Contratiempo 81 • Enero 2011

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tiempoextra foto: “Cowboy” Ben Alman

La música de

Esperanza Spalding Catalina María Johnson

H

ace unas semanas, en el gran auditorio de la Orchestra Hall, salió al escenario una delgada joven con un enorme afro que le circundaba la cabeza en un gran halo de pelo. Prendió una lámpara, se quitó la chaqueta y zapatos y se sentó a un lado del escenario donde había un sillón cómodo. Tranquilamente, se sirvió una copa de vino tinto y la comenzó a beber. Con cada sorbito de la copa, sonaban los acordes de un trío de cuerdas (violín, viola y cello) al centro del escenario. La joven se levantó y descalza, frente al trío, comenzó a tocar el contrabajo. Con esta puesta en escena, arrancó el concierto del último proyecto de la cantante, compositora y contrabajista Esperanza Spalding, denominado “Chamber Music Society” al igual que el tercer y más reciente CD de su carrera.

Cámara de Oregon. A los quince años de edad, descubre por mera casualidad el bajo acústico y así comienza una acelerada trayectoria en el mundo del jazz que la lleva a los veinte años de edad a ser la profesora más joven de la historia de la mundialmente reconocida escuela de música Berklee College de Boston. Como artista, comenta que disfruta enormemente de las posibilidades de improvisación tanto vocal como instrumental que le permite el jazz, y sobre todo la magia tan única que nace cuando los músicos narran una historia que van creando justo en el momento sobre el escenario. Hoy, a los escasamente veintiséis años de edad, en su actual proyecto, ha logrado fusionar sus dos mundos musicales en lo que resulta ser la creación, prácticamente, de un nuevo género, en el que arreglos elegantes de la música clásica entablan un diálogo con la desenfrenada improvisación de los instrumentos del jazz.

La Esperanza de la exploración En muchos sentidos, el proyecto de “Chamber Music Society” da testimonio a los rumbos musicales que ha explorado Spalding. Nacida en Portland, Oregon de padre afroamericano y madre galesa y mexicana, desde muy pequeña se entusiasma por la música, y pasa la adolescencia de violinista con la Sociedad de Música de

La Esperanza de un nuevo género En el concierto, se vuelve evidente que estamos ante un concepto musical radicalmente distinto, en la que los músicos nos están contando una historia nueva. A Spalding, al contrabajo, y a la voz, la acompañaba la agrupación de la “Chamber Music Society”, integrada en su mayoría por mujeres: el trío de cuerdas, la batería, otra vocalista y

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el pianista argentino Leo Genovese, con quien ha sostenido Spalding una larga colaboración. Spalding tocó sus dos instrumentos – voz y bajo - con gran maestría y una pasión total, entregándose sin reservas al embrujo musical que iban creando. En la improvisación vocal clásica del jazz, el scat, su voz se volvía instrumento manejado con igual virtuosidad que el contrabajo. No hubo palabra en los noventa minutos de trance musical. Las canciones fluían de una a la otra, y en algunos momentos cantaba Spalding en portugués o en español. La claridad y precisión del clasicismo agarraban vuelo con la intensa improvisación jazzista. Por ejemplo, la canción “Wild is the Wind” (que se puede considerar realmente la obra maestra del CD y del concierto), es un tema sumamente dramático, compuesto en 1957 para la película del mismo nombre, que ha sido interpretada por Johnny Mathis, Nina Simone y David Bowie. Interpretado “a la Spalding”, se convierte en extraordinario ejemplar de su nuevo concepto musical. Abre con gran espacio y riqueza con los acordes expresivos de las cuerdas. La voz de Spalding entra al foro musical y con gran anhelo se cuelga de cada una las sílabas de la canción de amor. La melodía luego se torna en tango, sigue intensificándose y las notas y la voz de Spalding se mecen en un compás que no es ni jazz ni clásico ni tango, pero se mueve con libertad y belleza entre los tres. Cierto que en toda nueva fusión, pueden existir momentos en los que los elementos individuales pierden en vez de ganar en el momento de la síntesis, riesgo que se corre cuando se aventura en nuevos terrenos. Por un lado, el suntuoso espacio de ese gran salón de la sinfónica es contrario a la intimidad que requiere el jazz, hacía falta ver a los músicos de mucho más cerca y con mucha menos gente alrededor. Y cuando la música se tornaba vertiginosa, aún con la acústica magnifica del auditorio las notas de los instrumentos perdían nitidez. En esos momentos el jazz y lo clásico parecían reñir, y uno hubiera preferido la pureza de o uno o el otro. Sin embargo, en la gran mayoría del concierto, la fusión resultó sorprendente y exquisita. Resaltaron algunos momentos de gran sencillez musical pero de belleza espectacular, como en uno de los más estelares del concierto cuando la vocalista Leala Cy unió su voz a la de Spalding quien también tocaba el contrabajo, y juntas interpretan Inútil Paisagem de Jobim. Las dos voces bailaban juntas en el aire a la par de las notas del contrabajo, con dejos de coro medieval, bossa nova y jazz, todo a la vez. La Esperanza del futuro Al final del concierto, Spalding se regresó a la silla a recoger su chaqueta, ponerse los zapatos y salir del escenario. Nos había llevado a un nuevo mundo, expresión de su propio mundo musical interno, donde las fronteras entre los géneros se pierden y los músicos liberados de cualquier límite que les dicte tal o cual género, se expresan con el goce de la pura creatividad. Recién nominada para el premio Grammy a Mejor Artista Nueva del Año (la primera vez que recibe tal nominación algún músico de jazz), Spalding se encuentra en vísperas de estrenar un proyecto llamado —Radio Music Society— que pretende llevar su música a la radio comercial y a un público mucho más extenso. Y efectivamente, ya en este concierto el público distaba de muchos que he visto en conciertos de jazz o de música clásica. Me encontré con la agradable sorpresa de estar en ese gran auditorio repleto rodeada por jóvenes, entre los que destacaban un gran número de afroamericanos. Si logra atraer a un público decididamente joven y racialmente diverso al jazz y a la música clásica, habrá cumplido esta artista la promesa de ser la Esperanza de ambos géneros. Catalina María Johnson es locutora y productora de programas de música latina para estaciones de radio pública. Para mayor información: www.encantolatinoproductions.com Enero 2011


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