Revista Contante y Soñante 33

Page 31

Erase una vez estaba ofendiendo al señor. Si hachaban estaban hachando al señor, si machetiaban estaban machetiando al señor. La señora María Bienvenida le contestó a la señora Florencia, que en ese caso Dios la perdonaría pero elle tenía que vendé su fritanga, porque ella de hambre no se iba a morí. Le dijo la señora Florencia: - Dios tenga piedad de usted, y ojalá no se queme en las llamas del infierno. La seño María Bienvenida le dijo: - Usted como buena cristiana no tiene porque desiarme eso, lo que debería hacer es ayudarme para comprar la manteca que no tengo para la fritanga. La señora María Bienvenida, como lo tenía programado, montó su fritanga ese día, en la esquina, ese día, jueves santo. Por la tarde le habían quedado de la venta de fritanga como unos cuatro o cinco patacones, que no los vendió, sino que se los llevó para su casa, para guardárselos a su nieto Wilfredo, un muchacho de unos veinte años, más o menos, el cual había venido de Venezuela en esos días y se la pasaba casi todo el día en el río, haciendo qué, no se sabe, lo que si venía era con los ojos rojos, a lo cual la señora María Bienvenida le decía: - Ese río va a acabar con la existencia de tus ojos, fíjate como los tenei coloraos. De esos cinco patacones el nieto se comió cuatro y el quinto patacón que

no se comió, porque dizque le cayeron un poco mal los cuatro que se había comió. Dicho patacón quedó guardao arriba del tinajero en una taza de peltre con su tapa. El sábado de gloria, de esa inolvidable semana santa, le preguntó la señora Nidia, la mujer del carroemulero, que vivía al frente, que si ella no tenía nada que comer, y la señora María Bienvenida le contestó: - No, porque yo ayer no cociné, porque me echó miedo Florencia, y creo que lo que hay por ahí, son unos patacones, desde el jueves, no sé si ese muchacho se los ha comio, ahí estaban unos patacones arriba del tinajero. A lo cual Nidia le contestó: - Bua, ya esos patacones deben de estar con mojo. Entonces la señora María Bienvenida fue hasta el tinajero y buscó el patacón que estaba guardao, y se escuchó en el vecindario: - Ave María purísima. Grito con el cual todos los vecinos quedaron en suspenso, cuando lo escucharon. Nidia entonces le preguntó: -¿Qué le pasó, señora María Bienvenida? La señora María Bienvenida traía el patacón a la altura de sus ojos y

31


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.