Day sylvia crossfire 05 somos uno

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rodillas. Sus ojos se iluminaron y se humedecieron, como el cielo tormentoso después de la lluvia—. Eres una hermosura de hombre —susurró—. Ni siquiera sabes lo romántico que eres. Le rodeé la cara con las manos, secándole con los pulgares las lágrimas que le corrían por las mejillas. —No llores. No lo soporto. Me agarró de las muñecas y se levantó, apretando la boca contra la mía. —No puedo creer que sea tan feliz —dijo susurrando las palabras contra mi piel—. A veces no parece real. Como si estuviera soñando y fuera a despertarme y a darme cuenta de que sigo en el suelo del vestíbulo, viéndote por primera vez e imaginando todo esto porque estoy loca por ti. La ayudé a levantarse y la senté en mi regazo, hundiendo la cara en su cuello. Ella siempre veía lo que yo no. Me pasó las manos por el pelo y por la espalda. —Chris estará encantado. Cerré los ojos y la estreché con fuerza. —Ha sido obra tuya. Eva hacía que todo fuera posible, que yo fuera posible. —¿Ah, sí? —Rio suavemente, echándose hacia atrás para tocarme la cara con dulzura. —Eres tú, campeón. Yo sólo soy la afortunada que consigue un asiento en primera fila. De pronto, el matrimonio no me parecía suficiente para salvaguardar lo que ella significaba para mí. ¿Por qué no existía algo más vinculante que un mero trozo de papel que me diera el derecho de llamarla mi esposa? Los votos eran una promesa, pero lo que yo necesitaba era la garantía de que la tendría todos los días de mi vida. Quería que el corazón me latiera al ritmo del suyo y que se detuviera cuando lo hiciera el suyo.


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