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Historias diferentes, violencias comunes

mujeres migrantes al colocarlas en esta situación de vulnerabilidad, y también está discriminando a personas extranjeras al negarles sus derechos ciudadanos e imponiendo un modelo desfasado y tradicional de familia. Los Estados latinoamericanos, en su mayoría, no han modernizado su legislación para adecuarla a la realidad de las nuevas familias y de las mujeres en general, menos aún cuando analizamos concretamente los viajes y las migraciones. Las políticas migratorias, en un mundo globalizado que debería articular redes y facilitar los intercambios, al final termina restringiendo la autonomía y la libertad de las mujeres.

HISTORIAS DIFERENTES, VIOLENCIAS COMUNES

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Las situaciones que han vivido y continúan viviendo las mujeres de esta investigación son diversas en su origen, pero todas están atravesadas por la violencia de género. Las mujeres migrantes viven situaciones de violencia en las diversas etapas de un proceso migratorio, siendo la violencia intrafamiliar uno de esos fenómenos que muchas veces acompaña la migración (Dávalos, 2017). Los casos de las mujeres que se analizaron en la tesis son casos cuyas condiciones migratorias no nacen en la precariedad. Son mujeres que llegan al Perú, usualmente, en condiciones de regularidad, por turismo o por trabajo, o llegan ya directamente a empezar una vida familiar. Las mujeres migrantes, usualmente, al casarse o vincularse sentimentalmente con la pareja peruana viven en casa de la familia del cónyuge peruano. Esto significa que el ejercicio de la violencia no solamente se da por parte de las parejas, sino también de las familias de estos (Organización Mundial para las Migraciones, 2015). Una vez que se inicia la violencia, y al no poder soportar más, la situación de violencia continúa, a modo de venganza, cuando ellas denuncian maltrato a las autoridades, en los juzgados o en centro de asesoría legal, y luego son contrademandadas por sus parejas. Esto genera una situación de indefensión, desamparo, inexistencia y vulnerabilidad, ya que los organismos estatales no las ayudan (Organización Mundial para las Migraciones, 2015).

Todas las entrevistadas han sido amenazadas con perder la custodia de sus hijas e hijos, con ser acusadas de violencia contra ellos, con ser deportadas del país, todas han vivido casos de violencia física o psicológica. Al buscar justicia en el Estado peruano, han sido revictimizadas y violentadas nuevamente: han sido ignoradas, se han burlado de ellas, han sido amenazadas con la deportación, incluso han sido acosadas sexualmente por la Policía Nacional. Todas ellas implementan diversas estrategias de sobrevivencia: desde estrategias económicas (cocinar, vender menús, ser ambulante, “cachuelearse”11) hasta estrategias para resguardar o proteger su integridad física (ir a albergues temporales, huir, esconderse). Las sensaciones frente a las situaciones de vulnerabilidad que viven son también algo que tienen en común: la sensación de inexistencia frente al Estado (“no es sólo no tener derechos ni ciudadanía, es no existir para nadie” [Jenny, comunicación

11 Peruanismo que se refiere a trabajos de poca duración, formales o informales, con pagos pequeños.