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Mi primer mandado es un encanto

josé gabriel díaz

Caracas. El reality Mi primer mandado volvió a Netflix con más encanto del que ya poseía. Si bien los niños regresan para enfrentarse a problemas triviales, secundados por sus padres y con una cámara pisándole los talones, el ciclo se cierra con lo que ocurrió con ellos 10 años después.

Y es que, para hacerlo novedoso, la producción del show japonés —que solo mostraba el recorrido del infante de entre 2 y 4 años de edad a cargo de una misión cotidiana— se reactivó y modernizó. Obvio que hacer la compra o buscar un mandado continúa siendo el principal atractivo de cada episodio. Y con ello, las peripecias a las que se enfrenta y que logra resolver el infante para completar su misión.

Olvidadizos, distraídos, entretenidos, expectantes, los pequeños salen felices de casa aunque puedan acabar llorando, con ansiedad y cansancio. Por ello, algo que parece tan simple, se torna un reto lleno de aventura y el espectador se derrite con la ingenuidad con que se enfrentan a la calle y sus peligros. Por retruque, los episodios se vuelven interesantes al mostrar costumbres, tradiciones, gastronomía y lugares naturales llenos de encanto, alrededor de los protagonistas de cada capítulo.

El amor familiar y los valores aprendidos en casa también salpican la producción de atractivo, pues la nobleza del recorrido y del ser humano se muestra en su máxima expresión.

¿De qué va? A pesar de que estos niños parecen estar a su suerte, un grupo de camarógrafos transita con ellos el recorrido, medio encubiertos, mientras son o no ignorados por estos niños.

Llegar a la farmacia o el abasto y olvidar a lo que iban, perder el dinero a mitad de camino y hasta cruzarse con un perro y echar a correr despavoridos, cada episodio es una caja de sorpresas.

Como valor añadido a la versión original, los episodios se completan con nuevas imágenes. Y esto sinceramente, potencia aún más el proyecto porque es increíble ver cómo, en la vuelta de estos años, esos bebés son ya universitarios, emprendedores o estudiantes de bachillerato.

El curso que tomó su vida acaba por cerrar la aventura y ganar suspiros, emociones y alguna que otra lagrimita.

Polémica detrás. Mi primer mandado no ha estado exento de polémica desde que arribó a Netflix. El programa se estrenó en Japón hace más de tres décadas y aún continúa al aire. Para occidente la serie presenta múltiples problemas y es duramente criticada.

Japón es un país con altos índices de seguridad pública y modelos de crianza en los que el pequeño aprende el valor de su independencia.

El show se inspiró en un libro publicado en 1977. En cada episodio, que se encuadra en situaciones alegres con risas grabadas y un narrador que cuenta las peripecias, la autosuficiencia es clave. Quienes la critican señalan que enviar a los niños solo es sinónimo de peligro. Lo mismo que quienes dicen que la seguridad en Japón fue construido por medios pero no es real. l

Álvaro Cervantes (Loco por ella), Silvia Alonso (Solo una vez), Susana Abaitua (Loco por ella) y Gorka Otxoa (Machos Alfa), conforman el grupo de protagonistas de esta nueva producción española. La comedia romántica cuenta con la colaboración especial de Pilar Castro (A través de mi ventana). Todo comienza cuando Javier (Álvaro Cervantes), a los 16 años besó por primera vez a una chica. Entonces descubrió que tenía el don de la “clarividencia amorosa”. Con tan solo un primer beso es capaz de ver el futuro de esa relación.

Esto podría parecer un talento perfecto, pues le ayuda a no malgastar su tiempo y el de ninguna chica en un romance condenado al fracaso.

Pero el don complica su vida tras accidentalmente besar a Lucía (Silvia Alonso, la novia de su mejor amigo, Roberto (Gorka Otxoa), con la que hasta ese momento tenía tensos encuentros, pero que en su visión del futuro podría ser la mujer que lo haga feliz.

La amistad y el amor pueden chocar debido a este superpoder. l

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