Trinchera n°1

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La textil, la metalúrgica y el cantri.

El M. E. Liberación viajó a Jujuy y vivenció el proceso de poder popular más importante del país: Tupac Amaru, hija de la resistencia al neoliberalismo más salvaje en la zona más olvidada y más pobre de la Argentina. Conocimos a estos compañeros que, a fuerza de piquetes y escraches, y soportando con estoicismo la represión -que ya les cobró once vidas-, supieron cargarse a cinco gobernadores en menos de una década y romper con lógicas asistencialistas y de clientelismos tan arraigadas en la provincia. La Tupac, con 15 mil puestos de trabajo, es hoy el tercer empleador de la provincia, detrás del Estado y del grupo Ledesma, de los Blaquier. Lleva construidas más de 7.000 viviendas, y en cada barrio, en cada “cantri”, hicieron fábricas metalúrgicas, textiles, bloqueras, pero también piletas (algunas climatizadas), complejos deportivos, centros culturales y centros de salud. Escuelas para niños con capacidades diferentes, escuelas primarias, secundarias y terciarias, donde se han incorporado cuatro nuevas tecnicaturas que son “Economía Social y Desarrollo local”, “Agente Sanitario y Promotor de la Salud”, “Turismo” y “Diseño y Producción de Indumentaria”. La construcción de sentidos en lo simbólico, las referencias permanentes al Che y a Evita como ejemplo de personas consecuentes, solidarias y luchadoras, han formado conciencia revolucionaria en cada uno de los tupaqueros. La tradición, las costumbres, los antepasados, la veneración a la pachamama han sido rescatados del olvido. La hermandad que los une a Evo Morales y al pueblo boliviano nos habla de un nuevo despertar Nuestroamericano, el sueño de la Patria Grande. La Tupac nos mostró una vez más, que el poder se conquista y que las reivindicaciones están ahí, para tomarlas. Y con los tupaqueros, el 27 de julio, marchamos para conquistar la justicia. “En Ledesma y Calilegua una noche sucedió, se llevaron compañeros la noche del apagón. Los Blaquier y los milicos fueron dueños del terror, secuestraron, torturaron no hay olvido ni perdón venimos aquí, para juzgarlos… los compañeros jamás serán olvidados…” La marcha del apagón La noche del 27 de julio de 1976 se cortó el suministro eléctrico en todo el departamento de Ledesma, provincia de Jujuy, mientras policías, gendarmes, militares y capataces de la empresa “Ledesma” allanaron y saquearon viviendas en Libertador General San Martín y Calilegua. En vehículos de la empresa se trasladaron más de 200 trabajadores, estudiantes y profesionales a galpones de mantenimiento del ingenio azucarero, donde permanecieron días y meses atados y encapuchados. Tras las torturas e interrogatorios, algunos prisioneros fueron liberados o enviados a comisarías y cuarteles militares; otros destinados a cárceles de distintas provincias. Treinta aún permanecen desaparecidos. Cinco años más tarde, Olga Aredez comenzó a marchar cada 27 de julio

desde el pueblito de Calilegua hasta Libertador San Martín reclamando justicia por su esposo, quien fuera el intendente de Libertador, y el único médico del pueblo. En 2005, esta incasable luchadora por los derechos humanos murió de un cáncer de pulmón inducido por la bagazosis, enfermedad presente en muchos pobladores y que es causada por el bagazo (desecho de la caña de azúcar) que produce desde hace décadas la planta pastera y azucarera emplazada en pleno centro de ese pueblo jujeño. Milagro, queríamos conocer tus sensaciones sabiendo que la justicia popular está por caer sobre uno de los genocidas más poderosos de la provincia, y también que nos cuentes cómo viviste la marcha de ayer que fue histórica… La sensación que tenemos es que estos tipos tienen un poder muy fuerte, no sólo en Argentina sino también en Latinoamérica. Y en estos últimos diez días han querido justificarse de cualquier forma. Primero decían que estaban siendo culpados injustamente y que en realidad no había pasado nada, que ellos nunca prestaron camiones, nunca nada. Después, cuando se acercaba la noche del apagón, comenzaron a decir que en realidad los milicos

eran demasiado fuertes y les sacaron los vehículos. En Calilegua y en Ledesma hubo 33 compañeros desaparecidos, que en principio fueron 200 compañeros detenidos. Los llevaron a Guerrero y ahí los torturaron. Todo lo que ellos digan es una mentira y una aberración. La gente en la marcha lo demostró. Esta es una lucha que viene de hace mucho. Yo vengo marchando desde hace 29 años, cuando éramos diez o quince personas y la gente cerraba las cortinas porque tenía mucho miedo. El otro día contábamos la anécdota cuando los camiones de Ledesma nos pasaban raspando las orejas. Nosotros éramos jóvenes, yo tenía 19 años. Íbamos con Olga Aredez y ella nos decía que no había que bajar los brazos, que acá teníamos que seguir. Cuando hicimos la marcha del 24 de marzo, nadie creía que los íbamos a tener a los genocidas en Jujuy sentados en un juicio. Porque se venían postergando. Cuando asumió el juez Poviña; ese día nos abrazamos con los compañeros y lloramos. Llorábamos de alegría porque decíamos, por fin vamos a ver sentados a todos estos genocidas. Y cuando nos anuncian los juicios más contentos nos pusimos porque decíamos “vamos a ser protagonistas”. La presión más grande que han tenido


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