Pregón 2016

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PREGÓN SANTA QUITERIA 2016

PREGÓN SANTA QUITERIA


2016 Buenas noches, Quiterias y Quiterios…optenses y amigos El calendario, que nunca se detiene, y que cada año que pasa parece que va más deprisa, nos ha traído de nuevo el mes de Mayo, y con él, las fiestas de Santa Quiteria. Se acercan los días en que veneramos, celebramos y participamos devotamente en los actos que se celebran en honor a Ella. Se sucederán todo tipo de acontecimientos religiosos y profanos… también son días de reencuentro con los familiares, con los amigos, con aquellos antiguos vecinos que, por unas circunstancias u otras, ya no están a nuestro lado todo lo que quisiéramos, y en estos días también, aprovechamos para disfrutar de su compañía. No pretendemos con este pregón hacer una recapitulación sobre quién fue la Santa, su historia o su martirio, ya que eso es conocido por todos, ni tampoco sobre cuánto la amáis y respetáis, esa enorme devoción que le tenéis, sentimientos que nos trasmitís todos los años, emocionándonos el día de la procesión cuando la agasajáis con vuestros vivas y Loas. Más bien nuestra intención es compartir con vosotros los sentimientos que generan en nosotros estas fechas, estas fiestas en las que la música, y la música en la calle, juega un papel importantísimo las 24 horas del día, y que a nosotros, como músicos que somos, nos ha impresionado desde el primer año en que vinimos a tocar aquí. Queremos contar nuestras vivencias y experiencias de ellas… de eso tenemos mucho, gracias a vosotros, amigos… Sí, AMIGOS, porque desde el primer día en que nuestras dulzainas sonaron en el barrio, habéis estado allí, con nosotros, tratándonos como un Quiterio más, cuidándonos y haciéndonos partícipes de esta celebración, no ya dulzaineros ( o gaiteros, como nos llamáis) sino como parte importante de la gran familia de este barrio de San Gil. Para nosotros todo comienza el jueves por la noche, día en el que los Quiterios y Quiterias se reúnen en torno a la mesa… vuestro recibimiento es espectacular, nos hacéis sentir como el hijo que está fuera y vuelve a casa por Navidad, procurando en todo momento que no nos falte de nada…nos preguntamos por la salud, por las


familias, por el trabajo….en fin, un poco por todo, tratando de ponernos al día apresuradamente por la emoción del reencuentro… Antes de terminar la cena, ya suenan las dulzainas en el restaurante…hay muchas ganas de comenzar la fiesta, de bailar los galopeíllos y de hacer un poco de “ruido” antes de comenzar el pregón. Dice nuestro amigo Paco, y que no suene esto a falta de humildad, sino todo lo contrario, pues los que lo conocéis sabéis que es una persona modesta y humilde, que los gaiteros somos lo más importante de la fiesta, pues somos los primeros en comenzarla y los últimos en acabarla…no sé si será verdad lo de ser los más importantes, pero esto último bien cierto que es… Después del pregón, más galopeíllos y es noche de banderas: los jóvenes del barrio engalanan las calles y de vez en cuando piden algo de música, y nosotros no nos hacemos de rogar y tocamos por las calles, por los bares, y por donde sea preciso, sin apenas ser conscientes de lo que queda por venir…más de un jueves se nos ha hecho de día, almorzando en casa de Jesús y Elia, pero eso…es otra historia… La mañana del viernes, cuando Huete empieza a desperezarse, llega la primera diana, la de la Cerca, en la cual hemos instaurado ya como tradición uno de los momentos más emotivos para nosotros en esta fiesta, aunque desconocido para la mayoría de vosotros: es la visita a la residencia de ancianos, donde nos esperan año tras año para acercarles un poquito de música… ¡Más de una lagrima se nos escapa! Los abuelos lo agradecen, y lo demuestran con su mirada y su sonrisa. ¡No tiene precio ver sus caras de felicidad! También en esa primera diana pasamos por casa de Pablo, el presi, y Elena, y solemos despertar a sus hijos tocando las dulzainas en su misma habitación…no debe ser muy agradable, la verdad, pero ellos nos devuelven una amplia sonrisa e incluso, nos siguen hablando… Desde ahí solemos acabar la diana del viernes en casa de nuestro amigo Domingo, que siempre saca un rato para estar con nosotros y compartir una cerveza y jamón antes de ir a Carrascosa a por la banda Pero la fiesta continua y, corriendo, hay que subir a por las banderas, ya nos han avisado Raquel y Pepe, y en el Leis los Quiterios más jóvenes nos esperan para comenzar con el primer galopeillo, el cual da pie a la recogida de la Banda… ¡y qué BANDA!...banda de la Cruz Roja de Sevilla, que desde 1963 han llevado su arte y


buen hacer por muchas de las ciudades y provincias de España, llegando a Huete con aire fresco y olor a Azahar. Seguro que después de su Semana Santa y feria de Abril, es cita obligatoria venir a rendir pleitesía a nuestra Santa de la mejor forma, ofreciendo su música. Es un momento muy emotivo cuando llega el autobús: saludos apresurados, besos, abrazos…y enseguida dejar las maletas a todo correr, coger los instrumentos y arrancar con el primer galopeo…os aseguro que todos los años se nos saltan las lágrimas en ese preciso instante. Y el viernes se sucede entre galopeos, comidas, reencuentros con los más rezagados o los que no han podido acudir antes…el galopeo de subida es siempre impresionante, nos gusta acompañarlo desde casi la chopera, ver la banda desde la acera, saludar a unos y otros y tomar algo en el bar de Julián, donde años atrás siempre nos esperaba Jesús, el rubio, con cuya compañía disfrutábamos mucho, tanto en Huete como en Bonilla…¡Cuánto te echamos de menos…! Y cuando la banda llega al Leis, es turno para nosotros…comenzamos el galopeíllo en el que hemos notado como año tras año viene más gente con nosotros, lo cual es de agradecer, pues los músicos estamos más a gusto tocando para un público numeroso y entregado como sois vosotros, Quiterios… Después de esto la cena, el baile… la noche…y pronto, muy pronto, comienza la diana de la dulzaina. Apenas ha empezado a desmontar el conjunto sus bártulos, ya comenzamos nosotros a dar guerra desde la plaza Fray Ambrosio de Montesinos con nuestra diana, despertando a los habitantes del barrio: plaza del reloj, cuesta (¡Y qué cuesta!) del mercao, ermita de San Gil, y desde ahí comenzamos el descenso… Hemos de confesaros una cosa, aunque el programa dice que la diana comienza a las 7.45, lo cierto es que la empezamos como media hora antes, porque bajando desde San Gil siempre tenemos que hacer dos visitas obligatorias, una en casa de Gregorio y Julia Calle, que como madre de músico que es nos trata como si fuésemos sus hijos, atendiéndonos y mimándonos, y otra parada obligada la hacemos un poco más abajo, en la calle de las monjas, donde hicimos amistad con Domingo y Carmen desde el primer día en que vinimos a tocar a Santa Quiteria de Huete…al ver que nos cambiábamos la camisa en la calle, les dio apuro y nos dijeron que nos cambiásemos en su casa y desde entonces…no faltamos a la tradición de probar la limoná en su cueva.


Siempre nos impresiona el final de esta diana, que da lugar a la de la banda, donde todos los quiterios nos estáis esperando para que tenga lugar el toque de Oración y nos acordemos de los quiterios ausentes… Después es el turno de la banda: diana, recogida de autoridades y pasacalles hasta san Gil, donde solemos hacer el tradicional baile del paloteo antes de que comience la procesión…en tantos años como llevamos con vosotros, numerosos han sido los danzantes que han bailado al son de nuestros instrumentos, y quisiera pediros en este momento del pregón un fuerte aplauso para todos ellos, que son el alma del folclore y tradición de esta fiesta… La imagen de Santa Quiteria sale de san Gil, los vivas se suceden, cada cual más fuerte y con más sentimiento que el anterior, y después de los acordes del Himno Nacional, la Santa recorre las calles de Huete, acompañada de vosotros, sus devotos hijos, vestidos con sus mejores galas para la ocasión… Por la noche, el galopeo asciende inmenso y majestuoso, solemne y pausado por la calle Nueva…parece como si no hubiese ganas de que terminase nunca, como si quisiérais alargarlo eternamente, pero finalmente suena la coplilla y nosotros, en la misma calle, unos metros más arriba, nos preparamos para hacer el segundo galopeíllo, más numeroso aún si cabe que el del día anterior…¡da gusto sentirse tan acompañado! Más tarde iremos a ver la pólvora a casa de Gerardo y Esperanza, que junto con sus hijos Fernando e Isabel son como nuestra familia “postiza” en Huete durante estos días… gracias por ser como sois, sinceros y hospitalarios…sabéis que os apreciamos muchísimo… El domingo, de nuevo diana, y después de reponer fuerzas almorzando unos huevos con puntilla ¿verdad, Goyo?...nos disponemos a prepararnos para nuestro día fuerte, la procesión del cuadro o día de Santa Quiterilla. Después de dar unas cuantas vueltas en la plaza de la Ermita, tocamos el himno para meter solemnemente la imagen en el interior del templo e iniciamos el descenso…para nosotros es un día complicado, las horas de sueño y cansancio se van acumulando y es mucho tiempo seguido tocando, pero sacamos fuerzas de flaqueza e intentamos dar lo mejor de nosotros mismos para que todo salga perfecto… luego de dar una vuelta por la chopera, se hacen las danzas, antes en la tribuna y ahora en el escenario…nervios a flor de piel, el corazón que se sale por la boca,


rodillas que tiemblan…y al final, después de pasar el “trago”, lágrimas de emoción, besos, abrazos…¡estos y estas danzantes están hechos de otras pasta! En este día siempre tenemos en nuestro recuerdo a Ramón y a Ana, los primeros “caseros” de Paquillo…seguro que danzan su galopeo cogidos de la mano en la procesión del cuadro del cielo… Ya por la tarde, de un tiempo a esta parte nuestros amigos Carlos y Gloria nos han invitado a otra tradición, la de pasar la tarde de casa en casa de los amigos tomando limoná y picando algo, y junto a ellos y sus amigos (perdonad que no os nombre a todos, pero se nos está haciendo tarde) disfrutamos de ese enorme sentimiento de hospitalidad que reina en el barrio durante estos días. El galopeo de por la noche ya empieza a ser un poco menos numeroso, las obligaciones laborales no perdonan y muchos de vosotros habéis tenido que partir, pero aún queda el día del concierto, que iniciamos con una diana más tardía y más sosegada, sin prisas por llegar tarde… ¡Y es que, de verdad, estas fiestas se pueden convertir en algo estresante! Después del concierto, por la tarde se sucederá el último galopeo…los sentimientos que se palpan en el ambiente son una mezcla de tristeza porque sentimos que se acaba lo bueno, pero también de satisfacción por todo lo vivido durante estos días… Y después de despedir a la banda, como dice Paco, somos los últimos que terminamos, e iniciamos el ascenso a san Gil, donde bailaremos alrededor de la mesa y compartiremos limoná y jamón…después, la traca y el momento más amargo: las despedidas… El pregón va llegando a su fin: esperamos que os haya gustado, en él hemos querido transmitiros las sensaciones que vivimos en la fiesta, en la que nos habéis hecho sentir parte importante de la misma desde el primer momento…vamos a muchos sitios a tocar, pero desde luego, la manera que tenéis de tratar al músico que viene a tocar en ella hace de las fiestas de Santa Quiteria algo excepcional: nos hacéis sentir como en casa. Quisiéramos agradecer a todos los miembros de la comisión (Javier Grande, Pedro González y Gloria, que siempre saca un minuto para felicitarnos las Navidades, Antonio Corpa, Pedro Serrano, Javier Cuesta, Eulogio Corpa, Enrique Elvira, Ricardo


Guijarro y muchos más) que hayáis depositado vuestra confianza en nosotros para la elaboración de este pregón. Agradecer también a los miembros de todas las comisiones de todos estos años y muy especialmente agradecer al artífice de que hoy estemos aquí, José Fraile…como dice aquel, contigo empezó todo…gracias por confiar en nosotros aquel primer año en que nos contratasteis para tocar, por tu hospitalidad y la de toda tu familia, por abrirnos las puertas de tu casa y de tu corazón…¡muchas gracias! Y gracias a todos vosotros porque en realidad sois el alma de la fiesta. ¡VIVA HUETE ,VIVA EL BARRIO DE SAN GIL, VIVA SANTA QUITERIA!


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