Revista al 74

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ÓRGANO OFICIAL DE LA FEDERACIÓN SINDICAL MUNDIAL REGIÓN AMERICA LATINA Y EL CARIBE Transitar el conflicto político institucional entre 2014 y 2015 es el escenario probable de oficialismo y oposición para gestionar el capitalismo local. Claro que en un marco de aceleración del ajuste fiscal con impacto concreto en el deterioro de la capacidad de compra del salario y los ingresos populares, especialmente desde el recorte anunciado de los subsidios al transporte y la energía. Por ello es que intentarán contener la demanda salarial en las negociaciones colectivas a pedido de las patronales y el proyecto oficial y persistirán en sostener el viejo modelo sindical contra el que impulsamos desde la CTA. En ese marco de conflicto institucional actuarán otras instituciones que configuran la constelación del poder, entre ellas, la Iglesia o los medios de comunicación masivos. La dimensión militar continúa sumergida por la condena social de sus incursiones directas en la política desde los golpes de Estado de 1930 y especialmente la genocida dictadura de 1976. La búsqueda del poder por restaurar la herida con las Fuerzas Armadas está latente y en ese sentido debe incluirse la designación del nuevo jefe del ejército. Son ámbitos que actúan en la formación del sentido común, construido como contraofensiva al poder popular vigente hacia mediados de la década del setenta. No puede entenderse el consumismo, el individualismo y el descompromiso con la transformación revolucionaria de la sociedad, si no es desde el trabajo ideológico, sicológico, comunicativo, desplegado desde terror del Estado hasta nuestros días. La agresión al sindicalismo y otras formas de agrupamiento de los trabajadores es parte sustancial de este proceso. Iniciativas desde ABAJO Junto a la ofensiva del PODER se pueden verificar en simultáneo iniciativas desde ABAJO. Al terrorismo de Estado se le opuso la resistencia obrera y popular, contra la represión, por la memoria y la vida. Se resumen en un conjunto de movilizaciones, organizaciones, campañas e iniciativas con reivindicaciones democráticas, por los DDHH, la defensa de los ingresos salariales y populares, todas surgidas al tiempo que se manifestaba la ofensiva de las clases dominantes. En ese marco se construyó la CTA a comienzos de los 90´ y se procesa la experiencia actual, con fragmentación social y política por el accionar de la iniciativa kirchnerista. Mencionamos a la CTA en primer lugar, no solo por sentirnos parte protagonista de su construcción, sino por ser el principal espacio de agrupamiento de trabajadores organizados en nuestro país. En la Argentina es la clase obrera el principal bastión histórico para el despliegue del sujeto político y social por la revolución. Vale reconocer que sobre la base del desprestigio de la burocracia sindical se construyeron miles de agrupamientos de trabajadores que buscan su sindicalización al margen de las centrales sindicales. Muchas de esas experiencias tienen orientación clasista y se reconocen en el combate cotidiano a las clases dominantes y al Estado capitalista, y no se encuentran necesariamente contenidas en la CTA. Ese conjunto es parte de la experiencia de aquellos que nos reconocemos en un nuevo modelo sindical, con democracia y libertad sindical, en contraposición del viejo modelo sindical que sustenta la burocracia sindical y política en el gobierno y consensuada por las patronales. Junto a la organicidad obrera emerge una diversidad de organizaciones populares, donde se destacan la cuestión de género, de las minorías sexuales y más reciente y con mucha fuerza reivindicaciones ambientalistas, contra la mega-minería a cielo abierto, contra la fractura hidráulica (fracking) en la explotación de hidrocarburos no convencionales, en defensa de los pueblos fumigados y por las reivindicaciones históricas de los pueblos originarios, contra el modelo productivo y en pos de la soberanía alimentaria, energética, financiera para otro orden productivo y de desarrollo. Del conjunto de acciones sociales populares emergen nuevas experiencias políticas, entre las que sobresalen aquellas que involucran a compañeros surgidos de la lucha de la CTA y que en su accionar legislativo promueven los intereses de los trabajadores e intentan construir movimiento político de liberación, tal el caso de la Unidad Popular (UP). Entre lo nuevo en la disputa institucional emerge la potencia de grupos juveniles, herederos de las luchas del 2001. Son diversos los grupos que intentan desplegar acción política, algunos en el plano institucional incluso. Remitimos entre otros a camino de los libres, las diferentes fracciones del Darío Santillán, el MULCS. Con varios de ellos articulamos experiencias de resistencia y se acercan a la CTA o participan del ESNA. Es cierto que algunos no terminan de delimitar su campo de alianzas y coquetean con la versión nacional y popular, pero participan de nuestra expectativa por el despliegue de una alternativa política. Nuestra propuesta es por la amplitud de alianzas y experiencias, muchas de las cuales se vinculan a una estrategia de articulación regional o global, como el movimiento de lucha por la inserción de Argentina en el ALBA o la promoción de mecanismos de integración alternativos, contra la Alianza Pacífico y los tratados de libre comercio o en defensa de la seguridad jurídica de las inversiones y las empresas transnacionales. Una mención especial merece el caso de Marea Popular o el Frente Darío Santillán, ahora en proceso de unificación, y otros grupos en todo el territorio, protagonistas de una articulación que involucró a UP en la disputa electoral del 2013. Todos los grupos mencionados y otros son parte de la expectativa esperanzada por profundizar la necesaria unidad en la lucha cotidiana e incluso en la disputa institucional, la que debe ampliarse a otras tradiciones políticas, especialmente hacia la izquierda.


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