Sebastián Salazar Bondy. Homenaje 90 años. Vallejo & Co.

Page 144

[144] esenciales, me limitaré a un esbozo de lo que para mí es inmediatamente patente y reconocible y, tal vez, también indeleble y aceptable, ahora o más tarde, por un consenso mayor de opiniones. Lo primero que distingo es la prominencia del poeta Sebastián. Por sobre el vaivén y la agitación de quehaceres múltiples, la exuberancia de esfuerzos, la generosidad y prodigalidad de sus actividades, hay un remanso continuo, un agua tranquila donde Sebastián se refresca y desaltera, a donde huye de la sinrazón y la desavenencia cotidianas, se oculta al tumulto, sublima ―también― su propia desazón y angustia y, en fin, se renueva y rehace. Porque la poesía no fue en Sebastián ocupación marginal, inconsciente o mudable, sino meollo, corazón, núcleo vital de su ser. Es ella la que permitió el equilibrio de su vida, por ella no cedió al vértigo de la desesperación, en ella se redime de tanto trajín inútil, de tanto trabajo vano por remover la fealdad y maldad que nos apabulla. La poesía es su triunfo secreto. El recato, la timidez casi con que nos la proponía ― sorprendente en quien esa calidad no se dejaba sentir en las demás circunstancias de su trato― servirían de testimonio de su fervor si no tuviéramos otra prueba incontestable, su elección como epígrafe para uno de los libros de su primera juventud de un fragmento del poema “A las parcas” de Hölderlin, citado ―presumimos― en la versión española de Luis Cernuda. En esas líneas el magnífico poeta del lirismo más exaltado y más rotundo se dirige a las poderosas Parcas y les suplica que le concedan un verano y un otoño para madurar su canto. Porque No bajará tranquilo al Orco quien no ha ejercido aquí su derecho divino. Y luego exclama (y son los versos del epígrafe):


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.