Viento y Luz digital NOVIEMBRE 2012

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VIOLENCIA DE GÉNERO ? Esta pregunta es en realidad la gran pregunta que debemos al menos, intentar descifrar, como para poder ir encontrando una solución a este flagelo de la violencia de género que hoy se evidencia en el seno de innumerables relaciones familiares y sociales. Si bien, tanto hombres como mujeres pueden ser violentos y abusadores, la realidad indica que más del 90 % son varones quienes ejercen violencia, ya sea hacia las mujeres como hacia los niños y niñas. El perfil del hombre violento no puede ser categorizado por variables tales como: edad, clase social, nivel educacional, ocupación, religión, lugar de residencia, etc., debido a que los casos incluyen todas esas variables. Investigadores de distintos países, incluido el nuestro, han elaborado importantes aportes a fin de ir conociendo el perfil del hombre violento. Estas son algunas de las dimensiones que más se destacan: Comportamiento violento: comprende la gama de conductas, amenazas, agresiones verbales y físicas que realiza una persona. Deseo de control: vive obsesionado por ejercer el dominio entre quienes lo rodean, especialmente hacia su mujer e hijos/as. Celos: pueden convertirse en una obsesión. Sonkin señala: "Los celos deben entenderse como un indicador significativo de su potencial homicida". Doble fachada: por lo general, en público es seductor, simpático, amable, pero en la intimidad de su hogar puede llegar a ser muy agresivo y violento. No es extraño caer en la seducción de su discurso, incluso para jueces, policías, profesionales, amigos y parientes. Aislamiento: impone el aislamiento social de su entorno familiar, una vez que se ha cerrado el cerco se acrecienta el dominio sobre su víctima, y no es casual que la mujer exprese que su casa se convierte en una verdadera "cárcel". Estas características son una ventana a partir de la cual podemos comenzar a darnos cuenta si padecemos esta enfermedad o si conocemos a alguien que la tiene. Darnos cuenta, es el principio para comenzar a salir, proponiéndonos cambios y sobre todo buscando ayuda profesional que permita encontrar la razón de la conducta 6

por Sergio A. Bertinat

abusiva, que por cierto nunca se puede naturalizar y menos justificar. Ser violentos es una consecuencia de alguna debilidad, inseguridad, temor, que está en la persona y de la que probablemente no se da cuenta. Muchas veces se reproduce lo que se ha padecido en la infancia. Y también tiene mucho que ver la formación que hemos recibido, en cómo hemos aprendido a ser varones como a ser mujeres, ya que ello no es algo dado por la naturaleza sino una construcción cultural que vamos incorporando como aprendizaje. Todo esto implica que esa actitud violenta que podamos tener y padecer, se puede corregir, deconstruir o desaprender, y eso está en nosotros. Ese es el gran desafío, darnos cuenta, desear y proponernos cambiar. Por ello es necesario que nos dediquemos a hablar de masculinidad en el ámbito de las iglesias, pues lo que está en juego es la posibilidad de construir una nueva humanidad; la cual no será posible sin el aporte de una nueva manera de ser varones. Para ello hay que abordar varios mistos socioculturales propios de la sociedad androcéntrica y patriarcal en que fuimos formados, y que desde el mismo cristianismo se han construido como el del varón recio, fuerte, que no siente miedo ante nada y ante nadie y no puede llorar; o la figura del varón cabeza de familia, quien por designación divina tiene la última palabra y es depositario del ejercicio de la autoridad en la casa, así como el proveedor de todos los bienes necesarios. Estas realidades ya no existen, la realidad ha cambiado, y por tanto seguir sosteniendo este imaginario, inevitablemente lleva a la frustración y con ella la depresión y la violencia. El tiempo presente impone una verdadera resurrección de un nuevo modo de ser varones. Los hombres necesitamos un nuevo cuerpo, revestido de la nueva naturaleza del Espíritu, donde habiten el amor, la alegría y la amabilidad (Gá 5. 22) en todos sus miembros. Un cuerpo que viva y experimente el derecho a la ternura. Un cuerpo que use un lenguaje y manifieste una actitud inclusiva, que haga visible a las mujeres y entienda que cuando dios creo al ser humano, varón y hembra los creó, y ambos son imagen y semana de Dios.


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