Medios y Políticas Públicas de Comunicación

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Capítulo 1 | Medios de Comunicación por la Democracia

LA AGENDA PÚBLICA Y LA FISCALIZACIÓN Dos de las potencialidades de los medios de comunicación, que han analizado históricamente los especialistas en Ciencias Sociales de las áreas más variadas, tienen una relevancia especial en el proceso democrático, especialmente cuando nos fijamos en el desarrollo de las políticas públicas: su capacidad de incluir temas en la agenda y de ejercer un control social de los agentes políticos, especialmente de aquellos que están encargados de comandar los diferentes ámbitos del poder público. Desde Maxwell McCombs y Donald Shaw, en 1972, a John Kingdon, en 2003, diversos pensadores han demostrado que los medios de comunicación ejercen una enorme influencia en el montaje de la agenda pública. De acuerdo con el célebre aforismo de Bernard C. Cohen, los medios “may not be successful much of the time in telling people what to think, but it is stunningly successful in telling its readers what to think about”.4 En este pensamiento está resumida la idea básica acerca de la capacidad que tiene la prensa a la hora de interferir, a partir de lo que publica y/o omite, en los temas que estarán entre los primeros de la lista de los que toman las decisiones. Ante la rápida expansión de las posibles áreas de interferencia del Estado – un crecimiento que está relacionado en gran medida con el reconocimiento de diferentes órdenes de derechos de los ciudadanos y de las generaciones futuras –, se ha ido haciendo cada vez más urgente la necesidad de definir prioridades entre las demandas que se llevan cotidianamente al ámbito público. Incluso los más desconfiados analistas del alcance propuesto por las teorías de la inclusión de la agenda han de coincidir en que, si se hace necesaria una elección y si se deben utilizar uno o más criterios para realizarla, el hecho de que la atención de los medios se centre de forma más intensa en determinados temas colaborará a la inclusión o a la retirada de un asunto de la agenda pública. Además, la frecuencia con la que la prensa transmite determinados temas es uno más de los elementos que cuentan a la hora de darles forma a las políticas públicas. A pesar de ello, es importante resaltar que esa no es la única condición que interfiere a la hora de tomar las decisiones políticas. Conforme ya hemos visto, ciertas cuestiones que, por ejemplo, afectan constantemente y de manera directa a la vida de los electores terminan viéndose poco influenciadas por el volumen de información que traen consigo los noticieros: por más que los medios insistan en no cubrir la salud, los electores van a seguir mostrándoles a sus representantes que este es un tema fundamental en sus vidas.

El control social

Por fin, toda política pública, en los regímenes democráticos, supone que los agentes responsables de ella deben mostrar un cierto grado de accountability. Sin embargo, mientras más externos al proceso sean los agentes responsables de ejercer este control, mayor credibilidad tendrá la iniciativa. Desde las discusiones entabladas por los Federalistas en la época de la constitución de la democracia norteamericana, se ve a la prensa como una de las principales instituciones de control social de los gobiernos elegidos. En ese sentido, la supervisión, no solo del lanzamiento oficial de proyectos, sino de su continuidad, de la idoneidad de su ejecución y de sus resultados es – o debería ser – una tarea que tendrían que llevar a cabo con ahínco los profesionales de la noticia. 4. Los medios de comunicación “pueden no tener éxito, la mayor parte del tiempo, a la hora de hacer que la gente piense de determinada manera, pero también tienen muchísmo éxito cuando hacen que el público piense sobre determinados asuntos”.

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