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VIÑETA POR CATALINA VALLEJOS
EDITORIAL PBRO. TOMÁS SCHERZ TAKE Vice Gran Canciller UC
La pandemia silenciosa del alma
Fotografía: Karina Fuenzalida Barraza
Es evidente que la pandemia ha significado un desafío no menor para nuestra universidad. Podríamos decir que se nos ofreció como la oportunidad para ejercer un gran servicio. El previo contacto con investigadores, la recomendación prudencial en vistas del bien común y la participación en instancias como la mesa social, nos han ayudado en la esencial vocación de servicio universitario. La pandemia nos ha obligado a actuar de manera solidaria.
El periódico de la comunidad universitaria
Sin embargo, hay que reconocer que, paralelamente, también hemos vivido una suerte de procesión penosa. Después de la perplejidad a lo desacostumbrado, la pandemia trajo consigo incertidumbre, sufrimiento, agobio en la enfermedad, y la misma muerte. Esa que nos parecía tan lejana. A ello se agrega el desempleo y la pobreza. Al procurar el cuidado propio y el de los demás, hemos tenido que implementar un trabajo y un estudio a distancia, lo que ha afectado, ciertamente, a las habituales relaciones sociales. La misma salud mental, cual eufemismo de desesperanza, despuntó agresiva. El gesto de caridad con el prójimo y con nosotros, terminó sirviendo para escondernos, y para sospechar de la intemperie, incluso de la vida de la comunidad y del país.
Nº 292 ESPECIAL INVIERNO 2021 Vicerrectora de Comunicaciones: Magdalena Amenábar. Directora de Comunicaciones: Verónica Guarda. Editor general: Carlos Oliva Vega. Jefa de Prensa: Alejandra Vásquez.
¿QUÉ ACTITUD ASUMIR? En lo personal, me parece interesante el caso del rey David, quien después de mandado hacer un censo en la población para medir las fuerzas militares de su reino, reconoció su soberbia: «Señor, perdona, te ruego, la falta de tu siervo, pues he sido muy necio». El profeta Gad le propuso elegir entre tres castigos:
«El gesto de caridad con el prójimo y con nosotros terminó sirviendo para escondernos, y para sospechar de la intemperie, incluso de la vida de la comunidad». «Tres años de gran hambre en tu país, tres meses de derrotas ante tus enemigos y que te persigan, o tres días de peste en tu tierra». David respondió: «Estoy en gran angustia. Pero caigamos en manos del Señor, que es grande su misericordia. No caiga yo en manos de los hombres. Y David eligió la peste para sí» (2 Sam 24, 14-15).
Periodistas: Ana María Bolumburu, Matías Broschek,
Ana Callejas, Maximiliano Riquelme, Antonieta Sánchez, Virginia Soto-Aguilar, Rafael Zanetta y Daniela Zárate. Colaboradoras: Marcela Guzmán y Paulina
Valenzuela.
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Directora de Arte: Soledad Hola. Diseñadores: María Inés Vargas. Fotografías: César Cortés y Karina Fuenzalida. Ilustración: Catalina Vallejos. Impresión: Imprenta Feyser. Visión: Alameda 340, 3er piso, Santiago.
Teléfono (+56) 22354 2777 vision@uc.cl
Y aunque sabemos que no se trata de un castigo, lo experimentado nos ha parecido desproporcionado. Injusto: lo nuestro se ha extendido ya por tres semestres y no por tres días. Cuando David decidió caer en manos del Señor, porque es grande su misericordia, le significó repensar su acostumbrada vida. No se trata de una apelación a un último recurso mágico. Se trata de una serenidad humilde, que al final elimina la propia obsesión por resolver las cosas a mi manera. Incluso a la virulencia desesperanzada, a la que, con seguridad, hoy somos vulnerables. Junto a la pandemia, sabemos, aún sigue latente el clima de incertidumbre, polarización y miedo en nuestra comunidad, nuestro país. Sin embargo, aunque David se obsesionó al prepararse para la guerra, entró en su corazón y se dijo: «Caigamos en manos del Señor, que es grande su misericordia». Que Él limpie la infección del ensimismamiento o la sospecha virulenta. Que nos regale su Palabra de bienaventuranza. Es la mejor condición para seguir enfrentando el Covid-19 y sanar la pandemia silenciosa del alma. Es, además, la mejor manera para hacer universidad y país.