Contratiempo 90 • Enero 2012

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DOSSIER

Fronteras ya no tan chulas

Las canciones del inmigrante Catalina María Johnson Ahora gente, ¿cómo vamos a seguir? Esta ignorancia destruirá la sociedad; O continuamos espantados y callados O decidimos que por fin hay que gritar. Los Cenzontles, “Arzona, estado de vergüenza”

E

n 1926, el Social Sciences Research Council le comisiona al Dr. Manuel Gamio, científico considerado el padre de la antropología mexicana, un estudio sobre la inmigración mexicana a Estados Unidos. Basado en dos años de investigación, el informe del Dr. Gamio incluye un capítulo sobre el folclore, como los corridos mexicanos que escriben los inmigrantes en su nueva tierra y cuyos temas abarcan desde los contrabandistas y el empleo hasta la marihuana y las mujeres norteamericanas. Además, el informe documenta que la mayoría de ellos regresan a México con nuevos discos de 78 r.p.m. y casi la cuarta parte se lleva fonógrafos comprados en Estados Unidos, por lo que podemos deducir que por lo menos hace casi cien años, la música era ya parte vital de la experiencia del inmigrante. El tema musical de la inmigración recobra fuerza en el contexto actual del ambiente político estadounidense. Considerando nuestra música como diario musical colectivo, va mostrando la nueva cara de un pueblo inmigrante en pie de lucha.

Se baila el fin del american sueño Los ritmos para bailar siempre han protagonizado muchos de nuestros géneros, sin embargo con ciertas excepciones (como, por ejemplo, la salsa casi literaria del panameño Rubén Blades) los temas más políticos han sido dominio de los cantautores y baladas de protesta. Más recientemente, algunos géneros cuyo territorio natural es el club nocturno incursionan con gran éxito en foros socio-políticos. Los ritmos tropicales denominados “salsa con conciencia” son el fuerte de la agrupación La Excelencia, conjunto neoyorquino cuyos integrantes provienen de Colombia y Puerto Rico. En su último CD, Mi Tumbao Social, se destaca un chachachá salseado titulado “El fin del American Sueño”. Y no por comentar situaciones sociales deja de venderse bien la música. El dúo puertorriqueño Calle 13 lleva varios CD’s en los que su hip hop reggaetonero sobresale por letras sumamente audaces y políticas. Su última obra, Entren los que Quieran (otorgada hace unas semanas cinco Grammys Latinos y ahora nominada al Grammy) tiene como invitadas a la peruana Susana Baca, la colombiana Totó la Momposina y la brasileña María Rita, las cuales los acompañan en un gran himno a Latinoamérica, un “pueblo sin piernas que aún camina”.

Arizona, estado de vergüenza La música del inmigrante llega a ser directamente arma de participación activista y política. De San Diego, la cantautora (y por cierto hija de abogada proinmigrante), Sandra Velásquez en el último álbum de su banda Pistolera, dirige la canción “Escucha” a los anglosajones: “Mira quién son tus vecinos. Mira quién te cuida los niños”. Desde Los Ángeles, la banda de Los Cenzontles que con su tema “Voy

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Manu Chao tocando en una prisión del condado Maricopa, Arizona, en diciembre de 2011 Fotografía: Marco Loera

caminando” canta sobre el emigrante que se despide “como árbol desarraigado, con la ilusión de vivir mejor vida al otro lado”, en su último álbum le dedican una canción a “Arizona, estado de vergüenza”. Surge además en respuesta a las leyes discriminatorias y antiinmigrantes de ese mismo estado, el colectivo Soundstrike, encabezado por el mexicoamericano Zack de la Rocha de la banda Rage Against the Machine e integrado por músicos de todas partes del mundo que continúan hoy en boicot contra Arizona. Y el artista proinmigrante por excelencia, Manu Chao (francés, de ascendencia vasca y gallega), en su reciente concierto en Chicago, fue aclamado por miles de fanáticos eufóricos, de los cuales unos llevaban un enorme rótulo que decía “Todos somos Arizona”. Poco después del concierto, Manu Chao no solo ofreció un concierto gratis en Phoenix, sino se plantó ante la “Ciudad de las Tiendas de Campaña” del condado de Maricopa y en las puertas de esa penitenciaría a la intemperie donde se encuentran recluidos cientos de indocumentados, cantó “Clandestino” cambiándole el estribillo para incorporarle: ¡Maricopa, Ilegal!

Fuerza pa’l latino Desde los tiempos del estudio del Dr. Gamio, pasando por la década de los cuarenta con Woody Guthrie y el clásico “Deportees”, homenaje musical a unos deportados fallecidos en accidente de avión a quienes los diarios ni siquiera identificaron por nombre; y luego atravesando la década de los cincuenta por las “Chulas Fronteras” del Piporro hasta llegar con los Tigres del Norte, que llevan tres décadas en los escenarios, una gran cantidad de la música de y sobre inmigrantes ha surgido de la experiencia mexicoamericana (aunque cabe destacar que siempre ha habido canciones de otras tierras, como “Emigrante Latino”, de los colombianos Fruko y sus Tesos, o “Visa para un Sueño” del dominicano Juan Luis

Guerra). Recientes ritmos y melodías se han tornado en actos de solidaridad panlatinos, como el hip hop del cuarteto Cuarto Poder, de Venezuela, quienes despotrican contra la situación del inmigrante latino en Estados Unidos en su tema “Fuerza pa’l Latino”.

El aporte de la nueva diáspora Además del fenómeno de la música como acompañante de las luchas del inmigrante, del simple proceso de culturas en contacto florecen nuevos géneros. Así como el son jarocho evoluciona en Veracruz hace siglos a partir de la interacción entre pueblos indígenas, africanos y españoles, hoy día son reconocidos los géneros híbridos que nacen dentro de las comunidades inmigrantes. Por ejemplo, la ciberrevista de MTV recientemente escribe sobre las maravillas del género electrónico inventado en Estados Unidos por DJ Dave Villegas (de ascendencia ecuatoriana), quien tomó el “moombah”, beat dentro del género house holandés, y le da un toque caribeño al convertirlo lentamente al beat del reggaetón. DJ Munchi, dominicano radicado en Holanda, le sigue la corriente y hoy día lo que se ha denominado moombahtón se ha vuelto el último grito de los clubes globales. Ya sea a través de los discos y fonógrafos del pasado o la cibertecnología actual, nuestra música en calidad de memoria colectiva lleva el registro de nuestras vivencias. La llevamos dentro, con posibilidades de utilizarla como instrumento en nuestra lucha y siempre listos para aportar su riqueza cultural tanto al país de origen como al de destino.

Catalina María Johnson es escritora y locutora/productora de programas para estaciones de radio pública. Para escuchar ejemplos de la música mencionada, los invitamos a visitar Beat Latino en Facebook y visitar el blog www.catalinamariajohnson.com ENERO 2012


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