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Cara a cara. Ismael Checa

“La propia estructura de nuestra sociedad está provocando muchas de estas situaciones de soledad”

Ismael Checa. Centro de Humanización de la Salud de los Religiosos Camilos

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Ismael Checa es coordinador del Programa Final de Vida y Soledad en Sevilla. Licenciado en Estudios Eclesiásticos y en Teología Moral, con un máster en bioética y cursando uno de counselling. Formador del Centro de Humanización de la Salud desde hace 20 años. Hace tres inició el proyecto Final de Vida y Soledad en Sevilla. En la actualidad está colaborando a nivel profesional a través del acuerdo que mantiene el Centro de Humanización de la Salud, de los Religiosos Camilos y el Proyecto de Mayores de Cáritas Diocesana de Sevilla.

¿Ha aumentado la soledad no deseada en las personas mayores en los últimos años? ¿Por qué?

La soledad no deseada ha sido un problema creciente en los últimos años, que se ha visto agravado, desgraciadamente, con todo lo acontecido alrededor de la pandemia del COVID-19.

Hasta hace unos años, la soledad no deseada se vinculaba a las sociedades del norte de Europa, pero en la actualidad también está presente en las sociedades de tradición más mediterránea.

Esta circunstancia estaba vinculada a la estructura de las familias tradicionales en una y otra zona. La familia tradicional mediterránea es más extensa, por lo que el entorno familiar se hacía cuidador de

cada una de las situaciones problemáticas. Ahora esto ha cambiado y cada vez los núcleos familiares están más aislados entre sí. También influye el hecho de que nuestra sociedad es cada vez más narcisista, más individualista, por lo que se diluyen los rasgos que enriquecían a una sociedad más comunitaria.

Es cierto que esto nos afecta a todos, a muchos colectivos vulnerables, pero los mayores sufren las consecuencias de una manera más importante.

¿Qué consecuencias tiene esta situación para ellos?

La consecuencia más evidente es el aislamiento social y en algunos casos este aislamiento puede vivirse como una soledad y provocar un sufrimiento

muy intenso. Recientes estudios parecen apuntar que la soledad no deseada también tiene consecuencias en la salud física de las personas.

¿Qué factores inciden en la soledad y la desconexión social más allá de la ausencia de acompañamiento familiar? (Digitalización, falta de recursos, despersonalización y desvinculación social- individualismo...)

Creo que la propia estructura de nuestra sociedad está provocando muchas de estas situaciones de soledad. Como antes comentaba, hemos cambiado, nuestra estructura social es diferente y en ocasiones parece que no estamos sabiendo adaptarnos del todo.

Lo digital ha sido un buen recurso, sobre todo en los momentos de aislamiento. Pensemos en la cantidad de situaciones salvadas durante la pandemia. Pero, al mismo tiempo, posee un doble filo que puede volverse peligroso.

Lo digital te deja solo en una soledad aislante, de modo que si no actúas en modo virtual, es como si no existieras. Cuando no ha existido una buena capacitación, este obstáculo se vuelve casi insalvable.

¿Cómo respondéis desde el Centro de Humanización de la Salud a esta realidad?

Como sabéis el Centro de Humanización de la Salud pertenece a los Religiosos Camilos y participa, como ellos, del carisma de su fundador, Camilo de Lellis. Este santo italiano, transformó el modo de cuidar a los enfermos y necesitados, alentando a sus compañeros a poner “más corazón en las manos”.

Con esa mirada humanizadora pretendemos ayudar a paliar el sufrimiento que genera la soledad en la última etapa de la vida con proyectos como el que aquí estamos desarrollando.

¿En qué consiste el proyecto “Final de vida y soledad”?

Este proyecto, que está financiado por la Fundación “La Caixa”, busca precisamente lo que antes te comentaba, paliar el sufrimiento que añade la soledad no deseada a la etapa final de la vida.

Para ello, promovemos la creación de una red de entidades que hagan posible un voluntariado transformador que pueda hacerse presente en la etapa final de la vida con un acompañamiento de calidad.

A través del proyecto Final de Vida y Soledad ayudamos, por una parte, a identificar a las personas que se encuentren viviendo esta realidad y, por otra, dotamos de herramientas a las personas voluntarias para acompañar de modo eficiente la dimensión espiritual de aquellos que se encuentran viviendo una etapa tan importante como la del final de sus vidas.

¿Cómo puede mejorar la calidad de vida de este colectivo?

En nuestra sociedad hemos ido desnaturalizando la realidad de la muerte, de modo que vivimos de espaldas a ella. Pero cuando nos hacemos mayores, por muy vitales que nos encontremos, vivimos la experiencia de su cercanía, a través de la muerte de los amigos, de los procesos de enfermedad, de nuestra propia experiencia…

Ante esta situación, la soledad se convierte en una compañera con la que se hace difícil la convivencia. Si en esta situación cuento con alguien que me acompaña, que me escucha, que me ayuda a afrontar mis miedos y me devuelve una mirada de esperanza, puede ayudarme a vivir mi propia realidad con menos sufrimiento. Y esto aporta calidad de vida.

El Centro de Humanización de la Salud (CEHS) es:

- Una plataforma de animación y formación especializada en la humanización de la salud, la enfermedad, la dependencia, la intervención social, el acompañamiento al final de la vida y la cooperación para el desarrollo.

- Un medio para la promoción de una nueva cultura sensible a los valores humanos y las aspiraciones más hondas de la persona.

- Una institución interdisciplinar y abierta a la colaboración con otras entidades y centros.

- Hunde sus raíces en el humanismo cristiano y en su inspiración evangélica.

Se ha comenzado un trabajo compartido de formación al voluntariado de los proyectos de mayores de Cáritas Diocesana. ¿En qué consiste? ¿Qué beneficios aporta?

El proyecto Final de Vida y Soledad ha firmado un convenio con Cáritas Diocesana de Sevilla para colaborar en la formación del voluntariado del programa de mayores, al tiempo que damos pasos en la creación de esa red de colaboración entre entidades. En la formación que estamos dando a los voluntarios tratamos de sensibilizar sobre la realidad de la soledad no deseada y enseñamos las herramientas básicas para la relación de ayuda y el acompañamiento a las personas que viven en esta realidad. Creemos que un voluntario formado, con conocimiento y herramientas, puede ayudar de un modo más preciso y aportar un beneficio real a la persona a la que acompaña.

¿Qué importancia cobra la formación en este ámbito?

Está muy bien ser voluntarioso, tener buena intención, pero eso no debería bastar. Cuando intervenimos en el proceso vital de una persona, debemos hacerlo con sumo respeto, sabiendo lo que se hace y aspirando a realizar un bien concreto. Aquí es donde la formación juega un papel definitivo, donde la formación aporta calidad a la intervención y prestigia a la misma acción voluntaria.

¿Cuáles son las prioridades y retos necesarios a trabajar con las personas mayores para mejorar su situación y calidad de vida?

En ocasiones la soledad no se puede elegir y, evidentemente, unas horas de acompañamiento a la semana no pueden solucionar el problema. Sin embargo, sí podemos enseñar algunas estrategias de afrontamiento para la soledad, cultivar vínculos significativos y observar la propia realidad con una mirada esperanzada. Podemos contribuir a que las personas mayores vivan intensamente su vida, del modo más activo posible.

La “cultura del descarte” que critica el Papa Francisco se centra en los colectivos que no “producen” a la sociedad, siendo los mayores parte de ese colectivo, ¿Cuál debe ser nuestra forma de actuar ante esto?

Parece evidente que estamos llamados a estar en este mundo de un modo diferente y en la medida de los posible, contribuir a su transformación. De nuevo apelo al lema de San Camilo, que sigue estando vigente en este caso: “más corazón en las manos”. Cuando planteamos hacer las cosas con corazón, con amor, estamos haciendo que este mundo sea más humano, más amable y más alejado del corsé de la productividad que tanto sufrimiento provoca. La gente no sobra en este mundo, ni se puede desechar a nadie como si fuera un electrodoméstico viejo. Por eso estamos llamados a la acoger y acompañar a todo aquel que se encuentre en situación de vulnerabilidad.