SEXTA EDICIÓN • DICIEMBRE-ENERO 2017
Sabemos que, no obstante los resultados son positivos, mantener el desempeño deseado y los niveles de excelencia para el crecimiento que como nación aspiramos no es automático ni sencillo. La tarea de atraer y tener inversión productiva tiene lugar en un entorno global de competencia cada vez más fuerte e intensa, a lo que se suma el reto del lento ritmo de recuperación que muestran los flujos de inversión global. Debemos ocuparnos entonces en atender los retos existentes al tiempo que propiciamos el aprovechamiento de oportunidades presentes, y esto depende en gran medida de la efectividad con que fortalezcamos las condiciones actuales en algunas áreas prioritarias para desarrollo de negocios. En Costa Rica, de la mano de Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), desarrollamos una estrategia activa sobre cuatro pilares simultáneos, a saber competitividad, productividad, transparencia y competencia. Todos entendemos que las necesidades y requerimientos de los mercados son volátiles y cambiantes, por lo que resulta imperativo anticipar circunstancias, valorar riesgos, gestionar y operar en estos, para responder directamente a los retos en todas las áreas de la sociedad. El gobierno de Costa Rica está consciente de que estamos en un mundo de rapidísima evolución tecnológica en que los modelos de negocio están presionados a permanente ajuste y adaptación. La política pública no puede estar estática ante esto, sino ir a la vanguardia y propiciar condiciones óptimas para el crecimiento productivo y generación de oportunidades para la mayoría.
Nuestro gobierno tiene como norte fortalecer la actividad productiva de Costa Rica, en un contexto en que el fortalecimiento se traduzca en generación de oportunidades para el mayor número de personas, con mayor equidad y bienestar. Como parte de esto, seguiremos respaldando a las empresas del Régimen de Zona Franca, para que sigan creciendo y consolidándose, y seguir ofreciendo condiciones que les permitan operar con éxito, e impulsar mayor nivel desarrollo socioeconómico, como hasta ahora. Estamos comprometidos en facilitar un clima de negocios cada vez más competitivo, en que los actores del aparato productivo encuentren el lugar adecuado para establecer sus operaciones y crecer, aprovechando las oportunidades de los mercados mundiales, y contribuir a transformar la economía a una cada vez más basada en el conocimiento, la información, el desarrollo, la investigación y el emprendimiento. En este contexto, las Zonas Francas deben ser eje de los ecosistemas productivos en que están inmersas. La época de hablar del efecto derrame como la gran promesa del modelo de Zonas Francas ya no se sostiene. Necesitamos pasar a una nueva etapa, donde las Zonas Francas sean ancla de desarrollo, impulsoras de los ecosistemas productivos a los que pertenecen, y donde el modelo no sea visto como un enclave, sino como uno cooperativo, parte del tejido productivo y social del país.