]ACQUES D'ONT
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mente los textos los acontecimientos o las personas. Cita con frecuencia autor s muy insignificantes. a Las influencias que hemos detectado se presentan en m sa. ia ideas, una de tendenc Nos encontramos frente a una corriente y la de aliados, de amigos de círculo común sostenida por un que se olvida todo o nada. Y Hegel no ha olvidado nada. Su alergia a ciertos nombres sólo es aparente y artificial. Testimonia en realidad una gran presencia de ánimo: en cada caso, intentamos precisar los moti vos del silencio de Hegel, que no puede explicarse sino por la prudencia. Para evocar impunemente a Volney, Rabaut, Mercier y sus partidarios, en la época de la Restauración, hubiera sido necesario renegar de ellos. Y Hegel no se muestra dispuesto, en su vejez, a traicionar a sus lecturas y amistades de juventud. Sin embargo, prefiere no ser sospechado de amar a esos revo lucionarios o aun de estimarlos o, simplemente, de conocerlos demasiado bien. Adquirió el hábito del mutismo que aquéllos habían practicado corno un rito y como una sabiduría. Con sus amigos, tomó parte en esta tragicómica conspiración del silencio. Pero una vez que logramos levantar el velo de misterio que Hegel quiso tender sobre algunos de los orígenes de su pen samiento, vemos mejor las múltiples y vigorosas raíces que éste hunde en la Revoluci6n Francesa. He aquí lo que ha querido ocultar. El historiador y el sociólogo desentrañan con una curiosidad ferviente los sutiles lazos que vinculan una gran .doctrina, en su génesis y expresión, a los acontecimientos y a los hombres d e una época ejemplar. Y el fil6sofo no se escandaliza de comprobar este arraigo en una tierra y en una época, en un mundo espiritual. Hegel mismo había aceptado esta condición temporal del pensamiento. Lo proclama en el Prefacio de la Filosofía del Derecho, su obra aparentemente más intemporal y d ogmática:
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"Hic Rhodw, hlc saltw. Concebir lo que es: ésta es
la tarea de la filosofía;
pues lo que es, es la raz6n. En lo que respecta al individuo, cada uno es
hijo
de
su
tiempo; del mismo modo, la filosofía resume su tiempo en el
pensamiento. Es tan insensato imaginar que una filosofía podrá ir más allá
del mundo contemporáneo como creer que un individuo podrá saltar por encima de su tiempo y franqueará Rodas".