Pregon 2004

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Queridos habitantes y paisanos de la Ciudad de Huete: os envío un saludo muy cordial, extensible a cuantos en estos días nos visitan y especialmente a todo el barrio

de San Gil.

"Alegraos muchachos que

ya nos llega

el 22 de mayo

Sanfa Quiteria." ¿Cuántas veces hemos entonado esta coplilla?

Tiempos atrás tenía el sentido que la propia letra indica, porque hasta finales de la década de los años sesenta, siempre el22 de mayo celebrábamos la festividad de Santa Quiteria. Seguimos celebrándola, y este año 2004 en su día, pero normalmente

no coincidiendo con el de su onomástica. La ilusión sigue siendo Ia misma pero los tiempos cambian y tenemos que adaptarnos a ellos. ¿Cuántas cosas tenemos que suprimir o cambiar a !o largo de nuestra vida? Qué bueno hubiera sido poder seguir entonando esta coplilla y que se cumpliera lo que su letra expresa, celebrar siempre el 22 de mayo Santa Quiteria; ello supondría

que nuestra Ciudad no se habría visto obligada a que su población descendiera para

tener que buscar sus habitantes el sustento y medio de vida en otros lugares de nuestra España, qué bonito sería nacer, crecer todos juntos, generación tras generación, conviviendo con los tuyos, haciendo las familias cada vez más grandes, echando las raíces en la tierra que te vio nacer. Cómo hubiera crecido nuestra ciudad, ¿cuántos seríamos ahora?

Esto es añoranza y recuerdos del pasado incumplidos, pero este pregonero ya va siendo mayor y en nada puede dejar de parecerse a los que nos precedieron y nos contaban cómo vivían, crecían, como se ayudaban las. familias, y muchas más cosas,


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vamos, que nos contaban sus batallitas, ¡qué sabias eran y cuanta razón tenían! visto a través deltiempo.

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Recuerdo mis años de niño cuando era monaguillo, qué ilusión tenía de que

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llegaran estos días, para repicar las campanas de la ermita de San Gil, y después

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ayudar en la misa al sacerdote D. Fernando Evangelio, párroco de nuestra Ciudad en aquellos años,

y el que hizo que yo fuera monaguillo. Por la tarde, nuevamente,

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repicar las campanas y asistir a la celebración de la Novena en honor de la Santa.

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En mis tiempos éramos monaguillos de plantilla, fijos pero "srn sueldo". La terna

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la formábamos Eusebio Quintero Botija, José García Collado y el que os está hablando.

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Había otros monaguillos suplentes que pasaban a ser fijos conforme iban quedando plazas vacantes por 'Jubilación". Enseguida se produjo la de Eusebio porque era el

mayor,

y se incorporó a la plantilla Sabiniano Gómez Serrano "SAB|", como

popularmente se le conoce. Posteriormente fuimos causando baja uno tras otro por llegar a esa edad de jubilación.

Coníamos a buscar las llaves de Ia ermita a casa de la tía Ruperta, quien las gnmrdaba durante todo el año, con cariño nos habría la puerta y al entregárnoslas nos

decía: 'hijos míos, si algo hace falta para la ermita venid a pedírmelo: agua, velas,

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cualquier cosa que sea necesaria para las celebraciones".

En aquellos tiempos los monaguillos éramos muy responsables

y

nunca

üalabamos a los actos religiosos allá donde se celebrasen. D. Fernando Evangelio nos

Enía bien aleccionados y nosotros obedecíamos. Las puertas de las casas se nos abrían de par en par y sus propietarios nos recbían oon gran cariño, para facilitarnos cuanto fuera necesario, y así colaborar para que los actos religiosos tuvieran el mayor esplendor posible. "Sra. María, Sra, Carmen, Sra. lrene... cualquiercasa estaba abierta,.. venimos a porascuas para el incensario"

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casas tenían una lumbre de leña en el suelo de la cocina, de allí nos daban las

ascr¡6, ese era el butano o la placa vitrocerámica de ahora). Necesitamos cerillas, agua, unas velas; qué buenos e infantiles momentos vivíamos, qué felices éramos, con


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qué poco nos ¡lus¡onábamos, y cuánto representaba para nosotros aquella tarea que nos habíamos comprometido a cumplir.

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El esperado día de la fiesta se acercaba, la calle Nueva se engalanaba, los

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troncos de los árboles eran revestidos con ramas de boj, traídas en galeras tiradas por mulas desde un paraje cercano a Huete llamado La Bujeda.

En la confluencia de la calle Nueva con la carretera se hacía un arco también

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oon ramas de boj, culminado con una pancarta en !a que se leía "VIVA SANIA

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QUITERIA"

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o "VIVA EL BARRIO DE SAN G/[', actualmente también se coloca una

pancarta, pero sin arco.

En aquetlos días, la calle Nueva tenía un olor distinto a los restantes del año, el

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desprendía un aroma especial.

De pared a pared de la calle, pendían banderitas de papel, de colores, al igual

qte ahora, aunque hoy son mejores y de tela. También se iluminaba la calle con tiras de bornb¡llas transparentes, no existían los adornos luminosos de colores que se

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en la actualidad.

Recuerdo que un año las banderitas de papel fueron hechas por mozas del

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Habia una peluquería al final de la calle Nueva, en una vivienda conocida como

!¡ caa de Antonio Navarro, que era su propietario, lugar en donde hoy se encuentra el efficb nuevo que alberga el establecimiento "La Alcazaba", entonces un taller de rnecadca para automóviles. La peluquería estaba en el primer piso, !a peluquera se

lilnúa,

y se llama, Tere, hija del señor Alfonso "El Mecánico" y hermana de Alfonso,

SantEUo y Antonio "Toñín", estos hoy residentes en nuestra Ciudad.

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noche anterior a la víspera de Santa Quiteria, la peluquería estaba llena de

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iÓrenes rNlzas para "arreglarse el pelo" y estar más guapas que nunca durante las fie#s- Mientras esperaban turno, confeccionaban Ias tiras de banderitas, y por una

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no dormíamos, las fuéramos colocando. También el portal de mi casa se convirtió

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ventana nos las echaban a la calle para que los mozos y chavales, que aquella noche

aqrclla noche en taller de banderitas.


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El21 de mayo la calle Nueva amanecía engalanada, la Dulzaina y el Tamboril hacían su recorrido por las calles del barrio tocando "La Diana", iban siempre acompañados por los quiterios mayores, entre los que nunca faltaba aquel hombre que

era una institución en el barrio, llamado Julián Calle. Para los más jóvenes, que no lo hayáis conocido, os diré que era el padre de Julia y Miguel Calle, a éstos seguro que sí los conocéis, aunque no residan en nuestra Ciudad.

Al son de la Dulzaina y el Tamboril, sobre las 12 de la mañana, nos dirigíamos a

la estación del ferrocarril a recibir a la Banda de Música, era el transporte que normalmente se utilizaba en aquellos tiempos. El andén de la estación estaba a rebosar y la parada del tren aquel día se hacía más larga que de costumbre, tenían que bajarse los músicos, que eran muchos, y descargar los instrumentos que venían en un

v4ón de mercancías, junto a la máquina del tren. El resto de los viajeros

quedaban

asornbrados, sin saber qué pasaba, aunque imaginaran que se trataba de una fiesta, pero ¿qué clase de fiesta? Eso síque no lo imaginaban. Los cohetes surcaban el cielo y con sus explosiones anunciaban la llegada de la Banda de Música, dándole la bienvenida. Todos juntos caminábamos hasta el Parque de la Chopera. En la calle Nueva se

brmaba la Banda, al igual que lo hace en la actualidad. lnmediatamente surgían las notas musicales de aquellos instrumentos limpios y brillantes como un día radiante de sol; qué os voy a decir de lo que sentíamos en aquellos momentos si vosotros lo estáis

vivbndo año tras año. Con ilusión esperábamos la Ilegada de la Banda de Música, ¡qué largo se hacía esperar un año y qué pronto pasaban esos días de diversión! Diversión que vivíamos a

tope. La gran mayoría no teníamos otra más grande, ni más chica de aquellas características, en cuanto a bailes se refiere, en todo el año. Los galopeos eran multitudinarios,

la verbena estaba a

rebosar, entonces no se traían conjuntos

musicales, la misma Banda se dividía en dos grupos, mientras uno de ellos tocaba las piezas de baile, el otro descansaba. Una de estas piezas servía de contraseña para el cambio de grupo y así el baile seguía su ritmo sin interrupción.


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La verbena de las tardes se hacía en la explanada, junto a la ermita de San Sebastián, al final de este parque. Allí existía una tribuna redonda hasta hace pocos años y que la mayoría recordaréis, donde Ia Banda de Música interpretaba las piezas. Hasta allí llegaban los galopeos y de allí partían para finalizaÍ en el mismo lugar que en la actualidad.

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Por las noches la verbena se hacía en la calle Nueva, la tribuna se construía con

palos y tablones, y se revestía como los troncos de los árboles, con ramas de boj. Se instalaba junto al que hoy se conoce como bar de "Nacho", o en la fachada de enfrente,

y en años posteriores se ubicó al lado de la fachada del edificio de Palacio, por donde hoy tienen la entrada las viviendas de los sacerdotes. Aquella tribuna ya eru mejor,

tenía forma exagonal u octogonal, no lo recuerdo bien, era de piezas de madera prefabricadas desmontables y servía para años sucesivos, también se forraba con ramas de boj, los chiquillos se subían alrededor de ella para estar más cerca de los músicos.

Ya llega el día 22, Diana, Pasacalle para recibir a las autoridades y dirigirnos a la Ermita de San Gil. Día grande, día de Santa Quiteria. Los monaguillos, con las ropas

que con esmero y cariño nos habían limpiado nuestras madres, nos revestíamos para

la procesión. Las sotanas negras resplandecían, los roquetes brillaban con una blancura inmaculada y las esclavinas negras nos adornaban alrededor del cuello. ¡Cuánto disfrutábamos con la misión que se nos había encomendado! Nos sentíamos personas importantes en aquel acto religioso.

La Santa a los acordes de la Marcha Real hace su presencia en la calle, los vivas que se le lanzan casi ocultan las notas musicales, la emoción invade los corazones y las lágrimas corren por las mejillas de muchas personas que con cariño y tristeza, recuerdan a los seres queridos que ya no tienen junto a ellos.

Se organizala procesión. Esta era distinta a las que se celebraban con motivo

de obas festividades. Estas últimas eran ordenadas a tenor de los tiempos.

Los

monaguillos, por el centro de Ia calle, iniciábamos el desfile procesional. A los Iados, y por hs aoeras, marchaban los escolares, con los maestros de las escuelas al frente, y cuidando de ellos.


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En el centro de la calzadadesfilaba uno o más estandartes, pero siempre uno de ellos portado por el Sr. Félix Francés (q.e.p.d.). Detrás de los escolares, y también por las aceras, con su velo en la cabeza, cogidas del brazo y en pareja, marchaban las

mujeres, algunas portando velas encendidas. Detrás, y por el centro de la calzada, desfilaba la imagen en cuyo honor se celebraba la procesión, seguida del sacerdote, las autoridades, en algunas ocasiones, los hombres de nuestra Ciudad y visitantes.

Comparado con esta organización, la procesión de nuestra Santa, como podréis comprobar, era una organización muy bien desorganizada. Allí todos iban revueltos, ocupando la calzada y aceras (como en la actualidad). Los monaguillos iniciábamos el desfite procesional seguidos del estandarte de Santa Quiteria, en esto era en lo Único

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que se parecía al resto de las procesiones. La imagen de Santa Quiteria era llevada en andas, no existía la carroza. Quizás algún día se retome la tradición de las andas

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¿porqué no?

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Durante el recorrido procesional se iba agasajando a la Santa con los vivas que con emoción surgían fervorosamente de las gargantas quiterias y la Banda entonaba drezas de música apropiadas para et acto. Nuestra Santa entra en la lglesia Parroquial

a ¡gg acordes de la Marcha Real. La Comisión de Festejos trae, de otro lugar de la provincia o de fuera de ella, al "Predicadof' ¿quién era el predicadofl pues un sacerdote de gran oratoria que pudiera agasajar a la Santa con sus alabanzas, vida y mi&agrm, adornado todo ello con palabras elocuentes y llenas de entusiasmo que ca&aran hondo en los corazones de los quiterios y así presumir sanamente de un gran

sermón dedicado a nuestra Santa.

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Finalizada ésta, daba comienzo el "Galopeillo" en la plaza de la Ermita y, danzando con el cuadro de la Santa, nos dirigíamos al Parque de la Chopera. Después de dar unas

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fiesta continuaba con el mismo calendario de actos pero con horarios muy

Amanece el día de Santa Quiterilla. Nuevamente "Diana", "Pasacalles" para recibir a las autoridades y dirigirnos a la Ermita de San Gil donde se celebraría la misa'

vueltas danzando al son de la Dulzaina y el Tamboril, que se encontraban en esa üibuna que os contaba anteriormente, y que ya no existe, la pandilla de amigos (chicos


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y chicas) nos marchábamos a visitar nuestras casas, donde nos tenían preparadas las

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entonces cinco hornos, el de Cándido, en la travesía de Zacatín; el de Segundo "el

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rosquillas, galletas, magdalenas y mantecados que nuestras madres habían elaborado

días antes con gran ilusión en los hornos del pueblo, donde se cocía el pan. Había por hornero" en la calle de La Carrera; el de Cruces, hoy de Regina y Antonio; el de Manolo

junto a la Puerta de Medina o Arco del Caño Mocho, y el de Atienza, frente a la lglesia

Real de San Nicolás de Medina

o

Guadalupe. Actualmente sólo existe uno,

el de

Regina y Antonio, en esto también cambian los tiempos.

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En ninguna casa faltaba la famosa "limoná", normalmente no había otra bebida. Recuerdo que aquel día en mi casa había en el portal una canasta con lechugas y en la

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casa de Julia Calle otra con habas. Corrían los años 1959 ó 1960; cuando tocó el turno

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de ir a nuestras respectivas casas, y nos encontramos con aquellos "extraordinarios"

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manjares, dimos buena cuenta de ellos, ambas canastas quedaron vacías, no teníamos

hambre, pero éramos jóvenes y estábamos metidos en juerga y cualquier cosa nos servía para disfrutar, las habas y las lechugas se salían de lo normal.

Las mujeres, en los días de Ia fiesta, como excepción, podían pasar a los bares

con sus maridos o amigos

a tomarse un café o un refresco, por aquella época no

estaba bien visto que una mujer sola o acompañada pasara a un bar ¡qué cosas! ¿verdad?

En enero del año 1961 me marché a Madrid junto con mi familia y, por circunstancias principalmente de trabajo, en muy pocas ocasiones pude venir a la fiesta, pero por razones muy importantes para mí, nunca olvidaré la fecha de su celebración, el22 de mayo. Fue Santa Quiteria, en una de esas escasas ocasiones, el 22 de mayo de 1962, quien intervino para que al día siguiente, 23 encontraÍa a la que

hoy es mi mujer. Yo tenía veinte años y ya han pasado cuarenta y dos. No me anepiento, gracias Santa Quiteria, de todo corazón.

¿Qué es la fiesta? Dos partes bien diferenciadas la componen. Una religiosa, qre tiene por finalidad agasajar de forma masiva a nuestra querida Santa. Yo os animo

desde aquí, sobre todo

a

los más jóvenes que si verdaderamente os

sentís

ttUlTERIOS DE CORMÓN" y así lo manifestáis en esos vivas que lanzáis a nuestra


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Santa, os mezcléis con las personas mayores tomando poco a poco el relevo para que

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los actos religiosos sean cada vez más concurridos. ¿Existiría la fiesta si no hubiera existido una joven, apenas de trece años, que tuvo la valentía de caminar hacia la

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santidad a través de la virginidad? ¿verdad que no? pues premiad esta valentía con vuestra asistencia a todos los actos religiosos que se celebren en su honor. Este año

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ya quedan pocos, pero guardad en vuestro corazón esta parte del pregón para el próximo año y ponedlo en práctica. La otra parte de la fiesta es diversión, jolgorio, compartir, que palabra más bonita la de compartir. Llevémosla a la práctica estos días, ojalá sea asítodos los días del año

y los días de todos los años. Olvidemos nuestros contratiempos y

diferencias con

nuestros familiares, amigos, vecinos y cuantos nos rodean. Abramos nuestras casas y

nuestros corazones a todos los que tengamos

a nuestro alrededor, demostremos

a

aquellos que nos visiten que somos un pueblo hospitalario, y dejemos en ellos un buen recuerdo y las ganas de volver a esta Ciudad.

La fiesta continúa, igual entonces que ahora. Llega el día del Concierto y la despedida de la Banda de Música. En lo único que se diferencia, es que en aquellos

tHnpos a las cinco de la tarde, aproximadamente, la Banda tenía que estar en la estacitin del ferrocarril, porque a esa hora pasaba el tren que habria de llevarla con destino a Madrid, y ya sabéis todos que el tren no espera, por lo tanto no podíamos ahrgar mucho este último galopeo. ¡Cómo nos quedábamos cuando el tren iniciaba la marcha! mejor no recordarlo.

Este Pregón, al igual que !a fiesta, llega a su fin, pero antes quiero agradecer a todos los miembros de la Comisión de Festejos la atención que han tenido al acordarse

de mí para proclamarlo y también por ser quien inaugure un nuevo acto que se incorpora a estas fiestas. Seguramente otra persona lo hubiera hecho mejor que yo, no me cabe la menor duda, pero de lo que sí podéis estar seguros es de que he puesto mi mayor ilusión y entusiasmo en todo lo que he escrito, para ofrecéroslo de todo corazón.

La fiesta, por aquellos tiempos, terminaba a las doce de la noche, los días 21,

22,23 y 24 y nos mandaban a acostar. Hoy los tiempos han cambiado, ya son más de

hs doce de Ia noche y nadie nos manda a la cama. Seguid divirtiéndoos con alegría y


sanarnente hasta que vuestro cuerpo, con moderac¡ón, aguante. Celebrad todos los dlas de la fiesta en honor a Santa Quiteria con ilusión, hermandad y alegrfa y que el

año que viene

y muchos más, a! igual que lo vamos a

hacer ahora, todos juntos

podamos gritar:

¡Viva Santa Quiteria! ¡Viva el banio de San Gil! ¡Vivan todos los Quiterios! ' Vicente Serrano Soriano

Huete, 20 de mayo de 2004

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