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Dos modelos de país

Sería muy difícil hablar o escribir esta semana y obviar que hemos “sufrido” una moción de censura en el Congreso de los Diputados.

Y no me refiero al sufrimiento por las horas ni de oídos escuchando disparates desde los escaños de la ultraderecha y el ocupado por su candidato a la Presidencia del Gobierno, Ramón Tamames, que también…

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Me refiero al uso de las instituciones del Estado como arma para desgastar al Gobierno por un lado y a sus directos competidores entre el electorado de la derecha y la ultraderecha por el otro, a sabiendas, eso sí, del resultado de la votación.

Porque claro que lo sabían, sus socios de Gobierno en Castilla y León son los mismos que les pedirán su apoyo para gobernar en ayuntamientos y comunidades autónomas a partir del próximo 28 de mayo, por lo que sabían que no les iban a votar en contra.

El manoseo les define y no saber que el boomerang tiene billete de vuelta también.

Una moción de censura, por cierto, precedida por una salvajada mayor por parte de la liderasa Isabel Díaz Ayuso, a la que nadie en su Partido Popular se ha atrevido a afear. ¿Por qué será?. “Matadlos”, dijo, refiriéndose a la izquierda, y el PP, una vez más, dio el silencio por respuesta.

Tan callados como han estado en la moción de censura.

Agazapados, como el niño que se tapa la cara con sus manos para que no le vean los demás. Y no, el PP no ha sido un niño inocente y entrañable; ha sido un enorme elefante rosa metido a presión en el hemiciclo del Congreso de los Diputados.

Eso si, su vergonzosa actitud y su silencio provocaron que fuera la primera vez en la Legislatura que los diputados y diputadas del Partido Popular no interrumpieran al Presidente del Gobierno.

En definitiva, hay dos formas de gobernar, dos formas de afrontar una crisis, dos formas de comportarse ante quien piensa diferente y ante las instituciones y el discurso del adversario.

Dos formas de ser, dos formas de estar. En definitiva, dos modelos de país, el de aquellos que basan su modelo en la nada y el enfrentamiento y el del Gobierno de la gente. Seguimos.

A menudo me preguntan si lo que hacemos en el Congreso revierte realmente en las vidas de todos y todas, independientemente del lugar. Si un pueblo pequeño puede ver cambiada su realidad por las decisiones que se toman aquí, más allá de sus fronteras. Si quien nos da su confianza a través de un voto, puede esperar un cambio a mejor en su vida cotidiana.

Como alcalde y como diputado puedo decir con toda convicción que sí, pues esa es la raíz y el sentido de nuestro ejercicio parlamentario.

Tengo el privilegio de ser actor y testigo de cómo una necesidad surgida en cualquier punto de nuestra geografía acaba como una realidad que protege y facilita el día a día de nuestros ciudadanos. Citaré tres ejemplos de las comisiones en las que participo activamente:

Muchos vecinos son agricultores, y ha sido a través de la Ley de Cadena Alimentaria, tramitada por la Comisión de Agricultura, que se ha prohibido la venta a pérdidas, atendiendo una demanda histórica de los más débiles del eslabón.

Como ponente en la Ley de Igualdad de Trato y no Discriminación, he podido darle una nueva dimensión y un prisma más amplio a mi activismo por la igualdad.

Como portavoz adjunto de la comisión de Educación y Formación Profesional, he ayudado a defender y dignificar la Formación Profesional a través de la Ley de FP, que ya tiene presencia en nuestro municipio, donde se pretende ofertar un ciclo formativo de aceite y vino, y ampliar la formación en el sector del calzado.

Son solo ejemplos de cómo transformamos la realidad: de la semilla a la flor, del pueblo a la ciudad, del Congreso al Ayuntamiento.

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