Pregon 2006

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PREGÓN DE LAS FIESTAS DE SANTA QUITERIA (18 de mayo de 2.006) Dignísimas autoridades, señoras, señores… Queridos amigos quiterios: Como preámbulo a la lectura del pregón, me parece inexcusable presentarme ante vosotros puesto que quizás alguno no me conozca suficientemente: A lo que se indica en el programa de fiestas, (y a las amables palabras de mi presentador), debo matizar que no nací exactamente en Huete, por circunstancias ajenas a mi voluntad, pero que a los siete días de este acontecimiento de indudable importancia para mí, mis padres decidieron traerme a esta cuidad, donde siete días antes había partido mi madre hacia Madrid el último día de mi gestación. Espero por tanto que me admitáis como un optense más ya que, aún cuando no figura en mi carnet de identidad, es uno de los títulos que con más orgullo ostento. Si no nací físicamente aquí si lo hicieron mis hermanos, mis primos, mi madre, mis tíos, mi abuela, mi bisabuela, mi tatarabuela y, muy probablemente, muchos otros anteriores y coetáneos de los citados que, decididamente, han sido más o menos responsables de mi nacimiento y de mi presencia aquí y ahora. Todos ellos son y fueron al cien por cien de esta cuidad y más todavía, y esto si que es señal imborrable de identidad, todos ellos sin excepción, fueron y somos QUITERIOS DE CORAZÓN. Sin perjuicio de este aval con el que podría justificar mi protagonismo en este acto, me presento ante vosotros como un Quijote: sin galgo corredor, sin más yelmo y escudo protectores que vuestra comprensión y cariño, sin más lanza y espada que mi propósito de hacer las cosas lo mejor que puedo y sé, con caballo, eso sí, que en lugar de Rocinante lleva por nombre Taranto, y, por supuesto, con mi querida Dulcinea que me ha soportado durante más de cuarenta años y espero que lo siga haciendo otros tanto (o alguno más si esa es la voluntad de la Divina Providencia. No vamos a discutir por eso con tan Alta Jerarquía).


Hace algunas semanas a nuestro común amigo Pedro González se le ocurrió la feliz idea de proponer a la Comisión de Festejos, mi designación como pregonero de las fiestas que la cuidad de Huete dedica a Santa Quiteria en este año de gracia de 2006,y así me lo hizo saber. Fue tal mi sorpresa que tuvieron que transcurrir algunos minutos, para que la asunción del deber de aceptar la condición de pregonero se tornara en verdadera satisfacción de serlo. Y esta sensación, que comenzó entonces, no me ha abandonado hasta este momento y seguirá, muy probablemente, formando parte de mí el resto de mi vida. (Hago un inciso para agradecer, desde aquí, la amable acogida mostrada por el resto de los miembros de la Comisión a la iniciativa de Pedro y, al tiempo, me felicito y os felicito por la incorporación, desde este mismo año, de nuevos miembros del género femenino al grupo. Sin duda es una de las mejores decisiones que ha adoptado la Comisión en los últimos años. No cabe duda que resultaba un poco extraño que entre los organizadores de las fiestas de Santa Quiteria no tuviera un sillón preferente la mujer). A este pregonero de las fiestas de Santa Quiteria, al sentimiento de orgullo inicial se sumo inmediatamente el de responsabilidad, por la importancia que para cualquier quiterio adquiere un acto como éste y, al tiempo, por pretender, desde el primer instante, realizar mi cometido de la mejor manera que me fuera posible, no sólo por el respeto que todos vosotros me merecéis sino, mucho más aún, por la veneración que siento hacia nuestra Santa. Y así me puse manos a la obra: Lo primero que se me ocurrió fue averiguar cuales son los cometidos del pregonero: ¿Para qué estoy aquí? Cuando esta pregunta se alojo en mi cabeza, actuó rápidamente de llamada de los recuerdos de mi niñez, que todavía conservo, allá por la década de los cuarenta, en relación con una persona de cierta edad (o al menos a mi me lo parecía entonces) que, cubierto con gorra de plato, recorría las calles de nuestra cuidad haciendo estaciones cada trescientos o cuatrocientos metros y que se valía de un trompetín o trompetilla para llamar la atención.


Valíendose de este singular instrumento, haciéndolo sonar monótona y repetidamente, lograba reunir a su alrededor una veintena de personas entre las que nos contábamos diez o doce “muchachos”. Cumplido el propósito de reunir una cuota importante de oyentes, entonaba seguidamente se pregón anunciando los acontecimientos que habrían de producirse en la comunidad y que por su relevancia o interés general adquirían la condición de noticiables. En una charla reciente mantenía con un tocayo mío, que se encuentra entre nosotros, me comentaba cómo en los últimos años de su vida y como consecuencia de una perdida importante de visión, el protagonista de este pequeño recuerdo, necesita la ayuda de un lector del bando o proclama que el iba reproduciendo con el típico sonsonete del pregón. Con el propósito de verificar si mi recuerdo coincide con la realidad, acudí al Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua y comprobé que, en efecto, el pregonero es: “el oficial público que en voz alta da los pregones, publica y hace notorio lo que se quiere hacer sabes a todos” Busqué, a continuación, el verbo pregonar y me encontré con los dos significados siguientes: Uno: - Publicar, hacer notoria en voz alta una cosa para que venga a noticia de todos. El otro: - Alabar en público los hechos, virtudes o cualidades de una persona. La primera acepción viene a apostillar la definición de pregonero que coincide, sustancialmente, con mi recuerdo. Por consiguiente, para desarrollar mi pregón conforme a esta primera definición tendría que contaros de pé a pá, como cuando y donde van a tener lugar cada uno de los acontecimientos que la Comisión de Festejos ha programado, para holganza de los vecinos de Huete y de los demás afortunados que, llamados por el resplandor y tradición de nuestras fiestas, nos visitaran en los próximos días.


Todo ello sin que se olvide señalar en que instante comenzaran los “galopeos” – una de las expresiones de mayor tradición de nuestra fiesta- de los que ha tiempo se decida, y yo comparto, que representan una perfecta comunión entre la profano y lo religioso. Efectivamente, se danza, cogidos de la mano – como inequívoco signo de fiesta popular – y al tiempo se lanzan al aire, sin parar los VIVAS que constituyen nuestra forma peculiar de ofrenda a la Santa. Estaréis conmigo en que si procediera de esta guisa no me soportaríais ni un minuto más, porque todos disponéis de la publicación en la que se da cuenta de manera exhaustiva de los gratos momentos que nos aguardan hasta el próximo lunes y, naturalmente, estáis puntualmente informados de todos ellos. Volviendo al diccionario y en relación con la segunda acepción (Alabar en público los hechos, virtudes o cualidades de una persona), son tantas y tan numerosas las loas que se recitan y se cantan en honor de Santa Quiteria que no me atrevo a emularlas. Baste con recordar a los pregoneros que me han precedido en este cometido y que con tanta profusión de detalles y brillantez recitaron las excelencias de nuestra Santa y, en idéntico sentido, acordarnos de las predicas que se suceden año tras año en la Función del Sábado. Si pues, por un lado, no dispongo de trompetín ni gorra de plato – como el antiguo pregonero – y, lo que es mas cierto, conocéis pormenorizadamente todos y cada uno de los actos que se van a desarrollar en el transcurso de estos próximos días y, si por otra parte, no me siento capaz de contar y cantar las alabanzas a Santa Quiteria con la excelencia con la que otros lo hicieron y lo harán en el futuro, entiendo que mi misión como pregonero debería darse por concluida. Pero que dé concluido el pregón no significa que finalice este acto. Es cierto que cuanto hasta aquí he dicho responde a mi verdadero sentir, pero lo es también que este primer peldaño con el que se inician las celebraciones de los Quiterios de Huete en honor de la Santa requiere mayor detenimiento y, consecuentemente, me siento gratamente obligado a continuar.


Fueron las mariposas de mi cerebro las que, llegado a este punto, me condujeron hacia la letrilla de una canción que dice: “¡Los sueños son tan sencillos…! Soñar no cuesta dinero En la calle del almíbar Del barrio del caramelo” Y así, caminando por el paseo central (mi particular calle del almíbar) de esta chopera (mi singular barrio del caramelo) me desperté soñando que tenia que escribirle una carta a Santa Quiteria. Y sin más pretensión que la de abrirle mi (o nuestro) corazón y contarle nuestras pequeñas peripecias e inquietudes a nuestra Santa, ese sueño lo hice realidad más tarde y aquí os lo traigo, sin omitir ni una silaba de cuanto escribí ni un pensamiento de cuanto soñé: Huete a 18 de mayo de 2006 Quiteria. Hija de Castelli y Calsia Avda. de Santa Quiteria s/n semiesquina a la calle de San Gil EL CIELO (Doy por cierto que en El Cielo tiene que existir una Avenida que lleve tu nombre y una calle con el nombre de nuestro barrio y, siendo así, tu no puedes vivir en otro lugar). Querida Santa Quiteria: Hace mucho tiempo que estoy deseando escribirte porque, aún cuando te tengo presente en muchísimas ocasiones a lo largo del año – como les ocurre a todos mis paisanos de Huete – no es menos cierto que el ritmo tan precipitado que nos ha tocado vivir en este época, impide que nos detengamos, de vez en cuando, el tiempo suficiente para poder dedicarle a los demás algo más que un simple recuerdo. Entre los demás incluyo no sólo a nuestros prójimos sino también, a todos desde el Cielo permanecen, sin desvelo, vigilando y dirigiendo nuestros pasos por la tierra, singularmente Tú, que no cejas un solo instante de protegernos y cuidarnos. ¡Que sería del barrio de San Gil de Huete, sus habitantes y amigo, sin Santa Quiteria!


Al escribirte esta carta me obligo, efectivamente, a permanecer contigo un poco más de tiempo, y aunque soy consciente del poco valor que eso tiene, te ruego que lo mires con buenos ojos y aceptes esta pequeña ofrenda porque a ella se unirán, probablemente, todos los aquí presentes. Desde que se me comunico que iba a ser el pregonero de estas fiestas, he tratado de profundizar un poco en el conocimiento de tu vida en esta tierra y tengo que confesarte que los estudiosos de hoy dia no se ponen de acuerdo en establecer la fecha y el lugar de tu nacimiento, ni en confirmar algunos pasajes de tu vida. Tan es así que se ha llegado a escribirlo siguiente: “Es tan cierto que hoy existe el culto a Santa Quiteria y que ha existido en los siglos precedentes, como inciertos son todas aquellas que se leen en las leyendas tanto francesas como españolas, referentes a su existencia, la patria, padres, martirio y lugar donde fue martirizada” Es comprensible que dados los escasos medios de comunicación de aquellos años en los que el “boca a oído” era el vehículo de transmisión más frecuente, es comprensible, digo, que algunos acontecimientos no hayan llegado hasta nuestros días con toda la seria de detalles que correspondes a hechos de la importancia y transcendencia como nacimiento, vida y milagros. Aquí en Huete, tenemos el convencimiento de que eres la menor de nueve hijas concebidas por tu madre, Calsia y que viste la luz en un feliz parto junto a tus ocho hermanas. Que tu padre, Lucio Castelli, contrariado en un principio por el inusual nacimiento, se sintió posteriormente feliz y abrazó, al fin, la fe cristiana persuadido por tu bondad y los continuos sacrificios con que fuiste adornando tu corta existencia hasta culminar con el martirio. Y que por esta conducta tuya El Señor te concedió la gracia para realizar multitud de milagros durante tu vida y después de muerta. Estos son, en dos líneas y sin entrar en detalles, de los hitos más significativos de la historia de tu vida que conocemos. Son muestras creencias respecto a tu existencia en la tierra y con ellas nos quedamos, hasta que la historia lo desmienta.


Si tienes un momento podrías mandarle una carta a D. Fernando contándole minuciosamente tu vida y milagros y él, como buen historiador y mejor comunicador que es, nos lo transmita sin dejar el menor rastro de duda. Quizás no sea éste el momento más adecuado para llamar tu atención, porque me consta que estos días son especiales ajetreados para ti por el importante número de ciudades, pueblos y aldeas, tanto por España como de otros confines de la tierra, que te veneran como Patrona y Protectora y, al igual que en Huete te reclaman más decididamente en estas fechas. Pero como también – así lo sentimos – que reservas un rinconcito muy especial en tu corazón para todos los optenses y, especialmente, para el barrio de San Gil, es esta seguridad la que me empuja a abusar de tu tiempo y paciencia en esta ocasión. De nuevo acudo a tu benevolencia para pedirte que, a pesar de tus múltiples quehaceres, nos concedas cinco minutos más de tu tiempo para concluir estas líneas. Cuando me he enterado de tu patronazgo en otros lugares, he sentido curiosidad por conocer de qué forma se desarrollan allí los actos en tu honor. Como era de esperar, en todos los pueblos que se honran con tu protección, durante los días próximos al 22de mayo tienen lugar diversos festejos en los que se mezclan actividades religiosas y no religiosas. Que no difieren sustancialmente de unos sitios a otros (aunque los que estamos aquí, en este momento, y muchos más que vendrán en los próximos días, tenemos nuestras preferencias, que no voy a descubrirte). En todos los lugares se procesiona tu imagen por las calles y se entonan por doquier himnos y alabanzas a tu nombre. De entre todos ellos me he atrevido a seleccionar algunas estrofas de las coplas que se cantan en un pueblecito de Aragón con motivo de la Romería que lleva tu nombre: Santa Quiteria bendita, saca tu manita blanca y échanos la bendición, que a todos nos hace falta.


Esta estrofa la he elegido porque me ha parecido sencilla, amable y sin más pretensiones que solicitar tu bendición y recordarte que estás presente en la vida de todos los Quiterios con independencia del lugar en el que nos haya tocado vivir. Otras estrofillas con peticiones en torno a los bienes terrenales – que ya me gustan menos – se repiten sin cesar hasta casi el final del himno, con la consiguiente pérdida de su emoción inicial y menos acordes con la calidad de la receptora: Tú, naturalmente. Porque yo creo, Santa Quiteria que efectivamente, al estar en el Cielo rodeada de buenas compañías tienes privilegiadas influencias con el Supremo Hacedor y eres, por tanto una magnifica conseguidora, pero creo también – perdona mi osadía – que, precisamente estos días no podemos pensar, ni un solo instante, en cosas terrenales y que todo nuestro empeño debe volcarse hacia Ti…… ¡El resto del año, ya tendremos tiempo suficiente para pedir! Sé, no obstante, que tu compresión te lleva a ver en estas coplillas no el afán pedigüeño del os vecinos sino su entrega y admiración hacia Ti, como se confirma al final del himno: Tienes carita de rosa y los labios de jazmín, ¡Santa Quiteria bendita, Es de dulce sonreír! De todas las leídas, a mí especialmente, me gusta esta última y como “lo bien hecho, bien hecho está” y siendo de bien nacidos reconocer lo bueno de los demás, aunque me tildes de plagio, la hago mía y te la dedico. Buscando en el baúl de los recuerdos, y ya en lo que a Huete concierne, me ha encontrado con unos versos, escritos en el año 1942, dedicados en palabras del autor, “A la Virgen y Mártir Santa Quiteria, Patrona de los moradores del Barrio de San Gil, de la cuidad de Huete”. Únicamente voy a reproducir el verso inical, porque estoy seguro que, a pesar de que no se cita espresamente tu nombre, te gustará recordarlo:


Alegraros campanitas De la ermita de San Gil, Que ya se escucha, a lo lejos, La gaita y el tamboril. (No es por comparar pero la gracia y el desparpajo del verso de tu devoto de Huete no la tienen los demás). Me ocurre con esta estrofilla algo similar a lo que te contaba que me sucedía con la plagiada: Será que me suena a música – y yo soy musiquero de afición-. Será la referencia a la ermita de San Gil – que es tu morada terrena -. Serán los nombres de la gaita y el tamboril – con todo lo que ambos instrumentos nos evocan a tus quiterios de Huete -. O será, en fin, que todo esto unido, huele a las fiestas que los vecinos del barrio San Gil de Huete te dedica – que es lo que verdaderamente nos hace diferentes al resto de los mortales -. Aún con todo, cuando verdaderamente yo me siento flotar en estas fiestas, es cuando escucho nuestros VIVAS. ¿No te ocurre a Ti también? No sabría explicarte, exactamente, por qué, pero cada vez que algún Quiterio o Quiteria inicia el cántico de los VIVAS hacia Tu persona, se me hace un pequeño nudo en la garganta y siento extrañas sensaciones mezcla de alegría y nostalgia que concluyen, sin poderlo evitar, con la aparición de alguna lagrimilla, que el dichoso respeto humano me obliga a disimular. Nadia mejor que Tú conoce mis apurillos en estos momentos. Yes que, ciertamente, nuestros VIVAS se dicen y se cantan con la misma emoción con la que los Andaluces cantan sus Saetas en las procesiones de Semana Santa, con la diferencia, a nuestro favor, de que para cantar los VIVAS no es indispensable saber entonar correctamente ni siquiera disponer de buena voz sino que, es más suficiente sentir el amor que todos los quiterios sentimos hacia Ti, para poder interpretarlos como no lo conseguirán ni los mismísimos Plácido Domingo o Monserrat Caballé.


Al poner el alma en cada evocación y piropo (que son el fundamento de vuestros VIVAS) no importa la edad o el sexo de quien las dice. Siempre suenan a música celestial, aunque se repitan una y mil veces. (Estoy seguro que a mis amigos quiterios les pasa lo mismo que a mí y a los que todavía no tienen el privilegio de disfrutar de eso sentimientos estoy convencido de que, antes o después, les llegara ese bendito momento). Por más que me esfuerce en trasmitirte por escrito esas sensaciones sé que no voy a conseguirlo, por ello te ruego que las leas directamente en mi corazón en donde están impresas de forma mucho más clara y explícita. Y ya va siendo hora de que te deje tranquila y eso significa que tengo que despedirme: Dale un beso, de nuestra parte, a tus padres y a tus hermanas. Me gustaría que aprovecharas estas fiestas de tu onomástica y que les hicieras una visitas especial a: Ramona, Carlos, Aurora, José, Ramón, Ascensión, Pedro, María, Alejandro, Mariano, Fernando, Carmen, Cecilio, Encarna, Brígida, Eusebio, Eduardo, Saturnina, Sixta, Victoriana…, quiero decir, a todos los quiterios de Huete que viven ya cerca de Ti, y que les dijeras que les seguimos echando de menos, y con mucha mayor intensidad, durante estas celebraciones. Finalizo ya enviándote, en nombre de los quiterios de Huete y en el mío propio, el sentimiento de cariño y veneración que orgullosamente pregonamos por todos los lugares por donde nos lleva el destino. Un beso. Alfonso. Presiento que lo dicho hasta aquí, tanto de inicio como en la misma carta, refleja un poco mi sentir en los albores de estas fiestas y que, inevitablemente, he podido dejar entrever un cierto velo de nostalgia con lo que ello lleva consigo. Pero aún cuando así sea, debeís comprender lo difícil que para un quiterio, no tan joven, resulta escribir sobre Santa Quiteria sin que los sentimientos afloren una y otra vez.


Asumiendo esta circunstancia tengo entonces, necesariamente, que cantar y contaros otra nueva sensación que también está presente en mí durante estas fiestas. Y no no es otra que la de la alegría que se contagia en cada instante, a lo largo de las jornandas festivas que se suceden año tras año en Santa Quiteria: ¿Sería posible acompañar, o escuchar desde la cama el sonido de las trompetas y tambores en las dianas floreadas, sin que aparezca en nuestras caras signos evidentes de alegría y regocijo? ¿Cómo no contagiarnos de la alegría que se respira a la salida de la imagen de la Santa de la Iglesia de la Merced, cuando se entona nuestro himno? ¿Acaso podríamos danzar sin para, si no fuera por el empuje de la satisfacción y alegría desbordante con que vivimos los “galopeos”? ¿Quién sería capaz de integrarse en el gran corro, que formamos el domingo por la mañana en torno a la imagen de la Santa en la plazuela de San Gil, sin que en su rostro se dibuje la alegría que nos produce ver cada año se hace más y más grande? ¿Qué pensaríamos del anfitrión que nos recibiera en su casa con un vaso de limonada en una mano y una rosquilla en la otra sino acompañara la oferta con una expresión sincera de cariño y alegre bienvenida? A estos sentimientos de alegría se una la esperanza jubilosa en un futuro cada vez mejor por la certeza de que, cada año por venir, conseguiremos superar con creces lo logrado en el anterior. En fin, amigos míos, bien está que al evocar las fiestas de Santa Quiteria de épocas pasadas puedan apareces, mezcladas con el recuerdo, algunos síntomas de nostalgia del tiempo pasado pero, con la transcendencia que ello tiene, no es menos cierta la sensación de bienestar y alegrías que sentimos en este momento y que nos hace desear, con todas nuestras fuerzas que se alce el telón.


Os pido, por tanto, que lanceís vuestra imaginación hacia los momentos inolvidables que nos aguardan y que os unáis a mí, con la alegría que supone iniciar un año más estas fiestas, en el primer VIVA de este 2006 en honor de nuestra Santa: ¡¡¡VIVA SANTA QUITERIA!!! (Antes de bajarme de eta singular tribuna, con la seguridad de que cuento con vuestro beneplácito, es mi deseo dedicar un recuerdo a nuestros convecinos del barrio de San Juan e invitarlos a compartir con nosotros estos días festivos). ¡FELICES FIESTAS PARA TODOS! Huete, a 18 de Mayo de 2006 Alfonso Osuna Nobel


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