al bizantino antagonismo entre figuración y abstracción, la oposición
Romero Brest quien, ante los problemas económicos y políticos que
entre poéticas racionalistas o subjetivistas, la desconfianza ante la in-
llevaron al cierre de la institución, intentó convertir los centros de arte
corporación de materiales y soportes no tradicionales, los géneros hí-
en espacios de experimentación utilizando el medio de comunicación
bridos… Todas estas cuestiones parecieron volverse irrelevantes luego
del momento: la televisión. Efectivamente, el tiempo no había pasado
de las experimentaciones extremas que coronaron los años sesenta.
en vano y muchos procesos sociales –entre ellos, el arte– se veían ín-
No obstante, estos debates artísticos apenas rozaban al público que,
timamente afectados por las tecnologías de la comunicación. En este
aunque ya más acostumbrado a los desenfados vanguardistas, conti-
contexto y proponiéndose portador de una perspectiva superadora
nuaba preguntándose si esas actividades que las galerías, los museos
nació el CAYC, Centro de Arte y Comunicación, a fines de 1968. Ca-
y la televisión difundían y apañaban eran realmente “arte”. En tanto,
pitalizando muchas de las tendencias incipientes en los últimos años
los tiempos políticos se aceleraban. Luego del Cordobazo, el fin del
del Di Tella, el Centro señalaba a la comunicación como el paradigma
gobierno de facto se aproximaba. Los aprestos para el retorno de Juan
del presente y el futuro. Liderado por el crítico y empresario Jorge
Domingo Perón y la legalidad del partido estaban avanzados. Una nue-
Glusberg se presentó como un espacio que favorecía la interdiscipli-
va faceta del peronismo conducida por jóvenes, antes de verse frus-
naridad no solo entre las artes sino también –y específicamente– entre
trada, fue una esperanza de contagioso nacionalismo. Pero la censura
el arte, la ciencia y los estudios sociales. En este programa se fundaba
campeaba y la violencia iba en aumento. La “teoría de la dependencia”
la instancia superadora ya que, a diferencia de lo que ocurría en el Di
explicaba la situación de pobreza y falta de desarrollo en los países
Tella, para el CAYC ideología y política no eran conceptos ajenos al
latinoamericanos. La crisis económica que había abierto camino a la
arte y, sin duda, definían los marcos de la comunicación. La “realidad”,
sublevación obrera y estudiantil tenía su correlato en las agrupacio-
instancia a la que muchas de las poéticas de entonces remitían, estaba
nes armadas, que ya actuaban su intención revolucionaria. Así, los pri-
permeada por el modo en que los hombres la veían, la pensaban y la
meros años 70 estuvieron signados por el impulso a la movilización
actuaban. Sobre este terreno creían que había que operar para que las
colectiva. En las artes, muchos desconfiados del alcance de su prédica
simbolizaciones del arte se tornaran visibles a un “nuevo hombre” que
desde las instituciones salieron a la calle con una renovada intención
solo podía conocerlas por entre los resquicios de una cotidianeidad
de ampliar la audiencia. Junto a las exposiciones al aire libre que or-
dominada por los medios y las necesidades del día a día. ¿Quiénes
ganizaba la municipalidad de Buenos Aires, diversos grupos se propu-
mejores que los arquitectos (diseñadores de los espacios para vivir),
sieron acercar las obras al “hombre de la calle”, para enfrentarlo con el
los científicos (estudiosos de las leyes de la vida) y los artistas (crea-
lenguaje artístico de la época. Las preguntas por cómo el arte sirve a la
dores de imágenes) para unirse a configurar un nuevo arte desde un
sociedad y de qué modo desdibujar los límites entre arte de elite, arte
continente que aún esperaba por ocupar un lugar en el mundo?
popular y arte de masas, resonaban en estos artistas que apostaron a
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seguir con su práctica en un ambiente tan cuestionador como estimu-
La propuesta resultó de interés en aquel medio. En los primeros años de
lante. Cerrada la sede del Instituto Di Tella en la calle Florida, cierta
la década de los setenta, el CAYC organizó exposiciones, reuniones de
orfandad sobrevolaba la ciudad de Buenos Aires. Aun aquellos que lo
intelectuales y formó un colectivo artístico propio: el Grupo de los 13,
habían denostado se habían quedado sin la referencia insoslayable
luego Grupo CAYC. Esta agrupación operó bajo las ideas de una catego-
en la que el Di Tella se había convertido desde 1963 de la mano de
ría artística, el arte de sistemas, que acogió distintos significados a lo lar-
Jorge Romero Brest. Dentro y fuera del Instituto la comunicación había
go de su historia y en relación con lo que específicamente se proponían:
sido un tema crucial para entender las últimas tendencias. Así lo vio
trabajar sobre y en el espacio social. 13