Volata#22

Ciclismo · Cultura · Periodismo DOSIER LA VOLTA 100 / ALEJANDRO VALVERDE & MARC SOLER / FEDERICO MARTÍN BAHAMONTES BERNARDO RUIZ / CAÑARDO, MASDEU Y MUÇ / RUBÈN PERIS / BARCELONA Y LA VOLTA UN SIGLO DE CARTELISMO CICLISTA / MIQUI PUIG / LA FUGA: VALLTER 2000, CICLISMO DE ALTURA JOHNNY WELTZ / TRO BRO CYCLO / DE GENDT & WELLENS EN MONTAÑAS VACÍAS TADEJ POGAčAR / MADS PEDERSEN / SANTA FIXIE / ROUBAIX / FEDERICO FELLINI www.volatamag.cc

“La Volta Ciclista a Catalunya ha començat al bar La Pansa, de la plaça d’Espanya. Allí, enmig d’una atmosfera carregada de fum, de cafè i de tabac negre, entre un grup de gitanos que discuteixen el preu d’un cavall i els trinxeraires del barri que venien a ensumar la glòria ciclista en la seva pròpia salsa, vèieu l’escena tendra d’un directiu de la Unió Ciclista de Sants que està dient els darrers adéus a la seva amantíssima esposa, mentre els corredors, amb els jerseis nous i lluents, donen els darrers tocs de mà als complicats formulismes de l’organització. Tot són crits, rialles, imprecacions. Us fa l’efecte que d’aquell bar en pot sortir qualsevol cosa —una vaga general, per exemple—; tot, menys una Volta Ciclista a Catalunya.”

Crónica telefónica de Josep Maria Planes publicada en el periódico "La Publicitat" el domingo 14 de junio de 1936 y titulada “De la Pansa a Manlleu”

Dirección — Olga Àbalos Redactor jefe — Isaac Vilalta Director comercial — Bernat Manzano Director de Arte y diseño — Enric Adell Corrección — Tony García Textos — Olga Àbalos, Borja Barbesà, Pep Boatella, Josep Maria

Cuenca, David Rovira, Xavier Cervantes, Javier Gilabert, Rafa Mora, Toni Padilla, Sergio Palomonte, Albert Rabadan, Álvaro Rubio, Pablo Sierra del Sol, Xevi Soler, Ramon Usall, Isaac Vilalta

Fotografía — Archivo Volta Ciclista a Catalunya, Ricard Calmet, Oriol Batista, Carlos Belén, Sarah Meyssonnier, Alamy Stock, Tomás Montes, Paolo Martelli, Enrique Calvo, Andrea Palazón, Miguel Ena, Oriol Rodríguez, Alex Turner

Ilustraciones — Enric Adell, Ana Oțelea, Miquel Wert, Dibuja y pedalea, Sr. García

Portada — Enric Adell Cita intro — Extracto del libro Planes d'Esport, de Josep M. Planes (Proa, 2007)

Web — Click Sound App (iOs, Android) y VOLATA digital — itBook.es Contenidos audiovisuales — Boogaloo Films Impresión — Agpograf, SA Distribución — Logintegral (España), Moovil.com.co (Colombia), Grøn (Uruguay y Argentina)

Edita — Hautacam 94, SCP Magalhaes 54 08004 Barcelona (Spain) NIF: J66347261

Depósito Legal: DL B 15920-2014 ISSN 2385-3654 Volata (Ed. impresa) ISSN 2385-3662 Volata (Ed. digital) © Hautacam 94, SCP

Contacto general — redaccion@volatamag.cc Publicidad y acciones comerciales — publicidad@volatamag.cc Suscripciones y pedidos — club@volatamag.cc Club Ciclista VOLATA — club@volatamag.cc Web — www.volatamag.cc Twitter / Instagram @ccvolata Facebook.com/volata Gracias — Emi Escudero, Javier García, Ferran Garcia, Josep

Maria Cuenca, Jorge Gil, Philippe Maertens, equipo de prensa Movistar Team (Jacobo Díaz-Jares), Albert Valero, Bernardo Ruiz hijo, Amparito Sebastià, Christian Prudhomme, Mauro Vegni, Laura Cueto, Laura Guijarro y Javier Guillén (Unipublic), Johnny Weltz, Enric Serra y Ricard Palou (FGC), Leticia Rodríguez (Grupo Ágora), Jean-Paul Mellouet (Tro Bro Leon), Delphine Martins, Juan Trujillo, Cyclist Magazine, Ángel Jiménez (Santa Fixie), Alberto Ayala (Gobik), Vuelta al País Vasco, Namuss Films, Rubèn Peris, Víctor Mur y a todo el equipo de la Volta Ciclista a Catalunya por hacer posible este número.

SUMARIO 9 UNA CARRETERA CORTADA 10 FELLINI, EL CENTENARIO

LA VOLTA 2024 12

16 "La edición 100", por Dibuja y pedalea

17 Tadej Pogačar, por Sarah Meyssonnier

18 JOHNNY WELTZ, por Xevi Soler

Editorial / ¿Y si descubrimos que una carrera es una celebración?

O ff-Topic / El Giro debería homenajear al cineasta cuando pase por Rimini Al otro lado del espejo / Crónica de una no tan lejana futura etapa de la carrera catalana Postales ciclistas

La instantánea

Después del ciclismo

DOSIER LA VOLTA 100

24 AFICIONADO 26 LA VOLTA EN CIFRAS 30 RUBÈN PERIS 40 CAÑARDO, MASDEU Y MUÇ MIQUEL ALEJANDRO VALVERDE & MARC SOLER 44 50 FEDERICO MARTÍN BAHAMONTES

El cantante y productor Miqui Puig recuerda cómo se apasionó por la bici La edición más larga, el puerto más subido, el corredor más laureado

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LA VOLTA ENTRE BASTIDORES

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UN SIGLO EN CIEN CARTELES

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DE LA REPÚBLICA AL FRANQUISMO

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MIRADA GLOBAL

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GLORIA E INSURGENCIA La relación entre la Volta y la construcción de la Barcelona del S. XX, por Xavier Cervantes Entre 1936 y 1939 Mariano Cañardo puso luz a una época convulsa, por Ramon Usall Cómo se ve la Volta con ojos foráneos La Fuga / CICLISMO DE ALTURA Ruta con final en Vallter 2000, una de las cimas de la Volta

Perfil de un auténtico competidor, por Mikkel Condé Urbano /

Una empresa puntal en la cultura del piñón fijo y la movilidad urbana, por Álvaro Rubio

Conversación entre dos generaciones de ciclistas, por Pablo Sierra del Sol

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El primer campeón español del Tour de Francia tiene aún la espinita de la Volta, por Josep Maria Cuenca

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La historia de tres pioneros de la Volta, por Toni Padilla e Isaac Vilalta

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Viaje gráfico a través del tiempo, por Pep Boatella

102 MADS PEDERSEN 104 SANTA FIXIE

La trastienda de la dirección de una carrera World Tour

Una competición se construye a base de pequeños eslabones y muchos voluntarios, por Albert Rabadan

BERNARDO RUÍZ El ciclismo de antaño a través de la memoria del vencedor de la Volta más larga, por Rafa Mora

EDICIONES PARA EL RECUERDO

Cuatro ediciones que marcaron la historia de la carrera, por Javier Gilabert

El calendario cambiante y una participación no siempre exitosa marcaron los años 2000, por Sergio Palomonte

UNOS AÑOS COMPLICADOS

Cicloturismo / TRO BRO CYCLO La adrenalina de los tramos "ribinou" en la Bretaña francesa P ortfolio / MONTAÑAS VACÍAS Thomas de Gendt y Tim Wellens en su aventura turolense, por Miguel Ena Lugares / ROUBAIX Una ubicación y un monumento marcado a fuego por los amantes de las clásicas, por Javier Gilabert

127 TOP 5, LETRAS, A280, CLUB CICLISTA VOLATA Combinada

Foto: Javier MartĂ­nez de la Puente

EDITORIAL

Una carretera cortada, un día de fiesta

A

lgunos vecinos de la población gerundense de Banyoles están un poco cabreados porque durante más de seis horas tendrán las carreteras de acceso a la ciudad cortadas en un día laborable. ¿El motivo? Una etapa de la Volta Ciclista a Catalunya que, encima, consiste en una contrarreloj individual de poco más de 21 kilómetros. Vaya tostón. “Un día perdido”, comentan desde la Marisqueria Gils, situada en una de las calles afectadas por el paso de la carrera. “Nos cortan la calle y, claro, ¿cómo va a venir la gente a comer?” Otros establecimientos, como el Quatre Estacions, también con menú de mediodía, van a tener la Volta justo delante de la puerta aunque se muestran expectantes y menos negativos sobre lo que ocurrirá ese día. A pesar de que vivimos en una cultura en la que no hay que explicar qué es el ciclismo, todavía no existe una percepción unánime de lo que este puede representar. Una calle cortada, ¿es un castigo o es una oportunidad? ¿Una carrera ciclista es un activo social y cultural que hay que aprovechar o es un estorbo?

Si hoy viviera Ramon Torres (1898 - 1983), impulsor de la recuperación de la Volta después de la Primera Guerra Mundial y primer corresponsal de El Mundo Deportivo en el Tour de Francia en la década de los años cincuenta, no dudaría en hablar con el señor del bar para conocer por qué piensa lo que piensa y lo pondría en la crónica de la etapa del día. Si pudiéramos ver en acción a otro periodista de los años treinta, Josep Maria Planes, corresponsal en el periódico La Publicitat en la década de los años treinta, seguramente no dudaría en mezclarse con los clientes del bar y conocer qué piensan sobre el hecho de que una carrera ciclista pase por sus calles. Y si estuviera en el paseo marítimo de Calella, que hace ya nueve años que acoge la primera etapa de la carrera, a buen seguro se sentaría al

lado de los jubilados que aquel día no darían abasto a la hora de comentar todo lo que viesen.

La crónica social alrededor de un evento deportivo siempre ha sido tan importante como la competición en sí, porque sin público, sin aficionados, el deporte no sería lo que es.

Gracias a ese contacto popular el deporte puede ser vehículo de ideas y pensamientos y puede ayudarnos a interpretar el presente. Como cuando algunos británicos en contra del Brexit saludaban a los ciclistas del Tour de Yorkshire con banderas europeas. Como cuando el equipo Ineos se presentó en sociedad el año pasado y eso generó protestas entre los activistas ecologistas por las actividades de la empresa del magnate Jim Ratcliffe. Como cuando La Vuelta a España pasó por Teruel y los habitantes de la llamada "España despoblaba" sacaban pancartas con lemas “Teruel también existe”. Todo eso también es deporte.

El ciclismo tiene además esta capacidad de alterar la vida de las personas porque es uno de los pocos deportes que aún se celebra al aire libre, en la propia calle, en la que se congregan aficionados, curiosos y pasantes. Hay quienes lo disfrutan y aquel día piden permiso en el trabajo para ausentarse unos minutos y hay quienes se pasan el día refunfuñando y quejándose al urbano de turno porque no pueden pasar con el coche. Nadie es indiferente y quizás, sólo por eso, los periodistas deberíamos recuperar esa vieja costumbre de desviar la mirada hacia nuestros conciudadanos y añadirla a nuestras crónicas ciclistas y contribuir así a que un deporte que siempre ha hecho gala de su cercanía con el público, no se desconecte precisamente de él. Hablar de deporte también es hablar de la gente que lo vive, sea de la manera que sea. La Volta Ciclista a Catalunya cumple este 2020 su edición número cien alterando la rutina de miles de personas. ¿Una carretera cortada? ¡Un día de fiesta!

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OFF-TOPIC

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FEDERICO FELLINI Y RIMINI

Un esprint a la salud de Fellini Texto: Xavier Cervantes

I El director italiano Federico Fellini en una imagen sin fecha en los años sesenta, tras el rodaje de La Dolce Vita (Foto: Marka/eps)

talia sabe tratar a sus mitos.

Va con su carácter. Y este buen trato es aún más exuberante cuando hay dos mitos implicados en el juego. Por eso el Giro d'Italia 2020 no ha desaprovechado la oportunidad de reservarse un final de etapa en Rimini, la ciudad donde nació el cineasta Federico Fellini hace cien años. Será el miércoles 20 de mayo y, salvo permiso o abulia del pelotón (o hazaña flamenca), seguramente la victoria de etapa se decidirá al esprint después de una jornada costeando el Adriático desde Porto Sant’Elpido y pasando por Ancona y Pesaro.

Fellini fue Roma, la exhibió en Las noches de Cabiria (1957), en Roma (1972) y, sobre todo, en La dolce vita (1960). Pero Fellini fue antes Rimini, porque era la ciudad de su infancia y de su adolescencia, la que dejó para vivir otra vida. Quizás por eso fue poco amable con ella en Los inútiles (1953), en la que retrata a esa pandilla de zánganos que no se atreven a abandonar la quietud adriática que les hechiza en el embarcadero. Pero la infancia siempre vuelve, y entonces la memoria escupe los recuerdos de otra manera, más reconfortante. Eso es Amarcord (1973), la evocación eróticofestiva de los días en el cine Fulgor, en los matorrales del Gran Hotel y en aquella amplísima playa desde donde se divisaba el transatlántico Rex. Ese es el paisaje que mostrará el Giro cuando llegue a Rimini. Y si la realización televisiva está a la altura, el helicóptero debería poner a todo volumen en ese momento la música de Nino Rota. Al fin y al cabo, se trata de honrar a una gloria italiana en su centenario. Y las glorias italianas siempre son las más grandes.

Km 11

AL OTRO LADO DEL ESPEJO HISTORIAS DE CICLISMO FICCIÓN

Volta a Catalunya 2024 Viernes 29 de marzo de 2024.

Ripoll – Guardiola de Berguedà 5ª etapa de la 104ª Volta a Catalunya Texto: Borja Barbesà — Ilustración: Miquel Wert

T

an sólo estamos en el mes de marzo, pero algunos de los nombres que parecen destinados a marcar la temporada 2024, al menos en lo que a vueltas por etapas se refiere, ya parecen estar claros. Y no sólo eso, sino que un puñado de ellos están presentes en la Volta a Catalunya y, dando todavía otro giro de tuerca a la buena ventura, aún añadiríamos más: han acudido a la ronda catalana con gran ambición competitiva. La distancia de tan sólo tres meses con el inicio del Tour hace de la Volta un punto óptimo del calendario para que muchos de los que se van a batir el cobre en julio por las carreteras francesas libren aquí un primer round de prestigio.

Si el miércoles, en la contrarreloj que discurre por los alrededores de Cervera, fue Evenepoel quien golpeó primero, aventajando a sus rivales en un mínimo de treinta segundos —mucho más en algunos casos—, ayer emergieron nuevos protagonistas. Tanto sus rivales generacionales Pogačar y Sosa, como corredores de largo recorrido, como Simon Yates, Superman López o Giulio Ciccone, lograron recortar algún segundo al belga en la subida final a La Molina. Así hoy, con la segunda de las dos etapas de alta montaña que figuran en el menú de esta Volta, la batalla parece asegurada.

De salida en Ripoll, donde se volverá tras una una cincuentena de kilómetros recorridos por el bucle del Coll, Canes y Capsacosta, de inmediato empiezan los ataques para formar la escapada. Corredores de mucho nivel como Lucas Hamilton, Hugh Carthy o el prometedor Marco Brenner circulan en un grupo delantero de una docena de unidades.

Detrás, el Keyrock-QuickStep de Evenepoel toma el mando con decisión, pero sin apretar en exceso. El recorrido es perfecto para una escapada de calidad que se entienda,

puertos largos pero muy tendidos, buenas carreteras, aunque curvilíneas. Terreno más bien de media montaña, pero con el coloso aguardando en el horizonte: hoy se estrena en una prueba de primer nivel el Coll de Pradell, una de las golosinas altimétricas del monte catalán, con su perfil por la vertiente de Fumanya, que se asemeja a un doble colmillo o, por qué no, a la silueta icónica del vecino Pedraforca.

Subiendo el Coll de Merolla, que en realidad es poco más que un falso llano, la fuga lleva cuatro minutos y medio a un pelotón algo aletargado, al menos visto desde fuera, desde la comodidad del cronista que no da pedales. Sin embargo, a un par de kilómetros de la pancarta ocurre algo inesperado. Simon Yates acelera y toma unos metros de ventaja que poco a poco se van ampliando. El grupo principal parece no reaccionar, incrédulo frente al hecho de que haya ataques en el pelotón cuando ya rueda por delante una escapada consolidada. Pero el equipo de Yates, el Gusto, de licencia taiwanesa y ascendencia australiana, parece que lo tenía todo medido y Hamilton, que anda por delante, ya está comiendo, bebiendo y esperando a su compañero.

Ambos corredores se encuentran poco después de La Pobla de Lillet, y el australiano tira del británico. A la altura de Guardiola, la cabeza de carrera lleva una ventaja de 3’20” a la dupla del Gusto y el pelotón se halla a 4’10”. Se ha efectuado un primer paso por meta, pero queda todavía por delante el meollo de la etapa. En los ocho kilómetros que quedan hasta el pie de la subida a Fumanya-Pradell, las diferencias más o menos se mantienen, así que Yates empieza la ascensión con algo menos de un minuto de ventaja respecto a sus principales rivales por la general. Hamilton es capaz de darle unos buenos relevos durante los tres pri-

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AL OTRO LADO DEL ESPEJO HISTORIAS DE CICLISMO FICCIÓN

En un sálvese quien pueda, Sosa se distancia mínimamente de Pogacar y ambos alcanzan cerca de la cima a Carthy. Caruso ha cedido, y también se ha visto superado por Bennett, Yates y López, mientras Evenepoel sufre

meros kilómetros de puerto, pero a la altura de Sant Corneli Yates decide tirar hacia adelante por su cuenta. Atrás, sin elección, el Keyrock se ha puesto manos a la obra, pero ya sólo cuenta con Knox y Bagioli, además de Evenepoel, en un pelotón ya menguado a una veintena de unidades. En cabeza de carrera, Carthy y el veterano Damiano Caruso andan algo destacados, conscientes de que para tener opciones en la etapa, no pueden estar contemporizando hasta casi el final.

Pero, al poco rato, en el grupo del líder ¡ataca Ciccone!

El corredor del Segafredo no se fía de Yates y decide ir a por él. A su rueda salen Sosa, Bennett, López, Pogačar y, algo después, Wellens, Bagioli y Evenepoel. El octeto se entiende solamente a ratos, obligando a que sea Bagioli, compañero del líder, quien lleve el paso, pero lo sabotean periódicamente con ataques poco convincentes. Esto supone una tortura para el compañero italiano de Evenepoel y su desempeño parece tener los segundos contados.

En efecto, un arreón de López acaba por descolgarlo, junto con Wellens y Ciccone, que había pecado de atrevido. El líder está aislado, Yates anda todavía medio minuto por delante y Carthy y Caruso aguantan en cabeza, pero con menos margen.

Es cuando faltan dos kilómetros para llegar al Coll de Fumanya que llega un ataque ya durísimo. En este caso es Pogačar quien ensaya un cambio de ritmo que sólo puede seguir Sosa. El colombiano de Movistar se agarra a la rueda del esloveno, con Bennett y López a pocos metros… y Evenepoel perdiendo contacto con estos dos. El último tramo es más suave (en torno al 5%) y con una cima prácticamente llana, pero se levanta viento, y los pocos metros de diferencia que se llevan los corredores se transforman rápidamente en una decena de segundos. En el par de kilómetros que hay de descenso hasta el desvío de la cima de Pradell, Pogačar

y Sosa alcanzan a Yates, mientras Evenepoel hace lo propio con Bennett y López. La subida que tienen que afrontar ahora no llega a los cuatro kilómetros pero se acerca al 11% de media, con rampas puntuales que superan el 20%.

En un sálvese quien pueda, Sosa se distancia mínimamente de Pogačar y ambos alcanzan cerca de la cima a Carthy. Caruso ha cedido, y también se ha visto superado por Bennett, Yates y López, mientras Evenepoel sufre. Un minutito cede el líder a Sosa, y muy poco menos a Pogačar, ahora virtual líder de la carrera. Una vez coronado Pradell hay que afrontar el descenso hasta Saldes. Allí el bravo belga alcanza a Bennett, López y Yates, mientras Pogačar y Sosa se reagrupan y dejan atrás a un Carthy que parece haber agotado ya sus opciones. Un tramo de ligera subida es aprovechado por Evenepoel para ponerse con los brazos extendidos sobre la cruz del manillar, en posición de contrarreloj para afrontar la llegada a la meta. El GPS le concede 50 segundos de retraso, pero el pedaleo se percibe ágil. Estas pendientes del cuatro o cinco por ciento se le dan mejor que las de doble dígito de hace unos minutos, y con su empeño consigue que Yates, Bennett y López renuncien a la tortura de mantenerse a su velocidad de crucero. Tras Maçaners, sólo queda bajar hasta meta. Allí, contra la mayoría de pronósticos, Sosa le gana el esprint y la mayor bonificación a Pogačar y, cuando el colombiano aún permanece con los brazos en alto, Evenepoel encara ya la recta de meta. ¡El belga mantendrá el liderato! Al final solo ha entregado 32 segundos que, por ahora, le valen para la general. Pogačar se queda a 14 segundos y Sosa a 27. Los grandes puertos se han acabado, pero mañana quizás se pueda desencadenar una batalla en el Coll de Sant Bartomeu, poco antes de llegar a Mataró. Y si no, lo que pueda deparar la siempre agitada jornada de clausura en Montjuïc, en Barcelona.

Menuda Volta.•

Km 14

POSTALES CICLISTAS POR DIBUJA Y PEDALEA

Mรกs informaciรณn en: Instagram: @dibuja_y_pedalea

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LA INSTANTÁNEA

Tadej Pogačar

Vigésima etapa de La Vuelta. Es el tipo de jornada en la que los nervios de los favoritos están a flor de piel. El perfil no es fácil, y, como con toda esta Vuelta 2019, las montañas se interponen en el camino de los corredores para conseguir el título. Los cuerpos están cansados, empapados en sudor. Este mundo nómada ha recorrido ya más de 3.000 kilómetros. Yo también estoy agotada después de tantos días sobre la moto, pero sigo alerta, buscando la “foto del día” que espero que deleite a mis jefes de los servicios de prensa y comunicación de la carrera.

El ritmo de la etapa es difícil de mantener, se crean muchos grupos pequeños. Como fotógrafa debes aprender a navegar entre ellos sin perderte nada. También necesitas saber cómo buscar lugares elevados para capturar la belle-

za del paisaje. Cuando escucho por radiovuelta que Tadej Pogačar se escapa, le ruego a mi motorista que se detenga en una de las curvas del puerto. La perspectiva es magnífica.

Noto el frenesí de la competición, que es lo que me ha dado la energía a lo largo de veinte etapas.

El sonido del helicóptero nos indica que el joven corredor esloveno se nos está acercando. Está solo, solo contra todos.

Es el único que podrá marcar la diferencia entre todos esos cuerpos agotados. Pasa por delante de mi cámara. Tomo algunas fotos con el teleobjetivo y luego cambio rápidamente al gran angular para apreciar mejor el ambiente y el decorado natural. Entonces su actuación en la etapa, la puesta en escena, el ciclista, todo se une para componer una de las tomas más bellas conseguidas en esta Vuelta.

Texto y foto: Sarah Meyssonnier www.instagram.com/sarahmeyssonnier

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DESPUÉS DEL CICLISMO

“Lo más duro es decirle a un corredor que está perdiendo el tiempo dedicándose a esto”

JOHNNY WELTZ EX CORREDOR PROFESIONAL

No ha pasado ni un solo año de su vida profesional desvinculado del ciclismo.

Tras ser corredor profesional de 1987 a 1995, Johnny Weltz (Copenhague, 1962) continuó su carrera como director deportivo en el Motorola. Se mantuvo en ese puesto en la estructura del US Postal de Lance Armstrong y siguió posteriormente en otros equipos como el CSC y el Garmin. Hasta hoy, en que tiene un nuevo reto como director deportivo del Antiga Casa Bellsolà Cycling Team, un equipo que lucha para conseguir ser profesional en breve.

Texto: Xevi Soler — Fotografía: Oriol Batista

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JOHNNY WELTZ

Nunca has dejado el ciclismo…

No, es mi vida. Corrí en amateurs, pasé a profesionales y, cuando lo dejé, entré en la estructura del Motorola como director deportivo. Y hasta hoy. ¿Estás obsesionado con este deporte?

No, que va. Pero si yo soy carpintero. ¿Carpintero?

Es mi profesión. Alternaba mi trabajo como carpintero cuando corría, durante el invierno en Dinamarca, porque entendía que para un ciclista es muy importante tener una formación para el momento en que lo tengas que dejar.

Pero si nunca has dejado de estar vinculado al ciclismo Pero, de verdad, no me he obsesionado con ello. Lo hago porque me gusta mucho y porque, supongo, la gente cree que soy bueno en mi trabajo. Pero no me obsesiono, me gusta estar activo y no dejar de hacer cosas. Puedo ser carpintero, fontanero, electricista... soy muchas cosas.

Las acreditaciones que el danés acumula en casa denotan toda una vida dedicada al ciclismo profesional perfecto para nuestro deporte; buen clima, buenas carreteras, tienes el mar y la montaña cerca, una gran ciudad como Barcelona, el aeropuerto... Incluso hay muchos equipos que siguen viniendo a Girona; el EF Pro Cycling tiene aquí su estructura, también el MitcheltonScott, el Israel Start-Up Nation...

Un reto muy diferente a los que has tenido hasta ahora.

Pero igual de importante. Es tan emocionante correr un Tour con la intención de ganarlo como intentar participar en la Volta a Catalunya con el equipo Bellsolà en un plazo de sólo dos años.

Eres un tipo singular porque, de entrada, estás viviendo en Montagut, un pueblecito muy pequeño alejado de los grandes centros ciclistas.

Me encanta. Me instalé aquí porque hace muchos años compartí equipo con mi amigo Pere Muñoz, que vive aquí.

Es un sitio perfecto. He intentado instalarme en Dinamarca un par de veces, pero al final siempre tengo ganas de volver a Montagut. Creo que ya he tirado la toalla en lo de volver a mi país.

Y tú aspiras a sumar otro equipo profesional aquí.

Es a lo que estamos ahora con el Bellsolà. Creo que la zona merece tener un equipo profesional propio, pero no es tan sencillo, hay que trabajar mucho deportivamente, pero también buscar patrocinadores para conseguir dinero.

¿Esta es tu lucha?

A medio plazo, sí. Hay que ser realistas y ver que hay dificultades. El calendario World Tour actual cierra un poco las puertas a los equipos que no son de la máxima categoría. Antes, un equipo que ahora sería Continental o Profesional Continental podía correr muchas más carreras que en la actualidad.

¿Incluso ahora? Tienes a tus hijos allí.

Ellos nacieron aquí pero es cierto que actualmente viven en Dinamarca. Pero te aseguro que, siempre que pueden, vuelven de visita. Mi mujer trabaja en Ginebra y es difícil combinarlo, pero yo estoy muy a gusto aquí.

Fuiste uno de los pioneros en ir a vivir a Girona —Montagut se encuentra a unos sesenta kilómetros—. Detrás de ti vinieron muchos profesionales, como Lance Armstrong y compañía. ¡Y siguen viniendo muchos! Es un sitio

¿Esto es trabajo de un director deportivo?

Yo creo que sí. Miro el trabajo de una manera más global. No se trata sólo de ir a las carreras y dar cuatro instrucciones a los corredores. También hay que seguirlos todo el año y estar implicado con el equipo para que, por ejemplo, llame la atención de los patrocinadores. ¿Como si trabajaras en marketing?

Exacto. Me gusta mucho todo lo relacionado con el marketing. Un equipo puede ganar mucho, pero no ser el más conocido. Hay aspectos que influyen, como el trato con los fans, la forma de usar las redes sociales, el trato con la prensa...

Km 19

Seguro que con tu experiencia captas a simple vista a los futuros corredores.

Sí, pero no te voy a decir nombres.

Ahora en el equipo hay un par de chicos que apuntan muy buenas maneras y que, si nada se tuerce, pueden acabar siendo muy buenos ciclistas. Y te aseguro que viviré con igual ilusión si, por ejemplo, alguno de mis chicos en un futuro ficha por un equipo World Tour que cuando dirigía un equipo con un corredor que ganó el Tour de Francia.

En tu equipo das consejos a un grupo de chicos que no te habrán visto correr nunca…

Buscan videos en Youtube de cuando

DESPUÉS DEL CICLISMO

"Una vez le dije a Hesjedal que su actitud en el equipo era nefasta y que ningún compañero lo ayudaría. Al principio reaccionó mal pero luego cambió y... ¡hasta ganó el Giro!"

corría para ver quién es ese abuelo que les da instrucciones. ¿Y corres con ellos?

A veces sí. Me gusta mucho montar en bici y, además, viviendo aquí, ¿cómo quieres que no salga? Hay un montón de buenas rutas. Oye, que si me pillas en forma, voy rápido —risas. ¿No eres de los que se aburrieron del ciclismo?

No, no. A quienes les pasa esto, se equivocaron de oficio. Porque si cuando lo dejas no tienes ganas de montar más, es porque realmente odiabas en alguna medida la bici. Lo peor de ser profesional es el estrés que sufres, pero cuando lo dejas, también sueltas ese estrés y pasas a disfrutar de lo mejor, a ir en bici con más tranquilidad.

Johnny Weltz nos recibió en su casa de Montagut, donde conserva trofeos y medallas, como la de plata que consiguió en el Mundial de ciclismo en ruta amateur de 1985

Con tu experiencia puedes dar muchos consejos a los corredores.

Y a veces es duro. Me acuerdo de que una vez me reuní con Ryder Hesjedal y le dije que su actitud en el equipo era nefasta, que ningún compañero quería ayudarlo en las carreras por cómo era. ¿Y cómo reaccionó?

Al principio mal, no fue una conversación agradable. Pero luego reflexionó y cambió... ¡incluso ganó el Giro d'Italia! ¿Esto es lo más duro de tu profesión?

No, lo más duro es decirle a un corredor que está perdiendo el tiempo.

Porque ves que lo está dando todo por ser ciclista pero no se está formando y no tendrá futuro en el ciclismo. ¿Y esto lo has hecho muchas veces?

Algunas, sí, incluso se lo dije a mi hermano Kenneth. Sí, era corredor profesional pero veía que no tendría mucho futuro y que tendría que dedicarse a otra cosa, disfrutar de su familia...

Y aquí volvemos al principio, que es la necesidad de formación.

Exacto, con más formación no habría tantos problemas con los profesionales una vez lo dejan.• Km 20

LA VO

OLTA DOSIER

© Amsel Gold Race

EDITORIAL

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DOSIER LA VOLTA 100

Aficionado — MIQUI PUIG

CANTANTE Y PRODUCTOR —

E

se niño que anda subiendo y bajando entre los árboles de la Carretera de Sant Feliu con una bici transformada, soy yo. Mi yo de quince años, todo carrillos, ahora mismo sofocación a lo manga japonés de la década de los años ochenta. Un pequeño fanático de los pedales que, sin saberlo, fue pionero del trial-sin. Años después lo bautizaron con aire más sajón, más comercial. Sabe que, a esa hora más o menos, ocurre, y anda observando el cruce de La Masia con Can Quico, que son el restaurante y el bar locales. Y aparecen allí: hoy sólo son tres. El azul de sus maillots destaca en aquella tarde no muy luminosa. Se acercan, son ciclistas profesionales y el manga rollizo al que todos sus amigos llaman Miqui efectúa uno de sus trucos para descender lateralmente por un desnivel de metro y medio encima de la BH Meteor dorada con horquilla Figueras. El truco sale limpio. Hay horas y horas de entreno duro detrás. Cae justo cuando el grupo pasa. Entonces levanta la cabeza y recibe los parabienes de los corredores, que se alejan hacia el oeste. Sabe el nombre de uno de ellos: Melcior Mauri, héroe de la prensa comarcal. Más tarde lo verá durante las tardes de Tour, de Vuelta y de Volta. Porque no pasaban simplemente entrenando, la Volta, literalmente, pasaba por delante de casa, de la casa donde crecí, donde me convertí en este personaje que soy, porque antes de las guitarras hubo bicis, muchas, casi una por verano. Ciclocross, BMX, trial o simplemente diversión infantil. Ríanse de Stranger Things.

La Volta pasaba siempre por allí, en una etapa que acababa en el idílico paraje de Sant Miquel del Fai, y en la escuela nos dejaban bajar a ver la caravana multicolor. Las clases se posponían. Recuerdo ver pasar todo aquel mundo pop en su máxima expresión: maillots, bicicletas con tecnología avanzada (la del momento, la que impresiona), señores en coches potentes, ruedas que giraban encima de ellos y cámaras de televisión montados en motocicletas. Ahí nació el aficionado, el fanático, el que sustenta todo. Justo donde el sonido de cadena y piñones es música. El que lee, el que ahora mismo rastrea canales en busca de la belleza mientras saborea licor en el sofá. Nunca deben los poderosos olvidar la fuerza y pasión del aficionado. Sea en el arte, el deporte o la política. Sólo hace falta observar nuestro 2020. Que la Volta pasara por la puerta de casa fue clave para activar el fanatismo por un deporte que es todo belleza. Belleza, esfuerzo, mística, épica: todo. ¿Dónde leí que boxeo, ciclismo y minería eran los oficios mas duros del mundo?

Esta tarde, mi madre saca la ultima caja de la casa donde ha vivido cuarenta y cuatro años. La gentrificación también llega al extrarradio, como llegará, puntual otra, vez la Volta de este año.

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MIQUEL POBLET

(ESP) (ESP) (ESP) (FRA) (FRA) (ESP) (ESP) (FRA) (FRA) (ESP) (ESP) (ESP) (ESP) (ESP) (ITA) (ITA) (ESP) (ESP) (ESP) (LUX) (ESP) (ESP) (ESP) (ESP) (ESP) (ESP) (ESP) (ESP) (FRA) (ESP) (ITA) (ESP) (ESP) (ITA) (ESP) (ESP) (ESP) (BEL) (ESP) (ESP) (FRA) (ESP) (FRA) (FRA) (ESP) (PB) (FRA) (BEL) (ESP) (ITA)

1911 1912 1913 1920 1923 192 4 1925 1926 1927 1928 1929 1930 1931 193 2 1933 193 4 1935 1936 1939 1940 1941 194 2 1943 194 4 1945 1946 1947 194 8 1949 1950 1951 195 2 1953 195 4 1955 1956 195 7 1958 1959 1960 1961 1962 1963 1964 1965 1966 1967 1968 1969 1970 Durante casi una década, entre 1928 y 1939, Mariano Cañardo fue el gran dominador de la Volta en una época convulsa a nivel social. Pasará a la historia por su hambre de victoria y su verborrea.

Kilómetros totales de carrera

21

14

MARIANO CAÑARDO

DOMINGO PERURENA

Km 26

La primera Volta de Poblet

12

DELIO RODRÍGUEZ

El escudero de Tom Simpson

Los que acumulan más victorias parciales

11

MARIO CIPOLLINI

MIGUEL GUAL Etapas

Sebastiá Masdéu José Magdalena Juan Martí Joseph Pelletier Maurice Ville Muç Miquel Muç Miquel Victor Fontan Victor Fontan Mariano Cañardo Mariano Cañardo Mariano Cañardo Salvador Cardona Mariano Cañardo Alfredo Bovet Bernardo Rogora Mariano Cañardo Mariano Cañardo Mariano Cañardo Cristóbal Didier A. Andrés Sancho Federico Ezquerra Julián Berrendero Miguel Casas Bernardo Ruiz Julián Berrendero Emilio Rodríguez Emilio Rodríguez Emile Rol Antonio Gelabert Primo Volpi Miquel Poblet Salvador Botella Walter Serena José Gómez Moral Aniceto Utset Jesús Loroño Ricardo Van Genechtien Salvador Botella Miquel Poblet Henry Duez Antonio Karmany Joseph Novales Joseph Carrara Antonio Gómez Moral Ariel Den Hartog Jacques Anquetil Eddy Merckx Mariano Díaz Franco Bitossi

El primer campeón francés

Miquel Poblet: © Arxiu Oriol Rodríguez Miguel Gual: © Andre Escourrou

3 3 3 5 4 4 5 6 8 9 7 8 7 7 9 10 9 9 7 9 10 10 9 9 14 9 9 9 10 9 12 10 10 11 11 9 10 9 9 9 9 9 9 9 8 10 8 8 8 9

DOSIER LA VOLTA 100

UN SIGLO DE GANADORES El más laureado El caníbal también arrasó

7

MÁS LARGA: 1.852 KM

MÁS CORTA: 365 KM

MÁS LENTA: 22,9 KM/H

Velocidad media del ganador (km/h)

Cazadores de etapas

5 5 7 7 7 7 8 7 7 7 7 7 7 7 7 8 8 6 7 7 7 7 7 7 7 7 8 8 7 8 8 7 7 7 7 7 7 7 7 7 7 7 7 7 7 7 7 7 7

Etapas Luis Ocaña Felice Gimondi Domingo Perurena Bernard Thévenet Fausto Bertoglio Martínez Heredia Freddy Maertens Francesco Moser Vicente Belda Marino Lejarreta Faustino Rupérez Alberto Fernández José Recio Sean Kelly Robert Millar Sean Kelly Alvaro Pino Miguel Indurain Marino Lejarreta Laudelino Cubino Miguel Indurain Miguel Indurain Álvaro Mejía Claudio Chiappucci Laurent Jalabert Alex Zülle Fernando Escartín Hernán Buenahora Manuel Beltrán José Mª Jiménez Joseba Beloki Roberto Heras José A. Pecharromán M. Á. Martín Perdiguero Yaroslav Popovych David Cañada Vladimir Karpets Gustavo César Veloso Alejandro Valverde Joaquim Rodríguez Michelle Scarponi Michael Albasini Daniel Martin Joaquim Rodríguez Richie Porte Nairo Quintana Alejandro Valverde Alejandro Valverde Miguel Ángel López (ESP) (ITA) (ESP) (FRA) (ITA) (ESP) (BEL) (ITA) (ESP) (ESP) (ESP) (ESP) (ESP) (IRL) (ESP) (IRL) (ESP) (ESP) (ESP) (ESP) (ESP) (ESP) (COL) (ITA) (FRA) (SUI) (ESP) (COL) (ESP) (ESP) (ESP) (ESP) (ESP) (ESP) (UKR) (ESP) (RUS) (ESP) (ESP) (ESP) (ITA) (SUI) (IRL) (ESP) (AUS) (COL) (ESP) (ESP) (COL)

197 1 197 2 197 3 1974 1975 1976 197 7 1978 1979 1980 1981 1982 1983 198 4 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019

EN CIFRAS

Fuente: Volta Ciclista a Catalunya / Javier Gilabert Infografía: Enric Adell

Otro gallo del potente Peugeot

Miguelón estuvo aquí A el Bala le gusta la Volta

El corredor navarro Miguel Indurain dejó muestras de su clase en las ediciones en las qué empezó a brillar como gran vueltómano. Sus victorias en 1991 y 1992 coincidieron con las de sus dos primeros Tours de Francia El murciano Alejandro Valverde nunca ha escondido su gusto por una carrera que siempre le sirve para ponerse a prueba a principio de temporada y para saciar sus ganas de correr de forma agresiva y no contemplativa.

3 3

MÁS RÁPIDA: 47 KM/H

El rey de la "muntanya"

Los locales se llevan la palma

El corredor de origen granadino Joaquín Galera consiguió el maillot de la montaña, instaurado en 1941, de 1965 al 1969 de forma consecutiva.

Su récord sigue imbatido.

Aunque las victorias de ciclistas españoles en la general son mayoría, la Volta cuenta con ganadores franceses como Anquetil y Thévenet e italianos como Gimondi y Chiapucci.

Km 27

60

11 10

DOSIER LA VOLTA 100

LOS PUERTOS DE LA VOLTA

Hors Categorie 1a Categoría

A lo largo de su historia, la Volta ha incluido en sus ediciones un total de 250 puertos distintos

2a Categoría 3a Categoría 4a Categoría Sin clasificar

El tamaño del triángulo indica la cantidad de veces que se ha visitado cada puerto.

La categoría corresponde a la asignada en la última edición de La Volta en que se subió el puerto.

3

1

2

1

Otros territorios

Alt de Montjuïc

Aparte de los ya tradicionales puertos andorranos (Arcalís) y franceses (Col de Puymorens, Col du Portillon), la Volta ha llevado a sus corredores a puertos en Aragón (Alto de Calvera) y Menorca (Monte Toro).

La colina barcelonesa y su circuito urbano han sido el escenario de la última etapa de la Volta en multitud de ocasiones. Contando todas las vueltas a ese circuito en todas las ediciones, Montjuïc se ha escalado un total de 712 veces.

2

3

El más repetido

El más duro

El más largo

Después de Montjuïc, el Coll de Lilla (Montblanc, Tarragona) ha figurado en el recorrido de la Volta hasta en 68 ediciones.

Con un coeficiente de dificultad de 373, el Mont Caro es el puerto más duro de Catalunya, y ocupa el puesto vigesimosegundo en el ránking de dureza de puertos de España.

Con más de 25 km de longitud, el Port del Cantó es el puerto más largo de los que se han escalado en la Volta. La carrera lo ha subido en diez ocasiones desde que lo incluyó por primera vez en 1976.

Km 28

EN CIFRAS

MUNICIPIOS

Inicio de etapa

En sus cien ediciones, la Volta ha incluido en sus etapas un total de 193 municipios distintos que han acogido finales o salidas de etapa.

Final de etapa El tamaño del círculo indica la cantidad de veces que se ha visitado cada población.

Manresa

Lleida Barcelona

Reus

Tarragona

Tortosa

Barcelona, ciudad emblema Con un total de 229 veces, la capital catalana es el municipio que más veces a acogido finales e inicios de etapa a lo largo de la historia de la carrera, siendo quizás el escenario más emblemático y recurrente de los últimos años. Hasta en 66 ocasiones ha sido tanto la meta de la última etapa como final de carrera.

Más allá del Principado Las más visitadas como final y inicio de etapa Más allá de Barcelona, las ciudades que más han albergado finales de etapa ha sido Manresa (52), Lleida (42), Tortosa (36) Reus (29) y Tarragona (28).

Casualmente, la misma clasificación se repite si contamos las veces que la Volta ha puesto la meta en Manresa (41), Lleida (35), Tortosa (36) Reus (28) y Tarragona (29).

La Volta también ha explorado territorios cercanos y ha contado con la complicidad de ciudades castellonenses como Vinaròs y Vall d'Uxò; de Andorra, como La Rabassa, Sant Julià de Llòria y Les Escaldes; de Aragón, como Zaragoza; y de Francia como Perpignan, Colliure y Luchon. Mención a parte merece el viaje que la Volta hizo a L'Alguer (Italia) en 1986, que acogió una CRI que ganó Sean Kelly, y la visita a Menorca en 1977, con inicios y finales de etapa en Ciutadella, Es Mercadal y Maó.

Km 29

“Sacar adelante la Volta es fruto de un esfuerzo colectivo”

Rubèn Peris En su despacho destacan dos carteles: el de las películas Totò en el Giro (1948) y Las piernas de la serpiente (1970), protagonizada por el humorista Cassen en plena época del destape, que presiden la mesa de reuniones. Quizás es casualidad, o quizás es la manera que ha tenido Rubèn Peris (Barcelona, 1953), actual director de la Volta Ciclista a Catalunya, de poner un toque de humor a todo lo que rodea la trastienda de la dirección de una carrera: llamadas, reuniones, negociaciones, acuerdos, tacticismos. De la conversación, se desprende que para gestionar una carrera UCI World Tour hay que saber de estrategia, de política, de economía y de empatía.

Y, además, hay que sazonarlo todo con mucha pasión por el ciclismo. La memorabilia de su despacho parece ser prueba de ello: trofeos, banderas y todo tipos de objetos y fotografías. “Pero la mejor foto de todas es esta”, comenta señalando una imagen enmarcada con su dos nietas, al lado de Alejandro Valverde y Thomas de Gendt. Sonríe sin ningún pudor y nos invita a hacer la entrevista en la sala del archivo documental de la carrera...

Texto: Olga Àbalos — Fotografía: Paolo Martelli

DOSIER LA VOLTA 100

Rubèn Peris ha ido acomulando muchos objetos en su despacho que se han convertido en un pequeño museo de la historia del ciclismo contemporáneo

Estamos rodeados por más de un siglo de historia, y no sólo en el campo del deporte.

Cierto. El libro que publicamos en 2011 para el centenario de la Volta, escrito por Rafael Vallbona, intenta reflejar esa parte cultural y social que tiene el ciclismo. Y este año, el documental que hemos preparado con motivo de la edición cien también intenta mostrar eso: que una vuelta ciclista no consiste solamente en las clasificaciones, sino que es mucho más. También estamos preparando un libro en el que hablamos de todos los corredores que han ganado la carrera. ¿Crees que el Tour de Francia ha marcado las pautas en lo referente a cómo una carrera ciclista puede ser también un evento social y cultural?

Sí, sin duda. Y no me da vergüenza reconocerlo: a veces hay que copiar y hay que saber copiar de los demás.

Bueno, quizá en vez de “copiar” habría que decir que hay que saber “aprender” y de cualquier carrera, siempre aprendo algo. Pero es cierto que quien marca la pauta es el Tour de Francia, que es la carrera que más ha innovado en todo y nosotros intentamos seguir su ejemplo.

"Quien marca la pauta de cómo debe ser un evento deportivo es el Tour de Francia y nosotros tratamos de seguir su ejemplo"

Sobre todo ahora, que tenemos una relación directa con la parte comercial del Tour, gracias a la entrada de ASO, y de la producción televisiva. Gracias a eso creo que hemos ganado mucho en estos últimos años. Aunque muchos años atrás ya hacíamos cosas que habíamos visto que ellos hacían porque teníamos una relación muy buena, y siempre he podido hacer cosas con su permiso.

La carrera francesa es también un gran producto de marketing: vende Francia al mundo como territorio turístico.

Km 32

Sí, también es un modelo económico a seguir. Y, de hecho, cuando vamos a hablar con los ayuntamientos tenemos claro que no existe ningún otro evento en Catalunya que venda el territorio como puede hacerlo la Volta. ¿Por qué? Porque el resto de eventos se hacen en recintos cerrados y una vuelta es capaz de mostrar un lugar en directo para todo el mundo. El año pasado llegamos a 190 países y hubo momentos en los que la señal en directo estaba llegando a los cinco continentes a la vez. Y eso son datos demostrables. Sin duda, quien ha marcado el camino en este sentido es el Tour, porque, aparte de una prueba ciclista, la realización televisiva pasa estratégicamente por lugares de interés desde un punto de vista turístico. Ellos fueron los primeros en catalogar y documentar el patrimonio y nosotros hace años que también lo hemos integrado en el libro de carrera.

Ahora es un modelo estandarizado.

En Francia, el realizador que se ocupa del Tour de Francia hace el recorrido hasta tres veces, e incluso tiene imágenes de archivo grabadas que usa durante la retransmisión en directo, porque hay compromisos para mostrar ciertas cosas. Hace unos años se publicó un DVD llamado Le Tour de France vu du ciel, hecho a base de imágenes de archivo de Francia y de la carrera tomadas desde el aire, que es espectacular.

Pero para hacer todo esto es necesaria una infraestructura audiovisual y, sobre todo, que haya televisión.

Correcto, hoy en día, la televisión es indispensable a nivel ProTour, además de que el cahier des charges de la UCI te exige que retransmitas la carrera en directo. Y, no nos engañemos, las imágenes sirven y la gente las ve. Un día, Christian Prudhomme, director del Tour, me contó que cada año tienen peticiones de todas las estaciones de esquí de Francia para acoger etapas. ¿Por qué? Pues porque en verano se muestra la estación sin nieve y eso es promoción para ellas porque los me-

RUBÈN PERIS

ses de verano también están abiertas pero con otras actividades. Todo ese entramado económico no funcionaria sin televisión.

‘VOLTA, CIEN AÑOS DE CICLISMO Texto: Álvaro Rubio

Aprovechando la coyuntura de su edición número 100, la Volta presenta un documental en el que el protagonista es el mundo del ciclismo, alejándose del aspecto puramente histórico de la carrera. Producido por Namuss Films y dirigido por Jon Herranz y Gerard Peris, el film quiere transmitir una visión transversal. Por ello, se tratan aspectos que van más allá del deporte o la propia Volta, como su esencia, su razón de ser, su evolución y sus particularidades.

A través de quince entrevistas se genera un mosaico de voces que van tejiendo el discurso.

Aparecen ciclistas en activo, como Alejandro Valvedre y Chris Froome; ex ciclistas, como Bahamontes e Indurain; periodistas y también personas vinculadas a la organización y otras pruebas, como Christian Prudhomme (Tour de Francia).

Todos ellos forman parte de esta reflexión coral alrededor del mundo del ciclismo desde el prisma de la Volta. www.namussfilms.com

Desde 2017, ASO gestiona la parte de derechos de televisión de la Volta.

Así es. Nosotros ya formamos parte de un paquete de ASO en el que está incluido el Tour de Francia, la Vuelta a España, el Critérium du Dauphiné y otras carreras. Y cuando se negocian los derechos de televisión, la Volta está ahí dentro. De esa operación, nosotros no sacamos ningún beneficio pero también es cierto que ya no tenemos que pagar por la retransmisión audiovisual. Por otro lado, ASO ha aportado la gestión comercial porque nosotros… A ver, nosotros sabemos organizar carreras, pero la parte comercial es algo que puede cambiar de año a año. ASO trabaja ese aspecto y cierto es que la a la Volta le corresponde un porcentaje.

En ediciones pasadas, hubo algunos problemas con la realización televisiva de la carrera... ¿La entrada de ASO también os asegura una calidad en la retransmisión?

Efectivamente. Además, también nos ha obligado a modificar ciertas cosas de la Volta y a organizarla de otro modo: hemos tenido que hacerla más atractiva, tanto a nivel de recorrido como de infraestructuras. Las zonas de salida y de llegada son más grandes ahora para responder a los estándares de la retransmisión de televisión y para que sea más espectacular. También nos ha obligado a aumentar la zona VIP para atender a todos los espónsors que nos visitan y a acoger en carrera muchos más coches para invitados.

Estos detalles no suelen llegar al aficionado.

Y además —asiente con la cabeza—, ¿qué otro deporte permite a su espónsor poder ver la competición desde tan cerca como el ciclismo?

Mmmm... ¿la NBA? Cierto, el baloncesto te permite estar

Km 33

"El recorrido de la Volta depende de las peticiones de las ciudades.

No podemos ir a un lugar si no nos lo piden"

muy cerca de la pista pero no estás dentro, participando del juego. En el ciclismo, tú puedes estar en un coche en carrera y puedes vivir una escapada desde muy cerca, ya que vas pegado al corredor. Y eso para los patrocinadores es muy importante. Ah, y otra cosa que el espectador tampoco sabe y aprovecho ahora para decirlo…

Diga, diga…

Cuando damos a conocer el recorrido, siempre hay comentarios de los aficionados quejándose de por qué no vamos aquí o no vamos allá... La Volta es una carrera de una semana y en siete días tienes que procurar dar cobertura a todo el territorio catalán, pero dentro de la demanda que hay. Es decir, que si no nos piden que vayamos a un sitio, no podemos ir. Nuestro presupuesto depende de las ayudas institucionales, de los compromisos comerciales y las peticiones de las poblaciones que nos piden tener la Volta.

Ya, entiendo.

Además, no podemos subir a determinados puertos porque en el mes de marzo todavía hay nieve y también tenemos que hacer una carrera lo

DOSIER LA VOLTA 100

suficientemente equilibrada como para que un determinado tipo de corredor quiera venir. Si la haces muy dura, muchos no quieren participar y si la haces muy accesible, tampoco. ¿Qué tipo de corredor se busca que participe?

Nosotros queremos que vengan todos.

no hay que olvidar que estamos en época de clásicas y a principio de temporada. Si queremos que vengan el máximo de corredores buenos, hay que diseñar etapas que sirvan para todo tipo de ciclista. Muchos utilizan la Volta para ganar puntos y para ponerse a prueba y saber su estado de forma.

Hombre, conseguir que vengan escaladores, rodadores y esprínters es complicado…

Sí, es complicado porque no tienes mucho margen en una semana. Y

¿Habéis hecho alguna edición pensando en el ganador?

Nunca hacemos la carrera pensando en que la gane un determinado corredor. Eso nunca.

LOS CAMBIOS DE CALENDARIO En el mes de marzo también compartís calendario con otras carreras por etapas como la Tirreno-Adriático o la París-Niza. ¿Hasta qué punto sois competencia?

Mira, cada carrera trabaja como puede y tiene su espacio… La París-Niza también es del grupo ASO y, si te fijas bien, es un banco de pruebas de etapas que años más tarde formarán parte del Tour de Francia.

Entonces… ¿Con la Volta podría pasar lo mismo y que el Tour volviera por Catalunya y España de nuevo?

Podría ser. Del mismo modo que la Volta también podría ir hacia el sur de Francia.

La Volta ha encontrado estabilidad en el mes de marzo pero no siempre ha sido así. Primero se celebró en septiembre, después en junio, luego pasó a mayo...

Sí, llegó a coincidir con el Giro d’Italia.

Eso no contribuyó a que vinieran grandes nombres.

Efectivamente.

El actual director de la Volta, Rubén Peris, contestó las preguntas de VOLATA en la sede de la U.E. Sants, donde la carrera tiene sus propias instalaciones, como el espectacular archivo.

Km 34

Asumiste la dirección en 2004, justo cuando la carrera se trasladó precisamente a mayo.

Aquello no fue nada fácil… Pero cuando se hizo la reestructuración del ProTour creo que fuimos hábiles, en parte gracias a los contactos que teníamos. Cuando la Setmana Catalana desapareció, la jugada fue hablar con la UCI para ocupar el espacio que había dejado esa carrera en el calendario, con sus ventajas y sus desventajas. La parte positiva es que conseguimos salir del mes de mayo, momento en el que hay muchas carreras y el Giro d’Italia. La parte negativa es que el mes de marzo es un mes peligroso en el que te puedes encontrar inclemencias meteorológicas como las que a veces hemos tenido en las últimas ediciones. Aun así, creo que fue un acierto.

RUBÈN PERIS

Una de las funciones de Peris en carrera es indicar a los corredores cuando termina la parte neutralizada (Foto: Archivo Volta Ciclista a Catalunya)

"En las grandes pruebas por etapas pueden hacer inventos, pero en una prueba de una semana si haces un invento y sale mal, has perdido una etapa y entonces te caen hostias por todos lados" Según las crónicas ciclistas, el año 2009 fue un año muy complicado a nivel económico.

Sí, seguramente. Siempre ha sido por cuestiones de presupuesto interno.

Pero te digo una cosa: desde que soy el presidente de la Junta y tengo esta responsabilidad, tengo claro que nunca haré una Volta si a nivel de presupuesto no la tengo cubierta. Nosotros, como club, no podemos tener déficit,

no somos una empresa y no podemos pedir créditos. Muchas veces hemos tenido que recurrir a las instituciones públicas para poder tener ese presupuesto, así que, sacar adelante esto es un esfuerzo colectivo.

Parece que no tiene problema en contar de forma transparente cómo se financia una carrera de este tipo, las dificultades que hay…

Si una cosa siempre he tenido claro es que a mí no me gusta engañar. Y no me gusta engañar tampoco a la prensa, incluso cuando a veces hay cosas que no puedo contar. En esos casos les digo a los periodistas: “mira, lo sé pero no te lo puedo decir”. También te diré que una vez me traicionaron y me supo muy mal. Siempre he intentando jugar muy limpio, sobre todo con el espectador, que es la persona que al final lee los artículos o las noticias de la carrera. Porque la gente piensa que desde que ha entrado ASO, ¡aquí nadamos en billetes!

En general, se tiende a simplificar.

Por eso a mí, siempre que está en mi mano, me gusta contar cómo son real-

Km 35

mente las cosas. Ahora se ha puesto de moda el Turó de l’Home y siempre nos preguntan por qué la carrera nunca sube hasta allí. ¿Por qué?

Porque simplemente no podemos ir, porque toda la infraestructura de la Volta no cabe. Lo mismo pasa con el Pradell, porque en el mes de marzo hay nieve. De hecho, hace años, cuando fuimos a reconocer el puerto nos quedamos atrapados.

Otras carreras, como el Giro d’Italia en los últimos años, asumen riesgos con el recorrido.

En una carrera de siete días no puedes asumir riesgos. En las grandes pruebas por etapas pueden permitirse hacer inventos, pero en una prueba de una semana si pruebas algo y sale mal, has perdido una etapa y entonces te caen hostias por todos lados. Hace tres años recuerdo que no pudimos subir hasta Vallter porque, según el Servicio Meteorológico de Cataluña, había riesgo de alud y me recomendaron que no lo hiciera. Y yo decidí que la carrera no debía subir hasta allí. Prefiero

DOSIER LA VOLTA 100

ser prudente y que me digan que peco de no jugármela, que jugármela y que salga mal.

Ya… Hace tiempo que no me guío por lo que se dice por las redes o me mandan por Whatsapp. Además, he aprendido que no hay que creerse ni cuando te dicen que eres muy malo ni cuando te dicen que eres muy bueno.

Sí, ahora hemos llegado la edición cien y todo son elogios, pero el año que viene, con la ciento uno, ya veremos. Hay que ir paso a paso.

"Una vez, un corredor muy, muy, muy conocido me dijo, 'oye, Peris, hay mucho público y me agobio'.

Y yo le contesté, 'gracias a ese público, tú estás aquí'. ¿Tanto les cuesta hacerse una foto y firmar autógrafos?"

UN MODELO ÚNICO DE GESTIÓN Hablas siempre con mucha prudencia. ¿Es debido al tipo de organización que hay detrás de la Volta?

Claro, es que nosotros somos un grupo de amigos, no somos una empresa.

Detrás de la Volta hay un club [la sección de ciclismo de la U.E. Sants].

En unos días tendremos la asamblea general de socios y yo les tengo que mostrar cuáles son los números. La misma transparencia de gestión a nivel económico la aplicamos a nivel de gestión de recorrido.

También trabajan voluntarios. ¿Cuantos participan en esta edición número cien?

Este año somos ciento veinte. ¿Una estructura a base de voluntariado es un modelo único dentro de la primera división del ciclismo?

Hoy en día sí, es un modelo único.

Quizá la única carrera que se asemeja a nosotros sea la Vuelta al País Vasco donde también cuentan con un voluntariado muy numeroso. Pero a nivel interno su caso es un poco distinto, porque su estructura viene de la fusión con la Euskal Bizikleta y el Diario Vasco tiene mucho peso en la organización. ¿Esos modelos organizativos están en peligro de extinción?

Yo creo que sí. Creo que es un error enrocarse en el hecho de que somos

catalana del deporte ningún miembro de la junta directiva de un club puede ser profesional y tener sueldo. Yo, que quede claro, no cobro por dirigir la Volta.

Eso también debe ser una anomalía dentro de las carreras profesionales de la UCI. Claro, cuando cuento estas cosas ¡en la UCI no lo entienden! Pero nosotros simplemente cumplimos con la ley vigente. De momento, en la junta continuamos como voluntarios, pero mi opinión es que la Volta debería ser gestionada por una empresa privada.

Otra de las cosas que quizás está en peligro de extinción es el acceso que tiene el público a la zona de boxes de los equipos.

Aquí vas a permitir que me vaya un poco por las ramas...

un club ciclista y no avanzar hacia la profesionalización. Y prueba de ello es que desde hace unos años contamos con un secretario general, un profesional que se dedica a la gestión. También hemos profesionalizado toda la parte técnica. Recuerdo cuando hacíamos los recorridos poniendo encima de la mesa todos los mapas que teníamos, la guía Michelín… —risas—. Luego, cuando te ibas a hacer el reconocimiento del recorrido, te encontrabas con auténticas sorpresas. Además, hoy en día los equipos también tienen muchos medios técnicos para preparar las carreras.

Los corredores ya llevan el track incorporado en el ordenador de a bordo.

Todavía hacemos las cartulinas con el perfil de la etapa por tradición, pero los corredores ya ni lo miran.

Cierto.

Todo alrededor del ciclismo se ha profesionalizado mucho. ¡Por no hablar de los equipos! En un entorno así, no tienes otro remedio que responder a eso profesionalizándote.

Como director, ¿también te consideras un profesional?

Aquí hay una anomalía. Según la ley

Km 36

Adelante.

Cuando era pequeño, a mi padre, que era muy aficionado al deporte, nos llevaba a mí y a mis hermanos a ver de todo, baloncesto, béisbol, vela en el puerto de Barcelona… Recuerdo que una vez llegué a ver la salida de La Vuelta Ciclista a España en el Passeig de Gràcia de Barcelona, y fue gracias a esa proximidad con los ciclistas que yo me aficioné a este deporte. Recuerdo cómo llegaban los coches con todos los corredores allí dentro, luego salían y se sentaban en el capó y tú, que eras un niño, te acercabas y hablabas con ellos, te firmaban un autógrafo, hablabas un rato con ellos... Todo eso ha ido evolucionando, hasta que en los últimos tiempos ha deribado en que llegado el autobús y los corredores se encierran allí hasta que es la hora de salir —se encoje de hombros—.

Yo esto lo he comentado en muchas reuniones de la Internacional de la UCI: les digo que, entre todos, estamos alejando a los aficionados de las carreras. El público sólo tiene acceso a los corredores en la salida y en la llegada de las carreras. Cuando terminan las etapas es normal que el corredor esté cansado, con tensión... pero en la

RUBÈN PERIS

salida, el corredor está más relajado, viene de desayunar… Desde la Volta no podemos y no queremos ser tan rígidos como en otras carreras, como el Tour de Francia. Por eso seguimos permitiendo que la zona de autobuses sea de libre circulación y que todo el mundo pueda hacerse la foto con el ciclista que le gusta. Además, me encuentro con que hay muchos alcaldes que quieren hacerse la foto con aquel o este corredor, y nosotros seguimos alimentando ese contacto directo. Porque si nos ponemos muy rígidos, la gente terminará por no venir, porque todo se ve muchísimo mejor por la tele.

Cierto.

Una vez me vino un corredor muy, muy, muy conocido me dijo, “oye, Peris, hay mucho público y me agobio”. Y yo le contesté, “gracias a ese público, tú estás aquí”. ¿Tanto les cuesta hacerse una foto y firmar autógrafos?

Algunos corredores prefieren incluso saltarse el control de firmas antes que mezclarse con la gente.

Eso del control de firmas, ¿sabes cuándo se acabará? Cuando a alguien no se le permita participar en la carrera por no haber firmado. ¿Y si el que no firma es una figura?

En la Volta ha pasado que algún figureta no ha firmado... La normativa dice que quien no firma, no sale. Pero, claro, luego me viene el presidente del jurado y me dice, “Peris, ¿qué hacemos con este?” Al final permites que sigan en carrera —niega con la cabeza—. Pasa lo mismo con las multas que se les ponen a los corredores por hacer determinadas cosas. Es que con todo el dinero que ganan, les da igual que les pongas una multa o no. ¡Todo el tema de la limpieza de las carreteras es vergonzoso! ¿Te refieres a cuando los corredores tiran bidones o envoltorios?

Sí, la de veces que he visto a un corredor que se acerca al coche con un bidón vacío y en vez de tirarlo dentro del coche lo tira fuera y coge uno lleno que le dan desde el vehículo. A mí ya

Rubén Peris flanqueado por algunos de los originales de los carteles de la Volta en la sede de la entidad, me parece bien que tiren los bidones donde hay gente, porque seguramente hay quien los colecciona, pero ¡¿en medio de un campo?! Eso es dar muy mal ejemplo. Lo mismo pasa con las barritas o los geles. A los corredores se les imponen 500 francos suizos de multa por tirar basura pero es que ellos ni se enteran...

Para fomentar la afición, muchas carreras programan una cicloturista con el mismo recorrido horas antes de que salgan los los profesionales.

Eso lo estamos estudiando para una próxima edición, pero es complicado hacerlo durante la carrera, porque tienes que cortar las carreteras durante muchas más horas. Incluso nos estábamos planteando organizar alguna marcha en algún otro momento del calendario.

Km 37

EL ECOSISTEMA CICLISTA La Volta ha tenido grandes campeones, como Eddy Merck, que ganó la carrera en el año 1968, o Miguel Indurain, que la ha ganado tres veces. ¿Te hubiera gustad0n haber sido director en alguna otra época?

No, no, yo he sido muy feliz con los años que me han tocado. Todo lo demás ya lo pude vivir como aficionado. Además, primero como director de organización desde el 1992 y, luego, como director de la Volta desde el 2004, he podido vivir toda la transformación que el ciclismo que ha sufrido en las últimas décadas y me ha encantado vivir ese proceso en primera persona.

En el ciclismo profesional actual hay mucha rotación de equipos y mucha

DOSIER LA VOLTA 100

¿Cómo se puede contribuir desde la Volta a que haya corredores y equipos españoles?

Pues precisamente asegurando que los equipos profesionales locales tengan siempre una plaza en la carrera. El gran problema ahora es que casi no hay equipos que puedan llegar a la categoría de ProTour, pero tampoco hace falta que todo el mundo esté en la máxima categoría. No es necesario que todo el mundo pretenda ser el Barça. Me explico. Tiene que haber equipos en todas las categorías para que algún día uno pueda estar arriba. Tenemos que, entre todos, crear estructuras que poco a poco vayan subiendo y cuando consigan llegar a profesionales, los que estamos en el cotarro gestionando carreras ya nos pondremos de acuerdo para ayudarlos.

Pero primero tenemos que crear una buena base. •

LAS GRANDES VUELTAS PREGUNTAN A LA VOLTA ©ASO/Olivier Chabe

inestabilidad. ¿Cómo dialoga la Volta con este escenario?

Por reglamento, en la Volta pueden participar como máximo veinticinco equipos de siete corredores cada uno. Es decir, que el máximo de participantes que puedes tener es de 175 ciclistas. El ProTour te obliga a que participen los dieciocho equipos Pro Tour, que este año se han convertido en diecinueve porque han añadido uno más. Nosotros siempre hemos luchado para que fueran sólo dieciséis equipos pero la UCI, como no hace caso a nadie, te obliga a que acojas a todos y a alojar a diecisiete personas por cada equipo, y a pagarles un fee económico. Además, también estás obligado a invitar al primer clasificado de los equipos Continentales.

Nosotros, por norma interna, siempre invitamos a todos los equipos españoles profesionales que haya en ese momento, y con las plazas que quedan pues terminas de negociar con el resto de equipos, como ha pasado este año con el Arkea. Los hemos invitado a cambio de que traigan a Quintana y a Warren Barguil.

A algunos equipos les das dinero y otros se lo pagan todo ellos.

CHRISTIAN PRUDHOMME — TOUR DE FRANCIA ¿Cuál es tu secreto para conseguir atraer a los mejores corredores del mundo?

Sin duda hemos conseguido que la participación en la Volta sea prácticamente inmejorable. Se trata de un trabajo de todo el año para hacer un recorrido lo más atractivo posible. Además, el hecho de estar situados en el mes de marzo también juega un factor determinante, ya que la Volta es una de las primeras grandes pruebas donde los favoritos pueden testar su estado de forma. ¿Hay un sentimiento de orgullo y de responsabilidad especiales por organizar una de las carreras más antiguas?

Sí, estar al frente de la organización de una prueba con un historial y un prestigio tan amplio tiene dos caras: por un lado es un gran orgullo de poder liderarla, y, por otra parte, una gran responsabilidad de tener entre manos uno de los eventos más antiguos y con más solera y proyección de Catalunya.

En el contexto político actual, ¿qué papel ha tenido la Volta como vector de la identidad catalana?

La verdad es que Catalunya está pasando por una época muy particular. Pero también es cierto que en la Volta trabajamos para que todo esto no afecte a la carrera.

Gracias a los medios de comunicación, en especial a la difusión televisiva, la identidad catalana y su territorio se puede ver en todo el mundo. La Volta es una plataforma ideal para vender la marca de Catalunya en el mundo, tanto como potencia deportiva como turística. Y estamos muy orgullosos de ello.

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RUBÈN PERIS

La Volta, nacida en 1911, es la tercera vuelta por etapas más antigua del mundo sólo por detrás de dos gigantes, el Tour de Francia — con 106 ediciones desde 1903—, y el Giro d'Italia —con 103 ediciones desde 1909—. Si bien la Vuelta a Bélgica, creada en 1908, podría discutirle el pódium a la Volta, ha tenido una vida algo errática que quizás la invalida para ocupar ese eslabón histórico. Así, hemos pedido a los actuales directores del Tour y Giro y también al de la otra gran prueba de tres semanas, La Vuelta, que hagan tres preguntas a Rubèn Peris, actual responsable de la carrera catalana. Nadie mejor que ellos para preguntar con la perspectiva única que les da su posición en el mundo ciclista.

©Photo Gomez Sport

©RCS Sport – LaPresse

MAURO VEGNI — GIRO D'ITALIA

JAVIER GUILLÉN — LA VUELTA A ESPAÑA

Cómo director, ¿qué sientes al llegar a la edición cien?

Me siento muy orgulloso de poder ser el presidente de la entidad en un momento así, pero me gustaría compartir este honor con el resto de compañeros del Consejo Directivo de la Volta, los voluntarios y los profesionales que la hacen posible, año tras año. Así como también todos aquellos que han estado presentes desde la primera edición, en 1911, hasta ahora para poder celebrar este centenario, y me refiero a organizadores, equipos, corredores, instituciones, ayuntamientos... Gracias a ellos hemos llegado a esta cifra.

¿Cómo recuerdas el momento en qué empezaste a tener más reponsabilidad dentro de la organización?

Pues, lo cierto es que uno los recuerdos más emotivos que tengo es cuando llegué a ser jefe de organización de la carrera, en 1992. Después de muchos años colaborando con la Volta, aquello fue un cambio que supuso una gran responsabilidad. Y, claro, cuando después llegué a ser presidente de la entidad en 2004 también fue un momento muy emotivo.

¿Qué etapa de la Volta ha permanecido más en tu corazón?

Siempre digo que no hay ninguna etapa que me guste más que otra, y lo comparo con si me preguntaran a cuál de mis tres hijos o de mis tres nietos quiero más. Para mí han sido muchas etapas y todas muy importantes y emocionantes. Sin embargo, sí hay un momento muy duro que desgraciadamente tuvimos que vivir en la Volta, y fue la muerte de Manuel Sanromà en una caída en 1999.

Cuéntame tu experiencia en alguna etapa en la que tuvieras que solucionar alguna situación especialmente compleja.

A lo largo de todos estos años he tenido que gestionar numerosas incidencias e imprevistos. Recuerdo en especial el año 2012, en una etapa entre la Vall d'en Bas y Port Ainé. Tuvimos que cortar la carrera e improvisar una línea de llegada en plena ascensión al Port del Cantó por las condiciones meteorológicas. Nevaba mucho y la situación era límite. Otras veces hemos tenido que cambiar recorridos, pero aquel año lo hicimos sobre la marcha y de forma improvisada.

Se cumplen cien ediciones de la Volta pero ¿cuáles son las claves en las que se debe apoyar para el futuro?

Los retos de futuro han de pasar por una mayor profesionalización de la Volta, pero sin perder el espíritu de club que hace que tengamos esta personalidad. Tenemos que seguir estando en el máximo nivel de las pruebas ciclistas a nivel mundial, tal y como lo estamos ahora. Y también hay que conseguir un mayor apoyo financiero privado. Al margen de todo el apoyo institucional que tenemos, hay muchos más espónsors privados que pueden hacer que la Volta sea aún más grande. ¿Cuáles son las señas de identidad a la hora de diseñar el recorrido?

El objetivo es conseguir un recorrido equilibrado y atractivo para los corredores, si bien es cierto que, con siete etapas, tampoco puedes contentar a todo el mundo. Pero algo habremos hecho bien para que al final vengan los mejores corredores del mundo. En esta edición centenaria ya tenemos grandes nombres confirmados, como Chris Froome.

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Mariano Cañardo La lengua más rápida de la Volta

Nacido en Navarra, pastor en Huesca y carpintero en Barcelona, Mariano Cañardo sigue siendo el mejor ciclista de la historia de la Volta. Ganó la prueba en siete ocasiones, incluida la última edición disputada bajo bandera Republicana, en 1936, y la primera de la era franquista, en 1939. Cañardo era tan veloz que un determinado tipo de disparo en el fútbol fue bautizado con su nombre. Nunca aceptó perder. Pocas veces lo hizo.

Texto: Toni Padilla / @toni_padilla

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ocas semanas antes del estallido de la Guerra Civil, las carreteras se llenaron para ver a Mariano Cañardo. El gran campeón había perdido tiempo en las primeras etapas de la Volta de 1936, aunque poco a poco empezó a remontar en la general. Camino de Manresa, atacó y no encontró rival.

Orgulloso, esperó a que llegara a su altura un coche con periodistas para gritarles “¡A ver quién se atreve a decir ahora que Ezquerra es el mejor ciclista español! Les he dejado donde he querido y ahora les saldrá barba”. El gran campeón acabó ganando esa edición de la Volta remontando una carrera que parecía perdida. Una de las grandes gestas de un tipo temperamental que, más de una vez, acabó las etapas a puñetazos. Un carácter que no le abandonó ni siquiera cuando se convirtió en el director de la prueba

catalana. En la edición de 1946, cuando Miquel Poblet se acercó a su coche con la pierna llena de sangre afirmando que se retiraría, lo insultó: “¡Eres un mierda!, no vales para nada, ¡maricón!”. Su hija Neus, que lo acompañaba dentro del coche de la organización, lo reprendió, aunque Mariano se justificó. “Si me compadezco, se baja de la bicicleta”. Y Poblet acabó aquella etapa.

Nacido en Olite hijo de un Guardia Civil, Cañardo se había criado en Huesca, donde fortaleció sus piernas jugando al fútbol, a la pelota vasca y dando vueltas al patio de los Salesianos castigado por los curas. Siempre fue un rebelde. Fueron años de libertad, trotando sobre caballos a pelo mientras hacía de pastor de cabras. Pero sus padres fallecieron, y cuando se quedó sin abuelos, fue enviado a Barcelona a vivir con una hermana. Era uno de los tantos niños que llegaban con una caja de zapatos atada con cuerdas en la que cabían todas sus pertenencias. Su sueño era convertirse en conductor de locomotoras, pero en su camino se cruzaron las bicicletas. Cañardo contaba que las descubrió gracias a un compañero de la carpintería donde trabajaba en el barrio de Sant Andreu.

Y eso que los inicios no fueron fáciles. Justo después de comprar su primera bicicleta —que pagó a plazos— metió las ruedas por accidente en la vía del tranvía de Via Laietana y salió volando contra un coche. Pese a todo, se apuntó a una prueba amateur poco después. Como no tenía material, quiso correrla en calzoncillos. La organización le obligó a correr con pantalones largos de pana para evitar las miradas escandalizadas de la gente. Y pese a la incomodidad, acabó entre los 15 primeros. Envalentonado, se inscribió en un club ciclista del barrio de Horta y empezó a entrenar por el

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PIONEROS Ilustraciones: Sr. García

Tibidabo. Agresivo y dotado de una mentalidad de hierro, Cañardo se sacó la licencia de principiante para poder participar en sus primeras carreras, en las que empezó a imponer su ley. En 1926 ya era profesional, ganó la Vuelta a Cantabria y acabó tercero en la Volta, prueba que ganaría por primera vez en 1928. Ese mismo año fue reclutado para realizar el servicio militar, aunque le dieron permiso en el cuartel cuando lo llamaron para acudir al Tour, donde impresionó por su atrevimiento en las carreteras galas. Cuando su bicicleta se estropeó, tomó prestada la de un gendarme para llegar a la meta. El último día se tomó una sidra camino a París y acabó la etapa medio borracho. Es más, esa noche de gloria se quedó dormido en el ascensor del hotel.

Pese a una segunda posición en una Vuelta a España, sus grandes gestas llegaron en su Volta, que ganó en siete ocasiones, aunque Cañardo siempre defendió que lo dejaron sin una octava corona por una sanción injusta, cuando le sorprendieron tomando cerveza un día en que el calor era insoportable. Entonces los ciclistas se detuvieron en plena etapa para tomar algo, en bares en los que era normal encontrar una fotografía de Cañardo, uno de los pocos deportistas, junto al boxeador Josep Gironés, capaces de eclipsar a los jugadores de fútbol. Cañardo siempre presumió de su amistad con algunos de ellos, como Samitier y Zamora. Y siendo aficionado como era al Barça, se negó a aceptar una oferta para competir en la sección ciclista del Espanyol. De hecho, compitió siete años con la sección del Barça, pintando las carreteras catalanas de azul y grana y presumiendo cuando los niños, cuando marcaban goles disparando muy fuerte el balón, decían que habían chutado “un cañardo”.

Así se ganó la eternidad.

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Sebastià Masdeu Ganar con una alpargata

Texto: Isaac Vilalta

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ebastià Masdeu es, y será para siempre, historia de la Volta. Fue el ganador de la primera edición, aunque en los libros de registros su nombre no aparezca, y a pesar de llegar a meta sin el equipamiento completo. Pero esto son historias complementarias que sólo sirven para agrandar la leyenda de una figura trascendental en el devenir de la prueba. En 1939, después de tres años de guerra civil y sólo ocho meses después de la ocupación de Barcelona por las tropas franquistas, la Volta volvía. Y lo hacía con Masdeu como director de la carrera. En sus manos, un auténtico puzle por resolver dada la devastación de las carreteras tras la contienda y la falta de ciclistas en buen estado de forma.

Todo empezó en 1911. O quizá antes. Con el dorsal 22 e inscrito como “Tarraco”, Sebastià Masdeu participó en la primera edición de la Volta. Lo hizo de incógnito, ya que sus padres no le hubieran permitido participar por creer que pedalear provocaba tuberculosis. “Me entrenaba a escondidas. Para inscribirme tuve que hacer lo mismo, y opté por el nombre de mi antigua y querida ciudad: Tarraco”. Y así, como Julio César, llegó, vio y venció. Se llevó, además, la primera y la última etapa, a pesar de aparecer en Barcelona de forma poco ortodoxa. En la última etapa llegó a meta con sólo una zapatilla ya que, lanzado en un descenso, perdió la otra al cruzar un riachuelo lleno de lodo mientras sus rivales cruzaban a pie y con las bicis a cuestas. Para poder continuar, suplicó a un payés que le cediera una alpargata y así recuperar los ocho minutos perdidos. Al año siguiente, una rotura de cadena le obligó a retirarse. Ya no ganó más. En 1913 fue a Bruselas empujado por la ambición, pero fue sor-

prendido por el estallido de la Gran Guerra y se alistó cómo voluntario en la aviación. Volvió y fue nombrado concejal en el ayuntamiento de Tarragona gracias a su popularidad.

Años más tarde, en 1928, llevó un final de etapa de la Volta a Tàrrega, dónde trabajaba como representante de los autos Donet-Zedel. De 1939 a 1943, Masdeu se convirtió en el director de la prueba.

Pero antes de ser maestro, fue aprendiz. Con dieciocho años y con sólo doce pesetas en los bolsillos, se fue a los Pirineos a seguir tres etapas del Tour de Francia. Su estado precario llamó la atención de los ciclistas Émile Georget y Charles Crupelandt que lo encontraron y, al verlo hambriento, le invitaron a cenar. En su diario de aventuras también cuenta que sufrió la ira de unos carreteros que la emprendieron a trallazos contra él. “Ya sabe usted lo que ocurría con las caballerías durante las primeras apariciones de bicicletas y motos. Los caballos se espantaban y se ponían atravesados en la carretera, negándose a caminar.

Otros se desbocaban. Los perros se nos echaban encima.

Resulta que unos minutos antes de que yo pasara, habían pasado ya otros ciclistas. Los caballos se quisieron tirar a las viñas. Los carreteros no pudieron sujetarlos y acabaron volcando, arrastrando el carro y los sacos. Yo, que no tenía ninguna culpa, pagué los platos rotos. Me vieron y, dominados aún por la ira, la emprendieron contra mí a trallazo limpio, por afán de venganza. Me curó el boticario de Vinaixa y aún pude llegar a Lérida, aunque con la espalda llena de manchas azules”. Así lo contó Masdeu en una entrevista para El Mundo Deportivo en 1956. Y así debió suceder.

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PIONEROS

Muç Miquel El preso 30257 del campo de Neuengamme

Texto: Isaac Vilalta

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uç Miquel fue el primer bicampeón de la Volta.

Ganó las ediciones de 1924 y 1925 —limitadas sólo a ciclistas españoles— y sólo la llegada del mítico Mariano Cañardo le hizo claudicar. En esos años, su coraje e inteligencia como corredor —así era descrito por sus rivales franceses— le llevaron a proclamarse campeón de España en ruta en 1927, a conseguir la Vuelta a Asturias de ese mismo año, y la Clásica de Ordizia del año siguiente. Pero pronto los éxitos deportivos quedaron atrás, eclipsados por la militancia política de Miquel y por la lucha aparejada a ella, que le supuso afrontar una muerte macabra. Pasó (y sobrevivió) por el campo de concentración alemán de Neuengamme, pero lo que le esperaba a la salida resultó letal.

Miquel nació en 1902 en el barrio barcelonés de Les Corts, creció cerca de Tarragona, donde se ganó la vida trabajando en el campo, y se hizo grande cuando emigró a Perpiñán. Allí empezó una nueva vida en todos los sentidos; trabajó como mecánico de bicicletas, pedaleó y ganó. Su carisma le convirtió en uno de los favoritos de los aficionados mientras su éxito crecía al mismo ritmo que su implicación política. Ya en su declive ciclista decidió militar en el PSUC, primero, y en el Partido Comunista, más tarde. Sus pasos siempre fueron hacia adelante; de vuelta a Francia se alistó en los Franc-tireurs et Partisans Français, la resistencia francesa. El 10 de abril de 1944, a las 4 de la madrugada, la Gestapo entró en su casa y se lo llevaron a Neuengamme, al suroeste de Hamburgo. Allí, en un campo destinado principalmente a presos políticos soviéticos, Miquel resistió y venció. Las SS abandonaron el campo el 2 de mayo de 1945

y el ex ciclista, ahora simplemente el número 30257, aguantó hasta la llegada de las tropas norteamericanas.

La liberación del campo resultó una trampa mortal. Muç Miquel, débil y extenuado, pidió retrasar su repatriación para poder recuperarse en el hospital. Los americanos siguieron con su avance y dejaron el centro en manos del personal alemán, que envenenó la comida de los antiguos reclusos. El 27 de mayo de 1945, en Lübtheen, el bicampeón de la Volta murió. Cerca del Palacio Real de Perpiñán, la calle Mucio Miquel —también se le conoce por Miquel Muç, Miguel Mucio, Mucio Miguel o Mus Miquel— recuerda al Martyr de la Résistance. Oda a los luchadores, ni rastro de ciclista.

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Alejandro Valverde & Marc Soler Conversación en Mallorca

Texto: Pablo Sierra del Sol Fotografía: Enrique Calvo

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Trece años y más de cien victorias como profesional les separan, pero esta temporada Alejandro Valverde y Marc Soler se sientan a comer en la misma mesa. El murciano dice que 2021 será su último año en activo y planea colgar la bicicleta a lo grande, consiguiendo alguna de las victorias que aún no brillan en su palmarés, como la medalla olímpica.

Al catalán, en cambio, le queda mucha carrera deportiva por delante. Tanto Unzue como el propio Valverde, sus dos mentores, creen que ha llegado el momento de que otros trabajen para que Marc pueda ampliar un currículo en el que ya brillan un Tour del Porvenir y una general de la París-Niza.

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l corredor más longevo del World Tour y el ciclista que muchos creen que, tarde o temprano, dejará su huella en las grandes vueltas por etapas se sientan a charlar en un sofá de la Rafa Nadal Academy.

La preparación del Movistar les ha llevado un invierno más a Manacor.

Desde el corazón de la Part Forana salen a rodar, acumulando kilómetros por el llano y, también, en las cuestas de una Serra de Tramuntana que les curte para afrontar una temporada que, en el momento de la conversación que van a tener, está despuntando. Vienen de serpentear por Sa Calobra que es, quizás, la carretera más imposible de todas las que en la costa norte mallorquina suben del mar al cielo. “Sí, nos hemos apretado”, ha dicho unos minutos antes el corredor más joven tras la pregunta de un periodista en la rueda de prensa con la que su equipo ha arrancado formalmente el nuevo año. “Habrás apretado tú”, le ha respondido el veterano, con tono burlón pero cara seria. Son Alejandro Valverde y Marc Soler, el campeón que lo ha ganado casi todo

y el gregario que aspira a convertirse definitivamente en líder. El primero cumplirá ¡cuarenta! el próximo 25 de abril. El segundo hizo los veintiséis el 22 de noviembre pasado. Pertenecen a dos generaciones muy diferentes, pero una ilusión les une: teñir de azul Movistar un 2020 en el que no fallarán a su cita con la Volta a Catalunya. El mejor corredor catalán de la actualidad y el segundo ciclista que más veces la ha ganado (tres veces, como Indurain, sólo por detrás de los siete triunfos de Mariano Cañardo antes y después de la Guerra Civil) tenían que soplar las cien velas de la carrera más antigua entre las que se organizan al sur de los Pirineos.

Marc Soler: Mi primer recuerdo en la Volta a Catalunya es el del debut, en 2015. Fue mi primera prueba World Tour. Recuerdo sentirme en casa, estar con la familia. Una etapa acabó, además, en Vilanova i la Geltrú, mi pueblo.

Alejandro Valverde: A mí me gusta mucho el ambiente de la Volta, sus recorridos. He tenido la suerte de conseguir etapas y victorias en la general. Siempre que el calendario me

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lo permite intento estar. No me quita el sueño volverla a ganar o superar a Indurain. Lo importante, como he dicho en muchas ocasiones, es que gane el equipo. Una vez allí, si estamos los dos con opciones de conseguir la victoria y tú puedes ganar… Para ti, siendo catalán, sería un orgullo ganar en casa.

Si llega el momento y veo que puedes ganar tú, no voy a dudar. Te ayudaré en todo lo que pueda.

M.S.: El recorrido de este año es muy duro, con dos finales en alto que nos vienen muy bien, pero a mí me gusta especialmente por el tema de la crono [de Banyoles]. Serán 23 kilómetros donde creo que nos defendemos bien y podemos mandar a gente para atrás en la clasificación. En la montaña vamos a disfrutar. Tú te mueves bien en La Molina, le tienes la medida tomada. Casi cada año que ha entrado en el recorrido has ganado allí.

A.V.: Será una crono un poco incierta, ya que llega demasiado pronto, pero creo que lo podemos hacer bien.

Las cronos de la Volta a Catalunya, tanto por equipos como a nivel individual, siempre las hemos sacado adelante. El recorrido es exigente y vamos a dar el máximo.

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Cuando Marc pasó a profesionales, en 2015, Balaverde llevaba doce años entre los mejores del pelotón, incluidas las dos temporadas en las que estuvo sancionado por dopaje. Las bicicletas de ambos se cruzaron por primera vez unos meses antes, en el Mundial que se disputó por las carreteras del Bierzo y donde el murciano logró la medalla de bronce. “¿La primera vez que nos vimos fue en Ponferrada, no?”, pregunta Alejandro. “Fue en el Mundial, sí. Y yo iba acojonado, claro.

Cuando te encuentras con alguien que lo ha ganado todo, como es tu caso, siempre da impresión y corte”, responde Marc. Su compañero le mira sonriendo. Dice que por entonces ya sabía que aquel chavalín de Barcelona estaba predestinado a ser uno de los gallos del pelotón. “Yo ya te seguía de tus años en el Lizarte. Me habían hablado mucho de ti y empecé a verte hacer cosas que ya avisaban de que serías muy bueno. Te he visto crecer y creo que aún te quedan muchas cosas por hacer”, le dice Alejandro. Once meses después de aquel encuentro bautismal en Ponferrada, la promesa del Movistar le sacó un minuto a Jack Haig para coronarse ganador de un Tour del Porvenir, el de 2015, que alumbró a otros nombres como Gaviria, Moscon, Henao, Guillaume Martin, Van der Poel o Pedersen, el portador actual del maillot de campeón del mundo.

APRENDER DE LOS FRACASOS

Marc Soler sabe que aún falta para que le pidan a él las fotos. Al lado de Valverde, el catalán pasa desapercibido cuando cruzan el comedor de la Rafa Nadal Academy. Mientras los flashes apuntan al casi cuarentón Valverde, Marc aprovecha para coger, furtivo, una mini hamburguesa del buffet. “Ah, ¿pero este ya viene merendado?”, pregunta con guasa Valverde a uno de los jefes de prensa del Movistar. “Estaba rellena de guisantes, riquísima”, le dice a su compañero cuando vuelven a jun-

"En algunas carreras no entendía por qué Eusebio Unzue me recomendaba correr con prudencia, pero con los años me he ido dando cuenta de la razón" (Marc Soler)

tarse. Son las siete de la tarde y el hambre aprieta. Como las ganas que tiene Marc de ser importante en las grandes citas. La Vuelta a España de 2019 fue la primera ronda de tres semanas a la que se presentó con galones. “En Calpe, después de la crono [por equipos del primer día], no estuve a la altura de lo que se esperaba.

Tuve un mal día. A partir de ahí, me tocó trabajar. Yo tenía que estar ahí delante, pero acabé noveno la Vuelta.

Al final, nos fuimos contentos porque Valverde consiguió el segundo puesto en la general”. Soler hace autocrítica, y no se olvida de su enfado en la etapa de Andorra. Aquel día no le sentó bien que le mandaran esperar a Nairo Quintana cuando marchaba escapado y con gasolina suficiente para hacer saltar la banca. “Como les comenté a mis compañeros, hay momentos en los que llevas tanto tiempo trabajando que, cuando te ves delante, quieres

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aprovechar tu oportunidad. De todo se aprende. Creo que esa lección ya está aprendida, así que a por nuevas”, dice un espigado ciclista (186 centímetros de fibra) del que la máxima autoridad de su equipo ha comentado, unos minutos antes en rueda de prensa, “que se le puede sacar mucho jugo” durante la temporada “en la que dejará de estar a la sombra de otros líderes”.

Cuando se sienten a charlar, Marc le dirá a Alejandro sobre el estratega que acompañó a Perico, Indurain o Pereiro en sus victorias en el Tour: M.S.: Eusebio [Unzue] siempre me ha llevado con calma. En algunas carreras yo no entendía por qué me recomendaba correr con prudencia, pero con los años me he ido dando cuenta de todo.

A.V.: Es que Eusebio es un director (bueno, ahora, director-manager-jefe, como prefieras) que te da tranquilidad. Creo que es una persona realista: sabe dónde se puede y dónde no se puede estar. Eso es importante.

Si un director te presiona para que hagas cosas para las que no estás preparado, al final no te saldrá nada bien.

Eusebio es de los que te saben llevar bien para que crezcas poco a poco.

M.S.: Y le gusta mucho el ciclismo.

Ves cómo lo vive desde la pretemporada. Sale antes que nadie con el coche a inspeccionar los recorridos. Lo controla todo, hasta la dirección del viento.

Son cosas que te sorprenden, ¿no? Él es el jefe y no tendría que hacer todo eso, pero es que le gusta tanto que vive al máximo cada momento.

A.V.: Será el jefe, pero él está aquí como uno más.

M.S.: Es otro director más.

Por tercer año consecutivo, tres líderes acompañan a Unzue en la presentación del Movistar. La mesa se ha rejuvenecido. Junto al navarro y al murciano se sientan Marc Soler –veintiséis años– y Enric Mas –que tiene uno menos—. El recién llegado no deja de sonreír durante toda la rueda de prensa. Sabe que juega en casa (Artà

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Alejandro Valverde luciendo el maillot de líder de la Volta y afrontando una de las rampas del emblemático circuito de Montjuïc, en la última etapa de la edición de 2017.

El murciano conseguiría la segunda Volta de su palmarés (Foto: Archivo Volta Ciclista Catalunya).

está a apenas veinte kilómetros por carretera) y cuenta lo feliz que le hace haber fichado por una escuadra en la que puede hablar con varios de sus miembros en ese catalán con marcado acento mallorquín que sólo usó con la familia y los amigos durante los tres años que pasó en un Quick Step repleto de belgas y holandeses con los que se comunicaba en inglés. La combinación Quintana-Valverde-Landa, que fue fuente de críticas, es cosa del pasado. Alejandro y Marc prefieren pasar página y olvidarse de una palabra tabú, tricefalia, que aparecía cuando en carrera los roles y objetivos de la formación telefónica no parecían quedar demasiado claros. Valverde y Soler creen que es el momento para que el hashtag que acompaña al equipo en redes sociales (#RodamosJuntos) se perciba como una realidad.

A.V.: Esta temporada será completamente diferente. Enric y tú

sois líderes, igual que lo eran Nairo y Mikel, pero cambia que yo ya tengo un año más y muchas ganas de ayudaros y aportar para que empecéis a conseguir cosas. Hay suficiente calendario para que ganemos todos, para estar los tres delante y disfrutar. A mí me quedan dos años. Todo lo que pueda verte ganar en ese tiempo, estaré encantado, porque si ganas tú, estará ganando al equipo. Cuanto más, mejor.

M.S.: El buen rollo que hay entre nosotros es clave. Nos dejaremos la piel por el otro. Somos tres ciclistas a los que, además, si tenemos buenas piernas, nos gusta probar y dar espectáculo. A mí lo que me gustaría verte ganar serían los Juegos, que, al final, es lo que falta en tu palmarés.

A.V.: A mí no me agobia que me pregunten tanto por los Juegos. Lo mismo me pasaba con el Mundial, hasta que lo gané en 2018. Las Olimpiadas, al final, son una carrera más; muy

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importante, pero hay mucho calendario por disputar hasta llegar a Japón.

Independientemente de lo que ocurra, si para un deportista de la disciplina que sea lo máximo es ser olímpico, imagínate ir por quinta vez a los Juegos. Atenas, Pequín, Londres, Río…

El equipo olímpico es muy selecto, ya que solamente pueden ir cinco corredores. Me encantaría que me acompañaras, Marc; cuando te rodeas de ciclistas muy cercanos es mucho mejor.

Aunque claro, eso no es cuestión mía, es cosa del seleccionador…

M.S.: Los Juegos son los Juegos…

Nunca he estado en unos, y me haría mucha ilusión correr allí. Contigo, que eres un seguro, sé que estaríamos delante. En el Tour, Enric será en cierta medida el líder claro del equipo, y a nosotros nos tocará estar detrás.

Le ayudaremos en los momentos en los que haya problemas y nos tocará dar la cara cuando toque. Cada uno

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Academy en la que están pasando los últimos días de enero, y una escalera por la que sube el resto del equipo armando una animada bulla.

Los jefes de prensa piden silencio para que el ruido no se cuele en la grabación de VOLATA. Alejandro y Marc están cansados. Además del entrenamiento y de una rueda de prensa donde no le han quitado el ojo a un photocall que no hacía más que despegarse de la pared, vienen de conceder varias entrevistas a infinidad de medios. El cuerpo pide descanso, pero se guardan un minuto final para contestar una pregunta que ellos mismos completan: ¿Corriendo unidos se puede soñar con derrotar al Ineos, que parece una escuadra invencible…

El corredor de Vilanova i la Geltrú ha crecido como ciclista edición tras edición. En la Volta de 2017 quedó tercero en la general y en la del 2018 (en la imagen), consiguió terminar en quinta posición tras ayudar a Valverde a conseguir su tercera Volta (Foto: Archivo Volta Ciclista a Catalunya).

sabrá cómo llega a cada carrera y si puede estar delante. Si somos sinceros entre nosotros, no habrá ningún problema.

A.V.: Es lo que tú dices. Más que definir liderazgos lo que tenemos que hacer es entrenar al máximo para llegar lo mejor posible a las grandes citas. Si, luego, uno está mejor que otro, lo daremos todo por él. No hay que ser egoístas.

M.S.: La clave es decir la verdad en momentos complicados. A veces uno quiere dar más de lo que tiene realmente y no dice del todo lo que hay.

LA MIRADA PUESTA EN EL TOUR

"Ser olímpico es lo máximo.

Imagínate ir por quinta vez a unos Juego, pero el equipo es muy selecto, con solamente cinco corredores.

Me encantaría que me acompañara Marc Soler" (Alejandro Valverde)

Los dos ciclistas hablan sentados en un sofá azulón. A su espalda quedan las habitaciones de la Rafa Nadal

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A.V.: … sobre todo en el Tour.

Está claro que el Ineos, y antes el Sky, siempre son los más fuertes, a los que es más difícil vencer. Seamos sinceros, han formado un gran equipo. Siempre lo han tenido, pero este año vuelven a tener un equipazo. Buscaremos la manera… aunque no solamente estamos nosotros ahí, ¿eh?

M.S.: Al final siempre esperan al Movistar y cuando nos movemos es cuando se ponen todos de acuerdo para ir a por nosotros. Este año, en que quizás no tenemos tanta responsabilidad, tenemos que esperar y ver qué hace otra gente. Y aprovecharnos también nosotros.

A.V.: Roglić no tiene pelos en la lengua y ya lo ha dicho…

M.S.: … que también le toca a otros equipos hacer lo que el Movistar ha hecho anteriormente, por lo menos en los dos últimos años, en los dos Tours que he corrido.

Potencia, valentía y capacidad para leer las carreras. Esas son las cualidades que Valverde admira de Soler. “Sabes cuál es tu momento y lo aprovechas muy bien”, le dice. La admiración es mutua. Para el escalador del Garraf no hay mejor aprendizaje que observar al murciano durante las concentraciones y carreras. Marc

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Alejandro Valverde y Marc Soler atendieron a VOLATA en Mallorca, pocos días antes del arranque de la temporada

confiesa que acercarse a “las rutinas” de Valverde puede ser un reto mayor que pedalear a más de dos mil metros de altitud. “Cuando te permites tus momentos para desconectar y relajarte, te das cuenta de que Alejandro está siempre conectado. Eso es lo que marca la diferencia para que, con la edad que tiene, gane todo lo que gana”. “Vosotros sois jóvenes”, le responde el ciclista que se vistió de arcoíris en Innsbruck, “y aunque no os deis cuenta, estáis muy preparados.

Sabéis mucho. Vosotros aprendéis de mí, pero yo también aprendo de Enric y de ti”.

Prohibido ser egoístas, se repiten constantemente dos ciclistas que no dejarán de verse las caras durante la temporada. Ni ellos ni Mas irán, en principio, al Giro. Los tres participarán en Tour y Vuelta. Como

primer gran reto, Marc tratará de conseguir en la Tirreno-Adriático el triunfo que logró en la París-Niza hace dos años. Por la tele verá a sus camaradas correr en las clásicas de las Ardenas, donde Alejandro, con la ayuda de Enric, no le haría ascos a buscar su sexta Flecha Valona o su quinta Lieja, si los ex compañeros del chico de Artà “no lo ponen muy difícil”. Valverde aún no sabe si estará en Dauphiné con Mas o en Suiza con Soler antes de tomar la salida de la Grande Boucle, donde todos tratarán de morder a sus rivales con la misma fuerza que demuestra Thor apretando entre sus fauces una cuerda de la que tira Marc. El catalán ha salido a la puerta de la academia para jugar un rato con el perro de Enric Mas, un precioso ejemplar de braco de Weimar que está en su salsa mientras

Km 49

hace reír a dos veinteañeros con alma de chavales. El buen rollo al que apelaban Marc y Alejandro en la charla es evidente; ahora el reto será trasladar al que se ha referido Valverde con insistencia a las carreras. El veterano ciclista cree que este año los tres líderes serán como los mosqueteros, que en las carreras imperará el “uno para todos y todos para uno”, que el Movistar dará una imagen de unidad, que las tensiones internas son cosa de otros nombres y otros tiempos. Mientras sus compañeros juegan con Thor, él, que ya tiene otra edad, se somete a un masaje. Es un hábito irrenunciable antes de cenar, uno de los rituales que acompaña a un campeón que está a punto de comenzar su penúltima temporada como profesional pero que aún tiene la fina musculatura de un juvenil.•

Entre las celebridades ciclistas no son excepcionales los temperamentos excéntricos, que suelen resultar fascinantes dada la dificultad que presentan a la hora de ser descritos y analizados. Entre ellos se encuentra sin duda Federico Martín Bahamontes (Santo DomingoCaudilla, 1928), el primer español en ganar el Tour de Francia en un tiempo en que abundaban los grandes corredores de espíritu inescrutable. En su caso, incluso lo externo se opone a lo convencional. El vencedor del Tour de 1959 se llama en realidad Alejandro; fue un tío suyo quien “impuso” a la familia que el recién nacido se llamase como él, Federico. Encima de una bicicleta fue capaz de lograr lo casi inconcebible y más de una vez, en cambio, “desaparecer” cuando casi todo parecía estar a su favor. Igual de contundente a la hora de correr como a la hora de hacer declaraciones públicas y en sus ruidosas espantadas, está considerado de forma oficial como el mejor escalador de la historia del Tour de Francia.

Muchos fueron sus apodos (el Fideo, el Lechuga, incluso Don Quijote) pero el que finalmente cuajó y perdurará mientras la Tierra siga girando ha sido el de Águila de Toledo. Nunca ganó la Volta, pero la historia de la carrera y la suya propia se entrelazan.

F E D E R I C O

M A R T Í N

BAHAMO Texto: Josep Maria Cuenca — Fotografía: Carlos Belén

“Tendría que haber ganado dos o tres veces la general de la Volta”

ONTES

DOSIER LA VOLTA 100

a parar a Toledo. Nunca hemos sabido el motivo, ni mis tres hermanas ni yo, porque mi madre nunca nos lo dijo.

Pero por lo que yo he podido observar y escuchar, pudo tener algo que ver el hecho de que una hermana mía había nacido antes que yo, posiblemente de estraperlo.

Bahamontes consiguiendo una etapa de la Volta en 1954.

Aquella edición fue ganada por Bernard Thévenet (Foto: Archivo Volta a Ciclista Catalunya)

A

l norte de los Pirineos muchos lo vieron y lo siguen viendo como la encarnación perfecta del carácter hispánico, cuyos rasgos esenciales serían la anarquía, la sangre caliente y la ausencia de cálculo y reflexión previo a la acción.

Es opinable. En cualquier caso, convertido hoy a sus noventa y un años en el decano del ciclismo mundial, Fede vive en Toledo admirablemente memorioso, ejercitando un notable sentido del humor y dispuesto en todo momento a hablar con su proverbial rotundidad de ciclismo y, por supuesto, de sí mismo.

Usted nació el 9 de julio de 1928 en Santo Domingo-Caudilla, en un lugar que entonces se conocía como Val de Santo Domingo.

Sí, en una casilla de peón caminero, que era a lo que se dedicaba mi padre; y a los seis meses de nacer yo fuimos

¿Quiere decir que nació antes de que sus padres se casaran?

Sí. Y es que el amor se ha hecho toda la vida, pero antiguamente el mundo era otro mundo. Esa hermana, aunque llegamos a bautizarla, murió siendo muy pequeña. El caso es que vinimos a Toledo y estuvimos viéndolas venir.

Mi padre se dedicó a la carga y descarga en la estación cuando venían los trenes de mercancías; por ejemplo, remolacha. Luego entramos en un cigarral, el de Montoya, del que mi padre era guardés. Recuerdo a mi madre pidiendo a las vecinas pan duro para hacer las migas o sopa de ajo y poniéndole un dedo en el culo a las gallinas para ver cuál de ellas podía dar un huevo para meterlo en la sopa.

Y luego pudimos tirar adelante con la cartilla de racionamiento.

Pero esto último debió de ser después de la Guerra Civil, ¿no?

Sí. ¿Qué recuerdos conserva de aquella tragedia?

Nosotros estábamos en uno de los puntos desde donde la artillería tiraba al Alcázar y las espoletas caían en nuestro cigarral. Y por si fuera poco los socialistas quisieron matar a mi padre; y eso que mis padres y mi tío eran socialistas… ¿Y usted?

Yo no: yo soy del Barça. En esto nadie me va a coger. Yo siempre he sabido lo que hacía y lo que quería; me he sabido administrar. Y otra cosa: yo nunca he dejado de trabajar. ¿Qué ocurrió exactamente?

Pues que los de la UGT llegaban a Toledo con los taxis de Madrid, su-

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bidos hasta en la vaca, con escopetas y en un plan que de libertadores del Alcázar no tenían nada. Y querían que mi padre les entregara lo que daba el cigarral. Mi padre llegó a tener que esconderse en un portal que está enfrente de donde hace poco me han hecho una estatua, que era en donde estaba la vivienda de los duques del cigarral. Mi padre subía allí a darles el dinero que sacaba y mi madre tenía que entregarles los huevos que daban las gallinas.

Solo de vez en cuando se quedaba con alguno para hacer la sopa de ajo.

Tengo entendido que en plena guerra acabaron yéndose a Madrid.

Tuvimos que huir con una manta enroscada al cuerpo y una lona que llevaba mi padre y acabamos cerca de la Ciudad Universitaria durmiendo en una tienda hecha con esa lona. Hasta que una tía mía que vivía en Madrid se enteró y nos dejó ir a su piso, que estaba cerca del Retiro, a la parte baja, y allí dormíamos en un colchón en el suelo. Así estuvimos un año y pico hasta que nos fuimos a Villarrubia de Santiago. Mi padre a echar piedras en la carretera y yo a coger aceitunas.

Por lo que cuenta, no tuvo demasiadas oportunidades de ir a la escuela.

Cuando regresamos a Toledo mis padres nos subían al Hospital Tavera, pero más que para aprender para ir al Auxilio Social. Allí las monjitas nos daban algo de comer, pero había que rezar el Padrenuestro todo el día.

Cuando me preguntan cómo he aprendido todo lo que sé —yo hablo italiano y francés sin haber estudiado— respondo: el hambre.

Todo ese sufrimiento, todas esas adversidades a las que se ha referido, ¿cómo lo recuerda? Con tristeza, con amargura…

No, al contrario. Para mí es un orgullo que, saliendo de la nada, haya llegado a donde he llegado.

Usted se sintió atraído por el ciclismo en una época, la posguerra,

FEDERICO MARTÍN BAHAMONTES

y en una situación personal y familiar, de pobreza implacable, ciertamente singulares.

Yo tuve que buscarme las habichuelas por todos los sitios para no pasar hambre. Y empecé en el mercado a cargar y descargar, ganando 15 céntimos por descargar un camión entero de naranjas. Hasta que, ya acabada la guerra, mi madre montó una verdulería muy modesta de alquiler, claro, porque teníamos una huerta en el Cerro de los Palos que sembraba mi tío —el hermano de mi padre que dijo que yo tenía que llamarme como él: Federico— y mi padre. Y antes de eso mi madre iba por las casas con un caballo a vender fruta a domicilio. Recuerdo que yo iba al mercado a comprar la fruta y la verdura y en casa, en cambio, nos comíamos todo lo que estaba picado, porque lo que comprábamos no nos lo podíamos comer porque era para venderlo. Y también segábamos; yo he estado dos o tres años segando… El caso es que yo empecé cargando y descargando y poco después, para no estar sin hacer nada el resto del día, puse en mi primera bicicleta una tabla y mi padre me mandó al estraperlo. Una bicicleta que me costó 30 duros y no tenía ni cámaras ni cubiertas. Y la Guardia Civil no dejaba de estar pendiente de los tres o cuatro que nos dedicábamos a aquello para quedarse con el género.

Y, más o menos entonces, empezó a salir y competir en bici con regularidad.

Sí, pero un poco antes cogí unas fiebres tifoideas —las que mataron a Coppi— porque me picó un mosquito mientras me escondía de la Guardia Civil. Llegué a pesar menos de 50 kilos y todo el mundo me daba por muerto.

Tenía diecisiete o dieciocho años y al año ya empecé a competir. ¿Empezó porque simplemente se le daba bien dar pedales o hubo una afición previa?

Yo seguía las carreras desde chavalín.

Cuando estaba en el cigarral me subía a la pared para ver la salida de las carreras de la Feria y del Corpus. Porque

El ex corredor no dudó en hacer de guía improvisado por Toledo para VOLATA

"No siento tristeza ni amargura por las adversidades que he vivido de niño. Para mí es un orgullo que, saliendo de la nada, haya llegado a donde he llegado" casi toda la familia de mi madre ya montaba en bicicleta. Y a partir del estraperlo corrí en Menasalbas una de mis primeras carreras, que organizó Educación y Descanso, con un pantalón de baloncesto que me dieron y les metí 18 minutos. Y luego empecé a salir con dos de aquí, de Toledo, Cuartero y Gerardo. Una vez hasta nos fuimos a Madrid en bicicleta. ¿Su familia le apoyó?

Mis padres no querían que yo corriera.

Cuando mi padre se enteró de que había ganado esa primera carrera porque la gente le decía: «¡Tu hijo es un fenómeno!», me dijo que ni se me ocurriera volver a montar en bicicleta. Yo salía cuando mis padres se echaban la siesta después de ponerle aceite con la pluma de una gallina a los pernios de la puerta del patio, que chirriaba, y así hacía la vuelta al valle una o más veces. ¿A Menasalbas fuiste solo o con algún compañero de Toledo?

Km 53

Fui con un tal Redondo, que emigró a Francia con su familia y luego todos vinieron a verme al Tour alguna vez.

En 1952, cuando todavía no era profesional, corrió la Madrid-Toledo y ya hizo alguna de las suyas…

Yo estaba en las fiestas de agosto bailando con la que sería mi señora, Fermina, en la plaza de toros de Toledo. Y esa misma noche, sin saber si me dejarían correr, me fui a Madrid en bicicleta con mi compañero de entonces que era de Santa Cruz de la Zarza y con el que pasábamos todas las calamidades.

Y corríamos tal que mañana… Cuando me dicen que cuento batallitas yo digo: Mejor que no te pasen. ¿Y se pudieron inscribir en la competición?

No, no nos dejaron correr. Pero salimos de Madrid e hicimos la carrera, en la que participaron los grandes nombres de entonces, por nuestra cuenta y yo llegué a Toledo por delante del

DOSIER LA VOLTA 100

Ya en 1954, convertido en ciclista profesional, se marcha a Barcelona en donde Santiago Mostajo tuvo una intervención relevante en su carrera.

Santiago Mostajo era un aragonés de Zaragoza muy bruto y muy fuerte; Aragón ha dado siempre ciclistas buenos: Lahoz, Escolano, Corrales…

Y yo llegué a Barcelona a correr un Campeonato de España por Regiones representando a Madrid (recuerdo que nos llamaban los lilas por el color del maillot) y había varios equipos que me querían, pero a mí me hacía falta dinero y no había pasado al Faema.

Entonces Mostajo fue quien nos ayudó a abrirnos camino, el que nos daba de comer; su mujer nos hacía espaguetis y venga espaguetis. Vivíamos en un local cerca del velódromo de su nombre, en el barrio de Gracia, en un esquinazo de la calle Bailén en el que él tenía una tienda de neumáticos Michelin. Además tenía bien colocado con nosotros a su hijo, Santiaguín, que también era ciclista y que, cuando estaba bien, andaba bastante. Y desde Barcelona, patrocinados por Balanzas Berkel, hicimos las primeras carreras fuera de España. La primera de todas la disputamos en Montecarlo.

El toledano fue el primer español en conseguir el Tour de Francia en 1959 pero en la edición de 1960 (en la imagen) tuvo que abandonar (Fotos: Nationaal Archief) pelotón. Por entonces ya me empecé a preguntar: ¿Y estos son los fenómenos?

Antes de 1953 ya había ganado, entre otras cosas, dos veces la general y la montaña de la Vuelta a Ávila y otras dos el Campeonato Nacional de Educación y Descanso. En fin, supongo que bastante antes de pasar a profesionales su padre no tuvo más remedio que aceptar que usted se hiciese ciclista.

Transigió pero no porque él quisiera, sino porque yo ya me había hecho capitán general. Y eso que en una revisión médica de la Federación me dijeron que no servía para ciclista, que me dedicara a pasear.

"En Barcelona pasé un par de temporadas.

Durante aquel tiempo me junté mucho con César, jugador del F.C. Barcelona"

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Habla en plural. ¿Qué otros ciclistas convivieron allí con usted?

Hortensio Vidaurreta, José Escolano, Bover… ¿Cuánto tiempo permaneció en Barcelona?

Un par de temporadas, más o menos.

La pensión nos costaba 500 pesetas. Y durante aquel tiempo me junté mucho con César, el jugador del Barcelona; era un fenómeno.

Motivos no faltan para que haya quien ha dicho que Catalunya (y también Asturias) fueron su segunda patria chica. Sin embargo ha ganado la Vuelta a Asturias pero no la Volta a Catalunya a pesar de que en alguna edición se vistió de líder durante varios días. ¿A qué cree que se debe?

Porque tenían el dinero y me lo ofrecían, pero no me pagaban. Y cuando

FEDERICO MARTÍN BAHAMONTES

te vienen con engaños… Yo he ganado la montaña de la Volta a Catalunya y tendría que haber ganado dos o tres veces la general.

También 1954 fue el año de su primer Tour de Francia, en el que tuvo lugar la celebérrima anécdota del helado que se tomó en la cima del col de Romeyère camino de Grenoble.

Usted nunca ocultó la razón por la que se detuvo en la cima, sin embargo, aquello se distorsionó sin reparos.

Sí, algunos lo han contado como una chulería por mi parte, y la verdad es que yo iba escapado con tres más: Le Guilly (que era el que más subía), otro francés y un belga (que, por cierto, tenía un ojo de cristal y no lo sabíamos). Entonces el coche del belga hizo saltar una piedra que me rompió dos radios del mismo lado. La rueda quedó hecha una mierda y la llanta me rozaba en las dos zapatas. Pero había 50.000 francos de premio —me acordaré toda la vida— por pasar primero por la cima. Y cuando llegué arriba llené con la mano uno de los bidones de helado. Tuve que esperar 14 minutos a que llegara Berrendero y me arreglaran la rueda.

A partir de entonces, sobre todo, también se dijo que bajaba mal. ¿Lo admite?

Lo admito y sigo con miedo. Lo que no se sabe es que yo estuve en Barcelona quitándome espinas de todo el cuerpo porque bajando Montserrat escapado quedé colgado en unas zarzas. Y luego en otra caída, en Pajares, quedé colgado de un pretil. Y, claro, cuando te ocurren cosas así, ¿qué prefieres: tener miedo o tener precaución? Pero en mis escapadas me recuperaban muy poco tiempo, lo cual quiere decir que cuando tenía que jugármela lo hacía.

Observando en conjunto sus participaciones en el Tour se constata que tanto antes como después de su triunfo en 1959 no faltan incidentes (algunos muy comentados), discontinuidad e infortunio. En 1955

Bahamontes aun conserva en su casa de Toledo algunos objetos que formaron parte de su vida como ciclista, como esta bicicleta con la que corrió el Tour de Francia en los años sesenta no lo corrió y en 1957 abandonó; y en 1960 también abandonó y, al año siguiente, no tomó la salida. En el año 1956, el de la edición tal vez más anómala de la historia, quedó cuarto. ¿Qué opinión tiene del vencedor, Roger Walkowiak, tan duramente criticado?

Corría en un equipo regional y cogió dos escapadas bidón de muchos minutos, y luego los gallos franceses se marcaron entre ellos y Louison Bobet le ofreció ayuda para que no ganara otro. Todo el mundo esperaba que ganase yo, y el hecho es que, de los favoritos, el que más se le acercó fue Fede. Y eso que en la segunda etapa perdí una minutada. Pero cada día me

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fui acercando a él más y más. De todas maneras, Walkowiak demostró estar en forma y se defendió bien.

En 1963 y 1964 resurgió en la general del Tour quedando segundo y tercero respectivamente, bajo el dominio de Anquetil. Y en 1965 se retiró del Tour y, tras ganar la Escalada a Montjuïc, dejó el ciclismo y, según prometió que haría, no volvió a subirse en una bicicleta. Su retirada de la gran ronda francesa también fue un episodio muy bahamontiano…

Yo llevaba días reclamando mi sueldo a Raoul Rémy, el director de mi equipo de entonces, el Margnat-Paloma.

Le decía: O me pagas o me bajo. Y él

DOSIER LA VOLTA 100

no paraba de darme largas diciéndome que “demain, demain”. Así que harto de la situación ataqué en la segunda etapa de los Pirineos y cuando tuve una ventaja de más de un minuto, me bajé de la bici y me escondí en el bosque. Y luego me subí al coche escoba y se acabó. No abandoné por ningún problema físico como dijeron algunos.

En cuanto al Giro, participó en tres ediciones. En 1958 acabó en la posición diecisiete y ganó la etapa de Superga, en Turín, y en 1961 abandonó. Mientras que en su debut, en 1956, ganó uno de los dos premios de la montaña que se otorgaron y abandonó en la etapa del Monte Bondone en que Charly Gaul dio el golpe definitivo a la carrera en unas condiciones atmosféricas durísimas.

En la etapa del Bondone yo iba camino de ponerme líder. ¡A meta no llegamos ninguno en bicicleta porque estaban las carreteras cortadas por los desprendimientos! Recuerdo que yo me refugié con Galdeano en la casa de una aldea en la que había dos hijos carabineros y acabamos vestidos de carabineros los dos. Luego estuve un mes y medio (o más) que me mordía las uñas y no sentía nada. El clima en el Giro podía ser criminal. Y eso que la manera de correr del Giro me gustaba más que la de la Vuelta o la del Tour porque se corría más en grupo y, claro, cuando llegaba la montaña a mí me dejaban marcharme para no romper el pelotón.

"En la segunda etapa de los Pirineos en el Tour de 1965, ataqué y cuando tenía un minuto de ventaja, me bajé de la bici y me escondí en un bosque. Me subí luego al coche escoba y el ciclismo se acabó para mí" merecedores de esa consideración en igual o incluso mayor medida.

Sobre esto se han dicho cosas raras. La organización de la Vuelta repescaba y descalificaba a quien quería y para ella el dinero mandaba mucho, demasiado.

Y luego estaba la prensa, sobre todo la vasca, que apoyaba totalmente a Loroño. Y para acabarlo de rematar, Luis Puig no hizo las cosas bien.

Ahora que se va a celebrar la edición del centenario de la Volta a Catalunya me gustaría que me dijera alguna cosa acerca de un hombre que presidió la Unió Esportiva Sants y que hizo mucho por la pervivencia de la ronda catalana. Me refiero a Ramon Torres Casanovas, conocido como L’Avi (el Abuelo).

Era el fenómeno de todos los cronistas de ciclismo en España, y era, sí, el Abuelo. Pero también se dejaba querer como persona. ¡Y encima era baha-

montista acérrimo! Era un hombre muy respetado en Francia y por todo el mundo. Respetado y escuchado. Un señor. Yo le quería mucho.

Y, puestos a evocar el pasado, ¿qué compañero de equipo destacaría como el mejor en todos los sentidos?

Juan Campillo, buen gregario y buena persona, fiel y trabajador. Le quería mucho. Siempre me quedará la duda de los motivos de su muerte en Andorra.

Y de entre todos tus rivales, ¿el más correoso fue Gaul?

Gaul me ponía de los nervios más que otra cosa, porque siempre estaba detrás de mí, a rueda. Pero en los días de calor lo achicharraba. A él y a todos.

En mi época hubo buenos escaladores italianos: Massignan, Tacone, Favero… Y también el belga Stan Ockers, que un año en el Izoard me puso las cosas difíciles. Subía como un ratón.•

El frío, a usted, no le iba nada bien, ¿verdad?

El frío me afectaba mucho. Yo era hombre muerto en las etapas de frío.

Porque algunos rivales iban cargados y yo, que iba normal, lo pasaba mal si hacía frío, mientras que Gaul iba como una lechuga.

Curiosamente la Vuelta a España ha quedado en la memoria colectiva como su gran asignatura pendiente y Jesús Loroño (que sin duda fue un buen ciclista) como su gran rival, a pesar de que hubo otros corredores

Durante el largo encuentro con VOLATA, el toledano fue generoso en detalles sobre su historia como ciclista

Km 56

Callejeando con Fede por Toledo Texto: J. M. C.

P

asear en fin de semana por Toledo con Bahamontes —uno de los habitantes más ilustres de esta bellísima ciudad castellana— es algo estimulante y ameno pero también complicado si, como es el caso de un servidor, se pretende conversar con él cazando información jugosa. La inmensa mayoría de los turistas inquietos y de los ciudadanos locales que disfrutan su asueto reconocen de inmediato al ganador del Tour de Francia de 1959 y le piden autógrafos y fotos. El Águila, afable y satisfecho, no sólo accede a todas las peticiones que le hacen, sino que incluso las incentiva regalando postales en que aparece vestido de amarillo escalando un interminable puerto alpino con restos de nieve en las laderas.

Pero Fede es hábil y posee una mente rápida y resolutiva capaz de hacer más de una cosa al mismo tiempo. Mientras se ocupa de sus admiradores, o un instante antes o después de hacerlo, me informa, por ejemplo, del plato que solía mover en la montaña (un 43 como mínimo) y la corona (una del 23 como máximo); de cómo se fue a disputar la Vuelta a Asturias en bicicleta partiendo de Toledo; o de cómo ganó a Bobet en un velódromo del sur de Francia provocando en el triple vencedor del Tour un cabreo memorable. Sin olvidarse de referir que en más de una Vuelta a Ávila, siendo aún aficionado, llevaba los bidones de su máquina llenos de comida; y que en la Subida a Arrate tenía por costumbre soltar un latigazo nada más empezar la ascensión.

Por si fuera poco, Bahamontes “obliga” cordialmente a algunos ciudadanos toledanos que viven de los visitantes a que nos agasajen a mí y a mi acompañante, el fotógrafo Carlos Belén. Es así como los dos, mirándonos con discreto asombro, podemos degustar unas excelentes galletas artesanas, un helado sabrosísimo, una tapa de excelente jamón o asistir, cerca de la plaza Zocodover, a la confección de un

par de puntos de libro personalizados con bella caligrafía antigua unos instantes antes de que acaben en nuestros respectivos bolsillos. Nada le niegan sus paisanos al decano del ciclismo mundial.

Camino de la verista y convincente estatua del Águila que recientemente le ha sido consagrada por la ciudad, Fede me cuenta qué le dijo Fausto Coppi cuando le visitó hace más de medio siglo en estas latitudes hispanas con motivo de una cacería colectiva: “Tú tienes que hacer la general del Tour y olvidarte del Premio de la Montaña”. Ya ante la estatua en cuestión, situada en un balcón que brinda un panorama impagable, con entrañable amabilidad, el hombre que ha ganado el máximo premio para un escalador en las tres grandes vueltas ciclistas del mundo atiende sin dejar de sonreír a la mucha gente que se le acerca, sin dejar de autopresentarse ante los pocos que no saben quién es. Pero también sin desaprovechar la mínima ocasión de darme más y más detalles de su vida. Me habla de cómo subía en bici por la notable pendiente en que nos encontramos cargado de fruta y llevando algún chaval pariente o conocido; de cómo en 1958 corrió y acabó Vuelta, Giro y Tour; de su implicación en el equipo La Casera-Peña Bahamontes y en la organización, durante muchos años, de la Vuelta a Toledo. A todo lo cual añade sendas evocaciones de Evaristo Murtra, el empresario catalán que en 1956 fue el padrino de su boda con Fermina, y del mecánico Sisquillo; así como su disgusto ante el ciclismo actual, pero también su admiración por la forma de correr del colombiano Egan Bernal.

Cuando llega la hora de comer y el gentío se ha reducido de forma sensible, con tono confesional, Federico Martín Bahamontes me dice que él nunca ha dejado de hacer cosas, de trabajar, y que eso para él es algo así como el secreto de una buena vida.

“No había táctica…

...escapar y llegar,

escapar y llegar” Bernardo Ruiz

BERNARDO RUIZ

“Hay muchos trofeos. Todos los cajones están llenos de cosas. Yo ya he perdido la cuenta de todo lo que hay”. Bernardo Ruiz (Oriola, 1925) está en su sofá, con una manta sobre las rodillas. Chaqueta y bufanda de cuadros.

Le ha dado una última calada a un cigarrillo, ha cambiado amablemente de asiento para evitar el contraluz en las fotos de forma que, justo detrás, colgada en la pared, queda una caricatura suya hecha por el maestro, también oriolano, Alfonso Ortuño. “Al gran Bernardo Ruiz, con todo mi afecto y admiración”, se lee al pie de la imagen. El Bernardo Ruiz de hoy, con sus noventa y cinco años, se funde con aquel del impecable dibujo, en el que el primer ciclista español en subir al podio del Tour de Francia y en ganar una etapa del Giro d'Italia lleva en el pecho su apodo de entonces y de siempre, El Pipa, con un tubular a los hombros y su bicicleta, bidón de agua delante, cogida firmemente con su mano derecha. El resto, escucharle.

Texto: Rafa Mora — Fotografía: Andrea Palazón

¿De dónde le viene el gusto por la bicicleta?

Yo no tenía ninguna intención de correr en bicicleta, pero en aquellos tiempos se llamaba hacer el estraperlo: comprar cebada, trigo y cosas así.

Había que llevarlo al molino, molerlo, venderlo, y así me entrenaba. Bueno, así no me entrenaba, así hacía bicicleta.

Porque yo no tenía intención de correr, no tenía ni idea. ¿Su primera carrera fue en Valencia?

Había corrido más, pero la primera carrera por etapas fue la Vuelta a Valencia. Era del Frente de Juventudes, éramos unos chavales. Y la gané dos veces.

Luis Puig era el secretario de la valenciana, y tenía un negocio que equipaba los locales del Frente de Juventudes. Yo hice mucho por él. García Orts era el presidente, y yo tenía que comer en un parador del Frente de Juventudes, en El Saler, y Orts no me daba la tarjeta para comer. Puig me la dio, y de ahí en adelante empecé a tener mucha amistad con él. Siempre lo apoyamos para que fuera presidente.

¿Qué comían en carrera?

Lo que había. Depende, porque si la carrera era corta, no llevaba nada. Pero si era larga, llevábamos frutos secos, higos secos, que son muy buenos, plátanos, y cosas así. Y algún pastelico de la confitería, que fuera dulce. El azúcar es lo que más rápido va a la sangre.

en aquellos tiempos era el número uno contrarreloj, que era Antonio Andrés Sancho, el mejor contrarrelojista… Y le gané. Y entonces cuando iba a la meta, me iban a entregar el trofeo y no me lo entregaron porque tenían que averiguar a ver si me había remolcado con alguna moto, porque no se lo creían.

También había controles, en los que todo el pelotón paraba a comer…

Había controles, pero depende. En la Vuelta a España se hacían controles de media hora. El control era para comer.

Y ahí comíamos, lo que más, plátanos, fruta escarchada… Igual que yo, comíamos todos igual.

¿Eso le pasó en varias carreras?

No, una vez ya fui campeón de España, todo era más serio. Me respetaban mucho.

¿Cuántos kilómetros hacían?

Las etapas tenían 140, 130, depende. Y algunas de 200 y más largas. ¿Cómo y cuándo se hizo profesional?

Me hice profesional cuando gané el Campeonato de España de fondo en carretera. Se hacía en Madrid, que eran 150 kilómetros contrarreloj. Yo fui una sorpresa. Allí había un corredor, que

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A partir de ser campeón de España, ¿qué cambia?

Cambia todo. Cambió toda mi vida en todos los sentidos, porque ganaba muchas carreras y era el número uno.

Yo fui el primero en ser profesional en España. No había profesionales. Éramos corredores de Primera, Segunda, Tercera y Cuarta categoría. Y yo era de Cuarta. Y fui el primer profesional.

Ya cuando gané la primera etapa en el Tour de Francia, la Unión Ciclista Profesional me declaró profesional. Era un ciclismo distinto al de ahora…

DOSIER LA VOLTA 100

Llegué escapado. Bajábamos un puerto que se llamaba el Coll de Nargó y de allí a la Seu d’Urgell. Ya me puse líder. De ahí fuimos a Calella, después a Girona, y allí fue una contrarreloj… Es que claro, hace ya tantísimos años… Entonces también subíamos Montserrat. Ya en Montjuïc llegamos en grupo, y dando vueltas, cuando faltaban 50 metros un perro se me cruzó y me caí. Y me fui a la meta andando, pero me dijeron que no, que no, porque lo que gana no es el ciclista, ¡es la bicicleta! La bicicleta se hizo un gancho, y yo me fui andando. Pero el jurado me dijo que tenía que entrar con la bicicleta.

En aquella etapa, Ruiz perdió 24 segundos en meta a pesar de la caída.

El ciclista de Orihuela ganó la clasificación general con 9:32 sobre Juan Gimeno, y 11:28 sobre Zimmermann.

Pese a ganar la general, no consiguió ninguna etapa. ¿Cuál fue su táctica? ¿Mi táctica? No había táctica… escapar y llegar, escapar y llegar. Yo era un novato… ¿Su gran rival en aquella Volta fue Gimeno?

Gimeno era rival porque era una figura en aquellos tiempos, pero no era rival. Él estaba en un equipo, y yo iba en individual. Ellos eran un equipo, y yo iba solo, no tenía equipo.

Bernando Ruiz en 1957 en el Tour de Francia (Foto: Nationaal Archief)

¿Y cómo era ese ciclismo?

Primero, corríamos individualmente, todos contra todos, y después ya por equipos, y ahí cambió todo.

Usted ganó, con veinte años, la Volta de 1945, la más larga de la historia.

Las bodas de plata. Eran quince días y dieciséis etapas, porque había un día que se corrían dos etapas. Todas las Voltas terminaban en Montjuic… ¿Cómo la ganó?

Lo puedo contar todo. La primera etapa era en Montjuïc, diez vueltas. Yo

era un novato, porque era la primera vez que iba a Catalunya. Yo daba vueltas, y ganó uno que se llamaba Enrique Armengol, y yo hice segundo.

De ahí fuimos a Manresa, de Manresa a Reus, de Reus a Tortosa, de Tortosa a Tarragona, Tarragona-Valls, VallsTàrrega, Tàrrega-Tremp, Tremp-Seu d’Urgell… Y yo en la Seu d’Urgell me pongo líder.

Aquella etapa de la Seu la ganó el suizo Robert Zimmermann, que después fue tercero en el podio final. ¿Cómo se puso usted líder?

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Y a usted ni le conocían…

Nadie. No me conocían. Cuando fui allí para participar, me fui con [Cipriano] Elys a Barcelona, y lo único que hizo la casa Galindo fue regalarme un jersey para correr, porque no tenía ni eso.

Ha dicho que cuando se hizo profesional, cambió todo. ¿Al ganar la Volta cambiaron las cosas?

Claro. Me hizo cambiar todo. Que yo era un diamante en bruto, decían… Me acuerdo que gané 16.000 pesetas. Las puse encima de la cama para contarlas. Me pagaron con billetes viejos y sucios… Para ver la carrera la gente pagaba cinco pesetas.

BERNARDO RUIZ

"Ganar la Volta en 1945 lo volvió a cambiar todo. Decían que era un diamante en bruto. Gané 16.000 pesetas. Las puse encima de la cama para contarlas"

¿Cuándo se dio cuenta de que podía ser ciclista?

Yo tenía la manía de correr en bicicleta. No pensaba que sería figura.

Nunca. En primer lugar, tenía diecisiete o dieciocho años. Ahora, cuando gané la Volta y gané 16.000 pesetas…

Y lo mismo pasó en la Vuelta a España. En la Vuelta, cuando gané cuatro etapas y el premio de la montaña, me dieron 12.000 pesetas de la Vuelta, 3.000 pesetas del premio de la montaña, y cuatro etapas a 300 pesetas. Eso era dinero...

Llega a la Vuelta a España y debuta en 1945. ¿Cómo lo vivió usted?

Me daban 100 pesetas de dieta, y con eso teníamos que comer y pagarlo todo. Y aún me sobró dinero. Vine a mi casa con 500 pesetas. Yo acabé el decimoprimero, y había premio hasta la posición veinte. Éramos veintidós, así es que la organización me dio 500 pesetas, igual que a todos. Era una Vuelta en la que había dos motoristas, uno se mojaba y aparecía a los dos días. En los controles le pedíamos a la policía que sacaran agua y la sacaban en los pueblos con cubos, y llenábamos. Eso eran los controles. ¿Notaba a la afición o no había mucha gente animando?

No, en los pueblos no. Donde había afición era en Catalunya y algo en Madrid, pero el ciclismo se vivía en

A pesar de su avanzada edad, el ciclista alicantino es capaz de recordar nombres y fechas con claridad. Lección de historia.

Catalunya. No había mucha afición.

Ibas por la carretera y te gritaban: ¿A dónde vais? El público nos decía que estábamos locos. Era un ciclismo diferente.

Debuta en la Vuelta con veinte años y la gana en 1948 con veintitrés.

Gano cuatro etapas. Langarica era el rival. ¿Y qué tal con Langarica?

Nada. Era un payaso. Era un tío muy grande y se creía que porque era grande podía ganar. Y no. Yo le he ganado muchas carreras a Langarica.

Km 61

¿No se llevaba bien con él?

No me he llevado nunca bien. Porque era un chulo… Se creía que podía con todo, y no.

Pero ha habido rivales con los que sí se llevaba muy bien.

Tenía muchos amigos. Emilio Rodríguez, Bernardo Capó, Miguel Gual, éramos cuatro, junto con Poblet. Éramos los cuatro contra todos en todas las carreras. Luego repartíamos el dinero. Hacíamos partes. ¿Hay alguna etapa clave en su victoria de aquella Vuelta del 48?

DOSIER LA VOLTA 100

En el Tour de 1952, acaba tercero.

Gana Coppi.

Subiendo el Tourmalet yo me escapé. Y Coppi me cogió. En vez de ayudarme, como yo no era conocido, él esperó a Stan Ockers porque eran amigos.

Llegamos a Granada, y de allí a Murcia, y allí gané la etapa. La otra etapa la gané en Bilbao, que era el pueblo de Langarica. Le gané allí la Vuelta a España. La clave para ganar fue Bilbao.

Subiendo Sollube, Emilio Rodríguez y yo nos escapamos y llegamos con 10 o 12 minutos a Bilbao, y ya me puse líder.

Langarica no me dijo nada, él se iba a un hotel y yo a otro. No hablábamos más que en carrera. ¿Cómo se definiría usted como ciclista?

No soy la persona indicada para decirlo. Era un rodador y escalador. Lo que no era, era esprinter. Si llegábamos a meta dos, tres o cuatro... He ganado muchas etapas al esprint porque era más fuerte que los otros tres, pero no porque fuera rápido. El rápido era Poblet, que era el número uno. ¿Cómo se llevaba con Poblet?

Con Poblet me he llevado bien y mal.

Porque era muy egoísta, era un mal compañero porque era un ambicioso. Lo quería ganar todo. A mí me ganó dos Campeonatos de España en Bilbao siendo compañero. Podía haber ganado un día el Campeonato, y al otro año lo podía ganar yo. Pero era muy egoísta. Era un corredor nacido para ganar.

Luego da el salto al Tour y al Giro.

Al Tour de Francia fuimos y el primer año abandonamos. Fue el de 1949.

Nosotros teníamos costumbre de correr en España veinte o treinta corredores, y allí salieron ochenta. Y abandonamos todos los españoles. Langarica empezó a decir que nos fuéramos a Portugal, que también había carreras, porque ganaríamos más que en el Tour. Nos descalificaron un año entero. Al volver a España nos dijeron de todo, hijos de puta, cabrones… Nos insultaban. Yo no iba a abandonar, pero Langarica y Berrendero… Había un camión que era el cierre e iban los dos. Yo iba corriendo y ellos me decían: “¡Súbete, tonto, que vas a perder una hora!”. Y abandoné. Y los tres que habíamos abandonado nos descalificaron un año entero.

"La prensa me enfrentó con Langarica, pero era una rivalidad estúpida"

Y como consecuencia le retiraron el pasaporte un año, ¿entonces qué hizo?

Aquí estábamos como en Rusia. Aquí era peor. Abandonabas y te castigaban.

El equipo de 1949 era Capó, Berrendero, Langarica… Éramos seis, pero ya no me acuerdo... había un catalán, pero ya no me acuerdo. Hace setenta años…

1951, usted vuelve al Tour y…

Y gano dos etapas. La de ClermontFerrand que llega a Brive y la de Briançon que acaba en Aix-Les-Bains.

En Brive gané escapado, había una subida y fui algo así como 80 kilómetros escapado. Los italianos eran los que dominaban la carrera. Llegué solo.

La otra la gané también escapado, me escapé subiendo y me fui. Como gané dos etapas, aquí en España fue una revolución. Me acuerdo de que me felicitó José Antonio Elola-Olaso [N. del a.: entonces delegado nacional de Educación Física y Deportes].

Km 62

¿Cómo era Coppi?

De maravilla. Muy buena persona, pero que muy buena persona. Hablábamos mucho. Pero tenía una mujer muy mala.

Bruna, se llamaba. Me acuerdo del día que estábamos en Frejús, al lado de la frontera de Italia. Teníamos que correr en Andorra y fuimos toda la noche conduciendo. Y no encontrábamos hoteles, pero al final encontramos un sitio, nos metemos, preguntamos si había habitaciones, “sí”, nos dicen, y la mujer le decía a Coppi que era una cuadra, que no era un hotel. Tenían peleas todos los días, discutían mucho. Yo siempre allí, calladico… ellos dos iban delante, y yo detrás… yo no tenía coche, iba con el coche de él.

Vivió la rivalidad de Coppi y Bartali.

Eso es cuento y mentira. Eso era una cosa de la prensa. Ellos no discutían. Se llevaban bien. Coppi se fue a África, a la guerra, y un oficial inglés lo conoció y lo recogió. Ellos no discutían. Bartali siempre iba protestando. Me acuerdo de que cuando fuimos a América, en la piscina, lo tiraron y se dio un golpe en la espalda… —ríe—. Bartali era buena persona, pero un cascarrabias, siempre estaba protestando. La rivalidad entre ellos era deportiva, pero cuando corrían juntos, se protegían los dos.

Y en España, ¿cómo era?

Me enfrentaron con Langarica, porque tenía un periodista de Bilbao que lo protegía, y a mí me protegía un periodista de Madrid. Pero era una rivalidad estúpida. ¿Y con Bahamontes?

Bahamontes como persona, era un estúpido, porque era un cascarrabias, todo era malo. Unos problemas tremendos. Estábamos en el hotel, sacaban un filete y decía que estaba duro… ¿Cómo que duro? Pues igual que el mío. Y decía que no lo quería. Era un

BERNARDO RUIZ

Ruiz, en el centro, con el maillot de líder de la Volta en 1946 (Foto: Archivo Volta Ciclista a Catalunya )

liante. En carrera ha sido muy bueno.

Bahamontes tiene más historia en Francia que en España.

Y en carrera, ¿cómo se llevaba con él?

Si éramos compañeros, bien. Si era de otro equipo, éramos enemigos. Dependía. En el Tour, si íbamos en el mismo equipo, lo trataba bien, pero cuando estaba en otro equipo yo le daba leña.

Le hice abandonar varias veces. Lo mandaba a Toledo, con la Fermina —ríe—. En el 1957, con Loroño, se jugaba la Vuelta, se pelearon en una etapa, a puñetazos. Más que nada es que había un periodista que era un borde, que se llamaba Carrasco, y otro periodista también borde, que fueron los que armaban los follones…

Hace poco se reencontraron en Madrid…

Y nos abrazamos.

En 1957 lo quitaron del equipo nacional y lo pasaron al regional.

Luis Puig tuvo la culpa porque era un cagón. Era bueno, pero a mí me hizo un par de canalladas. Una fue sacarme del equipo español para poner a Bahamontes como líder.

Allí ganó una etapa. Fue el primer corredor español que ganó en el Giro.

Fue en Frascani. Allí se iba a disputar el Campeonato del Mundo, y yo gané aquella etapa.

Y encima, va y gana Jesús Loroño aquella Vuelta y se la gana a Bahamontes... ¿con su ayuda?

No. En la Vuelta de 1957 llegamos Loroño y yo a Tortosa, cargó la escopeta y él solo llegó a meta…

Sólo decía: ¡Lo mando a Toledo!, ¡Lo mando a Toledo! Yo a Loroño le decía que el enemigo lo tenía en casa, porque eran del mismo equipo. Yo no era enemigo. Yo acabé tercero y gané más que todos, porque iba solo.

¿De qué carrera de todas tiene usted mejor recuerdo?

Yo tengo muchos recuerdos de todas, pero la que más recuerdo es la Volta a Catalunya porque fue la primera victoria buena que tuve.

Hablemos del Giro d'Italia.

Yo iba a Italia porque me daban cuatro perras para llevar al equipo. Yendo yo, llevaba al equipo. Toriani, que era el director, me dio 400.000 o 500.000 liras, que era una miseria.

Km 63

En este punto, Bernardo Ruiz hace una pausa. Tiene noventa y cinco años y levanta la mirada hacia su hijo Bernardo. “Estoy cansado”, le dice. La entrevista se ha acabado. Coge el andador que le ayuda a moverse por la casa y se marcha a otra sala a descansar. Saluda amablemente y desaparece por la puerta, despacio pero a ritmo constante, como cuando atacaba y se escapaba...•

DOSIER LA VOLTA 100

Ediciones para el recuerdo De la primera edición en 1911, con victoria para Sebastià Masdeu, a la última, ganada por el colombiano Miguel Ángel López, la Volta ha celebrado 99 ediciones en 108 años. Sólo dejó de disputarse durante los paréntesis bélicos de la Primera Guerra Mundial (1914-1919) y la subsiguiente resaca durante 1921 y 1922, y el de la Guerra Civil (1937 y 1938). De todas sus ediciones, hemos escogido las más significativas y que, en cierta forma, explican por qué es, además de una prueba ciclista, parte de nuestra historia contemporánea.

Texto: Javier Gilabert Fotografía: Archivo Volta Ciclista a Catalunya

1940 / EDICIÓN 20

LA RESISTENCIA LUXEMBURGUESA

E

n Figueres, a dos días del final de la Volta, se subieron al tren para abandonar la prueba numerosos corredores belgas y holandeses. Durante la etapa del día, con salida en La Seu d’Urgell, el pelotón se había enterado, a través de las radios de los coches, de que las tropas alemanas habían entrado en los países del Benelux, implicándolos así en la Segunda Guerra Mundial.

Se vio al heptacampeón de la ronda catalana, Mariano Cañardo, animar a un desconsolado Louis Van Espenhout que, con veinte años, había alzado los brazos en la etapa del día anterior.

En Figueres, los belgas se permitieron el lujo de volver a ganar, con Albert Ritserveldt, antes de partir. Entre los que abandonaron estaba también el holandés Frans Pauwels, entonces segundo en la general. Los luxemburgueses, por su parte, decidieron quedarse para rematar la faena. Por delante quedaban dos días en los que se impuso Mathias Clemens —en la contrarreloj y

Aquel 1940 la subida al Port de la Bonaigua se hizo enmedio de paredes de nieve. el final en Montjuïc—, mientras que su compatriota, Christophe Didier, ganaba la clasificación general, firmando así un doblete luxemburgués.

Aquel año la Volta estrenó el Port de la Bonaigua, subido dos veces, y que llegó a correr el peligro de no ser coronado debido a la nieve acumulada. Las Organizaciones Juveniles pasaron día y noche despejando la

Km 64

carretera. La vigésima edición también quedó marcada por sus más de doscientos kilómetros de contrarreloj individual distribuidos en dos etapas, ambas ganadas con gran superioridad por Mathias Clemens, que perdió la Volta después de sufrir un pinchazo en la etapa de La Seu d’Urgell, cediendo al final del día más de trece minutos.

EDICIONES PARA EL RECUERDO

1968 / EDICIÓN 48

LA MEJOR VOLTA GANADA POR EL MEJOR

T

ras la participación de Jacques Anquetil en 1966 y 1967, la Volta empezó a atraer a las mejores figuras internacionales, aquellas que tanto se habían echado en falta en años anteriores. En el 68, el duelo Merckx-Gimondi centró la atención; se dice que Miquel Poblet, que había cogido las riendas de la UE Sants, tuvo mucho que ver.

Asistió más prensa extranjera que nunca, esperando ver una lucha titánica Merckx-Gimondi en campo neutral, tras un desastroso Mundial en Imola, donde el marcaje entre ambos anuló las posibilidades de una gran batalla. Los ases se dejaron ver a partir del segundo día, entre Vilafortuny y Tàrrega. La segunda mitad de etapa fue frenética y, en la subida a Belltall, se quedaron delante Merckx, Gimondi, Ferretti y el campeón nacional, Luis Ocaña, del que se dijo que “había salvado el honor de los españoles ante tan impresionante duelo”. Merckx le ganó el primer asalto a Gimondi en el esprint y consiguió vestir su primer blanquiverde.

La batalla continuó al día siguiente, entre Tàrrega y Vielha, desencadenándose la misma en los altos de Perbes y de Viu Llevata, momento en el que el grupo delantero quedó reducido a una decena. La tensión llegó al final, cuando Zandegu y Perurena abrieron hueco aprovechando la oscuridad del Túnel de Vielha. A la salida del mismo, el tiempo había cambiado de forma radical: lluvia y nubes bajas.

Quinientos metros después, pincharon tanto Merckx como Gimondi, el italiano fue más rápido en reparar, provocando que la persecución entre los dos ases fuese un espectáculo. Al final, el Fénix consiguió sólo tres segundos sobre el Caníbal. Una veintena de segundos antes, habían entrado Perurena, vencedor de la etapa, y Zandegu,

Felice Gimondi realiza un ataque al que Eddy Merckx, con el maillot de líder le sigue de cerca. El Belga terminaría primero del pódio (arriba) mientras que Ferretti, compañero de Gimondi en el Salvarani, se colocaba como nuevo líder.

La lucha por obtener algunos segundos de diferencia continuó durante los dos días siguientes. En la cuarta etapa, Merckx recuperó los tres segundos de desventaja con Gimondi en el corte del esprint de Tremp, en una etapa descafeinada por la supresión de la subida a La Bonaigua. En la quinta, fue Gimondi el que obtuvo en Vic cinco segundos sobre Merckx, además del liderato, tras una intensa lucha en la parte final en la que el belga pinchó hasta dos veces.

El segundo sector de la sexta etapa, la contrarreloj de 45 kilómetros entre Figueres y Roses, tenía que decidir al virtual ganador. Merckx fue el más

Km 65

rápido, sobrepasando en 38 segundos a Gimondi, pese a haber roto la rueda al poco de salir. El belga recuperó el blanquiverde con 33 segundos de ventaja sobre el italiano, mientras que el siguiente clasificado, Ferretti, quedaba a casi cuatro minutos, con Ocaña cuarto. Se demostraba así que Merckx y Gimondi corrían en una liga diferente.

Se llegó al final con las mismas diferencias; en los últimos dos días se permitieron escapadas de hombres inofensivos, con victorias de los nacionales Gabica y Mendiburu. Eddy Merckx se alzó con la victoria en la Volta en su primera —y única— participación, y la prueba tuvo así el honor de inscribir el nombre del número uno del ciclismo mundial en su palmarés.

DOSIER LA VOLTA 100

Pódium final de aquella Volta de 1979 con Vicente Belda (TransmallorcaFlavia) como líder, Christian Muselet (La Redoute-Motobécane), como campeón de metas volantes, Manuel Esparza (Teka), como líder de la montaña y Pere Vilardebó (Kas-Campagnolo), como líder de la clasificación por puntos

1 979 / E D I C I Ó N 59

“Y SOLO QUEDARON 25…”

P

or increíble que parezca, la Volta más dura de la historia se decidió por tan solo dos segundos, que fue la diferencia que obtuvo Vicente Belda sobre Pere Vilardebó. La organización de la Volta, con Joan Peirató a la cabeza, había venido realizando en los últimos años una apuesta por la alta montaña y, en esa edición, incorporó hasta tres finales en alto: “en una vuelta de siete días no podemos permitirnos etapas de transición”.

La prueba había empezado con el gran favorito, Giuseppe Saronni —vencedor del Giro con tan sólo veintiún años—, ganando con indiscutible superioridad en el prólogo. Sin embargo, al tercer día, el italiano se quedaría sin

opciones tras quedar cortado después de una aparatosa caída en la carretera de Begues. Saronni, a pesar de resarcirse en el tramo de esa misma tarde ganando en La Garriga, abandonó en la etapa reina, que incluía la subida a La Bonaigua y la entonces novedosa ascensión al Llac de Sant Maurici. Su retirada supuso un punto de inflexión y provocó el descontrol en la carrera.

Josef Fuchs pescó en río revuelto y se llevó la victoria de etapa, además de meterse en la lucha por la general, donde Ángel Arroyo se convertía en nuevo líder seguido de Belda y Vilardebó. Aquel día, la entrada en meta fue un auténtico rosario de corredores con márgenes bastante amplios.

El suizo creyó en sus opciones y soñó con repetir al día siguiente y asaltar el liderato, pero la etapa entre La Pobla de Segur y Coll de Pal se convirtió en otra gran jornada de montaña, incluso más despiadada que la anterior. A mitad del recorrido, la caravana

Km 66

sufrió un temporal de viento, agua y granizo, y algunos corredores se resguardaron en coches o bajo los árboles.

Los más valientes continuaron. Entre estos se contaban Ricardo Zúñiga y Pedro Torres, siendo el sabadellense el vencedor en la cima de Coll de Pal. El líder, Arroyo, se hundió, perdiendo doce minutos, y Belda se convirtió en el nuevo líder.

De la penúltima etapa surgió un rival inesperado, Christian Jourdan, que se metió de lleno en la lucha por el blanquiverde tras ganar en el explosivo muro del Mas Nou, en Platja d’Aro, consiguiendo reducir sus catorce minutos de pérdida al inicio del día a sólo 18 segundos, que redujo a su vez a la mitad tras la contrarreloj final. Y es que el balance de las dos etapas de montaña dejó el pelotón en menos de una treintena de corredores, y al líder, Belda, con sólo dos compañeros — Ordiales y Pedro Torres— con los que contar para las dos jornadas restantes, dando oportunidad a cualquier tipo de escapada. El pequeño escalador alicantino se defendió con uñas y dientes en la contrarreloj final, evitando la que hubiese sido la primera victoria catalana en la Volta tras la de Poblet en 1960.

Tras la conclusión, la Volta recibió duras críticas por su… ¡excesiva dureza! Y es que en septiembre —a final de temporada— no se podía ser tan exigente. Para no morir de éxito, los organizadores se vieron obligados, a partir de entonces, a suavizar sus recorridos, continuando con esa dinámica hasta 1995, tras el cambio de calendario.

EDICIONES PARA EL RECUERDO

1984 / EDICIÓN 64

“UNA VOLTA DECIDIDA A DEDO”

S

ean Kelly partía como favorito principal en la Volta de 1984 —la primera retransmitida en directo por TVE— en una temporada el la que había cosechado triunfos en la París-Niza, en el País Vasco, en la París-Roubaix, la Lieja-Bastoña-Lieja o la Plouay, entre otras, y que acabó redondeando con el trofeo Super Prestige Pernod.

El primer triunfo del irlandés no se hizo esperar, ganando en la primera etapa en línea con final en Sant Boi de Llobregat, tras formarse un grupo de elegidos una vez superado el Tibidabo. Algunos, como Rupérez, Recio o Delgado se dejaron sólo ese día ya más de un minuto. Kelly, por su parte, siguió sumando victorias en los dos sectores de la cuarta etapa: un triunfo para el recuerdo en las Ramblas de Barcelona, y otro en Manresa, donde se hacía, a su

vez, con el liderato tras meterse en el corte bueno originado por Belda en la subida a Montserrat.

La esperada etapa reina llegó con el final inédito en el llamado Puigmal, que más concretamente era el Collet de les Barraques, subido desde Planoles. El equipo Skil trató de controlar la carrera, llegando la emoción a diez kilómetros del final cuando el Teka endureció el ritmo. Una salida de cadena de Kelly fue el detonante para el ataque de Pere Muñoz junto a su compañero, Patrocinio Jiménez.

El olotense abrió hueco en solitario mientras que Kelly asumió responsabilidades detrás, en un grupo compuesto por Arroyo, Millar, Belda y Alberto Fernández. Muñoz ganó la etapa y se hizo con el liderato con tan sólo 19 segundos de ventaja sobre el irlandés.

Con ese escaso margen se llegó a la contrarreloj matinal de la última etapa. Los 18,4 kilómetros entre Llançà y Sant Pere de Rodes colocaban al irlandés como favorito en todos los pronósticos. En la primera

El irlandés Sean Kelly (Skil) consiguiendo la victoria en la llegada a Sant Boi de Llobregat en 1984 por delante de Ronny Van Holen (Safir-Van de Ven-Colnago) y Josep Lluís Laguía (Reynolds)

Km 67

mitad, donde predominaba el llano, Kelly aventajó en 46 segundos a Muñoz, recuperando el liderato de forma virtual, pero la subida a Sant Pere de Rodes fue apoteósica, logrando Muñoz una remontada excelente y entrando en meta a sólo 19 segundos de Kelly: ¡había un empate! En el sector de la tarde no hubo diferencias, a pesar de un momento de nervios en el que Kelly pinchó a una veintena de kilómetros de la llegada.

Sean Kelly ganó su primera Volta gracias a los puntos (o suma de posiciones): “La Volta es más difícil que el Tour. Aquí no tenemos días de tranquilidad”. Las críticas no faltaron y se comentó que la carrera se había decidido “a dedo”: a lo que mandase el dedo del cronometrador. Y es que la Volta no contaba con la tecnología del Tour y las milésimas no se tenían en cuenta para las pruebas contrarreloj, por lo que todo dependía de lo que marcase el cronómetro que colgaba de los “experimentados” árbitros, cuyos temblores, propios de la avanzada edad, podían marcar la diferencia.

DOSIER LA VOLTA 100

Llevar la Volta a junio, casi un suicidio Texto: Sergio Palomonte — Fotografía: Archivo Volta Ciclista Catalunya

Y

a es mala suerte que la edición número 75 de la Volta viniese a ser la del cambio de calendario que casi hunde la carrera. Lo hizo en lo deportivo, pasando de ser una carrera que disputaban los campeones de las grandes vueltas en septiembre, al final de la temporada, a ser una carrera menor pero con categoría UCI muy elevada, lo que fue, de hecho, la única tabla de salvación en unos años extremadamente difíciles para los aficionados y los organizadores. Era 1995 y la UCI había implantado la mayor revolución en el calendario ciclista en décadas: La Vuelta pasaba a disputarse en septiembre, y el Mundial de ciclismo en ruta, a mitad de octubre, por lo que La Volta se desplazaba a la segunda mitad de junio, apenas diez días antes del comienzo del Tour de Francia. Según los testimonios de la época, fue la fecha elegida por los organizadores de la carrera, aunque era una fecha nefasta, porque coincidía con la Vuelta a Suiza y se situaba sólo unos pocos días después del Dauphiné Libéré. Unos rivales duros para competir por tener los mejores vueltómanos y esprínters.

Mientras una entonces decadente Vuelta mejoró su participación con el paso a septiembre, la competición catalana, que sólo unas temporadas antes había vivido duelos épicos entre Indurain, Rominger, Mejía y Chiappucci, pasaba a ser una carrera venida a menos. Si en Suiza salían entonces corredores punteros como Zülle, Tonkov, Rominger o Armstrong, en la Volta se tenían que contentar con los que estaban alargando el pico de forma conseguido por haber disputado el Giro o, con suerte, con líderes de equipos españoles, los más interesados en lucir al patrocinador en su territorio natal.

del Tour de Francia”, indicando que el recorrido se vería favorecido, porque iba a ser más duro respecto al habitual de septiembre. Dureza hubo, pero se llevó el triunfo uno que todavía estaba mutando de esprínter a corredor completo. Tras un prólogo de 3,1 km, Laurent Jalabert ya ganó la segunda etapa, un bonito circuito con doble subida a Montserrat, en cuyo descenso se cayó Abraham Olano —entonces en el Mapei—, de manera tan aparatosa que se perdió el Tour. El equipo ONCE del corredor francés quedó así como único favorito en la carrera, dado que, en la cuarta etapa, el local Melcior Mauri mantuvo el ritmo del pelotón en una dura jornada de 227 kilómetros con paso por Cantó, Bonaigua, Túnel de Vielha y Boí Taüll.

A Jalabert le bastó con aguantar los ataques “pancarteros” y apurar en la sexta etapa, una crono en Sant Sadurní con el mismo recorrido que la prueba en ruta de los Juegos Olímpicos de 1992. Para remate, ganó también el último día con final en Olot, tras subir Capsacosta y Santigosa, a veinte kilómetros de meta. Entre que era un corredor muy querido —y corría para un equipo español— y que era el primer año en junio, pocos pudieron ver las preocupantes señales que mostraba la carrera. Los rivales habían sido Zaina y Montoya, y segundo había quedado Mauri, un compañero de equipo. Al año siguiente el ganador fue Zülle, y el segundo clasificado su gregario, Patrick Jonker. De hecho, el único rival que tenía el suizo en la salida era alguien tan inconsistente como el decadente Mauricio Fondriest, ganador de ocho etapas en la prueba, pero ya en la recta final de su carrera. Solo tomaron la salida 99 corredores.

Una decadencia que no se vio venir La propaganda de la edición de 1995 no podía resultar más desafortunada: “De ser la prueba por etapas cumbre del final de temporada, pasa a ser el trampolín de lanzamiento

¿La hora de las quejas?

El organizador, Joan Peirató, declaraba al respecto que “hemos sido arrojados al mes de junio y, oficialmente, hemos de declarar que no es una solución positiva para nuestra

Km 68

LA VOLTA EN JUNIO

El francés Laurent Jalabert luce el maillot de líder en la Volta de 1995, en la que sería su primera victoria en la general de la ronda catalana

carrera. Si el año que viene se repite la sequía de figuras de la presente edición, solicitaremos un cambio de fechas a la UCI”, Albert Gadea, director técnico de la Vuelta, comentó que “evidentemente, este año la Volta no ha tenido suerte con la participación. Pero es circunstancial. Se debe al adelanto de fechas del Tour a causa de los Juegos. El próximo año todo volverá a la normalidad, como en 1995, año en que nadie se quejó de que la Volta tuviera escasez de figuras”.

Nadie se quejó, o nadie quiso oír, o había muchos intereses cruzados. Baste decir que, mientras se mantuvo en esas fechas —y la prolongación de la agonía, que tuvo lugar entre

En la edición de 2000, hasta 81 corredores tuvieron que ser repescados en el circuito de Montjuïc 2005 y 2009, cuando se disputó en mayo— solo hubo un ganador previo de gran vuelta en su palmarés y fue Roberto Heras en 2002.

Si se sabían los males, y se sabían desde fecha tan temprana, ¿por qué no se corrigió? ¿Por qué empeoró? Porque habría, a buen seguro, cosas que no se podían modificar y que dependían de las altas esferas, pero ¿a qué se debía la insistencia en una cronoescalada, reintroducida en 1996, tras doce años de ausencia, y presencia constante durante más de una década? ¿No bastó con ver que la edición de ese año fue una carrera tristísima, en la que Zülle regaló la etapa reina a Jonker? No bastó, no. En 1997, los favoritos en la previa eran Tonkov —que venía de perder el Giro en el último momento— y Escartín, que consiguió ganar por el escaso margen de dos segundos ante Casero, en lo que es

su mejor victoria como corredor. Como muestra del nivel rebajado de la Volta, participaron los equipos colombianos Petróleo de Colombia y el Telecom-Flavia, filial del Kelme, que usó este particular en la etapa reina a su favor.

En 1998 la Volta pasa a ser Hors Catégorie, la clasificación más alta de la UCI fuera de las grandes vueltas. La anécdota burocrática es saludada por El Mundo Deportivo, diario oficial de la carrera: “La Volta ya no es el examen de septiembre para los que han suspendido. El cambio de fechas la ha convertido en la reválida para los astros que buscarán, unas semanas después, el triunfo en el Tour”; o un quijotesco: “[La Volta] se ha convertido en la carrera por etapas de la temporada con más influencia de cara al Tour de Francia. Acuden a ella los monstruos actuales del pelotón en busca de las mejores sensaciones”. Ajá. En ese año fueron a la Volta, Olano, Cipollini —que ganaría cuatro etapas—, Escartín y Armstrong. Pantani estaba anunciado, pero se quedó en casa a pesar de que las bicicletas fueron enviadas a su equipo. La victoria fue para Hernán Buenahora, el colombiano del equipo español Vitalicio. El escalador fue limando, poco a poco, a Olano y sus permanentes problemas con la alta montaña, para ganar una prueba por etapas que jamás hubiese soñado. Al año siguiente, las estrellas vuelven a ser jefes de fila de equipos españoles. Zülle por el Banesto —que abandona a mitad de carrera por una gastroenteritis—, Olano, Escartín y Savoldelli. ¿Resultado? Gana la carrera Beltrán, un gregario del suizo, tras imponerse de manera extraordinaria en la etapa final, una cronoescalada de 14 kilómetros en la Rabassa. Para añadir dificultad, durante la disputa de esta edición se produjo el fatal accidente de Manuel Sanromá, que obligó a neutralizar la etapa del día siguiente, con final en Barcelona y siempre una de las más vistosas de la carrera.

La Volta no remunta Con el cambio de dígitos en el año 2000, la Volta no mejoró.

Escartín, Jiménez, Casero y Heras, además de Zabel, número uno del mundo, eran los favoritos para brillar en esa edición. La etapa maldita de Barcelona —también en la Vuelta hubo problemas en esa época— volvió a vivir un esperpento en el circuito de Montjuic. 81 corredores tuvieron que ser repescados tras llegar con mucho retraso al circuito final, porque si no hubiese sido así, la carrera hubiese quedado sólo con 42. En justo agradecimiento, al día siguiente todo el pelotón salvó el fuera de control por apenas 50", en una jugada que se ha visto demasiadas veces. Con ese panorama, la Volta se decidió en los dos últimos días, con triunfo para José María Jiménez, que volvió a usar el regalo de una cronoescalada final para sentenciar lo ya mostrado en el final en línea en Cortals.

La Volta se decidió en buena medida durante estos años en Andorra. Mientras la propaganda anunciaba que la carrera era un “Un Tour a escala”, las estrellas reales que venían en 2001 eran Jiménez, Heras, Kloden, Beloki, Unai Osa —tercero en el Giro— y el campeón del mundo Vains-

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DOSIER LA VOLTA 100

a defender en los despachos los derechos de los ciclistas con positivos en controles antidopaje. El US Postal de Heras ganó la CRE inicial —el líder fue el neoprofesional Tom Boonen, que jamás volvería a la Volta— y el corredor salmantino alcanzó el liderato el tercer día tras, como no, la cronoescalada. Al día siguiente, la etapa reina de 197 kilómetros quedó reducida a sólo 55, disputados en Andorra, donde no había convocatoria de huelga. Un etapa extraña cuya victoria fue a parar al modesto Juan Antonio Garrido, para decir adiós a la montaña al día siguiente con triunfo del también modestísimo Maestre. Heras por fin conseguía su Volta, coronado en Barcelona bajo la Sagrada Família, en un escenario inédito.

El corredor del Vitalicio, Manuel Beltrán, al cruzar la meta de la etapa que finalizaba en Cortals d'Encamp, en la Volta de 1999 teis, que ganó una etapa. Con finales en Boí Taüll (Gotti sobre Aitor Kintana), Cortals d'Encamp (De Paoli) y otra vez la decisiva cronoescalada a La Rabassa, poco espacio había para la emoción: Beloki tenía que remontar 22" a Igor González de Galdeano y lo consiguió, ganando por 33" de diferencia, en otro doblete de la ONCE. El equipo había mantenido el liderato durante toda la carrera, tras ganar la CRE inaugural de veinte kilómetros con diferencias de 47" al segundo equipo. Aquí no hay que culpar a la UCI o al calendario, sino a un deficiente criterio de la organización.

Escartín, que fue el corredor más batallador de esa edición de la Volta, acabó tercero a 41", pero había perdido 1´35" el primer día, enrolado en el entonces débil Coast.

La novedad, del jueves al lunes Sólo 128 corredores tomaron la salida en la Volta de 2002 que, por lo menos, volvió a disputarse comenzando un lunes, y no un jueves como venía sucediendo desde 1995, ese año fatídico para la carrera. Con tan baja participación, las figuras presentes eran Beloki, Heras —muy motivado porque vivía en Barcelona—, Rumsas —muy motivado por su próximo debut en el Tour; tanto, que abandonó— y Freire, en una de esas temporadas en las que enlazó lesión tras lesión. Fue una edición marcada desde el inicio por la amenaza de la huelga general el 20 de junio, en la cuarta etapa. El problema es que ese año se habían situado los tramos más duros al inicio de la carrera, para romper el círculo vicioso de final en alto más cronoescalada de los años anteriores, y la convocatoria de huelga coincidía con la etapa reina. La huelga estaba alentada dentro del pelotón por el ex ciclista José Rodríguez, que después pasaría

Bonificaciones, mayo y marzo para renacer ¿Y qué solución encontró la U.E. Sants, club organizador, para 2003? Introducir bonificaciones de diez, seis y cuatro segundos en los finales, y tres, dos y un segundos en las metas volantes. Sin duda, un aliciente importante para que acudiesen las figuras de Heras, Garzelli —segundo en el Giro, y que abandonó antes de la montaña—, el joven Basso y Freire. La carrera fue para Pecharromán, que sacó 33" a Heras en la etapa reina de Cortals, un día antes del triunfo del, por entonces anónimo, Jesús Manzano en Llívia. El efímero ciclista manchego venía de ganar la Bicicleta Vasca y remató a Heras en la crono del sexto día, un recorrido exigente de trece kilómetros por Vallvidrera, tan exigente que lo pudo correr íntegramente con el plato de 53. En otras dos Voltas había sido 49º y 27º. Su director deportivo, Miguel Moreno, contaba que “lleva cuatro años conmigo y lo hemos conducido con cuidado. No ha corrido en el extranjero carreras que lo único que hacen es quemar a los corredores. Ahora sacamos partido de haberlo llevado despacio”. Cuarto en la general fue Rafa Casero, compañero suyo en el Paternina.

Conseguido el botín, Pecharromán fichó por el Quick Step, equipo que no fue invitado a la edición 2004 de la carrera. Sólo hubo 15 equipos para 140 corredores, entre ellos los señalados como más destacados Alejandro Valverde, Igor Astarloa, Aitor González y Joaquím Rodríguez en otra edición sin extranjeros notables. Ganó Miguel Ángel Martín Perdiguero, que venía de conseguir dos etapas en la Bicicleta Vasca, y en la Volta enlazó la segunda etapa al esprint, la tercera con final en Pal, y la cuarta, una cronoescalada de doce kilómetros a Ordino Arcalís, alcanzando el liderato con 22" sobre Karpets.

El cambio a mayo, ejecutado a partir de 2005 y dentro de las reformas del UCI World Tour de ese mismo año, no consiguió revertir la decadencia de la Volta. Habría que esperar a 2010 y al paso a la fecha actual de finales de marzo para ver el tímido renacer de la prueba a la que, en los últimos años, han vuelto las grandes figuras de las pruebas por etapas, acabando de una vez con un absurdo provocado por la disposición del calendario y errores únicamente atribuibles a la organización.• Km 70

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Cien voluntarios y un fuet Las carreras son, de alguna forma, las personas que las organizan. Protagonistas tan anónimos cómo indispensables que le dan un carácter único que, a su vez, nos permite trazar una línea histórica para explicar lo que no sale en los libros ni en los periódicos. Esta vida, aislada y paralela a la real, conforma un engranaje de relaciones personales que van mucho más allá de lo profesional, al menos durante unos días. Como un interruptor: se encienden un domingo y se apagan una semana más tarde.

Texto: Albert Rabadan

E

n Calella, un año más, los coches de la Volta a Catalunya están estacionados a ambos lados de la calzada, antes y después del arco de salida. Es la primera etapa de la carrera. Cuando acabe la presentación de los equipos, los cerca de doscientos ciclistas que disputarán la prueba llenarán de ruido y color el espacio que hay entre estos vehículos y, de esta forma, el circo volverá a estar en marcha. Los corredores son los grandes protagonistas, pero detrás de las bambalinas hay un sinfín de personajes que hacen que, durante una semana, la Volta no deje de rodar. Es el tercer año que tengo el privilegio de seguir la carrera trabajando desde el coche del árbitro principal.

Los otros ojos del árbitro de carrera La salida oficial todavía ha de esperar un poco, pero el movimiento ya empieza a notarse. En la puerta de uno de los coches se desarrolla una animada conversación, y ya puedo ver como Jordi está saludando al juez responsable de la carrera de este año. Me han dicho que se llama Guy, y es belga. Su cara me resulta familiar. Más tarde me enteraré de que se apellida Dobbelaere, y creo recordar haberlo visto con anterioridad, quizás en la Vuelta a España, o puede que de fondo en alguna foto, leyendo noticias en Cyclingnews.

Jordi es de Calldetenes, que está cerca de Vic, y me atrevería a decir que la lengua que mejor domina después de su catalán rústico es el recuerdo del francés de sus años de estudiante, por lo que se le ve más cómodo que con el juez italiano al que acompañó el año pasado. Conducir el coche de Dobbelaere —también Radio Volta— es seguramente la función más delicada de la carrera. Tienes al pelotón a contados metros, los ciclistas te rebasan constantemente y debes tener habilidad a la hora de adelantar a los grupos que se van cortando.

Contra todo pronóstico, Jordi, con pantalones por encima del polo y aspecto de ser el fontanero jubilado de tu barrio, parece haber nacido para el puesto. Al volante tiene la habilidad para tomar decisiones de quien lleva décadas circulando con la furgoneta de su negocio, y se conoce al dedillo cada carretera, cada cruce. Sus consejos resultan clave para asesorar al árbitro: “la bajada de este puerto es muy estrecha, pero en dos kilómetros giraremos en una comarcal de doble carril y podremos avanzar”. “C’est bon”, responde cada vez más convencido el juez. Seguramente también por la sensación de confort que da tener siempre disponibles bocadillos y fruta cortada, que Jordi prepara esmeradamente el día anterior.

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CIEN VOLUNTARIOS Y UN FUET

Cambios con la irrupción de ASO Este año, para llegar a Calella, me ha recogido Ventura Bosch, histórico presidente del Club Ciclista Sant Joan Despí, que vive en el pueblo vecino al mío. Su oído cada vez es más frágil, pero en la conversación que mantenemos mientras avanzamos por la nacional que discurre junto al mar, descubro que un día fue él el conductor del coche del presidente del jurado. Una posición de privilegio para alguien que ha dedicado sus esfuerzos durante décadas a carreras como la Copa Catalana Infantil. Asumiendo que las facultades van a menos con la edad, estos últimos años asiste a la Volta, aunque sin ver la carrera desde dentro.

Ha conducido el coche de prensa y ahora lleva las maletas de los árbitros; menos agradecido, pero sin fallar a la cita.

“Mientras pueda vendré, pero quién sabe si la edición cien será la última”, reflexiona.

En las conversaciones en las cenas de hotel de esta edición es habitual oír el rumor: “la del año que viene será mi última Volta”, “la mía también”, “me han dicho que la de Germán también...”. Es ley de vida, se juntan tanto el irreversible hecho generacional como que cada vez va entrando más personal del entorno de Unipublic y ASO a la carrera desde que se cerró un acuerdo comercial entre la Volta y el organizador del Tour de Francia en 2017. Eso ha profesionalizado ciertos aspectos clave. Desde entonces, también me encuentro a compañeros de trabajo de la Vuelta como son Jaime, de comercial, Kiko, que ha pasado a estar en Radio Volta, o a aquel francés de producción de televisión que nunca saluda...

“Ya no puedes organizar una prueba con el espíritu romántico de antes”, admite Rubèn Peris, máximo responsable de la organización. Es la persona a la que todos saludan y por la que pasan prácticamente todas las decisiones.

Empezó en la carrera en 1983, la misma época en la que debieron entrar la mayor parte del centenar de voluntarios que siguen, infatigables, año tras año. La que se podría llamar Generación Centenario espera a vivir las efemérides para dejar paso a una nueva quinta y, por qué no decirlo, a una nueva manera de hacer.

El final Entrando de nuevo en Calella al finalizar la etapa, nos dirigimos hacia el parking de la organización. Nos guían las flechas verdes que seguro han colocado horas antes Amable y Xavier, la clásica pareja de señalización. Nos despedimos de Ventura, con el que es probable que no volvamos

La Generación Cententario de los voluntarios que hacen posible la Volta desde los años ochenta esperan dejar paso a una nueva quinta con otra maner de hacer

a coincidir en toda la semana. Pero si no es él, serán otros; cada año se reencuentran más de un centenar de voluntarios que han visto crecer un evento instalado en la élite mundial.

Como Toni Llebot y Pere García, con quiénes me reencontraré tres días después en el clásico hotel de La Molina tras finalizar la cuarta etapa. Todavía no me hago una idea real de la implicación con el ciclismo de toda esta gente, a pesar de haberlos tratado durante todos estos años de Volta.

Por el teléfono de Santi Castrillo —mano derecha de Rubèn Peris— pasan gran parte de las gestiones que puedas imaginar que afectan al voluntariado de la Volta. Es un espectáculo entrar en las oficinas y ver todos sus post-it, que se aseguran de que no queda ni un fleco que cerrar. Así pues, resulta que Santi dirigía equipos rivales de la época como ciclista amateur de Toni, al que todo el mundo le recuerda las piernas que tenía cuando corría. A Pere lo conocí en su primer año de conductor en la Volta, y posteriormente pasamos a vernos por su trabajo como técnico en la Federación Catalana de Ciclismo. Ahora ambos son los conductores del resto de árbitros auxiliares de carrera, con los que se ven obligados a hacer buenas migas.

Los siete días de la Volta se acaban en Montjuïc, en Barcelona, y quedan pocos minutos para llevar a los árbitros al aeropuerto. Alguno incluso dormirá en un hotel para hacer escala al día siguiente hacia las clásicas belgas, en las que también tiene que arbitrar. Antes de arrancar, sin embargo, se abre el maletero y parece que el olor de la etapa de la comarca de Osona hubiera quedado atrapado ahí. Jordi cumple con su tradición anual y reparte embutidos a todos sus amigos de la Volta, incluyendo al nuevo árbitro. Lo que no esperaba Guy es que, además de pasar una semana de arbitraje y debate sobre la situación catalana cuando aparecían lazos amarillos en la carretera, se despediría de Barcelona llevándose un fuet debajo del brazo.•

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1913. Autor desconocido

1928. Giner

1933. Autor desconocido

Un siglo en cien carteles Texto: Pep Boatella, ilustrador y diseñador gráfico. Autor de la portada de VOLATA#5

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esde VOLATA me han encomendado un visionado y una opinión de los cien carteles de las cien ediciones de la historia de la Volta. Así que, en crudo, hago un viaje a través de más de un siglo de historia de una carrera de ciclismo que se convierte en un viaje por la historia del cartelismo, el diseño gráfico, la ilustración y el arte (¿el arte? Uf, vaya tema…) de Catalunya. El resultado es un compendio de cien obras increíbles, cada una con la visión y el trazo de un artista en concreto, que va construyendo un relato que nos propone paletas de colores, trabajos tipográficos, exageraciones de formas para enfatizar partes del cartel, creaciones de planos imposibles, y, evidentemente, a veces

sutil, a veces directamente, contextos y momentos políticos.

No nos olvidemos de que este país ha vivido cuarenta años bajo las zarpas del fascismo y esas cuatro décadas, evidentemente, tienen su reflejo a nivel artístico e ideológico dentro de esta obra integral.

Partimos de la premisa de que el cartel tiene una funcionalidad básica: anunciar algo. Esa funcionalidad a menudo se divide en dos vertientes. Por un lado el componente publicitario, que implica que deberíamos poder leerlo y entenderlo de la manera más rápida y directa posible. Lo que buscamos en él es la información básica del evento y, como espectadores, no tenemos tiempo que perder para descifrarla (todos andamos con prisas). Para ello, esa información

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EL CARTELISMO

1945. Autor desconocido

1950. Marijosa

1963. Lorca

1968. Solà

1976. Bruno

1986. Antoni Tàpies

debe destacar y ahí es donde, muchas veces, entra en juego el componente, digamos, artístico. Si sólo tuviéramos que leerlo bien, quizá bastaría con rellenar la información con letra (tipografía) —no me malinterpreten, ya hay propuestas geniales en ese sentido, y es un recurso que, usado con destreza, es tan bueno como cualquier otro—, pero para destacar, muchas veces se requiere de una imagen. Y, como todos los demás elementos que forman parte de ese cartel, esa imagen tiene que, a su vez, ser funcional para el mismo cartel. Y aquí es donde empieza el tira y afloja a la hora de crear una obra de estas características. ¿El cartelista —llamémosle también artista, diseñador, pintor, ilustrador— debe poner en valor su arte al servicio

de su nombre o al servicio de la información que requiere el cartel? ¿Podría darse el caso que todos los elementos con los que jugamos, es decir, tipografía, paleta de colores, imagen, composición, tamaños, etcétera, se unieran para crear una imagen directa, con una jerarquía de contenidos según su importancia y con un trabajo de arte espectacular? Si eso ocurriera seguramente conseguiríamos el cartel perfecto. Y sería lo que tod@s l@s que nos dedicamos a esto pretendemos en nuestro día a día. Ese es el reto: encontrar el equilibrio perfecto para que la obra final cumpla su cometido y además tenga una excelente calidad artística.

Si observamos los cien carteles de la Volta como una obra total, el análisis global es espectacular, pero si los

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1980. Joan Miró

vamos analizando uno a uno, veremos que hay distintos niveles, hay mejores y peores, e incluso, hay algunos que, además de conseguir ese doble equilibrio artístico-funcional, perdurarán en el tiempo. Esta variedad no responde a una explicación sencilla o directa. Y es que seguramente en algunas épocas de la historia de la Volta la comunicación de la carrera haya tenido mucha importancia y, en otras, puede que el presupuesto haya sido más corto y se le haya prestado más atención a otros asuntos. Me lanzo a hacer este análisis porque, por ejemplo, durante los años treinta, fueron especialistas quienes crearon los carteles, como Giner o Herreros. Sus obras son gloria para nuestros ojos y aún lo son más cuando vemos que, en otras épocas, como

los últimos años de la dictadura, la calidad decayó bastante (normal, no creo que sufrieran sólo los carteles de la Volta).

Otros años, los carteles fueron encargados a pintores pioneros y referentes de sus correspondientes corrientes artísticas —véase a Joan Miró, Antoni Tàpies, Miquel Barceló, etcétera—. En estos casos vemos que lo que prevalece es la obra en sí más allá del cartel. El estilo y la firma del pintor —la firma como discurso en ella misma, no sólo como garabato— hacen que esos carteles tengan su propio lugar en la historia del cartelismo.

A todo esto hay que sumar los medios con los que durante este siglo se han realizado los carteles. Así como la mayoría de nosotros ya no nos acordamos de cómo era la vida sin

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1989. Miquel Barceló

1995. J.P. Viladecans

1986. Sergi Barnils

2010. Eric Jardí

2011. Claret Serrahima

2020. Ramon Enrich

un smartphone, los que nos dedicamos a esto, seamos profesionales, estudiantes o tiempolibristas, ya no nos acordamos de cómo se hacía un cartel sin la ayuda de un Freehand, un Illustrator, un Photoshop, un escáner, una pantonera digital, una Wacom, y un email directo a la imprenta. Pocos saben lo que era trabajar con la mesa de luz, el cúter, recortar y pegar —sí, con tijeras y pegamento de verdad—, montar la tipografía, insertar la imagen en la composición... ¿Qué la imagen se tiene que poner más grande? Vaya.. Y ¿ahora qué hacemos? Sí, amigos… ¡Hay que volver a empezar! ¿Quién se atrevería con ello ahora?

Además, la funcionalidad de los carteles en nuestros tiempos ha mutado. Y si alguien ve un cartel de la Volta

2020 por alguna pared de Barcelona este año, ¡que me avise! El cartel seguramente servirá como base para la página web, el avatar de Twitter, la newsletter, quizá para un tríptico... y con, suerte, se convertirá en un cartel conmemorativo del evento, pero la funcionalidad de informar sobre qué día, hora y lugar ya no será su cometido real. A estas alturas, todos los apasionados del ciclismo buscaremos esa información en el Facebook o en el Instagram, por ejemplo, de Marc Soler.•

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La Volta en la Barcelona de la gloria y la insurgencia Texto: Xavier Cervantes Fotografía: Archivo Volta Ciclista a Catalunya

A

Egan Bernal se le fue el podio de la Volta a Catalunya 2018 en el asfalto de Montjuïc, la colina que domina Barcelona desde el suroeste. A lo largo de la historia, la orografía ha permitido que ese enclave fuera especialmente cruel. Los cañones del castillo de Montjuïc han servido para bombardear la ciudad, y ese mismo castillo ha servido también como presidio y como muro de fusilamientos. Bernal abandonó aquella Volta el 25 de marzo con una lesión de clavícula que un mes más tarde no le impidió conseguir un segundo puesto en Romandía; y el 19 de mayo ganó, además, el Tour de California. Los ciclistas son como Barcelona, la ciudad que tras una noche de fuego y adoquines se levanta sacudiéndose los destrozos de la historia y pensando tanto en nuevas glorias como en nuevos despropósitos. A veces resulta agotadora la tenacidad de esta ciudad, siempre dinámica, pese a la estupidez de su autocompasión y a la vehemencia de su autocrítica.

Bernal cayó en una curva de la avenida de Francesc Ferrer i Guàrdia, que hasta el año 2010 se llamaba avenida del Marquès de Comillas.

Barcelona también se construye restituyendo memorias en el callejero. Ferrer i Guàrdia y el marqués de Comillas, dos nombres para un mismo lugar, representan la tensión que ha caracterizado el relato histórico de la ciudad de los prodigios y los tumultos. El pedagogo anarquista Ferrer i Guàrdia, creador de la Escuela Moderna, fue el chivo expiatorio de la Semana Trágica de 1909. Aquella revuelta de clases luchaba contra los privilegios de los que podían librarse del alistamiento en las tropas que el gobierno español quería enviar a Melilla para proteger, entre otras cosas, los intereses mineros de Claudio López, segundo marqués de Comillas, y Eusebi Güell, mecenas del arquitecto Antoni Gaudí y esposo

de Luisa Isabel López, hija del primer marqués de Comillas, Antonio López. La carne de cañón está hecha de pobres obligados a defender los delirios de grandeza de los adinerados. Y en aquella Barcelona de burgueses y anarquistas sucedía que, de vez en cuando, alguien se hartaba y le pegaba fuego a... un convento.

Barcelona se había vestido de Rosa de Fuego republicana y anticlerical, salvaje y descontrolada. Y la Iglesia, que mantenía el control de la educación y facilitaba la explotación laboral, mano a mano con la Barcelona de las grandes fortunas de pasado esclavista, como los Güell y los López, se cobraron la correspondiente pieza libertaria. Ferrer i Guàrdia fue fusilado en Montjuïc el 13 de octubre de 1909. La memoria del creador de la Escuela Moderna fue honrada en 1937, cuando se puso su nombre a la plaza dedicada al hasta entonces obispo Urquinaona, el religioso que había puesto la primera piedra del templo de la Sagrada Familia en 1882. Tras la Guerra Civil, la legalidad franquista expulsó a Ferrer i Guàrdia del nomenclátor. La plaza sigue llevando el nombre de Urquinaona y en octubre

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En 1984, la Volta pasó por Plaça Catalunya y Les Rambles en una etapa inédita

BARCELONA Y LA VOLTA

de 2019 fue tomada por fuego, barricadas, piedras y balas de goma durante las protestas contra la sentencia del Procés. Barcelona es así, historias de indignación y represalias que dialogan a través del tiempo.

La Volta nació la mañana de Reyes de 1911, apenas dieciséis meses después de la ejecución de Ferrer i Guàrdia. Así lo atestigua una placa en el puente de la Reina Elisenda de Montcada, en Sarrià, un municipio que hasta 1921 no fue agregado a Barcelona. De la gran reina del siglo xiv queda un magnífico legado gótico: el monasterio de Pedralbes. Aquella primera edición, de tres etapas, fue ganada per Sebastià Masdeu y finalizó en el velódromo del Cubell, en el barrio de Sants, cerca de donde había estado la primera gran fábrica textil de la familia Güell, conocida popularmente como El Vapor Vell, y escenario de huelgas y luchas obreras durante la segunda mitad del siglo XIX. Eusebi Güell la cerró en 1890 después de un período de gran conflictividad laboral. Más tarde, intentando alejarse de cualquier resistencia proletaria organizada, trasladó la producción a Santa Coloma de Cervelló, donde creó una colonia fabril, la Colònia Güell, en cuyos límites está la maravillosamente excéntrica cripta diseñada por Gaudí. Y ahí sigue la colonia hoy, cerca de la carretera N-340, un paso habitual de las etapas de la Volta que acaban en Barcelona; sin ir más lejos, la de la edición de 2019.

Imagen de la Volta pasando por el centro de Barcelona en la edición de 1911

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Claudio López y Eusebi Güell están muy presentes en el paisaje de la Barcelona que se desarrolló sobre la utopía geométrica del plan de Ildefons Cerdà. De hecho, participaron activamente en la construcción de la ciudad que tantas veces han atravesado los ciclistas. En 1912 la Volta partió del Arc de Triomf y la de 1913 terminó en el Saló de Sant Joan, hoy paseo de Lluís Companys, el presidente de la Generalitat fusilado por el franquismo en Montjuïc el 15 de octubre de 1940; sí, también coinciden en un mes de octubre, como Ferrer i Guàrdia y como tantas otras cosas coinciden en esta ciudad. Tanto el Arc de Triomf como el Saló de Sant Joan, cerca del parque de la Ciutadella, fueron creados con motivo de la Exposición Universal de Barcelona de 1888, en cuyo comité organizador estaba Claudio López.

Eran los tiempos que Eduardo Mendoza describe en la primera parte de la novela La ciudad de los prodigios, cuando el alcalde era Francesc Rius i Taulet, el político que da nombre a la avenida que tantas veces ha acogido la meta final de la Volta y donde desemboca la de Ferrer i Guàrdia.

La exposición de 1888 también trajo consigo la urbanización del litoral entre la Ciutadella y la Rambla, rematada con el monumento a Colón. La Volta de 2011, la del centenario, la que ganó Scarponi tras la sanción a Contador, homenajeó aquel paisaje situando la línea de meta de la última etapa en el Pla de Palau después del habitual paso por Montjuïc. En realidad, fue un homenaje a tres ciu-

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El circuito de Montjuïc ha sido escenario de muchas ediciones de la carrera, como en 1929, en la que ya se instalaba una grada para autoridades

Mientras Poblet, Loroño, Anquetil, Merckx y Ocaña prestigiaban la Volta en Montjuïc, miles de personas vivían en chabolas, justo detrás del estadio olímpico dades: la que fraguó el Modernismo a finales del siglo xix, la que llenó Montjuïc de grandilocuencia y obscenidad neoclásica en la exposición de 1929 y la Barcelona Olímpica de 1992, que lo puso todo patas arriba y creó la marca que se sigue vendiendo internacionalmente incluso en estos días de alquileres hors catégorie y sueldos de mierda.

En aquel final en el Pla de Palau, el pelotón pasó por la plaza de Antonio López, frente al edificio de Correos, otro ejemplo de despropósito arquitectónico academicista. En 2011 todavía se podía ver en la plaza la estatua dedicada al primer marqués de Comillas, que fue retirada en 2018. “Hizo fortuna en las Américas, en el siglo xix, con el tráfico de esclavos y esclavas que traía desde las costas africanas hasta Cuba”, argumentó el Ayuntamiento para despojar a López del honor escultórico. El consistorio consideró también modificar el nombre de la plaza, pero aún no se ha decidido a ello, a pesar de que incluso se había sugerido llamarla plaza de las Bullangues, en recuerdo a las revueltas de mediados del siglo xix, como la de 1842, que acabó cuando el

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general Espartero ordenó bombardear la ciudad desde el castillo de Montjuïc, o la de 1843, conocida como la Jamància, igualmente reprimida a bombazos por Prim. Una iniciativa popular pidió el cambio de nombre de la plaza de Antonio López por el de Idrissa Diallo, el joven guineano fallecido en 2012 en un Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de la Zona Franca, en Barcelona. De momento, el primer marqués de Comillas se mantiene en el callejero barcelonés. A veces esta ciudad también sabe moverse al ritmo de un pelotón que tolera escapadas bidón.

Uno de los arquitectos de la Exposición de 1888 fue Lluís Domènech i Montaner, autor más tarde del Hospital de Sant Pau y el Palau de la Música, y maestro de Josep Puig i Cadafalch, cuyas obras definen buena parte del esplendor de la Barcelona burguesa, tanto la modernista como la noucentista. Así es esta ciudad, atrevida y conservadora al mismo tiempo. La caída de Egan Bernal en la Volta de 2018 se produjo unos metros antes de llegar a la antigua fábrica textil Casaramona, proyectada por Puig i Cadafalch en 1909. Se construyó en años convulsos, cuando en la novela La Xava (1910) Juli Vallmitjana daba voz a la Barcelona marginal que vivía en la otra cara de Montjuïc, en las cuevas del Morrot. Dos mundos en la misma montaña. La fábrica, por cierto, apenas funcionó durante una década: se la llevó por delante la huelga general de 1919, ini-

BARCELONA Y LA VOLTA

Más de cien años después, Barcelona sigue siendo el icónico escenario que ve pasar a los ciclistas. En la imagen, los corredores inician el circuito de Montjuïc en 2011, que terminó excepcionalmente en Pla de Palau

La Volta de 2011, la del centenario, situó la meta en Pla de Palau y homenajeó así la urbanización del litoral que conllevó la Exposición Universal de 1888 ciada por los trabajadores de La Canadenca (los que lograron la jornada laboral de ocho horas).

Posteriormente, Casaramona fue almacén y caballeriza policial, y desde 2002 es el CaixaForum de Barcelona. De la paja y los excrementos, al arte. No es extraño en una ciudad acostumbrada al cambio de uso de sus edificios emblemáticos, donde los conventos son mercados, una fábrica se reinventa como gimnasio y un antiguo arsenal de la ciudadela, construida para la represión de Barcelona, se convierte en la sede del parlamento de Catalunya.

Puig i Cadafalch, arquitecto de iconos modernistas como la Casa Ametller y la Casa de les Punxes, fue también presidente de la Mancomunitat y participó en algunas de las reformas urbanísticas más importantes del primer tercio del siglo xx: la apertura de la Via Laietana, la reforma de la plaza Catalunya y, sobre todo, la urbanización de Montjuïc para la Exposición Universal de 1929. El paisaje de fondo de algunas imágenes de la Volta llevan la firma de Puig i Cadafalch, desde la plaza de Espanya por donde

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los ciclistas han accedido tantas veces a Montjuïc hasta los pabellones de Alfonso XII y Victoria Eugenia, a los pies del Palau Nacional que hoy alberga el Museo Nacional de Arte de Catalunya (MNAC). En cambio, el Estadio Olímpico donde en 1929 Mariano Cañardo ganó su segunda Volta fue obra de Pere Domènech i Roura, hijo de Domènech i Muntaner, que a su vez fue maestro de Puig i Cadafalch. Existe una Barcelona de sagas familiares y fidelidades profesionales con raíces más profundas que los mitos de Cthulhu.

La Exposición Universal de 1929 tuvo otros efectos urbanísticos en la ciudad: se crearon cuatro polígonos de casas baratas para alojar tanto a los trabajadores que habían llegado a Barcelona como a los habitantes desalojados de las chabolas y cuevas de Montjuïc. Pero la memoria de la geografía humana es persistente, y las laderas de la montaña se llenaron nuevamente de barracas, sobre todo en los años cincuenta y sesenta. Mientras Miquel Poblet, Jesús Loroño, Jacques Anquetil, Eddy Merckx y Luis Ocaña prestigiaban la Volta, miles de personas vivían donde nadie más quería vivir, detrás del estadio, donde hubo un vertedero que hoy es un espléndido jardín botánico. En los años setenta empezó el realojamiento de muchos barraquistas en otras zonas de la ciudad, pero fue la inminencia olímpica la que acabó definitivamente con aquel vestigio de la Barcelona que construyó la Barcelona del siglo xx.•

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DE 1936 A 1939, DE LA REPÚBLICA AL FRANQUISMO,

DE LA VOLTA A LA VUELTA, DE CAÑARDO A CAÑARDO Km 82

DE 1936 A 1939

El 17 de septiembre de 1939, sólo ocho meses después de la entrada de las tropas franquistas por la avenida Diagonal, se dio el pistoletazo de salida a la decimonovena edición de la Volta a Catalunya. La carrera se inició en la plaza de España de Barcelona ante un público entusiasta que recordaba al de ediciones anteriores, pero la Volta de 1939 tuvo muy poco que ver con sus predecesoras, ya que discurrió por un país arrasado por la guerra y en el que se iniciaba una sangrienta dictadura.

Los únicos elementos en común con respecto a las ediciones anteriores al conflicto bélico fueron la pasión popular por la carrera y la victoria final de Mariano Cañardo. El “catalán de Olite” escribió por séptima vez su nombre en el palmarés de la prueba, repitiendo un triunfo que ya había cosechado en 1936, durante la última Volta de la Catalunya republicana.

Texto: Ramon Usall

S

i bien el fervor popular podía ser parecido, la coyuntura en la que se desarrolló la Volta de 1936 fue muy distinta. La República vivía tiempos difíciles, fruto de la inestabilidad política y del ruido de sables que desembocaría, poco después del final de la carrera, en el alzamiento fascista del 18 de julio.

A pesar de ello, el 13 de junio de 1936, miles de personas se congregaron en el Arco de Triunfo de Barcelona —herencia de la Exposición Universal que Barcelona acogió en 1888— para aclamar a los 113 corredores que tomaron la salida de una edición que tuvo escasa presencia internacional y que sólo llevó hasta Catalunya, al margen de los ibéricos, a los ciclistas belgas y holandeses, debido a la creciente tensión que reinaba en Europa.

La comitiva de la Volta recorrió también el parque de la Ciutadella, que desde 1932 y gracias a la proclamación de la República, acogía la sede del nuevo parlamento catalán. Aquella

primera etapa de 1936 estuvo presidida por el poeta Ventura Gassol, por aquel entonces consejero de Cultura de la Generalitat que encabezaba Lluís Companys y destacado republicano, que había sufrido en sus propias carnes la ira del fascismo. Gassol fue atacado en Madrid por un grupo de extrema derecha que no se conformó con agredirlo, sino que también le cortó los cabellos a modo de humillación en plena discusión parlamentaria sobre el Estatuto de autonomía catalán, que sería finalmente aprobado en septiembre de 1932. De hecho, la vinculación de la Volta con la Generalitat era el resultado de la proclamación de la República en 1931, ya que, desde el año siguiente, la Generalitat se convirtió en el patrocinador principal de la carrera, bautizada también con el nombre de Gran Premio de la Generalitat. En este mismo sentido, desde su edición de 1931, la prueba había recuperado también su nombre en catalán. El catalanismo que durante el período republicano había impregnado

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En 1932 la Volta a Catalunya pasó a estar patrocinada por la Generalitat, como recoge el póster de esa misma edición

DOSIER LA VOLTA 100

a la Volta quedaba patente en el cartel oficial de la edición de 1936, que incluía el perfil de un ciclista recorriendo una calzada dibujada con las cuatro barras de una larga senyera, o en la recurrente presencia de dirigentes republicanos catalanes, como los presidentes Francesc Macià y Lluís Companys o el consejero Ventura Gassol, en distintas etapas de los primeros años treinta.

Cañardo, siempre Cañardo A nivel deportivo, la Volta de 1936 estuvo marcada por el triunfo de Mariano Cañardo, el navarro afincado en el barrio barcelonés de Sant Andreu, que sumaba así su sexto triunfo en la prueba. Esa victoria no estuvo exenta de polémica, ya que no se materializó hasta la novena y última etapa, después de que el belga Frans Bonduel, que había liderado durante cinco días la carrera, fuera incapaz de resistir al ataque del de Olite en el circuito de Montjuïc. Cañardo se llevó la Volta en el último suspiro para delirio de un público entregado. Esta hazaña llevó al periódico El Mundo Deportivo a acusar a la organización de haber comprado al belga para mantener la popularidad de la prueba, favoreciendo al ciclista preferido del público local. El alzamiento fascista y el estallido de la Guerra Civil enterraron rápidamente esta controversia que, sin embargo, no fue la única que protagonizó Cañardo.

En la Volta de 1929, en la que se impuso a otro belga, Jean Aerts, el público lo abucheó ostensiblemente durante la vuelta de celebración realizada en el estadio de Montjuïc —como hicieron después algunos espectadores en un homenaje en el campo del Barça— debido al rumor de que el corredor belga se había dejado ganar a cambio de dinero. Este suceso dejó una espina clavada en el corazón del ciclista de Olite, que se sacó en 1930 con una auténtica exhibición que lo llevó a reconciliarse con el público y a ganar una Volta que lideró desde el primer día, imponiéndose en cuatro de sus ocho etapas.

A pesar de la tensión que se palpaba, poco imaginaba Mariano Cañardo

Cañardo se llevó la Volta de 1936 por delante de Frans Bonduel en el último suspiro para delirio del público; poco después estallaría la Guerra Civil

Póster oficial firmado por Doll de la edición de 1936 de la Volta a Catalunya con la senyera y el escudo de la Generalitat

Km 84

cuando celebraba su éxito en la Volta de 1936, que poco después estallaría un cruento conflicto civil. Al corredor de Olite, el levantamiento fascista del general Franco le pilló corriendo el Tour de Francia, país en el que decidió quedarse hasta pasado el verano para evitar la guerra. Aun así, en septiembre de 1936, Cañardo volvió a una Cataluña donde la República había conseguido frenar a los golpistas y participó en los actos deportivos de la Diada en apoyo a las milicias antifascistas.

La guerra lo truncó todo A pesar de las exhibiciones gimnásticas que las fuerzas republicanas realizaban regularmente, la guerra imposibilitó la organización de las ediciones de 1937 y de 1938 de la Volta, una eventualidad que propició que Cañardo buscara ampliar su palmarés en Francia, donde se alzó con una victoria de etapa en el Tour de 1937 —la única en su carrera— en un memorable ascenso a la cima pirenaica de Axles-Thermes, y en el norte de África, donde se impuso de forma consecutiva en las dos primeras ediciones del Tour de Marruecos. Para la historia quedó la imagen de Cañardo saludando a un grupo de milicianos antifascistas de Puigcerdà desde el puesto fronterizo de la Guingueta d’Ix, el punto de partida de la etapa de la ronda francesa que el de Olite terminaría venciendo.

En septiembre de 1939, con Catalunya caída en manos de las fuerzas nacionales, las nuevas autoridades fascistas decidieron organizar de nuevo la Volta para aparentar la mayor normalidad posible. La prueba pasó oficialmente a denominarse Vuelta a Cataluña, y el afán de la carrera era el de mostrar una Catalunya vencida y sometida. Un ejemplo claro es el cartel en el que la organización se refería a 1939 como el “Año de la Victoria”, y en el que la silueta de un ciclista y la del mapa de Catalunya estaban acompañadas de una bandera rojigualda y de la inscripción “Franco, Franco, Franco”. En esta ocasión, la Volta renunció al Arco de Triunfo y el parque de la Ciutadella como punto de partida, y eligió para su

DE 1936 A 1939

En esta pág. arriba izq.: El dictador Francisco Franco saludando durante el Desfile de la Victoria por la avenida Diagonal, rebautizada con el nombre de avenida del Generalísimo, el 21 de febrero de 1939 (Foto: Arxiu Municipal Contemporani de Barcelona); arriba der.: en 1939, el cartel oficial de la Volta incluyó vítores a Franco, calificando 1939 como el “Año de la Victoria”; abajo: soldados nacionales desfilando por Barcelona el 21 de febrero de 1939 para certificar la conquista fascista de la capital catalana (Foto: Arxiu Municipal Contemporani de Barcelona) Fuente: Arxiu Municipal Contemporani de Barcelona (AMCB)

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DOSIER LA VOLTA 100

Lluís Companys y Francesc Macià en la grada de autoridades de la Volta de 1933, que ganó el italiano Alfredo Bovet (Foto: Archivo Volta Ciclista a Catalunya)

La primera edición tras la Guerra, en 1939, transcurrió por unas carreteras muy maltrechas por el conflicto bélico

salida la plaza de España, construida en plena dictadura de Primo de Rivera.

Apenas cuarenta corredores tomaron la salida y ninguno era de más allá de los Pirineos; entre ellos, Mariano Cañardo, que partía como el gran favorito para ganar la Volta por séptima vez.

De la Volta a La Vuelta, año 1939 La primera edición después de la guerra constó de siete etapas y una jornada de descanso, que transcurrieron por unas carreteras muy maltrechas por la guerra. Cañardo arrancó exhibiendo músculo y ganando de forma consecutiva las tres primeras, lo que parecía presagiar que su séptimo triunfo en la Volta sería un camino de rosas. Pero el catalán de Olite no contaba con que los corredores mallorquines, gracias a que la guerra había terminado mucho antes en la isla, habían podido entrenarse en unas mejores condiciones que muchos de sus competidores. Así, en la

Km 86

contrarreloj entre Girona y Sant Feliu de Guíxols, Bartomeu Flaquer, ciclista originario de Artà y conocido con el sobrenombre de Tomeu d’es Forn, se impuso sorprendentemente a Cañardo y le robó el maillot de líder.

Sólo la mala suerte de Flaquer, al que un inoportuno forúnculo acabó forzando a la retirada, permitió que Cañardo llegara de nuevo a Barcelona encabezando la clasificación general y proclamándose vencedor de su séptima Volta. Una prueba que pasará a la historia por ser la primera disputada bajo la dictadura franquista que intentó eliminar de ella cualquier rastro de republicanismo. Una prueba que nada tuvo que ver con la última edición republicana de la misma. Nada, salvo la pasión popular por el ciclismo y la victoria de Mariano Cañardo, el corredor que se convirtió en la mayor leyenda de una Volta que es el fiel reflejo de la historia contemporánea.•

DE 1936 A 1939

Arriba: Mariano Cañardo saludando a un grupo de milicianos antifascistas en Puigcerdà desde el puesto fronterizo de la Guingueta d’Ix (Bourg-Madame), de donde partió la etapa del Tour que terminaría ganando y que acababa en Ax-les-Thermes; abajo: Cañardo celebrando uno de sus siete triunfos en la Volta con su hija Neus en brazos (Foto: Archivo Volta Ciclcista a Catalunya)

Km 87

DOSIER LA VOLTA 100

© Olga Belenko

© Team Ineos

Olga Belenko (Rusia)

Pavel Sivakov (Rusia)

COCINERA DEL EF PRO CYCLING

CICLISTA DEL TEAM INEOS

“Para mí todo resulta un poco más fácil ya que hablo catalán y eso hace que la gente confíe en mí en seguida. Se abren mucho más conmigo. Catalunya es pequeña y los desplazamientos son cómodos y, además, no suelen ser largos. Para aparcar el camión-cocina tampoco tenemos problemas ya que en los hoteles de la costa, al desarrollarse la Volta fuera de temporada, todo está muy tranquilo y con pocos turistas. Pero, al mismo tiempo, estamos en marzo y al llegar a las montañas nos pilla la nieve y el frío. Que a mí me encantan, ¡eh!

Es interesante ver cómo en una vuelta de una semana pasamos del mar a la montaña, tenemos un poco de todo y esto resulta fantástico aunque nos encontramos con un tiempo quizás demasiado variado. Para los cocineros es agradable porque es fácil encontrar de todo cuando vas a comprar los alimentos, aunque algunos colegas se quejan porque a veces se encuentran gente poco formal y profesional. Este no es mi caso, no tengo ninguna mala experiencia”.

“La Volta es una carrera diferente; en primer lugar, porque se disputa en una de las regiones más bonitas de España, ¡las vistas son impresionantes cada día! Puedes ir de los Pirineos al Mediterráneo en una sola etapa y esto es alucinante.

Personalmente, me encanta esta carrera porque conozco algunas de las carreteras ya que, al vivir en Andorra, entreno en Catalunya casi a diario. Así que me hace sentir muy cerca de casa. Además, es una carrera diferente en otro aspecto: los perfiles de las etapas son duros cada día y necesitas estar preparado para subir con los mejores y hacer un buen papel en la competición”.

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MIRADA GLOBAL

© Lotto-Soudal

© Team CCC

María Auxiliadora Martín (España)

Mario Aerts (Bélgica)

Shane Stokes (Irlanda)

DIRECTOR DEPORTIVO DEL LOTTO SOUDAL

PERIODISTA FREELANCE, COLABORADOR DE THE IRISH TIMES

“Lo primero que me viene a la mente cuando pienso en la Volta es que hace mejor tiempo que en Bélgica. Y que el recorrido es bonito y similar cada año, y eso, para los que preparamos las estrategias, los directores deportivos, facilita el trabajo. En ese sentido, es una buena carrera para nosotros. En el equipo, cada año más gente nos pide correr la Volta, como por ejemplo Thomas De Gendt. Es una de sus carreras preferidas, le gusta correr ahí, probablemente por las carreteras, por su buen estado y porque son muy técnicas. Además, la organización es muy buena, tenemos la información a tiempo, el libro de ruta es apropiado. Eso sí, como pasa con las otras pruebas, no tenemos mucho tiempo libre para hacer cosas fuera de la competición, ya que tenemos mucho trabajo no sólo con la estrategia y el contacto con los corredores sino con toda la logística de carrera”.

“Cubrí la Volta en 2018 y la disfruté bastante, porque tiene unas medidas muy apropiadas para trabajar y los corredores están muy relajados, son accesibles y están muy dispuestos a hacer entrevistas.

No tiene nada que ver con el Tour de Francia, que es una carrera demasiado grande y muy dura para trabajar para nosotros los periodistas que, básicamente, tenemos que hablar con los ciclistas. A nivel organizativo creo que la Volta está muy bien y el personal de la carrera es muy entusiasta. Recuerdo que el recorrido también fue muy interesante, con ese final en La Molina, muy bonito. El único aspecto negativo es que para llegar al final de cada etapa tenía que conducir mucho porque me reservé el hotel en Girona, pero eso no es culpa de la organización, sino, obviamente, culpa mía. La próxima vez que venga buscaré hoteles por ¡toda Catalunya!”.

EX SOIGNEUR DEL CCC TEAM “Cuando pienso en la Volta me viene a la cabeza la gran idea del aparcamiento de todos los equipos en el paseo marítimo de Calella. A mecánicos y masajistas, nos vienen bien unos días previos en Calella ya que solemos venir directos de carreras como París-Niza o Tirreno Adriático y el sol del mediterráneo se espera con muchas ganas.

También nos facilita mucho tener la salida y la meta de varios días en un mismo sitio; menos trabajo, porque no hay desplazamientos y la asistencia en carrera es mejor, ya que tenemos más gente para hacer puntos de asistencia y de avituallamiento. Asimismo, me viene a la cabeza Andorra, a la que llegamos escaladamente sin mucho traslado, lo cual se agradece. Y en Montjuïc toca disfrutar del día, es una muy buena idea de la organización hacer una etapa temprano, con el formato de carrera en circuito que da mucha vistosidad a la ciudad.

Terminamos pronto la jornada y eso favorece que los equipos puedan iniciar su marcha”.

© Shane Stokes

Km 89

CICLISMO DE ALTURA Vallter 2000, una de las ascensiones más duras del Pirineo, se ha convertido en el estandarte montañero de la Volta. Sus últimas curvas de herradura ven acelerar cada año a muchos de los mejores escaladores del pelotón internacional para conseguir lo que se ha convertido en una victoria de etapa de mucho prestigio. La erosión provocada por un antiguo círculo glaciar dibujó un dantesco escenario de alta montaña, reconvertido ahora en teatro ciclista para paladares finos. A sus pies, retales del pasado de la vieja burguesía y de la industrialización auguran un viaje cautivador.

Texto: David Rovira Fotografia: Tomás Montes y Ricard Calmet

Con la presencia de:

LA FUGA

El paso por el diminuto y encantador pueblo de Beget (esta pág.) nos permite tomarnos un pequeño respiro antes de afrontar la subida hasta Rocabruna por una carretera estrecha y sin tráfico (pág. siguiente) que nos permite rodar en un silencio absoluto

A

finales de los años sesenta, de la mano del promotor Josep Pujol —un apasionado de la montaña y los deportes— surgió la iniciativa de crear una estación de esquí en un rincón del Pirineo Oriental catalán. Hasta aquel momento, el valle de Camprodon era un cul-de-sac con unas pésimas comunicaciones con el resto de la comarca del Ripollès y con la vecina Francia. Era un territorio que vivía casi exclusivamente del sector primario aunque, ya por aquel entonces, Camprodon era un centro de veraneo muy apreciado entre los miembros de la burguesía catalana. Los vestigios de esta comunidad de veraneantes se pueden observar todavía hoy en el Paseo Maristany, saliendo de la población en dirección Vallter. Mansiones monumentales y árboles centenarios son testigos que permanecen inmutables al paso de esquiadores y ciclistas camino de la estación de esquí.

Soberbio pero impredecible La actividad del esquí se inició en 1974, cuando el camino que llega hasta el nacimiento del río Ter era una pista sin asfaltar que partía desde Setcases, un pueblecito de poco más de 160 habitantes que está situado en el inicio del puerto. En 1981 se asfaltó la carretera hasta lo que hoy es el telesilla Enric Planella –en homenaje a un famoso monitor muerto a causa de una avalancha en la misma estación en los años setenta— y en 1986 el alquitrán ya llegaba hasta lo que hoy es el final de la carretera, a 2.150 metros de altitud. Con el paso de los años, la estación de esquí fue creciendo, pero los resultados económicos y la climatología no siempre acompañaron y, en 2012, Vallter 2000 pasó a manos públicas. La Generalitat, a modo de salvavidas y en un movimiento que sería repetido en otros puntos del Pirineo, la integró en la red de Ferrocarrils de la Generalitat (FGC), junto a La Molina, Núria, Espot o Portainé.

Km 92

VALLTER 2000

Vallter también es conocida por la famosa tramuntana y el temido fenómeno del torb, un torbellino salvaje de viento y nieve

Las nevadas provenientes de los frentes de bajas presiones de levante son abundantes, y algunas de ellas han sido históricas —¡a mitad de los años noventa la estación cerró la temporada de esquí un 3 de junio!—. Vallter también es conocida por el viento que, cuando sopla del norte —la famosa tramuntana— y produce el temido fenómeno del torb —un torbellino de viento y nieve— lo hace de manera salvaje. Para sumar épica, hay que tener en cuenta que la base de esta estación de esquí es una de las más altas de todo el Pirineo, aunque lo que popularmente se conoce como Vallter, no sólo incluye el dominio esquiable, sino todo el entorno de montañas a su alrededor. Es una zona muy popular y concurrida por alpinistas, esquiadores de montaña, excursionistas y practicantes de las raquetas de nieve; pero también, y debido a la gran afluencia de gente, es uno de los lugares del Pirineo con más rescates y accidentes.

Km 93

LA FUGA

El Pirineo oriental, en el que trascurre nuestra ruta, conserva la nieve hasta la primavera, por lo que es habitual que el pelotón de la Volta se encuentre zonas nevadas cuando llega a estos parajes. Siempre es recomendable usar ropa técnica para afrontar la ascensión y el descenso, siempre frío.

En la fotografía, Ricard y David visten la colección Cold Season de Gobik.

Más información y pedidos en www.gobik.com

Km 94

VALLTER 2000

Ruta con espíritu de etapa Nuestra particular fuga es una etapa de media distancia, pero que cuenta con un desnivel importante: 106 kilómetros y casi 3.200 metros de ascensión por carreteras de las comarcas del Ripollès y la Garrotxa.

Partimos de Ripoll —conocida por el monasterio de Santa María— y nos dirigimos hacia Vallfogona del Ripollès por la N-260a, una carretera con muy poco tráfico, de ascensión suave y un largo y sinuoso asfalto que nos guía hasta la Garrotxa para descender después en dirección a Olot. Bordeamos la ciudad de los volcanes y seguimos bajando hasta Castellfollit de la Roca, una pequeña población de imagen muy conocida debido a sus casas construidas en el filo de unas espectaculares paredes de columnas basálticas. Desde allí, nos adentramos en el valle del Bac para desfilar siempre cara arriba por la GIV-5221, una carretera estrecha que se adentra en un tiempo pasado y nos permite disfrutar de la visita a Oix, Beget y Rocabruna, tres pueblos de pesebre que mantienen toda su autenticidad arquitectónica intacta.

La ruta transita por la Garrotxa, la comarca de los volcanes, hasta llegar al valle del Bac, donde el reloj parece haberse parado Este paso de montaña, el segundo del día, nos deja casi a las puertas de Camprodon, un pueblo fronterizo de gran interés turístico, que se convierte en el punto de partida para el plato final de la jornada, el ascenso a Vallter 2000. Antes de empezar lo que supondría estrictamente la ascensión, superamos diversos falsos llanos hasta llegar a Setcases, donde, ya de manera definitiva, la carretera pica hacia arriba, con desniveles que llegan casi al 14%. Las condiciones que encontramos el día que lo reconocimos eran más propias del Passo Gavia que de un puerto que se encuentra a escasos cincuenta kilómetros del mar, pero ya hemos avisado de que las nevadas en Vallter pueden ser importantes, tal y como nos ha ocurrido en este caso.

Una vez llegados a Vallter 2000, hay que hablar de las once últimas curvas de herradura que se han convertido en un homenaje a las pruebas ciclistas más importantes del mundo. Cada giro está numerado y va apadrinado por una de las grandes; así, encontramos la curva Strade Bianche, la curva Tour de Flandes, la curva París-Roubaix… hasta la definitiva curva de la Volta. Todas tienen una gran franja roja pintada en el asfalto —a excepción de la curva

Km 95

LA FUGA

IRRUPCIÓN EN EL PANORAMA CICLISTA Desde el año pasado, Vallter 2000 ha puesto en marcha el reto “Subida a Vallter 2000” con el que los doce kilómetros que van del teórico inicio del puerto en Setcases (a 1.260 metros de altitud) hasta la estación de esquí de Vallter (2.155 metros de altitud) han sido marcados con placas informativas relativas al desnivel medio, distancia restante, altitud… La subida a Vallter es un segmento Strava con premios para los mejores y, además, está prevista la instalación de una pantalla electrónica al final del mismo que informará al usuario de esta aplicación de su tiempo y ránking. Al finalizar el segmento, si nos dirigimos al servicio de atención al cliente de Vallter 2000 nos obsequiarán con El diario de Vallter, donde encontraremos información relativa a los distintos eventos que allí se organizan, y que nos será útil para afrontar el descenso con una protección añadida contra el aire fresco que circula por el valle del río Ter.

Il Giro y Le Tour en que, evidentemente, la franja es rosa y amarilla respectivamente— con el nombre de la carrera y su kilometraje escritos en ella. Esta iniciativa vio la luz el verano pasado y en esta próxima edición de la Volta, la de la edición número cien, seguro que vemos a un buen número de aficionados deseosos de disfrutar del espectáculo de este tramo in situ.

Vallter y la Volta En 2019, la etapa de la Volta que salía de Sant Feliu de Guíxols y finalizaba en Vallter 2000, de 179 kilómetros de recorrido, fue ganada, como no, por un escalador, Adam Yates. En este último puerto, el británico y el resto de ciclistas tuvieron que superar 877 metros de desnivel positivo en doce kilómetros de ascensión; del pueblo de Setcases hasta Vallter 2000 la pendiente media es del 7,3% y las rampas

Cuando afrontemos el descenso, hay que recordar que partimos de 2.155m de altitud y que, incluso en verano, el aire es fresco

Km 96

VALLTER 2000

Una de las características de la ascensión a Vallter son las curvas de herradura, que en carrera confieren mucha espectacularidad y emoción

máximas son del 14%. Pero la subida es irregular, así, los primeros cuatro kilómetros discurren por una interminable recta paralela al cauce del río Ter, que desgasta piernas y mente por igual. Al final de esta dura travesía llegamos al barranco de Coma de l’Orri, lugar de partida de innumerables excursiones a pie, con esquís o raquetas. A partir de aquí, la carretera va ganando metros y perdiendo monotonía y, con la ayuda de algunas curvas, nos plantamos a la altura del Hostal Pastuira y del parking del telesilla, donde dan inicio las temibles once curvas de herradura finales.

La aproximación a la parte final de la subida va descubriendo de manera progresiva un paisaje de alta montaña.

Vallter 2000 se encuentra en el fondo del antiguo circo glaciar de Morens, ya extinto, que erosionó las laderas de unas montañas que se levantan hasta casi 3000 metros de altitud, con picos como el Bastiments –que llega a los 2.880

metros—, el Pic de la Dona, el Gra de Fajol o el Pic de Bacivers. Los restos de las morrenas glaciales se hacen evidentes por los grandes bloques de roca que abundan en la zona.

Es en este antiguo circo glaciar que nace el río Ter. Aguas abajo, las turbinas de las colonias industriales empujaron la industrialización de las comarcas interiores, no en vano, el nacimiento del textil catalán en el siglo xix debe mucho a estas aguas. Es bueno hacer memoria, también para recordar que, cuando afrontemos la bajada, arrancaremos a 2.155 metros de altitud y que, incluso en verano, el aire será fresco y el paravientos será un apreciado amigo para poder evocar con una sonrisa de orgullo este coloso del Pirineo oriental que ya es historia viva de la Volta.•

Galería completa de imágenes y track de esta Fuga en nuestra web: volatamag.cc/blog/rutas Km 97

LA FUGA

strava ayuda a poner en contacto a ciclistas de todo el mundo y a conocer sus hábitos de entrenamiento y necesidades. Gracias a esta red social para atletas, podemos explorar casi cada rincón del planeta y retarnos en la realización de rutas exigentes como esta, que tiene espíritu de etapa de montaña de grandes vueltas con final en alto.

Más información en www.strava.com

Vallter 2000

ESPAÑA

Ruta Inicio: Ripoll Final: Estación de esquí Vallter 2000 Distancia total: 105,8 km Desnivel acumulado: 3188 m Como llegar: La ruta más transitada hasta Ripoll es la C-17, la carretera que prácticamente conecta esta ciudad con Barcelona. La mejor alternativa al coche es el tren con la discutida R3 de Cercanías que enlaza Barcelona con Puigcerdà pasando por Ripoll.

Rocabruna

Dónde comer: Proponemos dos alternativas de estilo y necesidades diferentes pero aptas para buenos paladares. En la cima de la ascensión, en Vallter 2000, hay instalada la Rocacorba Food Truck, de inspiración ciclista y que nos ofrecen buenos tentempiés a parte de una buena oferta cafetera.

Si preferimos completar el descenso, la opción del restaurante Can Tiranda, en el pueblo de Setcases, nos proporcionará el merecido descanso.

Camprodon

Ripoll

Castellfollit de la Roca

Perfil Ripoll

Vallter 2000

2200m

2

2000m

1

1800m

ROCABRUNA

1600m

Setcases

1400m

Camprodon

1200m 1000m

Beget

Castellfollit de la Roca

800m

Olot

600m 400m 257m

0km

20km

40km

60km

Km 98

80km

100km

VALLTER 2000

El segmento destacado

2. VALLTER 2000 Gracias al protagonismo de Vallter 2000 en competiciones como la Volta, este puerto se está ganando a pulso un lugar como coloso pirenaico entre los aficionados ciclstas. A pesar de la nieve, puede subirse durante todo el año.

Otros puertos: 1

12,2 Km 7,2% 13% 2144m 879 m Distancia

Pendiente media

Pendiente máxima

Mayor altitud

Diferencia de altitud

FRA NCI A

VALLTER 2000

Pic de Bastiments

2250

Puig de Coma Ermada

m

00

m

PARC NATURAL DE LES CAPÇELERES DEL TER I DEL FRESER

ROCABRUNA Distancia: 12,3 km Pendiente media: 5,01% Pendiente máxima: 12% Altitud máxima: 1064 m Diferencia de altitud: 646 m

20

2500m 2250m 2000m

175

0m 1500m

2200 m

2000 m

1800 m

1600 m

1400 m

1200m

0

2 km

4 km

6 km

Km 99

8 km

10 km

12 km

LA FUGA

Km 100

VALLTER 2000

Km 101

PERFIL

Mads Pedersen instinto ciclista

Después de los tres títulos consecutivos de Peter Sagan y de la victoria de Alejandro Valverde, un joven danés sin un palmarés espectacular se llevó en Yorkshire la prenda más cotizada del circuito mundial. Mads Pedersen (Tølløse, Dinamarca, 1995) no es un desconocido pero, quizá con la excepción de Rui Costa –sólo quizá—, el Mundial de ciclismo no vivía grandes sorpresas desde el título de Igor Astarloa en 2003. En 2019, Mads Pedersen y Annemiek van Vleuten se llevaron la gloria. ¿Repetirán? Este es el retrato robot de un magnífico competidor llegado del frío del norte.

Texto: Mikkel Condé — Traducción: VOLATA Fotografia: Bradley Collyer / PA Images

P

ara muchos, la victoria de Mads Pedersen en el Campeonato del Mundo de Yorkshire, al norte de Inglaterra, el año pasado, fue una sorpresa.

Y, lo cierto es que, a tenor de la temporada que había completado hasta ese momento, es comprensible este punto de vista. Sin embargo, si nos centramos únicamente en el circuito del Mundial y también en la meteorología de ese día, puede que no resulte tan sorprendente…

Criado en Tølløse, en Dinamarca, no muy lejos de la ciudad vikinga de Roskilde —dónde compitió cuando era júnior— Pedersen se acostumbró a luchar contra climas adversos con frío, lluvia y viento a diario desde que comenzó a ir en bicicleta a los siete años. Así que, seguramente, un poco de lluvia en Inglaterra no debería afectar a sus posibilidades de éxito, como tampoco el terreno ondulado en que ha conseguido algunos de sus mejores resultados hasta el momento. De hecho, un Mundial largo, duro y frío parecía, en realidad, el escenario perfecto para que un guerrero vikingo como Pedersen pudiera brillar. Y brilló.

El danés de veinticuatro años siempre ha sido un auténtico competidor. Desde el momento en que se cuelga un dorsal a la espalda, el juego comienza. Quiere ganar y quiere hacerlo a lo grande. Cuando ataca lejos de meta, no sólo se trata de un intento desesperado para mostrar los colores del equipo antes de que los favoritos pongan las cosas en orden,

es porque Pedersen ha visto la oportunidad de hacer algo importante y no va a desperdiciarla. Hay una gran diferencia entre correr una carrera y competir en una carrera. Para Pedersen, sólo existe lo segundo. Nunca será un simple dorsal más en la lista de salida.

A diferencia de otros muchos ciclistas daneses que buscan condiciones climáticas más cálidas en los países del sur de Europa, Pedersen ha decidido quedarse a vivir en Dinamarca. Una de las razones para tomar esta decisión es la de permanecer cerca de sus amigos y familiares. Otra razón, es poder entrenar en un clima similar al que tendrá que afrontar en las clásicas de primavera, que siempre están marcadas en rojo en su calendario, y normalmente se disputan en las mismas condiciones que experimenta en su tierra natal. Le gusta estar en casa y a Dinamarca también le gusta tenerlo cerca. No resulta extraño, pues, que tanto el Tour de Dinamarca de este año como el Tour de Francia del 2021, que empieza precisamente en Copenhague, pasen por la ciudad en la que reside Pedersen.

De hecho, después de su victoria en el Mundial de Yorkshire, el ciclista danés fue coronado como Deportista del Año en su tierra y, al menos tres ciudades diferentes, lo reclamaron en seguida como suyo. Lejre, donde vive con su mujer –con quién se casó justo después de conseguir el maillot arcoíris—, Roskilde, donde corrió como junior, y Tølløse, donde se crió. Todo el mundo quiere un pedacito de

Km 102

El accidentado circuito de Leeds, en Yorkshire, vio la proclamación de un joven a quien nadie esperaba que cruzara la linea en primer lugar: Mads Pedersen

Pedersen y será muy interesante ver cómo se las arregla con su nuevo estatus y la fama que ha conseguido, tanto encima como lejos de la bicicleta. Lo más probable es que se mantenga igual, con los pies en el suelo y la mente centrada en ganar. Sigue siendo el mismo tipo al que le apasiona correr y el que abrió una tienda de bicicletas en su ciudad natal para que su padre pudiera dejar el trabajo de camionero y dedicarse así a algo más relajante.

Sin embargo, una cosa está clara, Pedersen ya no podrá jugar nunca más el papel de secundario en las carreras; vestir el jersey arcoíris le impedirá moverse lejos del radar del resto como hacía en el pasado. Él lo sabe y cuando, recientemente, firmó un nuevo contrato con el Trek-Segafredo, que se extiende hasta el 2022, él mismo dejó claro que quiere ser más consistente en sus actuaciones. Quiere ser protagonista hasta el momento decisivo de las carreras y no aparecer ocasionalmente como le hemos visto hacer anteriormente como, por ejemplo, cuando terminó segundo en el Tour de Flandes de 2018 en abril y ya no volvió a aparecer en un Top5 fuera de Dinamarca hasta que ganó el Tour de l’Eurométropole a finales de septiembre.

Las clásicas son, naturalmente, el gran objetivo para el joven danés este año. Este es su coto y es donde realmente quiere mostrar y lucir su maillot arcoíris. En 2013, Pedersen ganó la París-Roubaix júnior y este año quiere ganarla en la categoría élite luciendo el jersey más icónico que hay dentro

del pelotón. De hecho, quiere correr la París-Roubaix en las mismas condiciones que tenía en Yorkshire cuando ganó el título mundial el año pasado. “Es mi mayor sueño, correr la París-Roubaix bajo la lluvia”, reconoció recientemente en la TV2 danesa cuando hablaba de sus futuros retos.

Después de su primer pico de forma encarado en la temporada de clásicas, Pedersen hará su debut en el Tour de Francia en julio. Para muchos ciclistas esto ya resulta un hito; en su caso se trata, además, de entrar en el libro de los records. Nadie desde que lo hiciera Óscar Freire en 2002 ha hecho su debut en la carrera francesa vistiendo el maillot de campeón del mundo. Seguramente el perfil de este Tour no sea el mejor para Pedersen, con el comienzo montañoso en los alrededores de Niza, pero después de perderse la cita el año pasado —para luego ganar el Mundial— no sería nada raro verlo en la selección del TrekSegafredo para esta edición.

Sin embargo, todavía queda mucho para que empiece el Tour. Pedersen quiere ser más consistente y ganar más carreras. El año pasado, su campaña de primavera no salió como esperaba. De todos modos, él sabe que tiene el nivel para competir por las victorias en las carreras más importantes del calendario y siendo el gran corredor que es, un auténtico competidor, sólo un necio le descartaría prematuramente. Y si llueve en la París-Roubaix, buscad un campeón mundial sonriente en la línea de salida. Estará listo para competir.•

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URBANO

SANTA FIXIE, más allá del piñón fijo El mundo del ciclismo urbano en España ha experimentado un gran crecimiento en los últimos años. El poder desplazarse en bicicleta por la ciudad es ahora una práctica más común que hace unos años, aunque siguen faltando elementos para promover su uso de manera generalizada.

Este movimiento, desde su creación, ha sido capitalizado por empresas como Santa Fixie, puntal en el sector de las bicicletas urbanas en el comercio online.

Texto: Álvaro Rubio Fotografías: Tomás Montes

E

l ambiente que se respira en Santa Fixie es el de una empresa joven, ya que todos sus trabajadores —diecisiete a día de hoy— tienen entre veinticinco y cuarenta y dos años y el tono, bastante informal y distendido, favorece el trabajo en equipo. El proyecto nació en el año 2011 de una manera muy casual y con el simple objetivo de probar si el mundo del ciclismo urbano, concretamente el de las bicicletas fixie, tendría tirón en España.

Los inicios fueron precarios, pero al mismo tiempo interesantes de descubrir. Txampa Alberca, CEO de Santa Fixie, acerca a VOLATA los primeros años de una empresa que empezó en el garaje de una casa y que hoy en día factura cerca de dos millones y medio de euros anuales. “Mi socio, Xavier Claveria, trajo veinte bicicletas

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de Londres, y nuestro primer almacén fue el garaje de su padre. Todavía no sabemos cómo las vendimos todas en tan sólo mes y medio”, responde, todavía sorprendido.

Este complicado comienzo, con aires de película americana —y que recuerda al origen de Microsoft—, pasó por la creación de un e-commerce desarrollado que está cerca de cumplir nueve años. “La venta de esas bicis nos animó a apostar por acometer un proyecto profesional más serio, porque vimos que había una oportunidad de mercado sin explotar”, subraya el CEO de Santa Fixie. La experiencia previa en Reino Unido fue esencial a la hora de decidirnos a emprender este camino. Aunque se muestra algo dubitativo, para Txampa “traer ese conocimiento, ese expertis londinense, donde el ciclismo urbano está teniendo un crecimiento brutal ha sido fundamental en la evolución de Santa Fixie”.

URBANO

Modelo de venta online y mundo fixie La apuesta de la empresa por el ciclismo urbano supuso adentrarse en el mundo fixie y las bicicletas de piñón fijo. “El proveedor que teníamos en Londres vendía este tipo de bicis —de uso muy habitual en la capital británica—, por lo que hicimos la prueba y acertamos”, recalca Txampa. Las características de las bicicletas favorecen su éxito entre el público que sigue la moda. Son relativamente económicas, te sirven como vehículo de batalla para moverte rápido por la ciudad, no tienen frenos de disco ni cambios que ajustar, por lo que se montan fácil y sin complicaciones técnicas. “La única dificultad puede estar en el hecho de saber escoger la talla correcta —matiza Ángel Jiménez, director de marketing de Santa Fixie—.

Este concepto es el que han sabido trabajar para que su modelo de negocio, totalmente online, no choque con un público ciclista al que normalmente le gusta palpar y asegurarse de que los productos se adecúan a sus necesidades. Jiménez tiene claro el por qué han sido capaces de superar esta barrera, y achaca su éxito al precio, ya que no es lo mismo comprar en una tienda en línea que en una convencional. “¿Tú crees que es por los costes?”—le replica intrigado Txampa—. Yo me inclinaría a decir que hay varias respuestas válidas”. Aunque mantiene como idea inicial el precio, especialmente en España donde la gente es ”pricesensitive”, el CEO de Santa Fixie se centra más en la facilidad de acceso del cliente a un amplio catálogo desde cualquier rincón del mundo: “Internet permite acercar productos que necesitas —como ruedas con radios rectos, tijas de 26 milímetros o diferentes sillines— y que no podrías conseguir fácilmente en una tienda convencional, por lo que la gente se decanta por este tipo de comercio online”.

Un punto de inflexión en la empresa fue el momento de la creación de dos modelos propios. Este hecho se produjo cuando la mente del consumidor asoció Santa Fixie con la idea de bicicleta urbana. “Comenzamos a

Los inicios de la empresa fueron un tanto precarios, pero a día de hoy la facturación se acerca a los dos millones y medio de euros anuales

Arriba: las oficinas de Santafixie en la sede de la empresa en Barcelona; abajo: Txampa Alberca, a la izquierda, y Ángel Jímenez, a la derecha, junto a dos modelos de Santa Fixie Raval

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recibir llamadas de clientes pidiéndonos una bicicleta Santa Fixie, cuando disponíamos de veinte marcas. A raíz de aquello, decidimos que igual era una oportunidad crear nuestra propia marca”, subraya Alberca. De esta idea nació el modelo Raval, inspirado en la ciudad de Barcelona, que a nivel visual tiene un componente estético importante. “El diseño del cuadro — considera Jiménez— rompe con la idea clásica de los cuadros fixies, tenemos diferentes opciones de acabado y aquí es dónde reside el elemento innovador”. El modelo permite personalizar la bicicleta según los gustos de cada cliente, lo que posibilita que cada Santa Fixie Raval se aproxime al concepto de pieza única.

Movilidad sostenible como valor Uno de los pilares que sustenta a Santa Fixie es el hecho de estar comprometidos con la contribución a la movilidad sostenible en las ciudades. “Estoy convencido —responde Alberca de forma tajante— de que la empresa potencia y ayuda al uso de la bicicleta como transporte habitual”. Su perfil, claramente desmarcado del ámbito deportivo, favorece y hace creíble esta propuesta de valor en la que se promueve el ciclismo urbano. Además, está complementado con la publicación de cuatro blogs y el uso de las redes sociales, en las que reivindican y se hacen eco de colectivos que apuestan por la movilidad urbana en bicicleta. “Intentamos crear una comunidad alrededor de Santa Fixie en la que el cliente puede llegar a nuestros productos de diferentes formas. En Twitter, nos centramos en el activismo del ciclismo urbano, por ejemplo”, explica el responsable de marketing.

A pesar de que la mentalidad de la sociedad va cambiando y poco a poco existe una mayor concienciación, todavía queda mucho camino por recorrer hasta que llegue el momento en que las ciudades estén preparadas para apostar por la bicicleta como transporte habitual. Según el Barómetro de la Bicicleta de 2019, su uso cotidiano ha aumentado en un 8,2% para despla-

En el interior de las oficinas de Santa Fixie se respira un ambiente de cultura urbana

zarse a estudiar con respecto al 2017, mientras que se incrementa en un 2,2% para ir al trabajo. El ejemplo gráfico de que todavía existe una sensación de peligro a la hora de utilizar la bicicleta es Barcelona. Se trata de una de las ciudades más avanzadas para esta nueva movilidad. Sin embargo, el Barómetro de la Red de Ciudades por la Bicicleta manifiesta que el 24% de las personas que no utiliza la bici en la ciudad condal no lo hace por la sensación de inseguridad y por el tráfico.

“En ciudades como Valencia, Sevilla o Barcelona se está apostando por implementar más carriles bicis y dar facilidades para que el público generalista pueda moverse en bicicleta sin preocupaciones”, recalca Alberca. No obstante, la diferencia con países europeos como Holanda, Bélgica o Dina-

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La propuesta de valor de Santa Fixie es el compromiso de contribuir a la movilidad sostenible en las ciudades y favorecer el uso de la bicicleta como transporte habitual

URBANO

Actualmente Santa Fixie cuenta con un almacén de grandes dimensiones que le permite hacer frente a la totalidad de los pedidos que recibe

Santa Fixie. ¿De dónde viene el nombre?

El nombre de un nuevo proyecto siempre es una de las cosas más difíciles de decidir. A pesar de ello, a veces las ideas más simples son las acertadas. La historia de Santa Fixie, rocambolesca en sus inicios, también tuvo un punto alocado a la hora de escoger el nombre de la empresa. Había que unir el concepto de ciclismo urbano con el mundo fixie, además de que debía tener gancho y ser fácil de pronunciar y recordar.

El actual CEO de Santa Fixie, Txampa Alberca, no estuvo presente en la reunión en la que se fraguó y se consolidó el “naming”, aunque recuerda con cariño y como suyo el instante en el que se decidió la parte más importante de un proyecto de estas características: “El nombre surge en una reunión muy larga. Se produjo una lluvia de ideas entre cinco personas, y un amigo dio con la clave de manera brillante, a la par de simple”.

Se sentó sobre la base de que la bicicleta lo tiene todo, se trata de un vehículo muy bueno y que cubre las necesidades mínimas. Del mismo modo, derivó a la idea de que es un producto barato y fácil de montar.

No consume gasolina y, por lo tanto, promueve la reducción de emisiones de CO2 a la atmósfera. A diferencia de un coche, moverte en bicicleta te permite aparcar en lugares donde otros vehículos tienen dificultades de acceso. “Todo es muy positivo, se podría decir que es como una santa— aclara Txampa—y entonces, a partir de aquí, lo único que hicimos fue unir ambos conceptos. Si el tipo de bicicleta que comercializamos —fixie— es una santa, pues nuestro proyecto de e-commerce debe denominarse Santa Fixie”.

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marca sigue siendo muy grande, pues apostaron por un modelo en el que el transporte habitual giraría entorno a la bicicleta ya en los años sesenta.

“Tiene que producirse un cambio de mentalidad importante, especialmente en las instituciones públicas —apunta el CEO de Santa Fixie—, para que en España prolifere el ciclismo urbano”.

Vínculo con el ciclismo La mayoría de los empleados o, al menos aquellos que tienen la posibilidad, acuden a su puesto de trabajo en Santa Fixie en bicicleta. Pero, ¿existe una relación de los trabajadores con el mundo del ciclismo? “No todos, — contesta Jiménez—; yo, por ejemplo, tengo tres bicis: una fixie, una gravel y una mountain bike”. “Yo tengo otras tres —responde sonriendo Alberca—, pero hay gente que no tiene ninguna”.

Ambos coinciden en que la clave del éxito reside en que mantienen un equilibrio dentro del equipo entre apasionados del ciclismo y personas con altas cualidades dentro del mundo del comercio online. “Muchos de los

SANTA FIXIE

empleados del almacén llevan cinco o seis años con nosotros, son unos frikis de las bicis y del ciclismo urbano, pero también contamos con perfiles más tecnológicos y digitales necesarios en el proyecto”, argumenta el CEO. Esa afición por el ciclismo viene de la infancia, donde comienza a forjarse una amistad con la bici que se mantiene con el paso de los años. “Los veranos en el pueblo, con mi abuela, con siete u ocho años—contesta con añoranza Jiménez— fueron los que me acercaron al ciclismo”. Más tarde, recorriendo Collserola o la Serralada de Marina con su mountain bike se consolidó una relación que a día de hoy se mantiene a través de la vertiente fixie y como método de movilidad urbana.

Una historia muy parecida es la de Txampa Alberca, pues también se inició en el mundo del ciclismo a través del mundo del MTB. “Vivía con mis padres en Alcalá de Henares, cerca de Madrid, y en los alrededores existen muchos parajes por los que salir en bici y disfrutar de la naturaleza. Me compré una mountain bike y cada fin de semana recorría el Parque Natural de Los Cerros”.

Abriendo fronteras en Europa A pesar de ser una empresa con sede en Barcelona, la cuota de mercado actual es del 78% de venta internacional frente a un 22% de envíos nacionales.

La escasa concienciación en lo que al ciclismo urbano se refiere en España dificulta que este porcentaje sea superior, aun así, las ventas a nivel nacional se sitúan en segundo lugar si hacemos la comparativa por países. “El primer mercado con diferencia es Francia, el segundo es España y el tercer puesto se lo disputan Holanda y el Reino Unido, cuya posición varía según la época”, declara el director comercial de Santa Fixie. La opción de expandir el e-commerce surgió cuando desde Santa Fixie observaron que, a través del portal en castellano, se realizaban muchos envíos a Francia. Por ese motivo, apostaron por profesionalizarse dentro del mercado galo con una web traducida de forma correcta, con descripciones

La clave del éxito reside en el equilibrio dentro del equipo entre apasionados del ciclismo y personas con altas cualidades dentro del mundo del comercio online

potentes, email y número de teléfono francés, así como con una comunicación exclusiva para los clientes en Francia. El éxito de esta expansión fue tal que decidieron seguir ampliando fronteras: “Vimos que había que seguir implementando este concepto en nuevos países, replicando el modelo que habíamos utilizado en Francia. El mercado holandés fue el segundo y, al poco tiempo, abrimos también Italia y Reino Unido”, cuenta orgulloso.

En el futuro cercano —que es en el que se puede pensar, según palabras del propio CEO—, Santa Fixie no planea realizar excesivos cambios ni acometer retos de grandes dimensiones. Poder afianzar su marca propia, así como sus dos modelos, es el gran objetivo de la empresa. Además, acaban de activar el mercado alemán, por lo que quieren centrarse en empezar a comunicar en el único gran país europeo en el que les faltaba presencia. “Existe una gran concepción de movilidad urbana en bicicleta en la sociedad alemana, por lo que consideramos que era una nueva oportunidad de seguir ampliando el negocio y la internacionalización del proyecto”, destaca Alberca.•

Los responsables de Santa Fixie relataron cómo fue el proceso de su apuesta por el e-commerce.

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CICLOTURISMO

Tro Bro Cyclo

El atractivo de los “ribinou” bretones Texto: redacción VOLATA

U

n cerdo. Un cerdo como definición de todo...

Gozar del ciclismo como un cerdo goza de bañarse en el barro. En el supuesto caso de que placer y sufrimiento puedan encontrarse simultáneamente en una misma experiencia, será en la Tro Bro Cyclo, la hermana cicloturista de la Tro Bro Leon. Este 18 de abril se celebra una nueva edición de la marcha que imita la clásica bretona y que cuenta con tres modalidades: la cyclo, de 120 kilómetros; la gravel, de 60; y la vintage, de 30. Los nombres las definen por sí mismas y, a pesar de las evidentes diferencias, hay un punto en común; aquello que hace de la Tro Bro Leon una carrera única en el calendario profesional: los ribinou, los tramos de esa tierra tan significativa del noroeste francés. El italiano Andrea Vendrame, del AG2R La Mondiale, fue el ganador de la última edición y volvió a casa con el distintivo trofeo que recibe el vencedor de la Tro Bro: un cerdo.

Pero esto son historias de otro mundo. El que viven los profesionales que, a mediados de cada mes de abril —mes de clásicas por definición— se reúnen en Lannilis para disputar la apodada pequeña París-Roubaix o el infierno del oeste. La cita alternativa a los grandes desafíos de las

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La zona del norte de la Bretaña francesa por la que transcurre la Tro Bro Cyclo se caracteriza por su costa escarpada y por los tramos de tierra algo silvestres (Fotos: Alex Turner / Cycling Magazine)

carreras de un día, que aspira a entrar en el club de las grandes en el futuro. La Tro Bro fue creada e ideada en 1984 por Jean-Paul Mellouet para recaudar fondos para la Diwan, la escuela bretona de sus hijos.

Más allá de esa visión emprendedora y altruista, Mellouet buscaba algo diferente, original, singular: una carrera ciclista distinta a las demás. Su inspiración fue la París-Roubaix y, a pesar de que en la Bretaña no hay tramos de pavé, la influencia del gran Monumento fue tal que la Tro Bro Leon —la Vuelta al País del León, en bretón— incorporó algunos pasos de tierra. Desde ese momento, la carrera que se disputa en el duro oeste francés ha ido subiendo de nivel hasta llegar a la máxima categoría profesional del circuito europeo (este 2020 alcanzará la categoría UCI ProSéries, Pro 1); por encima ya sólo tiene a la élite. En su palmarés, cada vez más internacional, dominan los franceses porque, según reconoce el propio Mellouet con algo de ironía, “la ubicación de la Tro Bro Leon queda un poco lejos a todo el mundo”.

Poco a poco, ribinou a ribinou, va madurando. Y esa metamorfosis implica el convertir la carrera en algo mayor, en algo de circo, en algo de negocio. La Tro Bro ya no se limita a un domingo de abril, sino que ha ampliado horizontes

para incorporar su versión pensada para el público terrenal: la Tro Bro Leon cicloturista.

Un infierno para todos A imagen y semejanza de lo que han construido otros, la versión cicloturista se refleja en la de los profesionales para permitir que cualquier aficionado al ciclismo con un mínimo de nivel pueda vivir lo mismo. ¿qué sería del infierno si no se puede compartir? En ese sentido, Jean-Paul Mellouet tenía en mente imitar la versión cicloturista del Tour de Flandes que le ha servido de espejo para ir creciendo y subir el número de inscritos año tras año hasta superar la barrera de los quinientos. Este 2020, entre los participantes habrá dos suscriptores de VOLATA que gracias al sorteo de celebración de nuestro quinto aniversario han conseguido una invitación para disputar la marcha y, al día siguiente, vivir la carrera profesional desde uno de los coches de la organización. ¿Qué vivirán? La adrenalina de superar los tramos de tierra, ya sean secos —polvo en la garganta— o encharcados —barro hasta las cejas—. Una tarde para pasar por túneles y pequeños puentes de piedra, luchar contra el viento y

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CICLOTURISMO

Tro Bro Cyclo Sábado 18 de abril 2020 Lannilis, Bretaña (Francia)

La cicloturista Tro Bro Cyclo permite a los aficionados disfrutar del mismo recorrido que afrontarán al día siguiente los profesionales. Los participantes descubrirán por qué se apoda el infierno del oeste

Más información e inscripciones en: www.trobroleon.com y www.vacaciones-bretana.com

escalar pequeñas cotas. Encarar esa curva de derechas en bajada que al torcerse evita que salgas disparado hacia el mar o el atrezzo inherente a Finisterre: castillos, tractores y acantilados. Se trata de pedalear, no de fotografiar. De las tres versiones “festivas” posibles, la más exigente es la Tro Bro Cyclo con 120 kilómetros y la inclusión de veinte tramos ribinou. La Tro Bro Gravel, en cambio, es más corta pero apuesta más por la tierra, con un total de 68 kilómetros y 24 ribinou, y la posibilidad de disputarla con una bicicleta MTB. Finalmente, la Decouberte de Abers para bicicletas vintage, consta de un circuito casi testimonial de 30 kilómetros y diez ribinou. Seguro que por ahí estarán algunos jóvenes agricultores de la zona, quizá los mismos —ya no tan jóvenes— que idearon la entrega de un cerdito al primer bretón en llegar a meta para promocionar así los productos locales. El trofeo animal se ha consolidado y, al igual que los trabajadísimos carteles oficiales de la prueba ­—obra del mismo Mellouet— se ha convertido en una seña identificativa. Eso y una lista interminable de atractivos para escoger: la marea, los pueblecitos encantadores llenos de jardines, el anochecer atlántico, el marisco, la sidra, las carreteras rurales… ¿Con qué os quedáis?• Km 112

PORTFOLIO

Montañas vacías Las condiciones climáticas de aquellos días no fueron las idóneas para llegar a según qué lugares —y menos en coche— de la llamada Laponia española. Así que no dudé en seguir las indicaciones que Ernesto Pastor, creador e ideólogo de Montañas Vacías, me ofreció para cruzarme con los ciclistas Tim Wellens y Thomas de Gendt (Lotto-Soudal) durante las dos etapas pactadas. Aún así, decidí adelantar mi llegada un día para aprovechar las últimas horas de luz.

Tres horas de espera y un centenar de kilómetros después (todo ello sin ver un alma cerca) los dos belgas llegaron hasta mi posición con ganas de hablar. Bromeaban sobre el banquete que acababan de pegarse. En las siguientes horas, no fueron pocas las ocasiones en las que nos íbamos encontrando de nuevo, siempre predispuestos a intercambiar unas palabras y a pasar tantas veces por delante de la cámara como fuera necesario.

Les propuse hacer alguna foto mientras limpiaban las bicis.

Se miraron extrañados y me dijeron que no tenían intención de hacerlo. Y así fue: vi que estaban expuestas con el mismo barro con el que llegaron a Teruel.

Texto y fotografías: Miguel Ena Más información: montanasvacias.com

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MONTAÑAS VACÍAS

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LUGARES

ROUBAIX Región de Hauts-de-France Superficie: 13 km 2 Población: 96.953 (2019)

Texto: Javier Gilabert — Ilustración: Ana Oțelea

E

l nombre de Roubaix es sinónimo de ciclismo, de espectáculo, de emoción… Desde su creación en 1896, es el escenario final de una de las clásicas más duras del mundo —hecho que le ha valido el nombre de Infierno del Norte— la París-Roubaix.

El municipio, que forma parte de la Metrópolis Europea de Lille, ha sido también protagonista en el Tour de Francia hasta en 26 ocasiones. La primera en 1907 y la última en el año 2018, pasando por la organización de una “Grand Départ” en 1969, en el que acabaría convirtiéndose en el primer Tour de Eddy Merckx. A lo largo de las 117 ediciones disputadas, se pueden encontrar centenares de anécdotas, pero quizás ninguna como la de la edición de 1949, con uno de los finales más caóticos de la historia. Si bien la clásica se disputa en abril, esta de hace más de setenta años no se decidió hasta noviembre, resultando la misma con dos vencedores “ex aequo”. Fausto Coppi fue, entonces, uno de los principales focos de atención, al correrla el as italiano por primera vez. Significaba la gran esperanza para los tricolore, vencedores en esta clásica en sólo tres de las anteriores 46 ediciones (Maurice Garin en 1897 y 1898 y Jules Rossi en 1937).

Su cotización se disparó tras los abandonos en carrera de Rik Van Steenbergen y Ferdi Kubler, los otros dos grandes favoritos. Pero, ante la dificultad para controlar los kilómetros finales, fue el propio Fausto quien decidió trabajar para el único hombre de Bianchi que le quedaba: su hermano pequeño Serse. En el transcurso de los últimos treinta kilómetros, la batalla se desató con el ataque propuesto por Jesús-Jacques Moujica —vasco de nacimiento, pero nacionalizado francés—, al que siguieron Florent Mathieu, Frans Leenen y, algo después, André Mahé. Sin embargo, los dos primeros mencionados acabarían descartados de la lucha por sendas caídas. Con todo, Mahé y Lennen se dispusieron a entrar al velódromo para disputarse la victoria. Pero, ante el caos de la caravana y del público, fueron erróneamente desviados por el lugar que correspondía a los vehículos de carrera. Tuvo que ser un periodista que circulaba sobre una de las motos el que los alertó: “¡No es por aquí!”. Ambos se las ingeniaron para entrar al velódromo, haciéndolo finalmente por uno de los accesos destinados a la prensa. El público, agolpado en el velódromo observaba, atónito, cómo

los dos líderes de la carrera accedían al parqué saltando una valla, por un acceso que no correspondía. Igualmente desconcertados, los dos corredores trataron de averiguar en qué lado se ubicaba la línea de meta para, una vez localizada, montarse de nuevo sobre la bicicleta y alcanzarla. André Mahé era el primero en cruzarla.

Por detrás, Serse Coppi ganaba el esprint del siguiente grupo. Su hermano, Fausto, al conocer lo ocurrido, presionó a su Bianchi para que reclamase la acción antirreglamentaria de Mahé, quien —junto a Lennen— “no había realizado el recorrido marcado y debía ser desclasificado”. De la reclamación se enteró Mahé ya en la ducha y tras haber dado la vuelta de honor. Los jueces, acabarían fallando en favor de Serse Coppi, ante el descontento de franceses y belgas y la sonrisa de los italianos: “yo sólo he aplicado el reglamento”, reconocía el juez Henri Boudard. Pero la cosa no acabaría allí. Cinco días después, la Federación Francesa de Ciclismo optaría por proclamar a Mahé como vencedor, provocando la inmediata protesta por parte de su homóloga italiana ante la UCI. En agosto, el máximo organismo del ciclismo lanzó una decisión que no complacía a nadie al declarar nula la carrera. Eso sí, se comprometía a ofrecer un veredicto final en el congreso anual de noviembre. En este se buscó la conciliación para ambas partes: tanto André Mahé como Serse Coppi fueron considerados vencedores oficiales, y así constan a día de hoy en el palmarés de la carrera.

Entretanto, Achille Joinard —presidente de la FFC— fue acusado de traidor por parte de sus compatriotas franceses, al haberse echado atrás en la decisión de proclamar a Mahé como único vencedor, y actuar así de forma interesada con el objetivo de no perjudicar su candidatura a la presidencia de la UCI, que acabaría dirigiendo hasta 1958. A Mahé la espina le quedó clavada: “Fausto deseaba que su hermano obtuviera una victoria de gran prestigio, aquello no fue digno de un gran campeón como era él. Alguien como él no debería haberse rebajado nunca tanto. Esto me marcó mucho, hubiese ganado yo solo”.

“Gracias a Dios que hay una nueva París-Roubaix dentro de cuatro meses”, acabó soltando un oficial tras el final. Y, en esa, la de 1950, el ganador fue Fausto Coppi, el mismo que había amenazado con no disputar nunca más la carrera si el veredicto no era favorable a su hermano.

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COMBINADA

Top 5

Letras

Texto: Isaac Vilalta

Texto: Álvaro Rubio

A cargo de @tourdegila

20 de noviembre de 2019 Jorge Arcas (@Arcas92)

CICLISMO FEMENINO PIONERO En este especial sobre la Volta no queremos olvidarnos de las carreras por etapas del calendario femenino. Estas son las más antiguas y las más significativas:

1. Tour de Francia Aunque no tuvo continuidad, la primera edición se disputó en 1955. No se retomó hasta 1984, vivió sus años de gloria, cambió de nombre y desapareció. Fugazmente ha vuelto, pero en formato simbólico.

2. Tour de l’Aude 1985 fue el año de su estreno, una carrera de gran prestigio y que se disputó hasta el año 2010. El protagonismo era para las carreteras del sur de Francia.

3. Giro Rosa No es la más antigua, pero sí la más importante. El Giro Rosa se disputa de manera ininterrumpida desde 1988 y es la única versión femenina de las tres grandes pruebas por etapas.

4. Women's World Tour Hay pocas carreras de varios días en la primera división femenina: Dubai Women’s Tour, Tour de Chongming, Tour de California, Aviva Women Tour, Giro Rosa, Ladies Tour of Norway y Boels Ladies Tour.

5. En versión mini Algunas pruebas importantes han optado por incluir una versión reducida de un día para las chicas. Es el caso de la Revolta —que estrenó la Volta en 2018—, La Course —del Tour de Francia— o el Madrid Challenge by La Vuelta. ¿Un primer paso para hacer algo de más entidad en un futuro?

A 280

La revolución silenciosa, de Dani Cabezas El movimiento de lucha contra el cambio climático tiene en la bicicleta una aliada estratégica. Dani Cabezas, periodista madrileño, realiza un interesante análisis de este planteamiento en su libro La revolución silenciosa.

La bicicleta como motor de cambio en el siglo XXI (Editorial UOC), donde analiza las claves que hacen de la bicicleta un elemento esencial para la transformación de las ciudades en diferentes ámbitos.

En el libro se tratan en profundidad cuatro bloques —urbanismo, economía, salud y papel social— que sostienen la tesis de que el uso de la bicicleta va más allá del simple hecho de reducir las emisiones de Co2. Y para ello cuenta con entrevistas con personajes de la vida política como Joan Ribó, alcalde de Valencia, Manuela Carmena, ex alcaldesa de Madrid, u Odón Elorza, ex alcalde de Donosti; y figuras del mundo cultural como Mikael ColvilleAndersen, experto en movilidad urbana, o cineastas como Fredrik Gertten (Bikes vs Cars) y Andreas Dalsgaard.

Historias de colectivos, asociaciones y personas que juegan un papel clave en la explosión del ciclismo urbano y que suponen un elemento importante en la investigación desarrollada a lo largo del libro.

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Corredor del Movistar Team Una noticia que no esperaba leer pero por lo visto hay gente que no le gustaba la idea de tener una @Vuelta_ Aragon, mucho ánimo a los organizadores solo deseo que sea un paréntesis y pronto podamos disfrutar de esta pedazo Vuelta en nuestra comunidad de nuevo #Aragonesciclismo

21 de noviembre de 2019 Bradley Wiggins (@SirWiggo) Ex-ciclista profesional My brother from another mother!

20+years laughing our arses off! So proud of his achievements, go down as one of our greatest and the most unassuming man you’ll ever meet! And he’s a Liverpool fan! Happy retirement @StevoCummings x

10 de diciembre de 2019 Thomas De Gendt (@DeGendtThomas) Corredor del Lotto-Soudal The Rafa Nadal sports centre is the perfect spot for training. Not just cycling but any sport is welcome. It’s a great location and if you are lucky you can see Nadal playing with his balls.

20 de enero de 2020 Chloe Hosking (@chloe_hosking) Corredora del Rally Cycling Women Yesterday at the #TDU Q&A I had 2 ladies ask for a photo w me. They asked the first person they saw to take it. It was @romainbardet. He looked shocked & then took the photo like a champ. Although I haven’t checked, might have just taken selfies of himself Thanks Romain!

Fotos: Oriol Rodríguez

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BARCELONA My Beautiful Parking: www.mybeautifulparking.com Tomás Domingo: www.tomasdomingo.com www.domenica.es Freetime: freetimekiosko.blogspot.com.es La Central - Mallorca / La Central del Raval / La Central del MUHBA: www.lacentral.com Llibreria Calders: www.facebook.com/lacalders Ciclos Clase: www.facebook.com/CiclosClase Velociutat: www.facebook.com/ Velociutat.Barcelona Veni Vidi Bici: www.venividibici.cc Taller el Bon Pedal: tallerelbonpedal.com A Pinyó: www.apinyo.cat Orbea Campus: www.orbeacampusbcn.com Riders Boutique: ridersboutique.com Velodrom: www.velodrombarcelona.com La Carbonera: lacarbonera.cat

BADALONA Catalonia Cicles: facebook.com/cataloniacicles

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CASTELLÓ DE LA PLANA La Bicicleta Café Castellón: www.labicicletacafecastellon.com

ELX / ELCHE Ciclos Helike: ciclosgelike.com

FIGUERES

Librería Paradiso: www.libreriaparadiso.com Ciclos Esplendor: ciclosesplendor.com

GIRONA Centre Cenit: www.centrecenit. info/1_0/rendiment-esportiu La imprevista: www.laimprevista.com Hors Categorie: www.horscategoriegirona.cc/

Llibreria Ràfols

Pigment: www.pigment.cat

ONDA (CASTELLÓ) Bicicletes Cabedo: www.bicicletescabedo.com

MARBELLA De Libros: www.delibrosmarbella.com

SANT JUST DESVERN Protour: protourbcn.com

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TARRAGONA Llibreria La Capona: www.llibrerialacapona.cat

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Bicis Pancracio: www.facebook.com/pancraciobicis

Cycling Me: cyclingme.com.es

Libreria Hojablanca: www.libreriahojablanca.es

L'AMETLLA DEL VALLÈS

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VALÈNCIA

La Barberia: www.labarbe.cat

Katakrak Liburuak: www.katakrak.net

Bartleby: facebook.com/libreriabartleby

PUIGCERDÀ

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Esports Iris: www.esportsiris.com

Muntanya de llibres: www.muntanyadellibres.com Foster & Wallace: llibreriafosterandwallace.cat

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“P.S. Em diuen que alguns habituals del bar La Pansa, de la plaça d’Espanya, estaven ofesos per algunes de les paraules que van sortir en el meu primer article sobre la Volta a Catalunya. Sense necessitat que ningú m’hagi fet cap indicació, m’interessa fer constar que seria el primer de lamentar que per una interpretació evidentment errònia de les meves intencions hi hagués alguna cosa que pogués molestar.

No sé si aquestes paraules serviran d’explicació, però em penso que són suficients per a demostrar la meva bona fe”.

Aclaración publicada al final de la crónica de Josep Maria Planes enviada por teléfono a la 1h30 de la madrugada el dia 17 de junio de 1936. Fue publicada en el periódico "La Publicitat" con el titulo “La resurrecció de Cañardo”

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