El paradigma emergente

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según la cual una proposición debe ser literalmente una "imagen" de la realidad que describe (Malcolm, en Ferrater Mora, 1966, p. 72). De acuerdo con la manera como lo describe el mismo Wittgenstein, fue ante todo la aguda y poderosa critica de Sraffa la que lo llevó a abandonar sus ideas anteriores y a emprender la marcha por otros derroteros. Wittgenstein dijo que sus discusiones con Sraffa le hacían sentirse como un árbol al que se había despojado de todas sus ramas (von Wright, en Ferrater Mora, 1966, p. 34). La analogía básica que expresa la idea central de su segunda filosofía, el concepto de juego lingüístico, tuvo al parecer su génesis también en un hecho incidental. Wittgenstein solía dar un paseo hacia el final del día, a veces acompañado de algún vecino, profesor o estudiante de la universidad. Un día, al pasar por un campo en el que se estaba jugando un partido de fútbol, al reflexionar y analizar la dinámica de cada jugador en el equipo, se le ocurrió por vez primera la idea de que en el lenguaje combinamos juegos con palabras. Así como el Tractatus estaba dominado por la comparación entre proposiciones y pinturas, las Investigaciones filosóficas (IF) vuelven una y otra vez sobre la idea de que en el lenguaje jugamos juegos con palabras. Al igual que la teoría pictórica del significado, el concepto de juego de lenguaje era mucho más que una metáfora. Las palabras -insiste ahora Wittgenstein- no se pueden entender fuera del contexto de las actividades humanas no lingüísticas con las que el uso del lenguaje está entretejido: las palabras, junto con las conductas que las rodean, constituyen el juego de lenguaje. En ésta, como en otras partes de las Investigaciones filosóficas, Wittgenstein está argumentando en contra de sus propios puntos de vista anteriores. En el Tractatus la conexión entre lenguaje y realidad dependía de la correlación entre elementos del pensamiento y átomos simples del mundo. En las Investigaciones filosóficas Wittgenstein argumenta que la noción de átomos que son simples en algún sentido absoluto es una noción incoherente, y que es imposible establecer una correlación privada entre elementos del pensamiento y fragmentos de realidad. Los datos últimos son: en el Tractatus, los átomos que forman la sustancia del mundo; en las Investigaciones filosóficas, los átomos últimos son las "formas de vida" en las que están embebidos los juegos de lenguaje (conjuntos de actividades lingüísticas y no lingüísticas, instituciones, prácticas y significados "encarnados" en ellas). En esta línea de pensamiento, Wittgenstein responde a la pregunta de Russell (1983, p. 30): "¿En qué medida, si es que ésta existe, las categorías lógicas del lenguaje se corresponden con los elementos del mundo no lingüístico del que trata el lenguaje?" Dicho de otro modo: ¿las estructuras logico matemáticas que sustentan a las teorías científicas son análogas a las estructuras que sustentan al mundo? De hecho, el positivismo lógico estaba imbuido de la creencia según la cual se podía encerrar la problemática epistemológica, filosófica, antropológica, psicológica, sociológica, etc., en la del lenguaje, convertido, así, en el ser mismo de toda realidad humana. Igualmente, en lo que respecta a la determinación del sentido de una proposición, hay un cambio radical entre el Tractatus y la filosofía posterior de Wittgenstein. En el Tractatus se dice que uno entiende una sentencia si comprende sus partes constituyentes (4.024), pues no se requiere nada más, que dos sentencias con partes constituyentes diferentes diferirán también en su sentido, y que el sentido de una sentencia es fijo: fijado por las partes que la constituyen, etc. En su nueva filosofía, Wittgenstein rechaza toda esta concepción y afirma que para comprender una sentencia hay que comprender las circunstancias, pasadas y presentes, en que la sentencia es empleada. Tampoco acepta la idea de que la sintaxis o gramática del lenguaje está determinada por la realidad que representa, como sostuvo anteriormente; esto implica, a su vez, una desvalorización del análisis lógico, pues considera que no hay mayores cosas que descubrir en las formas lógicas de las proposiciones, y sí, en cambio, en las circunstancias, los usos, las prácticas y los propósitos con que son usadas las palabras y expresiones en la vida diaria. La expresión de Wittgenstein "las palabras tienen su significado sólo en el flujo de la vida" (Last Writings, vol. I, p. 118), su insistencia en que los conceptos solamente pueden ser


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