[105] Pero quién llega hasta este punto ya no puede escapar. Las mismas manos que profanaron mi cuerpo ahora me cubren de flores y me acarician, me tocan y me estremezco me hago una con ellas y es así como sé que también en el canto se oye el silencio. Soñamos cuanto vivimos y es este sueño el que nos contiene en un canto callado, un recipiente vacío arrojado al mar y nuestra esperanza de ser atendidos. ¿Es acaso este un dolor? ¿Son estas preguntas buenas o malas? Pero quien habla en mí está enfermo y habla. Es de noche, no hay nadie en las calles ni dentro de las casas y habla. ¡Ay de mí si pudiera escucharlo! (De Fantasmas esenciales)