El poder de su presencia

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El poder de IU presenda

persona misma del Espíritu Santo, de quien se nos prometió que «estaría con nosotros para siempre», «que nos guiaría a toda la verdad», y que cuando viniera sobre nosotros «recibiríamos poder para ser testigos» de Cristo. No se puede predicar el evangelio sin la presencia, sabiduría, guía y poder del Espíritu Santo. No en balde Jesús dijo a sus discípulos: (<Mas recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalen, toda Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra.» (Hechos 1.8). Cuando Pedro y Juan dieron testimonio a la Iglesia de que ios líderes y sacerdotes de Israel les habían prohibido hablar en el nombre de Jesús, los santos oraron. En su oración invocaron unánimemente el gran poder de Dios, pero no pidieron ser librados de la persecución, sino que se les concediera predicar la Palabra con denuedo, y que Dios extendiera la mano e hiciera señales y prodigios que confirmaran el mensaje. La respuesta de Dios fue adecuada a la necesidad. No solo les dio el denuedo que pedían, sino que los llenó del Espíritu Santo, y causa de ello «predicaron con denuedo la Palabra de Dios» (Hechos 4.18-31).

11 Los dos palos de la cruz

eguramente si el evangelio hablara de un amor de Dios que todo lo tolera, yde ángeles enviados a favorecemos, cuidamos, protegemos, guiamos y damos toda clase de comodidades y licencias; no dudo que este evangelio tendría muchos seguidores. «Predicamos a Cristo crucificado», dice Pablo, «para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura» (1 COrintios 1.23). Hay un solo evangelio, dice: «[Si aun] nosotros o un ángel del cielo os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema» (Gálatas 1.9). La cruz es el problema grande por el que muchos rechazan el evangelio. Por siglos, esa cruz ha sido un símbolo de tropIezo para el pueblo hebreo, y un símbolo de locura para las demás naciones de la tierra. La cruz es incomprensible para el hombre natural y para sus sistemas religiosos. Es piedra de tropiezo en el aula universitaria y en el humilde taller del zapatero remendón. No importa sI el hombre es budista o musulmán, ni sI es mormón o testigo de Jehová. la cruz se le escapa de su sistema. no calza en su teología y se le convierte en locura. Pero nosotros, los que hemos sido

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