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cuya filiación aporta un extraordinario interés a la historia, a la cultura y al turismo de la ciudad. El programa de actividades es amplio y diverso, como venimos experimentando desde el inicio del Año Jubilar, y muchas de ellas están teniendo una gran acogida. ¿Cómo valoras la implicación de los montillanos? Desde el origen del proyecto, ha sido un objetivo prioritario dirigirse a la población local y fortalecer sus vínculos con el Maestro Ávila.
Bendición de las nuevas dependencias del Archivo Parroquial en la antigua Sacristía de Dios.
En el diseño de los productos culturales concretos y las actividades se ha optado por la implicación de los montillanos, que han sido muy generosos en su respuesta. Partiendo del compromiso del Ayuntamiento, la exposición sobre San Juan de Ávila instalada en el Castillo ha sido realizada por un montillano, al igual que el audiovisual de la Parroquia de Santiago, o el guion de la obra teatral La última conversión que se representará en los últimos días del Año Jubilar. Diferentes asociaciones y grupos de teatro montillanos han trabajado generosamente en representaciones teatrales de diverso perfil, jornadas de estudio y otros eventos. También el Conservatorio elemental de música de Montilla se ha implicado. Sin olvidar a montillanos concretos que han colaborado a título personal con muchas de las actuaciones desarrolladas en el marco de este proyecto. Son tantas personas que no podría mencionarlas todas.
No podemos olvidar los establecimientos de hostelería que se han implicado en la pulsera turística que se ofrece desde el centro de recepción de visitantes. La figura de San Juan de Ávila ha sido históricamente asociada a su faceta religiosa, pero el personaje posee una dimensión humanística que sobrepasa sus virtudes sacerdotales. ¿Revalorizar este legado intelectual es uno de los objetivos del proyecto y de la Diócesis? Sin duda, revalorizar su legado intelectual está entre los objetivos prioritarios. Yo no diría que su dimensión humanística sobrepase sus virtudes sacerdotales, ya que lo esencial en el Maestro Ávila es su santidad, vinculada a su condición sacerdotal, pero sin duda fue un gran humanista, cuyo legado universal es justo reconocer desde ámbitos no eclesiales.