Díatreinta 79

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díatreinta • diciembre 2013

Los spots de los que habla Daniel fueron producidos por la agencia publicitaria “Tren de comunicaciones” que él mismo había fundado para este propósito. Para ello trajo a un creativo de España y un director argentino. Fueron, quizá, los primeros spots de TV realizados en la ciudad de Trujillo. El colegio Fleming En el verano de 1990, los señores Daniel Iturri, Winston Barber y Ricardo de Montreuil se encontraban en el balneario Las Delicias cuando se toparon con Daniel. Allí le contaron que había un gran descontento de los padres de familia trujillanos con la calidad educativa de los colegios tradicionales. Le dijeron que había llegado la hora de crear un nuevo colegio de calidad para que estudien sus hijos. Así nació la idea de fundar el Fleming College. (Tomado del discurso Fleming: 20 años. Daniel Rodríguez. Trujillo, setiembre de 2011). “La idea resonó en mi cabeza unos días y finalmente decidí contársela a un amigo con el que siempre nos reuníamos para hablar de proyectos: David Fischman. A David –que por entonces ni siquiera intuía que terminaría siendo el gurú del liderazgo que es hoy en día– le gustó la idea de hacer un colegio y me propuso sumar a su hermano Roberto al equipo. Roberto es un hombre práctico que nos ayudará a aterrizar el proyecto, pues tú y yo somos demasiado soñadores”. El Fleming también sería diferente. Daniel empezó a visitar los mejores colegios de la ciudad. Todas las puertas se abrían para el joven promotor del instituto más exitoso. El gran descubrimiento fue que todos estos colegios se parecían bastante entre sí. Así que decidieron hacer lo opuesto. Si estos colegios eran católicos; el Fleming sería laico. Si atendían sólo a hombres o mujeres; ellos serían mixtos. Si valoraban mucho la tradición; ellos serían innovadores. Si enseñaban pésimo el idioma inglés, ellos enseñarían inglés de la mejor manera. “Con las disculpas a Sir Alexander Fleming, el nombre lo pusimos con David Fischman porque sonaba tal como se escribía. Su pronunciación no era difícil, era serio, y tenía fácil recordación”, me cuenta Daniel como quien confiesa una travesura. ** Del cole a la Universidad “La UPN se creó exactamente un minuto antes que la UPC”, dice Daniel y a estas alturas de la conversación si él decía que había encontrado la piedra filosofal, le hubiera creído. “El congreso votó la creación de la UPN y un minuto después votó la creación de la UPC. Yo mismo hice el lobby durante un año con un equipo de abogados. Son hermanas gemelas, las fundamos con David Fischman y un grupo de socios”. A los dos años vendió sus acciones de la UPC. “Esa universidad consumía mucho dinero y yo necesitaba dinero para sacar adelante la UPN”. Decidió quedarse en Trujillo, en aquella época ya tenía una mansión en Moche, familia, choferes, era visitado por embajadores, pero... y aquí comienza la historia, era un hombre muy infeliz, así que decidió dejarlo todo e irse a vivir a Lima. De la universidad... al mundo de los sueños. A los 38 años fundó la productora Cinecorp. Hizo un corto llamado El Colchón, le fue muy bien, viajó a Grecia, a Es-

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paña, a Francia. Ganó muchos premios. Después hizo un segundo corto: El triunfador. También le fue bien, se vio en todo el mundo. Luego llevó un curso de dirección de actores en Cuba. A los 40 años, dos años después de decidirse a vivir su verdadero sueño, le ofrecieron una beca para estudiar una maestría en cine en la New York University. “Me convertí en el perro de los alumnos de segundo y tercer año, porque allá era como una carrera militar, tienes que cargar cables, rieles, ir a comprar las donuts para los gringos, preparar los cafés, tirarme en un charco con la cámara a las 3 de la mañana con nieve… y de pronto, de ser rector, terminé en los zapatos del alumno, chicos arrogantes de 24 años”. ¿Qué fue lo más importante que aprendió de esa experiencia? Yo venía de un mundo donde era el rector de la universidad, mandaba a todos, y de pronto estaba allá, levantándome a las 4 de la mañana para cargarle a un gringo los rieles del dolly, y eran cámaras de cine bien pesadas. Pasaba todo el día en un parque congelándome cargando estos rieles, aprendiendo cómo se hacían las películas. Ahí me di cuenta de que al alumno le interesa un pepino quién es el rector, quién es el vicerrector, los decanos, los convenios. Lo único que le interesa al alumno es que el profesor que le toque le transmita algo que sea útil, y también que los equipos que tiene la universidad funcionen y le sirvan para poder hacer sus trabajos, nada más. Entonces, mi experiencia como alumno me permitió enriquecer nuevamente mi rol como rector. Al mismo tiempo mejoré mis habilidades para filmar películas. Me fui a Tailandia, filmé una película en Chiang Mai, que es el Trujillo de Bangkok. Mi director de fotografía era tailandés, Tanon Sattarujawong, le decíamos Non. Hablo en pasado porque ahora es un monje budista. Me he quedado sin director de foto. Ha dejado la vida mundana para siempre, es un hombre que se ha despojado de todas las posesiones materiales y vive mendigando la comida, no tiene ningún bien material y todo el día está en meditación buscando el nirvana. ¿El cine te ha hecho feliz? El cine me ha liberado, es como la literatura, una forma de expresión. Es como una terapia sicológica también, una necesidad expresiva que yo tengo, la derivo a través de la literatura o a través del cine. Cinecorp hizo la producción de Altiplano, una película en la que se invirtió 4 millones de dólares, es el filme más costoso que se haya hecho en el Perú, Magaly Solier fue la protagonista. ¿Alguna vez el empresario y el director de cine se vieron enemistados? Cuando estrené la película El Acuarelista en Trujillo, decidí ponerme el seudónimo: Daniel Ró. No quería que me vieran como el rector Daniel Rodríguez dirigiendo una película. Fue gracioso porque en el diario La Industria, en un mismo día salí en la portada como Daniel Ró presentando mi película, y también aparecía en la página de economía, en terno, como rector de la universidad. Era como dos personas con diferente nombre pero era yo mismo, al final abandoné el seudónimo porque no pegó, el DVD de la película salió como Daniel Rodríguez, ya no tengo conflictos.


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