Profesiones 158

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PROFESIONES Y RSC

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La cuarta pata rota de la agenda, no es menos importante. No se ha hablado de las políticas, de las políticas necesarias para conseguir los objetivos. A priori, la mayoría podríamos estar de acuerdo en promover el trabajo decente. Pero ¿cómo se hace eso para todo el mundo en todos los países a la vez? ¿qué políticas laborales son las adecuadas? ¿qué políticas de igualdad garantizarían el acceso de las mujeres a los mercados laborales en condiciones de igualdad con los hombres en todos los países? ¿cómo es posible abordar con credibilidad estos objetivos sin debatir y acordar cuáles son las políticas más adecuadas para conseguir que todos los países avancen en ellos? Todo, menos tirar la toalla Por mucho que nos puedan gustar, motivar, inspirar o mover los Objetivos de Desarrollo Sostenible, es muy difícil rebatir a los escépticos. Es muy complicado generar confianza en torno a la viabilidad y realismo de esta agenda. No es fácil movilizar e ilusionar a la gente para que peleen por ella. No es evidente por qué la ciudadanía debería dedicar su energía y esfuerzos para que los Objetivos se cumplan si son incumplibles de partida. Sin financiación. Sin gobierno global que los impulse. Sin forma de exigirlos y transformarlos en Derechos para la ciudadanía. En realidad este es el punto de partida en el que nos encontramos. Los problemas que reflejan los ODS son reales. Vivimos en un mundo donde los problemas son reales, no podemos eludirlos y lo más lejos que hemos llegado en el año 2015 es a transformarlos en objetivos políticos globales sin financiación, sin responsabilidad clara y sin exigibilidad. Por ello, para Alianza por la Solidaridad la pregunta del millón es cómo aprovecharlos, cómo evitar que queden reducidos a papel mojado. Las respuestas no son fáciles ni evidentes pero así lo vemos. La ciudadanía tiene que tomar el liderazgo una vez más y apoyándose en los elementos más innovadores de la agenda, conseguir que funcione. Los ODS deben traducirse en una política de estado, prioritaria y liderada desde la centralidad del gobierno. Su responsabilidad no debe estar fragmentada entre diversos ministerios o caer en la marginalidad en la que paulatinamente ha ido quedando la Ayuda Oficial al Desarrollo. La política de desarrollo sostenible debe tener todos los componentes de los Objetivos y ser un verdadero plan de gobierno liderado desde la Presidencia. Y nuestros presupuestos públicos deben reflejar esta prioridad. Podemos exigir esta altura de miras y visión a quienes nos gobiernan y a nuestros parlamentos. La ciudadanía tenemos que exigir que dicha política se vincule directamente con los instrumentos internacionales de obligado cumplimiento que nuestros países llevan décadas asumiendo. Debemos conocer estos nº 158 g noviembre-diciembre 2015

instrumentos, traerlos a la política nacional y exigirlos si llega el caso en nuestras instituciones. En la sociedad civil tenemos que empezar a organizarnos de otra manera. Necesitamos alianzas más comprometidas y potentes, más diversas e integrales. No puede abordarse la agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible solo desde una visión, necesita de un dialogo y acción política concertada entre las organizaciones y movimientos verdes, feministas, de derechos humanos, por la educación, por la salud, por derechos laborales, por los servicios sociales, etc... No pueden abordarse los Objetivos con una mirada estrictamente local o nacional, debemos asegurar que lo que se avanza en un país no se destruye en otro y para eso es necesario que nuestras alianzas políticas vayan mucho más allá de nuestros pueblos y países. La ciudadanía tenemos que ser pioneros en el control y la exigencia pública de estos Objetivos. Tenemos que organizarnos de manera más eficaz para exigir políticas de transparencia y acceso a la información que nos permitan un escrutinio más efectivo de los resultados de las políticas. Tenemos que trabajar muy de la mano con universidades y centros de conocimiento que analizan las políticas y desarrollan evidencias necesarias para conocer los efectos reales de las políticas. Y tenemos que dedicar mucho más a tiempo y recursos a poner en iniciativas ciudadanas que levanten datos e informaciones también cualitativas, que demuestren la otra cara de las políticas y cómo éstas afectan a las personas. Las tecnologías de la información y la comunicación nos abren un infinito espacio que debemos aprovechar para ello. Para terminar, una mención específica al papel de los colegios profesionales. Los colegios son un actor clave para este cambio. Conocen las políticas de sus sectores, tienen datos e informaciones solventes y en ocasiones detalladas y si no disponen de ellos, tiene el expertise necesario para producirlos. Son un sector social bien organizado y con capacidad de acción y de generar opinión y abrir debates. En nuestra opinión, sólo les falta una cosa: transcender de sí mismos para sumarse a alianzas que vayan mucho más allá de la defensa de los intereses más inmediatos de sus asociados. Necesitan ser más sociedad civil y menos corporativismo. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible son también una oportunidad para jugar esta partida.

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