Luna Córnea 32. Gabriel Figueroa: Travesías de una mirada. 2ª parte

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Pléyade

La relación de Gabriel Figueroa con la industria hollywoodense fue duradera y contradictoria. En el emporio californiano del séptimo arte, el cinefotógrafo mexicano encontró modelos a seguir, contactos profesionales, oportunidades de trabajo y reconocimientos a su obra. sus vínculos con personajes y organizaciones de filiación izquierdista, magnificados por la paranoia de las autoridades estadounidenses, le impidieron obtener permisos para trabajar en producciones organizadas por los grandes estudios. En los días que el senador republicano joseph McCarthy emprendió una cruzada anticomunista en el medio fílmico de su país, Figueroa se contó entre quienes apoyaron a los cineastas obligados al exilio. Al fallecer Gregg Toland, en 1948, Figueroa fue llamado por el estudio de sam Goldwyn a ocupar el lugar de su maestro. Nunca se arrepintió de haber rechazado el contrato que lo convertiría en empleado exclusivo de aquella compañía por cinco años. A cambio de las evidentes ventajas económicas pudo seguir disfrutando del ambiente cultural en que su fotografía se había desarrollado como expresión personal. La decisión que Figueroa tomó de permanecer en México no fue obstáculo para que directores extranjeros apreciaran su trabajo y éste obtuviera premios internacionales. Películas dirigidas por robert Florey, Don siegel, Norman Foster, Brian G. Hutton, Hall Bartlett, George schaefer, Daniel Mann, Christopher Leitch, john Ford y john Huston tuvieron a Figueroa detrás de la cámara. En los filmes de Ford (El fugi­ tivo, 1947) y Huston (La noche de la iguana, 1963 y Bajo el volcán, 1983), hombres caídos en desgracia —un cura católico, un pastor protestante, un cónsul dipsómano— encontraban en México su lugar de redención o su abismo. Con Dos mulas para la hermana Sara (siegel, 1970), Figueroa se incorporó a la filmografía del western de nuevo cuño. La filmación en yugoslavia de El botín de los valientes, dirigida por Hutton en 1970, fue la más ambiciosa producción extranjera en la que participó el cinefotógrafo mexicano. Los documentales En el sendero de la iguana (ross Lowell, 1964) y Notas sobre Bajo el volcán (Gary Conklin, 1984) muestran a Huston y a Figueroa en el trajín de dos filmaciones separadas por veinte años. La primera de ellas tuvo por locación Mismaloya, jalisco, paraje que cobró notoriedad precisamente por la pléyade artística que arrastró consigo la adaptación al cine de una obra de Tennessee Williams. La segunda recorrió varios poblados del estado de Morelos siguiendo la deriva del personaje que el escritor Malcolm Lowry hizo morir a las afueras de la cantina El Farolito. En esta película, último largometraje fotografiado por Gabriel Figueroa, Emilio el Indio Fernández tuvo una breve aparición como torvo cantinero. “Es un chingón”, dice en alabanza del gallo de pelea que tiene entre sus manos.

Fotograma de la película The Fugitive [El fugitivo], filmada en México bajo la dirección de John Ford en 1947. imagen procesada digitalmente e impresa por Gabriel Figueroa Flores. archivo Gabriel Figueroa.

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