2 minute read

desde dentro NAVIDAD DE ANDAR POR CASA

Navidad de andar por casa

Advertisement

En estas semanas de Adviento y Navidad, entre tantas y tantas tareas propias de estas fechas, no olvidemos rezar por nuestros seres queridos al Niño Jesús que nace.

Entre los grandes retos que se nos presentan en este mes de diciembre, ocupa una posición destacada el reto de vivir la Navidad desde la fe y desde la convicción serena y alegre de que sólo Jesús es el protagonista, centro y sentido de todo este tiempo.

Navidad puede ser un tiempo de agobio de preparativos y actividades, pero también un tiempo de oración sencilla y acogedora ante Jesús. Y estoy convencido de que en este mes vamos a encontrar tiempo más que suficiente para rezar, aunque no lo creamos. Todo es cuestión de organizarse y de aprovechar las tareas típicas navideñas.

Podemos rezar mientras compramos los regalos. Al fin y al cabo, cuando vas a comprar un regalo ya estás pensando en un ser querido. Por eso, basta que, mientras estás eligiendo el detalle en la tienda, antes de pasar por caja o en la fila de espera, le cuentes a Jesús lo mucho que quieres a esa persona, aquello que necesita y lo que ella supone en tu vida.

Lo mismo podemos hacer en la cocina o preparando el menú de las cenas y comidas familiares. Rezar por quienes están invitados a la mesa de mi casa es una manera de que, cuando estén sentados ya en casa, los escuchemos con cariño, los contemplemos tal y como Dios los contempla. Quizás con esta actitud aceptemos mejor aquello que no nos gusta de los demás y la cena pueda ser realmente un momento de familia y encuentro cariñoso.

El acto de rezar

Habrá quienes vuelvan a casa por Navidad o acudan invitados a casa de un familiar o alguien cercano. No está de más acordarse en el trayecto de aquellos que nos han invitado y rezar a Dios dando gracias por ellos y por el esfuerzo de preparar su casa para acogernos.

Y así, con estos breves momentos de oración, Jesús irá siendo el verdadero centro e hilo conductor de nuestra Navidad. Un hilo invisible que nos recuerda que todo puede servir para estar cada día más unidos a Dios, para estar cada día más unidos a nuestros seres queridos. Porque al fin y al cabo Navidad es eso, la decisión libre y arriesgada de un Dios que decidió unirse a cada ser humano enviando un regalo: su Hijo; formando una familia invitada a la mesa de su Palabra y su pan; y transformando el mundo en su hogar.

Todo esto es lo que viviremos y celebraremos en la eucaristía del 25 de diciembre. La eucaristía del día de Navidad. ¡Si aceptamos el reto!

Abel Domínguez, sdb