Julio Verne - Aventuras de tes rusos y tres ingleses en el Africa Austral

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Aventura de tres rusos y tres ingleses en África Austral

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europeos que frecuentaban las orillas del Zambeze. Pero, tras la marcha del señor Livingstone, sus métodos cambiaron. Sekeletu persiguió a los extranjeros, lanzándose después a un ataque indiscriminado contra las tribus vecinas. -¿Por qué razón? -En parte por ansia de sangre y en parte, sobre todo, por pillaje. Los makololos, desde entonces, recorren el país robando y asesinando sin freno. Su zona preferida para llevar a cabo sus intentonas es la comprendida entre el lago Ngami y el Alto Zambeze. -Justamente nuestro punto de destino. -Así es, señor coronel. Nada ofrece menos seguridad que aventurarse con una caravana por esas tierras, sobre todo una caravana tan reducida como la nuestra. Además, no hay que olvidar que nos esperan, pues los espías les habrán alertado sobre nuestra presencia. -¿Y cuál es su opinión? -Creo, señor, que estamos condenados a una muerte segura si seguimos avanzando, pero yo acataré lo que usted disponga. Si decide seguir adelante, respetaré sus órdenes. -Gracias, amigo. El coronel Everest se sintió profundamente inquieto tras haber mantenido esta conversación. Reunió a sus compañeros en consejo urgente y les transmitió las opiniones y las informaciones de Mokum. Emery, Sir Murray y el mismo Everest, tras muchas deliberaciones, se mostraron dispuestos a proseguir con las triangulaciones. No podrían parar en ese punto, pues estaban en juego su honor y el de su patria. Los ingleses no podían abandonar las operaciones geodésicas a sólo unos pasos de su resolución final. Tomada esta decisión, se continuó la serie trigonométrica. El 27 de octubre, la comisión científica británica cortaba perpendicularmente el trópico de Capricornio, y el 3 de noviembre lograron adelantar un nuevo grado en la medición del gran arco. La triangulación continuó con ardor el mes siguiente. No había obstáculos naturales que dificultaran las operaciones, pues se hallaban en un bello país cortado únicamente por riachuelos vadeables. Mokum había establecido turnos de vigilancia entre sus hombres, y estos turnos eran cumplidos escrupulosamente mientras los astrónomos llevaban a cabo su labor. Ningún peligro inmediato parecía amenazar al pequeño grupo. Durante el mes de noviembre no se vio ninguna partida de negros ni se encontró el menor rastro de los makololos. Los más inquietos en la caravana eran los bochjesmen. Conocedores del peligro que les amenazaba, se mostraban nerviosos y preocupados, aunque nadie desobedeció las órdenes de Mokum. Los makololos y los bochjesmen eran dos tribus enemigas, enfrentadas entre sí por una antigua rivalidad. Los vencidos no podían esperar piedad de los vencedores, y esto no se borraba de las mentes de los indígenas que acompañaban a los astrónomos, pues se sabían menos numerosos, aunque mejor armados que sus enemigos. Los hombres al mando de Mokum habían sido elegidos cuidadosamente por su capacidad de obediencia y su valentía. Eran capaces de soportar cualquier fatiga sin emitir una palabra de protesta, pero sus disposiciones cambiaron ligeramente al conocer

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