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Cambio, miedo, resistencia Una nueva sección dedicada al cine, pero no sólo UNDERGROUND info@videoclubunderground.com

C

on este artículo iniciamos una serie en la revista Al Margen dedicada al cine, pero no sólo. El cine como propuesta para describir, retar y ampliar nuestra percepción de la realidad cotidiana. Y elegimos para la sección el título de una película de Buñuel, maestro aragonés en todo ello. Buñuel domina este medio como nadie, contando en su haber con obras bien conocidas como Un perro andaluz (España, 1929), Los olvidados (México, 1950) o El ángel exterminador (México, 1962), pero también otras menos nombradas e igualmente geniales como Él (México, 1952) o El fantasma de la libertad (Francia, 1973). Todas (y muchas más), muy recomendables. Volviendo al título de la sección, en esta serie de artículos intentaremos ser discretos y encantadores. Además, como es sabido, les bourgeois c’est comme les cochons (Jacques Brel, 1962). Y empezamos. Hablando de cambio, miedo y resistencia. Tres variables relacionadas sobre las que el cine ha puesto frecuentemente su objetivo a lo largo de la historia, con planteamientos muy diversos. Como muestra, tres botones bien distintos: El puente (República Federal Alemana, 1959), El planeta de los simios (Estados Unidos, 1968) y Mercado de futuros (España, 2011). En El puente (Die Brücke), Bernhard Wicki nos cuenta una historia que transcurre en los últimos días de la II Guerra Mundial. El escenario es un pueblo que sólo conoce la guerra de lejos, en el que la caída de una bomba en sus inmediaciones es motivo de curiosidad y aventura, especialmente para los más jóvenes, a pesar de que los adultos ya han sido movilizados y, a pesar también, de las noticias de bombardeos sobre Berlín. La llamada a filas del grupo de adolescentes protagonistas genera el entusiasmo de éstos y posiciones encontradas entre sus mayores. La fatalidad y el absurdo se alían y los jóvenes son destinados a proteger un puente escenario de sus juegos infantiles. Sin embargo, el puente es un objetivo militar que los alemanes ya han decidido abandonar. Con un solo día de instrucción, los jóvenes se ven abocados al enfrentamiento directo y en soledad con los invasores, lo que al principio se plantean casi como continuación de aquellos juegos, pero poco a poco se imponen la duda, el miedo y el horror de su

inútil resistencia. Esta producción es uno de los primeros intentos del cine alemán de postguerra por retratar la barbarie del conflicto y sus consecuencias. El planeta de los simios (Planet of the apes) es una película mucho más conocida, pero para la que recomendamos encarecidamente una revisita. Su director, Franklin J. Schaffner, a nuestro entender, merece tam-

bién atención. En su filmografía se incluyen títulos sorprendentes como El mejor hombre (1964) o El señor de la guerra (1965), altamente recomendables, películas ambas que indagan en las costuras del poder de forma descarnada. El argumento de El planeta de los simios sin duda será familiar a los lectores: un viaje espacial lleva a los protagonistas a un planeta ignoto, dominado por simios, en el que los humanos son tratados como animales inferiores. Esta es la primera sorpresa: el trato que recibe nuestra especie en la película, cruel y prepotente, nos recuerda muy pronto a la forma con la que nosotros mismos tratamos a otras especies en nuestro planeta. Y en la historia aparece desde el primer momento el miedo: miedo a lo diferente (un orden social claramente desfavorable para los protagonistas), miedo también a lo conocido (la tendencia hacia la violencia y la autodestrucción de lo humano). Como afirma Carlos Aguilar en su original y preciosa “Guía del Cine” (Madrid: Cátedra 2011, cuarta edición) la secuencia final “es razonablemente considerada como uno de los momentos ‘shock’ más conseguidos de la historia del cine”. Por último, Mercado de futuros, es la segunda obra de la directora Mercedes Álvarez, formada en la prestigiosa Escola de Cinema de Barcelona (http://www.ecib.tv/) y que ya nos deleitó con su opera prima El cielo gira (2005), ambas documentales. En Mercado de futuros la cámara transita a base de planos fijos (lo que parece, pero no lo es, una contradicción) por una feria inmobiliaria, que busca inversores para construcciones inexistentes, por el mundo de los intermediarios financieros, enloquecidos por el frenesí de los mercados, y por un rastro de Barcelona, con todo su caos a la venta. El contraste se plantea con la inclusión en la narración del personaje de Simónides, poeta y griego, a quien se atribuye el origen de la mnemotecnia (procedimiento de asociación mental para facilitar el recuerdo de algo). Lo que parece querer recodarnos la autora de esta película es el terrible proceso de cambio que hemos seguido y que nos ha llevado a perder el tempo, la mesura, la memoria. Como dice uno de los personajes del rastro retratado en la cinta, con una sonora carcajada, habría que romperlo todo y volverlo a hacer. Para todo esto, y mucho más, está el cine: archivo de memoria, de vida que fue y será.

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