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Moción de censura: ¡Tomemos nota!

La iniciativa de VOX de presentar una moción de censura partía, ya desde su origen, de la consideración de ser una propuesta estéril e inane, a lo que habría que añadir el peculiar proceso de elección del candidato y las declaraciones desgranadas tanto por Abascal como por el propio Tamames en los días anteriores a su celebración.

A ello se le sumaba la postura del líder del Partido Popular, Núñez Feijóo, ante la coyuntura de una votación que, entendía, podía dificultar su decisión de pactar con la ultraderecha allá donde fuera necesario para alcanzar el Gobierno. La resolución final, desaparición del escenario y abstención de los suyos, reafirma la total ausencia de reparos en pactar con VOX e integrar parte de su programa, por mucho que traten de disimularlo.

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El problema es que las consecuencias de este, permítanme calificarlo así, “espectáculo político” no son neutras, preocupándome especialmente la percepción que esta moción de censura pueda provocar en la ciudadanía respecto de la llamada clase política.

Por un lado, estarán aquellos que caigan en la desazón y en la desafección política al no poder comprender que, en las circunstancias por las que estamos atravesando (pandemia, volcán, guerra en Ucrania...), desde las Cortes Generales haya quienes prefieran invertir el tiempo en la frivolización de la política y no en resolver la vida cotidiana del conjunto de la población.

Por otro, y aguardo que sea una gran mayoría, estarán aquellos que hayan percibido que lo que realmente está en juego, como con acierto señaló Pedro Sánchez, es el modelo de país que pretendemos. Porque, como resultó evidente en el debate, ultraderecha y derecha siguen persiguiendo la vuelta a las políticas neoliberales cuyas nefastas consecuencias han quedado evidentes en la crisis que aún estamos atravesando.

Sus soluciones siguen pasando por la privatización y los recortes en los sistemas públicos de Sanidad, Educación y Pensiones, por la precarización salarial, por cercenar conquistas laborales, por la supresión de derechos como la eutanasia, el aborto, el Ingreso Mínimo Vital o el matrimonio igualitario, por la demonización de la inmigración, por la negación de la violencia de género o por la defensa de los privilegiados frente a los más vulnerables.

Así pues, y como conclusión, si algo ha evidenciado esta moción de censura es lo mucho que nos jugamos como país. ¡Tomemos nota!

Esther Padilla

PORTAVOZ ADJUNTA DEL GRUPO

PARLAMENTARIO SOCIALISTA Y DIPUTADA POR TOLEDO

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