Pregon 2010

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PREGÓN DE LAS FIESTAS DE SANTA QUITERIA Año 2010

Hola, buenas noches. Cuando acepté lo que para mí era un reto, dada mi timidez y facilidad para hablar en público (la cual brilla por su ausencia) y puesto que yo soy un hombre de ciencias, y no de letras… lo primero que pensé fue: ¡Dios mío!, ¿y yo que digo ahora? Y la verdad es que no se me ocurre nada. Después de varios días dándole vueltas y vueltas y oír comentarios de todo tipo, llegué a la conclusión de que lo único que podía hacer medianamente bien es contaros lo que yo siento por este barrio y por nuestra fiesta. Lo primero, y ante todo, dar la gracias a la comisión por pensar en mí ya que seguro que hay mucha, muchísima gente, que lo haría mejor que yo. Comenzaré diciendo que el hablar aquí con vosotros va a hacer que yo salde una pequeña deuda que tengo con el barrio. Prácticamente toda mi familia ha estado implicada con él: mi padre ya fue danzante en el año 47, mi mujer, mi hermano, y Charo (su mujer), lo fueron años mas tarde. Luego, cambiando de generación, llegaron los hijos. El siguiente en bailar la danzas fue José Luís, mi hijo mayor, que aunque no es natural del pueblo se siente tan de Huete y tan quiterio como cualquiera de los de aquí. Y por último Janire y Rodrigo, mis sobrinos. Además de esto, y como curiosidad, hay algo que la mayoría de la gente desconoce: como sabéis, las lilas y las aldeanas se habían olvidado y ya no se hacían; un día a un grupo de chavales se les ocurrió que estaría bien recuperarlas, pero tenias un serio problema, la música no aparecía por ningún lado y la manera de recuperarla fue complicado, cuando menos, curiosa. Mi abuela Cecilia tatareaba las canciones y mi hermano de oído las pasaba a la bandurria, y una vez aprendidas se las tocaba a Emilio Millán, que hizo las partituras. Bueno pues todos ellos de alguna manera han colaborado con el barrio, en cambio yo nunca ha hecho nada, así que por lo menos ahora podré aportar algo en la medida de lo posible. En mi opinión uno es quiterio y se siente quiterio toda la vida, todo el año… pero el mes de Mayo es especial. En él se juntan todas las emociones… todo lo que durante el año permanece dormido, despierta.


Llega nuestra fiesta, y con ella las preocupaciones habituales de todos lo años, pero no por ello menos importantes. La primera: el tiempo, ¿lloverá o no lloverá?: si llueve: por favor, que al menos nos deje la procesión tranquila. Hasta hace algunos años: Qué banda vendrá, y qué tal tocará los galopeos, la coplilla… ¿Los conjuntos serán buenos?, ¿animarán bien las verbenas? En fin, lo que siempre pensamos y lo que siempre año tras año nos preocupa. El mes de mayo vuela, es un mes extraño y lleno de quehaceres que se repitan: la limpieza, pintar la cas, comprar la ropa nueva y prepararnos para esos 4 días mágicos. Sin darnos cuenta ha llegado el día de las banderas. A mí, particularmente, la noche del jueves es una de las que más me gusta. Es una noche muy nuestra, del barrio: salimos a cenar y después a tomar algo tranquilamente (bueno, este año mucho menos tranquilo, os lo puedo asegurar); suena la gaita y el tambor, los jóvenes empiezan a poner las banderas, y como casi siempre, terminarán a las 8 de la mañana, o por ahí, pero siempre se termina. A una hora prudente unos, y a otra bastante menos prudente otros, a dormir, que mañana es el día de la víspera. La víspera me trae recuerdos especiales los cuales hace mucho tiempo que ya no siento, bien por mi trabajo o por las obligaciones familiares. Esperar la llegada de la banda en Autobús con la parada en Carrascosa y luego la caravana de coches hasta Huete. Aguardar con entusiasmo el comienzo del galopeo. Recuerdo con especial cariño este punto en relación con años pasados: el corazón latía más deprisa de lo normal, por entonces éramos niños y lo vivíamos de otro modo; en cambio ahora llevo muchos años sin ver el comienzo, pero seguro que los que están sienten lo mismo. Todos nos proponíamos lo mismo: el galopeo debe durar. Al principio era fácil llegar hasta el final, con los años con galopear media hora ya tenia bastante y ahora sin hacerlo da igual, oír esa música es suficiente para hacerte sentir feliz, otro año que hemos llegado a la fiesta. Cuando termina el primer galopeo llega el momento de elegir músico si no las hecho aún, o si no se repite de otros años. El día pasa rápido, y tras una comida seguida de una sobremesa muy larga con los amigos, mas no eterna (por desgracia): el galopeo de bajada, verbena y vuelta a subir con el de las 10.Estaréis de acuerdo conmigo en que los galopeos de subida, y sobre todo el del Sábado, son los mejores. Cuanto más duren y más gente llegue al final mejor; nada más terminar empieza nuestra gaita, que cada año reúne a más gente; es un espectáculo ver salir a todos desde el Leis.


Después de la cena y a muy altas horas de la noche la verbena; pero los años nos van haciendo cambiar: cuando eres joven te dan las 7, las 8…; ahora bastante antes a casa, que mañana es Santa Quiteria. El sábado comienza temprano con la diana, claro que para quien pueda levantarse, ya que hay muchos que hace ya bastante tiempo no tenemos fuerzas para ello. Es un día largo y lleno de emociones. La Procesión: solo un quiterio sabe lo que se siente cuando se ve salir a la Santa de San Gil. Los sentimientos se agolpan y a veces, lo que es peor, los recuerdos de las personas que ya no están, a pesar de que siempre estarán en nuestro pensamiento, con la diferencia de que en este día sin saber muy bien por qué, se les echa mucho más en falta. Tragándote la pena y secándote las lágrimas sin que se note mucho comienza la procesión. ¡¡Ojala no llueva y todo vaya bien!! Son las 4 y media de la tarde, minuto arriba minuto abajo, y ya estamos otra vez en la puerta de San Gil. Una vez más hemos llegado a sus puertas y la Santa se dispone a entrar para aguardar con impaciencia un año más a que vuelva su día; de nuevo el nudo en la garganta y las vivas más desgarradas de la fiesta. Ya nos encontramos prácticamente el ecuador de la fiesta. El sábado pasará como todos y, sobre todo, el galopeo de subida una vez más. El cansancio se acumula por momentos pero da igual, seguro que terminaremos tarde y el día de Santa Quiterilla llega muy deprisa. Otra vez la diana para seguir con la gaita y luego, a eso de las dos las danzas. Casi todos pensamos lo mismo: que les salga bien, que no se equivoquen en el paloteo, que no fallen en las cintas… pero al final dará igual, ya que siempre estaremos orgullosos de todos ellos salga como salga, quedando demostrado con la estremecedora ola de aplausos una vez llegado el fin de las danzas. La tarde del Domingo de casa en casa bailando a ritmo de la gaita o tranquilo en la tuya, va pasando. Esto se va terminando y solo que da el último día. Si hace buen día el concierto es la chopera (se oiga bien o no) es especial, y el marco incomparable. Cuando la música se va después de un galopeo, el cual a veces parece interminable, comenzamos a notar como nuestra fiesta exhala su último aliento. Ya sólo falta subir a San Gil con la gaita y despedirse a las 12 de la noche, con los cohetes esperando a que llegue al año que siguiente y estamos todos sin faltar para celebrarlo de nuevo.


Esto es un mero resumen, mi resumen, de lo que más o menos es nuestra fiesta. Estoy seguro de que coincidimos en que es por supuesto, mucho más de lo aquí representado, mas no había cabida para expresarlo de un modo mejor. Como decía al principio, mi intención consistía en intentar explicar mis sentimientos, y de una manera muy resumida, en relación con mi fiesta, nuestra fiesta. Concluiré alegando que sé que la calidad de mi modesto pregón dista mucho de los anteriores, y que los siguientes serán mucho mejores, pero os puedo asegurar que está hecho de todo corazón; y espero que me podáis perdonar por no haberlo sabido hacer mejor. Sólo deciros una cosa más: me siento orgulloso de ser quiterio y de este barrio, y me gustaría que mis hijos (que se que ya lo están), y los hijos de mis hijos, compartieran mi sentimiento. Un año más empieza la fiesta. ¡¡QUITERIOS, VIVA SANTA QUITERIA!!

TOLEDO 20 DE MAYO DE 2010 Agustín Iglesias Justo


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