Jesús T. Piñero y la Guerra Fria

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La gobernación de Don Jesús T. Piñero y la Guerra Fría: Para hablar de la gobernación de Don Jesús T. Piñero es preciso también examinar su contexto. Para entender el tiempo y el espacio de esa historia podemos identificar diversos elementos de su contexto: elementos económicos, sociales, políticos, culturales, hasta climáticos y geográficos. Cada uno de estos elementos, de diversas maneras, condicionaron los dos años y pico que duró la administración de nuestro primer gobernador nativo. La mayor parte de los procesos políticos internacionales de la segunda mitad del siglo respondieron de una manera u otra, a un conflicto ideológico, económico, político y militar que conocemos hoy como la “Guerra Fría”. Este conflicto de cuatro décadas entre los Estados Unidos de América (y sus aliados) y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y sus aliados, creó una visión particular de la humanidad y su posible futuro. Este conflicto llevó a los Estados Unidos a revisar sus políticas de seguridad nacional, tanto en las fases de la seguridad interna como la externa. El gobierno estadounidense evaluó sus estrategias militares a la luz de su nuevo poder nuclear y de la creciente fuerza soviética. En este proceso también evaluó sus relaciones exteriores y, en el caso del Caribe y la América Latina, a considerar de nuevo sus nexos con regímenes totalitarios y autoritarios. En cuanto a la seguridad interna, el macartismo y la cacería de comunistas, supuestos comunistas, rojos y “rosados”, impactaron la vida cientos y miles de estadounidenses. Esta mismas políticas, externas e internas, tuvieron un impacto directo sobre Puerto Rico y la gobernación de Piñero. La administración Piñero, de 1946 a 1949, transcurrió durante los inicios de este conflicto global. El historiador inglés Eric Hobsbawm ha identficado los años entre 1947 y 1951, como los años de mayor explosividad de toda la Guerra Fría.1 Comenzando con el discurso del Presidente estadounidense que esbozó lo que se conoció luego como la “Doctrina Truman”, en 1947, hasta el despido del General McArthur durante el conflicto en Corea, una marcada inestabilidad política caracterizó las relaciones internacionales. Ambos poderes, tanto Moscú como Washington, tantearon las fuerzas y las debilidades de su oponente, tratando de identificar los límites de su propio poder e influencia. Tanto el nombramiento de Piñero, como muchos de los eventos que marcaron su gobernación, respondieron a este proceso de tanteo y desafío internacional. Para analizar la gobernación de Piñero en el contexto de la Guerra Fría, propongo un acercamiento al proceso en dos fases: los esfuerzos dirigidos a fortalecer la seguridad “interna” (tanto dentro de los Estados Unidos como dentro de su colonia en el Caribe) y las relaciones “exteriores” y contra las amenazas externas.


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LA ADMINISTRACIÓN PIÑERO Y LA SEGURIDAD INTERNA Piñero investigado por el F.B.I. La influencia de este conflicto ideológico entre el capitalismo liberal y el socialismo del estado, se hizo presente en el proceso de Piñero aún antes de su nombramiento como gobernador. Desde marzo de 1944, el Negociado Federal de Investigaciones, mejor conocido como el F.B.I., investigaba los posibles vínculos del futuro Comisionado Residente Piñero con comunistas en y fuera de Puerto Rico. Las oficinas del FBI, tanto en San Juan como en Washington, rastrearon la correspondencia del legislador y luego Comisionado y entrevistaron a docenas de sus amigos, vecinos y conocidos en un intento por identificar cualquier posible “simpatía” que el hombre pudiera tener con individuos o grupos vinculados al comunismo. Resulta risible pensar en Don Jesús como candidato a comunista. Venía de una familia acomodada de fuertes simpatías republicanas. Sin embargo, los agentes asignados a su caso produjeron para sus superiores en Washington varios informes que citaban a supuestos conocidos de Piñero quienes alegaban que el hombre favorecía un gobierno totalitario para la isla y la repartición de todas las riquezas entre las masas pobres. No debemos olvidar que él que escribe un informe para sus superiores en Washington busca complacer a esos mismos superiores. Sin duda, si las oficinas centrales en la capital federal enviaban agentes a San Juan a buscar comunistas, les convenía a los agentes encontrar comunistas. Había que justificar la inversión de trabajo y dinero en esta búsqueda. Ciertamente, Piñero nunca fue un objetivo mayor de estas investigaciones. Para 1946, luego de su juramentación, cesaron los informes a Washington. Sin embargo, el mero hecho de que un hombre tan conservador, tan “pro americano” como Jesús T. Piñero fuera blanco de los esfuerzos investigativos del FBI, nos indica la fuerza que tenía, no tan sólo el director del FBI, J. Edgar Hoover, sino la obsesión con el comunismo que corría por los pasillos en Washington. Piñero y las “Leyes de la Mordaza” Quiero analizar con ustedes un segundo ejemplo de la influencia de la política interior anti-comunista en la administración Piñero. Y éste es, a mi juicio, uno de los episodios más tristes de su gobernación. En junio de 1940, aprobaron en los Estados Unidos lo que se conoció como el “Smith Act”. (El nombre de la ley era en realidad, “Alien Registration Act”, ya que obligó a todos los extranjeros residentes en los Estados Unidos a identificarse y registrarse con el gobierno federal.) Esta ley catalogó como delito “abogar, fomentar o enseñar la deseabilidad de derrocar el gobierno de los Estados Unidos o el gobierno de cualesquiera de sus Estados, Territorios, Distritos o Posesiones o el gobierno de cualquier división política de los mismos, mediante la fuerza o la violencia o el asesinato de


3 cualquier oficial de dicho gobierno”. La ley castigaba tanto las expresiones impresas como las verbales de cualquier persona que abogaba por el derrocamiento violento del gobierno. También castigaba la organización de cualquier grupo que tuviera entre sus objetivos este fin. Cualquier persona convicta de estas actividades podría ser castigada con hasta veinte años de cárcel y la imposibilidad de trabajar para el gobierno de los Estados Unidos durante un período de cinco años. Aunque esta ley claramente se aplicaba al caso de Puerto Rico por ser “territorio” o “posesión” de los Estados Unidos, ocho años después de la aprobación del Smith Act, en 1948, bajo la gobernación de Piñero, la Legislatura de Puerto Rico aprobó la Ley 53 que fue mejor conocida como la “Ley de la Mordaza”. El 10 de junio de 1948, el Gobernador Piñero firmó el proyecto de ley. Esta ley es prácticamente un calco de la versión original estadounidense. Es irónico que tan sólo una semana antes de Piñero firmar esta ley represiva y anti-democrática, oficiales del FBI en San Juan enviaron a sus superiores en Washington un comunicado en que preguntan sobre la posibilidad de abrir de nuevo una investigación sobre la lealtad y las actividades del propio Gobernador Piñero. Hay que señalar que en el caso del Smith Act, el objetivo principal de la ley fue, en aquel momento, el Partido Comunista de los Estados Unidos. Se acercaba para entonces la entrada de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial y era preciso identificar y, si posible, eliminar cualquier posible fuente de conflicto interno en la nación. En el caso de la Ley de la Mordaza, era el objetivo, sin duda, el nacionalismo militante, en particular, del Partido Nacionalista y de su líder, Don Pedro Albizu Campos. En realidad, tanto el Gobernador Piñero como el Presidente del Senado Muñoz Marín, consideraron al Partido Comunista de Puerto Rico una molestia más que una amenaza. Fue el nacionalismo militante y disciplinado el blanco de los esfuerzos del gobierno por controlar la disidencia. Es importante destacar el ambiente que existía en Puerto Rico en el momento de aprobar esta Ley. En la Universidad de Puerto Rico se había desatado una huelga que provocó varios incidentes violentos. Los periódicos señalaron a diversos sectores como los culpables de la agitación. Hay que recordar que uno de los incidentes que condujo a esta huelga fue la decisión de la administración universitaria de denegar una petición para celebrar una reunión en el Teatro de la Universidad en que el orador principal sería precisamente Don Pedro Albizu Campos. Como respuesta a la huelga, la administración universitaria ordenó el cierre de la universidad además de la expulsión de numerosos estudiantes y profesores. Además, unas semanas antes de aprobar la Ley de la Mordaza, se había producido el “bogotazo” en la capital colombiana. Los periódicos en Puerto Rico reportaron los sucesos violentos en Colombia con lujo de detalles y muchas fotografías. También, se había programado para celebrarse en el mes de mayo en San Juan, una reunión de la Comisión del Caribe. A esta actividad, asistirían oficiales representando los poderes coloniales de la región: Francia, Holanda y Gran Bretaña, además de los Estados Unidos. Para el gobierno insular, era imprescindible presentar una imagen de paz, concordia y progreso a estos visitantes. La preocupación por posibles actos de violencia llevó al Gobernador Piñero y a otros oficiales a pedir la posposición de


4 la conferencia. Esta petición fue denegada por Washington. Fue dentro de este ambiente de tensión, violencia y represión que fue aprobada la Ley 53. De nuevo, aquí me parece que es importante recordar que el período post guerra fue el momento de un gran movimiento descolonizador, desde la India hasta Africa e incluyendo Indochina. Por todo el planeta los movimientos de liberación nacional aumentaban su fuerza y sus reclamos de respeto, soberanía e independencia para los pueblos colonizados. El nacionalismo puertorriqueño formó parte de esta oleada de protesta y rebelión. La Carta del Atlántico, promulgada por Churchill y Roosevelt, había prometido a las colonias inglesas y estadounidenses una pronta atención a su situación política una vez terminada la guerra. Para los pueblos sometidos, había llegado el momento de hacer valer esta promesa. En el caso de Puerto Rico, bajo la gobernación de Piñero, ninguna persona fue acusada de violar la Ley 53. No fue hasta 1950 que el gobierno, bajo la gobernación de Don Luis Muñoz Marín, comenzó a formular cargos contra nacionalistas. Sin embargo, las acusaciones contra Albizu Campos y otros, se basaron en sucesos y discursos que datan de 1948. Aunque la “Ley de la Mordaza” en Puerto Rico no fue dirigida hacia “amenazas comunistas”, definitivamente fue utilizada para combatir la “amenaza interna” que constituía el nacionalismo y el independentismo. Tanto el gobierno de los Estados Unidos como el de Puerto Rico justificaron estas medidas anti-democráticas ante las percibidas amenazas a su seguridad interna. PIÑERO Y LAS POLÍTICAS DE SEGURIDAD EXTERIOR Piñero y la Marina: Vieques y el aeropuerto internacional Durante los primeros años de la Guerra Fría el objetivo de la “contención” de la amenaza comunista predominó en muchos aspectos de la política exterior de los Estados Unidos. La Doctrina Truman, esbozada en 1947, comprometió a los estadounidenses a socorrer a cualquier nación libre que se viera amenazada por las fuerzas comunistas. En el caso de América Latina, esta política se tradujo, entre otras cosas, en un reajuste de la presencia militar de los Estados Unidos en la región y un reacomodo con regímenes autoritarios. En realidad, la Segunda Guerra Mundial le proveyó a los Estados Unidos una oportunidad para expandir enormemente su presencia militar, tanto en Puerto Rico como en el Caribe y la América Latina. En Puerto Rico esta expansión incluyó la construcción de grandes bases militares y la ocupación, o re-ocupación de terrenos. Esta expansión militar comenzó aún antes de la entrada de los Estados Unidos al conflicto bélico. Se estima, por ejemplo, que la construcción de la infraestructura militar en Puerto Rico empleó a más de 17,000 personas. Y, entre 1939 y 1943, los Estados Unidos gastó más de $90 millones en obras militares en la Isla. De esta manera, el aumento de la presencia militar en la economía del país, coincidió con el advenimiento al poder del Partido


5 Popular Democrático y alivió en cierta medida algunos aspectos de la crisis económica. Sin embargo, durante la administración de Piñero, vemos que en algunos casos, esta presencia confligía con el programa de industrialización impulsado por el gobierno. En el caso de Vieques, Piñero había endosado los proyectos de la Corporación Agrícola en la isla-municipio. Esta corporación fue creada bajo la gobernación del antecesor de Piñero, Rexford G. Tugwell. Los proyectos iniciados en Vieques, que incluían ganado y una variedad de cultivos, fueron muy controversiales. Particularmente controversial fue el desempeño del Director de la Corporación, el Sr. Thomas Fennel, quien fue acusado constantemente de ser inepto y derrochador de fondos públicos. Piñero, sin embargo, endosó la Corporación y sus proyectos y llegó, incluso, a nombrar a su hermano Emilio a la Junta de Directores de la entidad. Sin embargo, en 1947, la Marina le comunicó a Piñero su intención de retomar una 14,000 cuerdas de terreno en Vieques; terrenos que habían devuelto en usufructo al gobierno de Puerto Rico. Esta decisión significaría el fin de los proyectos de la Corporación y un golpe mortal a la economía viequense. Piñero le comunicó tanto a la Marina como a la administración Truman su oposición a los planes de la Marina. La Marina, no obstante, justificó la expansión de su presencia, tanto en Vieques como en la Isla Grande, precisamente con la existencia de la amenaza comunista al hemisferio. En octubre de 1947, el Vicealmirante Daniel Barbey, encargado de las operaciones de la Marina en Puerto Rico, pronunció un discurso ante el Club de Leones en el Hotel Condado en San Juan. Según Barbey, existía en el mundo una “peligrosa infiltración comunista”. Aseguró a los presentes que los soviéticos tenían planes para expandir su imperio a Asia, Africa y hasta las Américas. Para impedir esta expansión, era imprescindible que los Estados Unidos ejerciera control sobre las aguas del Atlántico. Y, para lograr este control, el Caribe tenía que participar en los preparativos para defenderse de un posible ataque “desde ultramar”. Barbey indicó que comprendía los daños que la expansión militar podría causar a la economía de Vieques pero “por encima de todo está la seguridad nuestra frente a la seria situación que vivimos.”2 Sabemos que Piñero continuó en su oposición a los planes de la Marina y trató de negociar alternativas que pudieran salvar la economía viequense. También, todos sabemos que sus esfuerzos no lograron detener a la Marina y que hasta hace muy poco, su presencia en la Isla Nena fue un elemento determinante para la vida de todos los habitantes de Vieques. Y no es casualidad que el fin de la Guerra Fría, junto con la oposición tenaz y organizada de gran parte del pueblo puertorriqueño, trajera consigo el fin del dominio total de la Marina en Vieques. Como parte de sus planes de industrialización del país, el Gobierno de Puerto Rico propuso la construcción de un nuevo aeropuerto internacional. El turismo se vislumbraba como una posible fuente de progreso económico y la expansión industrial y poblacional requería unas instalaciones mucho más amplias que las existentes en Isla Grande. Luego de estudiar varios lugares, la administración Piñero determinó que el sitio idóneo para construir el aeropuerto sería la zona de Isla Verde en Carolina. De nuevo, la Marina de Guerra y el Vicealmirante Barbey se opusieron a los planes del gobierno


6 insular. La Marina tenía en la zona una estación de comunicaciones que era vital para sus operaciones en el área. La construcción del aeropuerto dejaría casi inoperante a esta estación. En el caso de esta disputa, fue necesaria la intervención de Casa Blanca y la visita a la Isla del ex gobernador de Puerto Rico y asesor del Presidente Truman, el Almirante William D. Leahy, para resolver el dilema. Hay que notar que durante su visita a Puerto Rico, Leahy trató no tan sólo el conflicto sobre los terrenos en Isla Verde, sino varios conflictos entre el gobierno insular y la Marina por una serie de propiedades de las Fuerzas Armadas que la administración Piñero buscaba recuperar para usos civiles. En el caso de Isla Verde, se llegó a un acuerdo que implicaba una especie de “trueque” entre las parte opuestas. La Marina cedería los terrenos en Carolina, pero podría adquirir tierra en Sabana Seca para establecer una amplia estación de comunicaciones. Lo que es importante señalar aquí son las motivaciones y justificaciones de las partes en conflicto. La Marina de Guerra podría justificar su expansión en Puerto Rico y el Caribe bajo la amenaza global de la expansión comunista. El gobierno de Puerto Rico, por otro lado, justificaba sus proyectos y planes con su programa de industrialización que fue, precisamente, dentro de la visión estadounidense, un ejemplo del éxito que se lograba cuando las fuerzas de capitalismo se combinaban con un gobierno “liberal y democrático”. Tenemos aquí el conflicto entre dos estrategias para combatir el mismo enemigo (el comunismo) dentro de la misma guerra (la Guerra Fría). Piñero y las nuevas relaciones exteriores de Estados Unidos: el régimen de Trujillo y la Comisión del Caribe El 16 de agosto de 1947, se celebró en Ciudad Trujillo, la “toma de posesión” de Rafael Leonidas Trujillo como Presidente de la República Dominicana. A esta ceremonia asistió el Gobernador Piñero acompañado por varios miembros de su gabinete, incluyendo el Comisionado de Agricultura, el Jefe de la Policía Insular, el Presidente de la Comisión de Recreo y Parques Públicos y su secretario ejecutivo. Estuvieron una semana en la República Dominicana y, según Piñero, realizaron varias “gestiones oficiales” relacionadas con “asuntos de interés para el pueblo de nuestro país”.3 En la conferencia de prensa que celebró el gobernador el día después de su regreso, informó a los periodistas: “Con respecto a mi viaje a Santo Domingo . . . quiero repetir que lo hice en mi condición de Gobernador de Puerto Rico, esto es, en calidad de diplomático”.4 Debemos recordar que, como gobernador nombrado por el Presidente de los Estados Unidos, Piñero era considerado oficialmente como “empleado federal”. Don Jesús siempre estuvo muy claro en este aspecto. Como gobernador, se consideraba, antes que nada, un representante del Presidente, y no primordialmente como representante del pueblo de Puerto Rico. En esta ocasión, me parece que las expresiones de Piñero respecto a su participación en este acto confirman su papel de representante presidencial. Sabemos que la presencia de Piñero en la toma de posesión de Trujillo fue motivo de controversia en la Isla. Su amigo, colaborador y Presidente del Senado, Don Luis Muñoz Marín, indicó en sus memorias que trató, sin éxito de convencerle a Don Jesús a no participar en estos actos para no legitimar la sangrienta dictadura trujillista. Muñoz indicó que según su parecer, la testarudez de Piñero en afirmar su decisión de participar en los actos, respondió a las presiones que había recibido desde el Departamento de


7 Estado.5 Se debe señalar que el anuncio oficial de la participación del Gobernador en este acto en República Dominicana se hizo precisamente desde Washington mientras éste estaba de visita en la capital federal. La participación de Piñero en estos actos refleja la manera en que los Estados Unidos estaba reevaluando su relación con el régimen de Trujillo. Desde el mismo año 1947, el Departamento de Estado de los Estados Unidos inició un acercamiento a la dictadura trujillista como un posible aliado contra el comunismo y como elemento estabilizador en el Caribe. Este acercamiento permitió por ejemplo que se volviera a venderle armas al régimen de Trujillo, un comercio que había sido suspendido anteriormente. Simultáneamente, el gobierno estadounidense intentaba desviar las críticas a la dictadura que procedían de otros gobiernos latinoamericanos, utilizando la doctrina de la no-intervención a través de la Organización de Estados Americanos.6 Mientras Piñero realizaba su visita diplomática a la vecina república, llegó de Washington otro anuncio. El Presidente Truman había nombrado al Gobernador “Comisionado” de los Estados Unidos en la Comisión del Caribe. Debo subrayar que en este caso, Piñero no representaba a Puerto Rico en esta organización sino a los Estados Unidos. En general, la participación de los caribeños en la Comisión del Caribe se limitaba a la Conferencia de las Indias Occidentales o West Indian Conference. En esta conferencia participaron puertorriqueños tales como Rafael Picó, Ernesto Ramos Antonini y otros. June 5, 1947 – esbozo del Marshall Plan La Comisión del Caribe se estableció en 1946 y fue sucesora de la Comisión Anglo-Americana. Ambas organizaciones fueron intentos de pacificar la zona y promover el desarrollo económico regional sin poner en riesgo la hegemonía política de los poderes coloniales. Tanto la Carta del Atlántico como los violentos disturbios en varias islas caribeñas durante las décadas de 1930 y 1940, obligaron a estos poderes a tomar medidas que atendieran a los reclamos de sus colonias. No obstante, a los participantes caribeños en la Conferencia de las Indias Occidentales los temas políticos eran vedados. Los poderes metropolitanos ejercieron fuertes presiones sobre los delegados, tanto en la Comisión del Caribe como en la Conferencia de las Indias Occidentales, para impedir siquiera la mención de cambios políticos en la región. El nombramiento de Piñero a esta Comisión nos comunica por lo menos dos hechos. Primero, nos indica el alto grado de confianza que los poderes en Washington tenían en la figura del Gobernador. Sabían que Piñero era un hombre leal y que no iba a provocar conflictos con la administración Truman. En segundo lugar, su nombramiento es un ejemplo de la estrategia estadounidense de promover la participación de los territorios en conferencias y actividades internacionales. La participación de los subordinados en estas actividades constituía una manera de contestarles a los críticos de la política estadounidense hacia sus colonias. Por ejemplo, mientras Piñero participaba en los actos en República Dominicana, Sol Luis Descartes estaba en Suiza como miembro de la delegación de los Estados Unidos en la Conferencia Internacional de


8 Comercio y Empleo auspiciada por las Naciones Unidas. Un oficial del Departamento del Interior de los Estados Unidos comentó esta participación señalando a la prensa que “la participación directa de los territorios y posesiones en reuniones internacionales constituye un importante paso hacia adelante”.7 Vemos entonces en estos dos casos citados cómo Puerto Rico, y específicamente Don Jesús T. Piñero, formaron parte de las nuevas estrategias estadounidenses para la región del Caribe durante los comienzos de la Guerra Fría. En este análisis no he hecho referencia a otro importante ejemplo de la influencia de la Guerra Fría en la administración Piñero. El propio proceso del nombramiento del primer gobernador puertorriqueño responde en gran medida a las presiones y posturas críticas de la Unión Soviética y sus aliados, además de gobiernos latinoamericanos. Este proceso ha sido analizado por el Profesor Héctor Luis Acevedo en su libro sobre Don Jesús. Sin duda, el complejo camino que terminó con el nombramiento de Piñero a la gobernación provee una valiosa lección para cualquier persona que quiere conocer mejor las diversas líneas de pensamiento de esa época. Resumiendo Como maestros, sabemos que parte importante de nuestra labor es promover el pensamiento crítico entre nuestros estudiantes. El estudio de la Guerra Fría y sus consecuencias para Puerto Rico nos da la oportunidad de involucrarlos en la discusión de ideas fundamentales para la convivencia humana: la tolerancia, la resolución de los conflictos, los derechos humanos y civiles, el respeto hacia la búsqueda de la verdad, los límites y la posibilidades de la libertad humana. Nos da el espacio para promover en ellos una visión del mundo que supere el conflicto clásico entre los “buenos y los malos”, los “nuestros” y los “otros”. Nos permite analizar con ellos la complejidad de los procesos políticos y sociales. Un estudio serio y consciente del impacto de la Guerra Fría en Puerto Rico nos invita a una mejor comprensión de nuestra sociedad actual. Jaime Partsch Historiador Colección Jesús T. Piñero, Universidad del Este, Carolina 1

Eric Hobsbawm, The Age of Extremes, A History of the World, 1914 – 1991. (New York: 1994), pág. 229. 2 El Mundo, 16 octubre, 1947, citado en “The Cold War and the Second Expropiations of the Navy in Vieques”, César Ayala Casás y José Bolívar Fresneda, pag. 16. 3 El Imparcial, 25 agosto de 1947, pag. 3. 4 El Imparcial, 26 agosto de 1947, pag. 2. 5 Luis Muñoz Marín, Memorias (San Germán: 1992), pág. 187. 6 G. Pope Atkins, The United States and the Trujillo Regime, (New Brunswick: 1972) pág. 47. 7 Cita del Sr. Edwin Arnold en El Imparcial, 28 de agosto, 1947, pág. 3.


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La gobernación de Jesús T. Piñero en el contexto de La Guerra Fría Breve bibliografía La gobernación de Piñero, desde septiembre de 1946 hasta enero de 1949, transcurrió durante los primeros años de la llamada Guerra Fría. Muchos de los procesos y acontecimientos que marcaron esta época en Puerto Rico fueron influenciados por este conflicto internacional. A continuación algunos de los recursos que puede utilizar el/la maestro/a para desarrollar en los estudiantes una comprensión más amplia de las gestiones del gobierno de Piñero dentro de este contexto.


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Recursos electrónicos (en la Red): “The Cold War Files, Interpreting History Through Documents”, portal auspiciado por el Cold War International History Project. Incluye fuentes primarias (documentos en PDF) y actividades para llevar a cabo en el salón de clases. En inglés. http://www.coldwarfiles.org/index.cfm?fuseaction=home.flash Colección Jesús T. Piñero, Universidad del Este En la página electrónica de la Colección encontrarás fotos, documentos, una breve biografía y enlaces a otros lugares en la red relacionadas a la vida, obra y época de Don Jesús T. Piñero. http://www.suagm.edu/SUAGM/une/portal_biblioteca/biblio_coleccion_pinero.htm

La “amenaza” interna: El nacionalismo puertorriqueño como fuerza subversiva Acosta, Ivonne. La mordaza: Puerto Rico, 1948 – 1957. Rio Piedras: Editorial Edil, 1998. Acosta, Ivonne. La palabra como delito, los discursos por los que condenaron a Pedro Albizu Campos, 1948 – 1950. Río Piedras: Editorial Cultural, 1993. Fernández, Ronald. The Disenchanted Island: Puerto Rico and the United Status in the Twentieth Century. 2nd edition. Westport, Conn.: Praeger, 1996. Trías Monge, José. Puerto Rico: the Trials of the Oldest Colony in the World. New Haven: Yale University Press, 1997. Las “amenazas externas”: Ameringer, Charles D. The Caribbean Legion: Patriots, Politicians, Soldiers of Fortune 1946 – 1950. University Park: Penn State University Press, 1996. Lafeber, Walter. America, Russia and the Cold War: 1945 -2002. 9th edition. New York: McGraw-Hill Higher Education, 2002. Parkinson, F. Latin America, the Cold War and World Powers, A Study in Diplomatic History. Beverly Hills: Sage Publications, 1974. Rodríguez Beruff, Jorge. Política militar y dominación: Puerto Rico en el contexto Latinoamericano. Río Piedras: Ediciones Huracán, 1988. Vida de Jesús T. Piñero: Acevedo, Héctor L., ed. Jesús T. Piñero: el hombre, el político, el gobernador. San Juan: Universidad Interamericana, 2005.


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Font Saldaña, Jorge. Jesús T. Piñero: In memoriam. San Juan: Biblioteca de Autores Puertorriqueños, 1952. Maldonado, Teófilo. Hombres de primera plana. San Juan: Editorial Campos, 1952. Olivieri, Luis F. “Jesús T. Piñero Jiménez: otros aspectos de su vida en el centenario de su nacimiento”. Revista Universidad de América, Año 9, núm. 1; mayo 1997: 11-16. Partsch, Jaime. Jesús T. Piñero: el exiliado en su patria. Río Piedras: Ediciones Huracán, 2006.


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