Sopa de pollo para el alma

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Jack Canfield & Mark Victor Hansen

Sopa de pollo para el alma

El cuento del 333

Por aquel entonces yo participaba en un seminario de fin de semana en el Deerhurst Lodge, al norte de Toronto. El viernes por la noche, un tornado arrasó un pueblo llamado Barrie, situado más al norte; mató a docenas de personas y causó daños por valor de millones de dólares. La noche del domingo, al regresar a casa, detuve el coche al llegar a Barrie. Desde el arcén miré en derredor y me enfrenté al desastre. A mi alrededor no veía más que casas destrozadas y coches volcados. Esa misma noche, Bob Templeton volvía a casa por la misma carretera. Se detuvo, como yo, para contemplar el desastre, pero sus pensamientos eran distintos de los míos. Bob era el vicepresidente de Telemedia Communications, dueña de una cadena de estaciones de radio en Ontario y Quebec, y pensó que debía de haber algo que pudiéramos hacer por aquella gente mediante las estaciones de radio de Telemedia. La noche siguiente yo estaba trabajando en otro seminario, en Toronto. Bob Templeton y Bob Johnson, otro vicepresidente de Telemedia, entraron y se quedaron de pie al fondo de la sala. Ambos compartían la convicción de que tenía que haber algo que poder hacer por la gente de Barrie. Terminado el seminario nos fuimos al despacho de Bob, que estaba decidido a poner en práctica la idea de ayudar a las personas que habían sido víctimas del tornado. El viernes siguiente, reunió en su despacho a todos los ejecutivos de Telemedia. En la parte superior de una hoja escribió tres veces el número tres y se dirigió a sus ejecutivos: —¿No os gustaría reunir tres millones de dólares, para dentro de tres días, en no más de tres horas y entregarle ese dinero a la gente de Barrie? La única respuesta fue el silencio, hasta que finalmente alguien dijo: —Templeton, estás chinado. No hay manera de hacer lo que propones. —Un momento —lo detuvo Bob—. Yo no os pregunté si podíamos, ni siquiera si debíamos. Simplemente, os pregunté si os gustaría. —Claro que nos gustaría —respondieron todos.

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