LA MÚSICA.
Es terrible pensar que toda nuestra música nunca vaya a apagar el ruido de los colectivos, de las máquinas, de los incendios, de las puteadas de afuera, de la violencia injustificada. No importa que tan fuerte le demos a los tambores, que tan fuerte pongamos nuestros amplificadores o que tan alto elevemos nuestras voces, ellos son más fuertes. Los motores se juntan en la calle y opacan el brillo de los raids, de los bronces, de las cuerdas que asfixian; el ruido se cola por mi ventanal en un día de faltar al trabajo. Creo que mientras la música pueda colarse en mi interior como ese gato que se mete en mi pieza cuando no lo veo, creo que eso será suficiente. otonio 2010 antes del 22 de junio
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