experiencia colonial, que había sido negativa, por la conjunción de las funciones soberanas –entre ellas la justicia– en la persona
del monarca, y más específicamente en la de sus representantes. También resulta clara la visión de Morelos de enmarcar
la impartición y administración de justicia al mandato de la ley. En efecto, la judicatura debe estar sometida, en el ejercicio
de su esfera competencial, al imperio de la “buena ley”, “[…] superior a todo hombre […]”8.
Tal sentir refleja, ya desde ese entonces, la preocupación
por dotar a la impartición y administración de justicia de un
estricto apego al principio de legalidad, erradicando todo tipo de discrecionalidad, incluyendo la de naturaleza judicial.
En el contexto de Los Sentimientos, la ley ocupa un lugar
preponderante, trascendental, precisamente por el sometimiento a ella, “[…] no sólo de los ciudadanos, sino también de los futuros poderes públicos […]”9.
Sentimiento 12.
Cfr. Jiménez Dorantes, Manuel, “12. Que como la Buena Ley es Superior a Todo
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Hombre, las que Dicte Nuestro Congreso deben Ser Tales, que Obliguen a Constancia y Patriotismo, Moderen la Opulencia y la Indigencia, y de Tal Suerte se Aumente el Jornal del Pobre, que Mejore sus Costumbres, Alejando la Ignorancia, la Rapiña y el Hurto”, en Cienfuegos Salgado, David (coord.), Ideas…, op. cit., p. 162.
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