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Miedo me da

Hdad.de Ntro. Padre Jesús Nazareno y Ntra. Señora de los Dolores Por la Junta de Gobierno - Gerardo Morales Ubago

La pasada primavera creíamos que se trataba de la pesadilla de una sola noche, pero la noche se hizo eterna y ya ha pasado más de un año.

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A una primavera exánime le ha seguido otra mutilada, al menos, y en el ánimo el recelo de que las cosas no volverán a ser como antes.

Las medidas para frenar este mal han herido las formas de interrelación social de las distintas culturas, pero para la nuestra ha supuesto un obús en plena línea de flotación.

Y, sin embargo, nos hemos acostumbrado a un nuevo significado de la palabra ola, que nada tiene que ver con el mar.

El toque de queda ya no es el sonido de una sirena salido de un documental en blanco y negro del NO DO. conocido se recibe con una cotidianidad que da más miedo que la propia nueva.

Y todo ello en una tierra cuyas almas son tan cálidas como su propio clima. Un lugar donde necesitamos para sobrevivir el beso, el abrazo, el roce de una bulla o de un baile, el hombro con hombro bajo un paso, en un bar, hablar a gritos, o en el mismo oído, y reír a carcajadas como un coro de cucaburras. Hoy esas escenas están proscritas, y las observamos con estupor y desagrado.

Nos resulta cotidiano mirar el reloj con urgencias y sentir la angustia que produce la visión de unos gálibos azules de la policía faltando pocos minutos para que llegue la hora de estar en casa. Con tantas cosas por recuperar y con la esperanza puesta en ese maná inyectable, que tanto se está haciendo esperar, esta primavera, al menos, se nos ha permitido participar de nuestros cultos, visitar los altares engalanados y acercarnos a nuestros Titulares para, con oraciones ahogadas bajo mascarillas, rogarle a Dios y a su Madre que pongan fin a este mal sueño y que nos devuelvan una vida lo más parecida posible a aquella última que disfrutamos, sin darle apenas valor, y que hoy nos parece el mismo Edén.

Llevamos más de un año viviendo con la permanente zozobra de haber olvidado ponernos la mascarilla durante un momento, de estar demasiado cerca de quien te habla o de sobrepasar el número de personas permitidas en una inocente reunión.

La inquietud por nuestros mayores, mirar continuamente las estadísticas territoriales para saber dónde puedes ir y dónde no, es algo habitual. La noticia de un nuevo fallecimiento o de un ingreso en la U.C.I. de alguien Aún siguen guardadas nuestras túnicas y nuestros costales, pero hemos podido lucir nuestras medallas y, sobre todo, nuestra oración en el Templo. Hemos podido rememorar la pasión de Nuestro Señor, seguido de su Madre, y el triunfo del amor que redime nuestros pecados en un escenario distinto al salón de nuestros hogares, aunque para tal gracia cualquier lugar sea digno.

Aún siguen guardados nuestras chaquetas, los trajes de gitana y los trajes de corto. El Real de la Feria está huérfano de luces y lonas de colores. Los caballos y carruajes están ausentes. Pero sí suenan rumbas y sevillanas en

las terrazas con “numerus clausus”, y es posible compartir una copa de vino o una cerveza con algunos de nuestros amigos.

Si no nos han frenado tantas adversidades a lo largo de la historia, no será esta quien lo logre.

Miedo me da soñar con la primavera de 2022, sin los límites sociales que ahora sufrimos. Miedo me da pensar en un sunami de corazones lanzados a vivir la Semana Santa y la Feria, como si no hubiera un mañana, como si solo hubiese una oportunidad, la primera y la última que disfrutar.

Miedo me da y, sin embargo, no hago más que soñar con ella.

Desde la calle Itálica, número 8, la Junta de Gobierno de la Hdad. de Ntro. Padre Jesús os desea ¡¡¡¡ FELIZ FERIA A TODOS!!!!