo de Sevilla. Me quedé extasiado al contemplar tantísima estantería llena de discos, todo ordenado por sellos discográficos y por intérpretes, cuánta música había en esas baldas, me parecía un sueño.

Pedro Toro y su magnífica colección de música heavy y rock and roll. Suyos eran Led Zeppelin, Deep Purple, Kansas, The Who, Alice Cooper, Boston, Poco, Leon Russell… Con Pedro además compartí afición al fútbol y los dos jugamos juntos en el Lora CF. Imagino que esa grandísima colección la conservará y la habrá ampliado.

Volviendo a mi habitación, he de decir que este “Cuarto” se transformó en una especie de santuario por donde pasaban muchos de mis amigos, con los que comentaba las canciones de los distintos grupos que íbamos conociendo. Algunos no solo pasaban sino que permanecían conmigo horas y horas escuchando discos, grabándolos y compartiéndolos. Los más fieles, con muy buen gusto y de los que aprendí muchísimo, “robándoles“ su música, eran:

Ricardo Solís. Ricardo era muy aficionado a la música pop y rock pero, sobre todo, a los cantautores y, especialmente, c a n t a u t o r e s s udam e r i c an o s con su canción protesta: Mercedes Sosa (la “Voz” de Sudamérica y sus míticas versiones tales como Gracias a la vida, Si se calla el cantor,…) Violeta Parra, Soledad Bravo, Víctor Jara, Atahualpa Yupanqui, Jorge Cafrune, Silvio Rodríguez,… Sé que Ricardo tiene una gran colección y sé que dispone del mejor equipo de sonido que conozco. También le quité su música y su tiempo.

Miguel Castillo. Aún recuerdo sus canciones favoritas: It's A Man's World (James Brown), de esta decía que era la mejor canción de la historia (en esta opinión coincidía con él), Son Of A Preacher Man de Dusty Springfield ; preciosas canciones de soul, Atlantis y Dona Dona Dona de Donovan.z

Manuel Pérez.Ray Charles y JJ Cale eran los músicos preferidos que llevaba en su mochila. Manolín, mi compadre, después compartió conmigo, además de música, años de trabajo en el estudio.

Gerardo y Emilio Morales; sin vanidad alguna creo que les descubrí a un músico excepcional, George Benson, con esa brillante guitarra y ese “scat” que le copió a Ella Fitzgerald y que se lo hizo propio.

La Lista de amigos que pasaron y me aportaron conocimientos musicales es muy larga, por eso, aunque solo sea de forma testimonial, quiero citar también con todo mi cariño a José María Molina (Johnny Cash), Alfonso Morales, Juan Medina (tardes de verano enteras en Lapetra grabando la discografía de The Beatles), Patricio Heras, mi sobrino querido que también tiene una gran colección discográfica, Luis Angulo (le encantaba Leonard Cohen)…

"Tuve la suerte de pertenecer a una generación (Hippies) muy creativa, donde la música era fresca y natural"

No quiero terminar este escrito sin recordar a Reyes Sanz y Esperanza Japón. Ahora mismo estoy oyendo, como si fuera ayer, el sonido de los pasos de ellas, a las cuatro de la tarde de un cálido verano. Esos pasos eran inconfundibles, ya que era el golpeteo del calzado que llevaban (zapatos con plataforma de corcho propios de la época) contra el pavimento de mi calle, calle Cabra, que era de guijarros. Cuando llegaban a casa nos metíamos en el cuarto y ahí pasábamos toda la tarde, oyendo las últimas novedades musicales y contándonos historias y tonterías.

Con el paso del tiempo, la casa de mis padres desapareció y con ella “Mi Cuarto”. Yo me vine a Sevilla a vivir y mi casa de Sevilla se transformó en el nuevo santuario que fue mi habitación de Lora; en ella me reúno con mis amigos para hacer lo mismo que hacíamos allí. Como decía Leonard Cohen:

“New Skin for the Old Ceremony“