Revista Adventista - ¿Por qué tú? ¿Por qué yo? (Octubre 2007)

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el 29 de julio al 8 de agosto tuvo lugar en Fontainebleau el Camporé Internacional de Exploradores. Una gran fiesta de la juventud adventista, en la que se reunieron más de mil seiscientos chavales, unos ochenta de los cuales venían de España. Resulta difícil resumir en un par de ideas todo lo que fueron y significaron esos intensos diez días. Podría hablar del largo y complicado viaje de ida, o del agotador de vuelta, o del sitio fantástico en que estuvimos acampando. Podría hacerlo, también, de los éxitos que consiguieron nuestros chavales en deporte (se puede decir que arrasamos), o de las fantásticas (aunque poco escuchadas) charlas del orador. Podría acordarme de lo bien que nos cuidaron las cocineras, a pesar de los pocos medios, o podría hacerlo de las sonrisas de Eurodisney. Podría hablar de la torre Eiffel, o de las matutinas de Josu. Podríamos recordar los eurocamporés, y todo lo que se podía hacer con ellos, o tal vez podríamos quedarnos con el fantástico ambiente que vivimos entre monitores y chavales. Podríamos recordar a Sarai poniendo remedio a los “pequeños males” que pudiéramos tener, o a Jona Tejel en lo poco que le dejaron hablar. Sin embargo, me quedaré con dos de los detalles que creo que se nos quedarán grabados a todos. El primero, la noche mágica del viernes. Unas horas realmente especiales en las que pudimos compartir mucha música, de la buena, de la que toca el corazón y pone la piel de gallina, esas canciones que cuando las cantas, sientes que Cristo está cantando también a tu lado. Música que luego dio paso a unos testimonios realmente impresionantes, dados por monitores y por chavales, y que terminó con oraciones sinceras, abrazos, alguna lágrima, y la fantástica sensación de estar cerca de nuestro Dios. El segundo “detalle”, tiene también que ver con el anterior, y fue el himno lema, “Turn to the light”, una canción de letra sencilla, pero profunda, que se cantó varias veces cada día, y que fue, sin duda, el mayor éxito del camporé. Para los que no estuvisteis, es difícil describir la sensación de ver y oír a más de mil seiscientos jóvenes cantando a voz en grito la que sin duda ha sido para nosotros la canción del verano. Casi dos meses después, cuando la pongo en el coche, me sigo emocionando cuando oigo el «¡hijos de luz!». No puedo acabar estas líneas sin agradecer a Isaac, Óscar e Isa (siempre en la sombra) todo el esfuerzo que han hecho para que monitores y acampantes pudiésemos disfrutar de unos días tan increíbles. Chavales, a los que estuvisteis, no os tengo que decir nada, ya lo sabéis; a los que no, no os perdáis cada verano los campamentos. Son experiencias que te marcan para siempre. Padres, si no estáis llevando ya a vuestros hijos a los campamentos, ¡¿a qué estáis esperando?! A todos, os esperamos el verano que viene. Marc Gelabert Monitor


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