Revista Academia UDD Nº17

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EGRESADOS

FACULTAD DE MEDICINA CLINICA ALEMANA

desde que estaba en quinto año, más cerca de salir de la universidad; luego postular a Médicos Sin Fronteras (MSF) o a América Solidaria”, comenta Juan Pablo. “Todos querían MSF, pero para trabajar ahí tenías que ser especialista o contar con dos años de experiencia contratado en un servicio de urgencia importante, con conocimientos en poli-traumatizados, no alguien que esté trabajando en consultorios… es muy difícil entrar y nosotros no calificábamos por ningún lado”, agrega Daniela. Mientras almuerzan en un restaurante de Vitacura, antes de partir a dar una charla para entusiasmar a los internos de la Universidad Católica sobre el voluntariado en Sichili, nos cuentan cómo esta experiencia, nacida de un proyecto, los marcó y de qué manera ha trascendido para continuar creciendo. AFRICA DREAM Y “MÉDICOS PARA ZAMBIA” Juan Pablo conoció en 2012 la Fundación Africa Dream, por un reportaje en El Mercurio, y se presentó ante el director ejecutivo de ese entonces. “Lo que nos convenció de Africa Dream, a diferencia de otras ONGs, es que busca hacer proyectos sustentables, entonces uno trabaja con la comunidad, detecta los problemas junto con ellos, para que luego continúen solos. No es tan asistencial, a pesar de que también nos tocó asumir una función bien asistencialista en el hospital”, comenta Juan Pablo. El director de entonces le contó de un proyecto en Ke-

UNIVERSIDAD DEL DESARROLLO

nia. Pero ese país no era el que más convencía a Juan Pablo, “porque Kenia es más desarrollado y cuenta con muchos voluntarios de diferentes instituciones”. Él buscaba zonas con mayor necesidad donde trabajar. Ese mismo año hubo un cambio de director ejecutivo y la nueva directora, Consuelo Voigt, quería realizar un proyecto con doctores en un hospital de Sichili, pueblo aislado en la región de Mulobezi, Zambia. Este centro asistencial atiende a 37 mil personas y llevaba seis años sin un médico. Pero la fundación no tenía fondos para apoyar el envío voluntarios a ese país, aún cuando las primeras acciones de la fundación habían nacido justamente en aquella región. Juan Pablo decidió que Zambia seria su destino y junto a Daniela Martí y Andrea Sepúlveda comenzaron a recaudar fondos para financiar el proyecto. Comenzó la etapa de calcular, recaudar y prepararse. Primero realizaron una estimación general de los costos totales y mensuales por persona que implicaría esta misión, luego una campaña puerta a puerta, persona a persona: “como muchos amigos ya estaban trabajando con carreras más cortas, les pedíamos que nos donaran desde tres mil pesos, el equivalente a una ‘piscola’ al mes y así conseguimos muchos socios”. También acudieron a diferentes empresas, otras fundaciones e incluso un laboratorio farmacéutico. “Unas nos donaron cierta cantidad de dinero, otras los seguros, las vacunas. Así logramos juntar fondos para mantenernos allá y muchos socios donan hasta hoy para continuar financiando esta labor”, cuenta Daniela Martí. “Fuimos los primeros vo-


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