Antologia del cuento extraño 03

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Antología del cuento extraño 3

accidentalmente al agua, golpean al infelíz con los remos y alejan la chalupa, impidiendo que se salve. En la corriente y los caimanes reconocen la cólera divina: ¿es posible luchar con las potencias invisibles? Su compañero "ya está condenado": ¿prestarle ayuda no significa colocarse, con respecto a ellas, en un temerario pie de igualdad? Así, llevado de sus escrúpulos, Bernardo Stocker aprendió a desconfiar de los impulsos generosos. Más tarde había conseguido reprimirlos. Compadecemos al prójimo -pensaba- en la medida en que somos capaces de auxiliarlo. Su dolor nos halaga con la conciencia de nuestro poder, por un instante nos equipara a los dioses. Pero el dolor verdadero no admite consuelo. Como este dolor nos humilla, optamos por ignorarlo. Rechazamos el estímulo que originaría en nosotros un proceso análogo (aunque de signo inverso), y el orgullo, que antes alineaba nuestras facultades del lado del corazón y nos inducia fácilmente a la ternura, ahora se vuelve había la inteligencia para buscar argumentos con que sofocar los arranques del corazón. Nos cerramos a la única tristeza que al herir nuestro amor propio lograría realmente entristecernos.

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