XIII Concurso de Relatos de Viaje Moleskin 2018
–¿Nunca has pensado en abandonar? –¿Y dejar que mi vida sea tan aburrida como la de los demás? Jamás. La rendición supondría mi muerte. Cada día que coloco una nueva pieza, encargo un travesaño o instalo una maroma es un paso hacia delante que me hace feliz ese día; y gracias al barco estoy viviendo muchos días así; está mereciendo la pena ¿Cuántas ilusiones y días felices tienen los que de mí se ríen? A veces no hablábamos pero yo la observaba. Se dirigía a la proa y, junto al mascarón, permanecía horas impasible oteando el horizonte, como si navegara por el océano. La veía tan contenta, tan convencida de que algún día saldría de su ciudad que me apenaba su locura pero por temor a que mi silencio fuera culpable de su desilusión terminé por confesarle mis dudas de que un barco pudiera navegar por el desierto. –No te guíes sólo por la razón, lo que soñamos en nuestra imaginación también puede hacerse realidad. –Pero querer hacer los mismos viajes que Simbad… es peligroso. –No deseo repetirlos sino hacer mis propios viajes. Nadie debería seguir los pasos que alguien ya dio. Y mientras transcurrían estas conversaciones el tiempo pasaba y el barco se iba terminando pero tuvo que esperar seis meses más para ahorrar y pagar el mástil. Cuando le dijeron que estaba a punto de llegar, le anuncié que era hora de iniciar mi regreso, algo de verdad había pero el verdadero motivo era que no quería ver cómo aquella joven excepcional quedaba en ridículo ante sus vecinos. –Por favor, espera un poco más. Me haría ilusión que mi primer viaje fuera llevarte a casa.
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